jueves, 14 de julio de 2011

El estanque (V parte y final)

Me siento a los pies de la cama donde Linda descansa me fijo y su cara ya no me parece la misma esta rara una mueca en su boca me hace estremecer su dulzura ha desaparecido la miro mas de cerca y sus ojos de color de azabache transmiten una gran tristeza, le cojo las manos y las tiene frías como el témpano me sobrecojo y cuando alzo la mirada veo reflejada una rosa sangrante en el cabecero de la cama salgo aterrorizado de la habitación y salgo al porche para coger algo de aire, todo me parece extraño tanto que creo voy a volverme loco.
Ya no me apetecía besar sus mejillas rosadas ni sus sonrosados labios.
Una sombra se desliza doy un salto de pavor y me encuentro al labriego que había contratado, ya no me acordaba de el, me tranquilizo y este me da las buenas noches, saludo con una mano pues no me salen las palabras y me siento en una butaca, allí me quedo dormido y cuando despierto alguien me había tapado con una manta, miro hacia un lado y Linda estaba allí resplandeciente como si no le hubiera pasado nada la noche anterior y con su sonrisa habitual me ofrece un café caliente, yo no le digo nada ni tan siquiera como se encuentra su mano lucia sin vendas, yo me toco el cuello y lo siento dolorido no se que pensar, quizás mi mente cansada me este jugando una mala pasada.
Linda y yo charlamos un rato de nimiedades y nos retiramos para vestirnos de nuevo y recibir a los invitados.
La mayoría estaban hospedados en un hotel rural que había reservado para la ocasión porque todos no cabían en la finca.
El día amaneció radiante se veía hasta el horizonte infinita desde el mirador del cielo, alguien solicito y cortes regala un ramo de rosas rojas a Linda esta las acepta con recelo y en la primera ocasión las tira por un pequeño acantilado cercano no paso nada la fiesta estaba llegando a su fin y cuando de nuevo el labriego me da una carta la abro y en ella había una hoja de papel de color sepia una rosa marchita, la guardo en el bolsillo del pantalón y siento un tremendo pinchazo y un hilo de sangre me mancha las botas camperas, mi cuerpo se estremece, y cuando todos se despiden después de un día magnifico me retiro a mi habitación me ducho y cuando estoy secándome con la toalla descubro que esta tiene también gravada una rosa roja, no se que hacer llamo a Linda y le cuento lo que me había pasado, Linda no hace ningún comentario y yo le pido que pase la noche conmigo pues no quería estar solo, aquella noche los dos abrazados nos quedamos dormidos y así pudimos descansar.
A el día siguiente no podía mover la pierna el hinchazón no me lo permitía, decidí no ir al hospital, me tomaría la medicina que le había recetado el medico a Linda ella había mejorado, y pensé que quizás a mi me pasaría lo mismo.
Los días después de la fiesta fueron monótonos pues nos quedamos los dos solos en la finca la chica de servicio había librado unos días después del ajetreo de la fiesta.
Yo no me encontraba bien y Linda cuando creía que no la miraba la encontraba con los ojos puestos en el horizonte, esto no me parecía nada normal desde el día en que Linda encontró la rosa que fue el día en que llegamos no habíamos gozado de mucha felicidad, la casa me empezó a obsesionar el jardín pletórico de bellezas de color se me antojaba gris y reseco tampoco Linda era la misma, o quizás sea yo porque ya dudaba si vivía el pasado o el presente todo en mi cabeza estaba confuso.
Una noche y cuando el insomnio hacia mella en mi veo como el labriego paseaba por la vereda de pizarra que conduce a la puerta principal de la casa lo oigo desde mi bacón hablar con alguien y señalando la casa colgó el teléfono móvil y lo tiro con furia al suelo y lo pisoteo, me quede sorprendido de semejante actitud, desde que observe esa escena me obsesione y decidí marcharme de la casa, inmediatamente se lo comunique a Linda y ella intento persuadirme de lo contrario pero yo cada día que pasaba estaba mas decidido vendería la finca y volvería a Nueva York donde fui tan feliz.
Mi herida había cicatrizado pues me paso igual que a Linda me cure de la noche a la mañana, pero desde entonces yo no me veía el mismo, me empezó a gustar todo aquello que antes odiaba la obsesión por lo bello desapareció, al mirador no quería subir la piscina de aguas transparentes se volvieron verdosas con una capa de asquerosa nata grisácea producto de las hojas muertas, ya las golondrinas no bajaban con su jolgorio trinar en grupos a beber de ella el almendro que daba sombra a los bañistas estaba reseco y ya no daría mas flores blancas se había marchitado.
Todo empezó como por arte de magia a deteriorarse yo mismo me veía como si fuera un viejo Linda había perdido su encanto su bello pelo de color azabache era blanquecino sus ojos rasgados lucían casi cerrados su tipo antes esbelto aparentaba veinte kilos de mas, todo se deterioro en muy poco tiempo cuando quisimos salir de la finca ya no podíamos no teníamos fuerzas en las piernas, la chica de servicio nunca mas apareció por la casa que damos solos en medio de la nada el único que quedaba era el labriego ese que un día llego y se quedo sin yo preguntarle de donde venia.
Una tarde otoñal y cuando los árboles se desnudan para estrenar un nuevo ropaje en la primavera entro en el salón de la casa me siento cansado en un sillón frente a la chimenea miro con detenimiento el cuadro que frente a mi esta encima de la chimenea, nunca había reparado en el pero ahora mirándolo con detenimiento el retrato de mi abuelo y veo los ojos de este acusadores, un temblor me recorre el cuerpo y bajo la mirada a la chimenea el chisporreteo de la leña al arder me haca ver una caja mis manos temblaron de terror era la caja roja miro con temor de nuevo el retrato y los ojos de mi abuelo parecen acusarme de algo muy grave, no sabia que hacer no podía moverme del sillón en donde estaba sentado las fuerzas me habían abandonado, miro hacia un lado y veo a Linda en estado indolente la miro de nuevo y con horror la veo desmadejada los brazos caídos hacia los costados la boca abierta..,y yo me siento atrapado como una mosca en la tela de una araña.
Estaba muerta subo la mirada de nuevo hacia el retrato y una sonrisa sádica se refleja en los labios de mi abuelo pero yo no me puedo mover sigo estando atado al maldito sillón, la carta con la rosa roja todavía la tenia en el pantalón y me quema la pierna el dolor es horroroso no lo puedo soportar mi abuelo ya no sonríe, ríe a carcajadas.
El rostro pálido de cadavérico de Linda me asusta y empezó a nublárseme la vista.
Desde el cuadro echan a mis pies una rosa repleta de espinas yo no la cojo estoy muy asustado.
La puerta del salón se abre y el labriego acercándose a mi recoge la rosa y me la da, es suya señor y me la da mientras mira de soslayo el retrato de mi abuelo el corazón en ese momento me falla y cuando mi alma flotaba en el ambiente esperando me condujese a mi nueva morada, veo con estupor como mi abuelo juega con el labriego una partida de mus.
En ese momento creo haber resucitado o lo que quiera que sea la vida después de la muerte oigo a mi abuelo habla como un alma muerta mientras a mi me llevaba una suave corriente ascendente y placentera y arriba una mano blanca con una herida en medio me llamaba en susurros de extramundo.

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