jueves, 7 de julio de 2011

El estanque (IV parte)

Un día un coche SEAT mil quinientos de los años setenta sube la vereda y aprovechando la rotura de una pared de piedra entra el coche por ella cuando lleva un trecho un tronco de árbol talado entra de lleno por el medio del vehículo y rompe el cárter en un enorme encontronazo, el coche se paraliza, y el hombre de sombrero de paja y cinta negra se tiene que apear del coche y se acerca a la casa con sigilo acechando para coger al dueño por sorpresa, pero el ruido en pleno campo adquiere una gran dimensión el ruido es tan perceptible que cojo mis prismáticos y ojeo con escrúpulo el entorno y veo a un hombre acercarse a la casa haciendo ziszás por el maizal, alerto a la policía del pueblo y mientras espero que aparezca la benemérita, una oportuna serpiente venenosa le muerde la pierna quedándolo paralizado yo espero a la policía y esta llega pronta y acercándose al individuo lo encuentra inconsciente entre las hiervas, y llevándolo al hospital mas cercano le depuran la sangre con transfusiones, mas tarde lo detienen por intromisión a la propiedad privada, todo queda para mi igual que antes pero solo en apariencia por que de mi se apodera la incertidumbre.
El sueño ya lo tengo interrumpido me da miedo la oscuridad las puertas las cierro a la puesta de sol Linda no entiende la actitud de José pero acata sus ordenes con sumisión de mujer enamorada, los días pasaban sin sobresaltos y después de unos días todo volvió a la normalidad.
Linda después del pinchazo que sufrió con la espina de la misteriosa rosa, no se encontraba bien la fiebre empezó a hacer mella en ella y su tez blanca y transparente se torno cetrina robándole su encanto.
José decide llevarla al hospital y después de un reconocimiento exhaustivo y pruebas bacterianas no le encontraron nada, regresaron a casa y con la medicación que le receto el medico pareció mejorar, por la noche y cuando se acostaba en la cabecera de la cama aparecía una rosa roja que ella nunca vio pero sus sueños no volvieron a ser reparadores, solo descansaba cuando sentada en la butaca del salón después de la comida del medio día dormía la siesta, José la observaba y no entendía el porque había cambiado tanto ya no era la muchacha alegre que conoció en una noche de desenfreno, y para animarla un día esplendido de mayo decidí dar una gran fiesta, como hice reforma en la casa y me quedaron espectaculares llame a mis amigos de Nueva York todo estaba deslumbrante en las habitaciones lucían cortinas traídas del mismo Paris los muebles antiguos se restauraron el estanque se convirtió en una esplendida piscina con cenador adosado todo había quedado perfecto.
El día de la fiesta llego y los invitados llegados de casi todos los estados de Norteamérica en donde tantos amigos coseche quedaron sorprendidos por el paisaje tan agreste y al mismo tiempo pletórico de olores y colores, desde el mirador del cielo se divisaba un inmenso campo de la flor de la banda haciendo que el campo pareciera una inmensa alfombra.
La música suena alguien se acerca a mi como anfitrión y me agradece la velada.
Después de la suculenta cena compuesta por ibéricos extremeños comienza el baile, Linda como siempre elegante y discreta hizo las delicias de los asistentes con su encanto personal.
Una luz tenue se refleja en las aguas tranquilas de la piscina, la observo desde la terraza y me adentro por el sendero para averiguar que es lo que pasa y cuando me acerco a la piscina, una mano de hierro me aprieta el cuello y me hace doblar el cuerpo y me sumerge la cabeza en la piscina los ojos casi se me salen de las orbitas alguien se acerca y con voz ronca pregunta (‘quien anda ahí‘), el desconocido sale corriendo y cuando el individuo ve flotar mi cuerpo me saca del agua y con gran precisión me hace la respiración boca a boca y yo empiezo a respirar aunque con dificultad, una vez recuperado el hombre desapareció, cuando ya me hube recuperado y sin que nadie me viera subo a mi cuarto y me cambio de traje volviendo a la fiesta.
Esta siendo un éxito los invitados ríen gozan y beben a placer pero Linda finge estar bien pero una aureola de color violeta en la palma de la mano hace que su sonrisa sea fingida, la fiebre empieza a hacer mella en ella y sus palidez a pesar del maquillaje es notaria, alguien le pregunta con malicia sobre su descolorida cara y ella sonríe con estudiada coquetería yo después del incidente en la piscina me encuentro nervioso el cuello me duele, la traquea después de estar aprisionada casi no me deja tragar, pero tengo que estar en mi puesto haciendo felices a los invitados.
Un revuelo hacen que todos vallan hacia la floreada terraza Linda había sufrido un desvanecimiento alguien le toma el pulso y sugiere que la lleven a su alcoba, una vez allí se tranquiliza le doy un sedante y se queda dormida los invitados empiezan a retirarse son las cinco de la mañana y tenemos una comida en el mirador del cielo a las tres de la tarde.

....... continuará ........

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