martes, 11 de septiembre de 2012

Mister

El reloj, como siempre puntual, hizo sonar su timbre a las siete de la mañana.
El día amaneció gris y el sol se mostraba tímido, quizás este día había decidido no salir. Kati, como era su costumbre al levantarse, se puso la bata de color azul y se dirigió al cuarto de baño, donde hizo el ritual de lavarse las manos, la cara, y cepillarse el pelo, cuando un ruido estrepitoso alerta a la aún adormecida joven.
El móvil, de repente, parece tomar vida propia y dando un salto desde el bolsillo de la bata de Kati cae precipitadamente al inodoro. Con premura y desconcierto mete la mano con precaución para cogerlo, y cuando cree tocarlo con la punta de sus dedos e intenta sacarlo, mete aún más la mano hacia el sifón, pero para su sorpresa, el teléfono se hunde cada vez más y está ya inalcanzable.
 Hace un pequeño esfuerzo más sin pensar y mete el antebrazo. Se da cuenta de que ya no puede moverse, está atrapada, ahora ya tiene metido medio brazo en el váter. A medida que corren los minutos un terror inenarrable se apodera de ella. En la encrucijada umbría de la suerte impenetrable, el implacable destino la esperaba, un destino que aquella mañana le era adverso. Ese día tenía una cita importante de trabajo, del teléfono dependía su más inmediato porvenir. Mientras, le va invadiendo una gran inquietud
Unos jirones de luz que entran por la ventana parecen querer despertar a las figuras de escayola que descansan en una repisa que pende encima del inodoro, éstas parecen correr a esconderse entre las sombras de la pesadilla.
Mira de reojo hacia el pasillo y ve como unas luces extrañas empiezan a bañarlo, llenándolo de hermosos brillos plateados, los cuadros colgados de la pared representan las cuatro estaciones del año, es primavera, un extraño temblor la invade mientras mira el suceso, se queda petrificada.
De repente una ráfaga de viento, abre la puerta que da al balcón del salón inundándolo al instante de hojas secas que al ser arrastradas por el suelo de parquet componen una sinfonía siniestra.
En el silencio el timbre del teléfono fijo empieza a sonar, insiste una y otra vez, pero ella no puede cogerlo, está atrapada y siente un repentino escalofrío, su corazón empieza a desbocarse y piensa que en el edificio donde se encuentra apenas puede haber vecinos, es la hora de estar cada uno en sus quehaceres.
Nadie la puede oír para auxiliarla y su mano se entumece, le duele, es un dolor extraño, sordo, como de calambre continuo. Un relámpago precede a la tormenta que se desarrolla con un estruendo de agua que cae del cielo.
En ese instante el móvil empieza a vibrar y el váter parece oscilar. Seguidamente, es el timbre de la puerta el que suena y la hace temblar, se encuentra sola, tiene frío, la bata es fina. Siente en los dedos un desagradable hormigueo, algo le está mordiendo las puntas de los dedos. De pronto por el váter empieza a salir agua a raudales, se le están mojando los pies, el suelo a cada momento se ve más mojado, la casa se está inundando, en esos momentos piensa que va a morir ahogada…
Afuera la tormenta se vuelve virulenta haciendo temblar los cristales del edificio, la falta de claridad en la calle le da un aspecto turbador, siniestro.
Pero Kati, al despertar, ve a su mascota acurrucada en su regazo.
Después de hacer intensos esfuerzos por despertarla, Mister, un gato peludo, noruego, cariñoso, y dócil, al darse cuenta que su amita no despertaba, puso en marcha el único mecanismo que sabia y tenía a su alcance, lamerle las manos y mordisquear sus dedos.
 Todo fue al notar el astuto gato que se había vuelto a quedar profundamente dormida encima de la cama.
Al despertar, Kati sonrió mirando a su alrededor. Todo estaba en orden en la casa, sólo había sido una horrible pesadilla. Y acarició a Mister mientras éste ronroneaba de placer.

No hay comentarios :

Publicar un comentario