Es impredecible lo que puede pasar de un día para
otro en nuestras vidas.
Aquella mañana de primavera Alejandra, mujer
conocida en su entorno de amistades como valiente y aventurera, mientras tomaba
un refresco en una terraza de moda siente que sus pensamientos empiezan a ser
confusos y con sus mil saberes cincelados dentro de su cráneo, empezó a
reflexionar.
En un
combinado simbólico de su inteligencia irrefrenable que mezclada con su enorme
fantasía y su mente inquieta empezó a disparar ideas.
Pero, la idea que hizo iluminar su rostro, fue un
proyecto que en un principio le pareció imposible de realizar. Pero con su
positividad y actividad que le eran característicos en ella, planificó con
esperanza de conseguir sus objetivos de lo que sería el viaje de su vida.
Cuando se
levantó del velador de la terraza ya estaba decidido: Haría una incursión en solitario por el Río Colorado.
Cuando llegó a su casa y al abrir la puerta de su
apartamento, ve enganchada en la ranura de la puerta un sobre, una vez dentro
lo abre. Todo era tan extraño, dentro había un folleto de los parques del Gran
Cañón…
Entra en el salón y se sienta. No sabe que pensar,
vuelve a leer el folleto y ve que todo su proyecto, intacto, tal y como ella lo
había concebido estaba impreso en ese papel. ¿Pero quién podía tener una
influencia tan poderosa sobre la mente, como para saber lo que una persona
piensa?
Confusa masculla entre dientes: ¿Pero hacía una hora
acababa de decidirlo? Por lo tanto, no
podía saberlo nadie. Y se pasó una y otra vez la mano por su melena rubia,
gesto que solía hacer cuando algo la perturbaba. Ahora sólo necesitaba
tranquilizarse. ¿Era sólo una coincidencia de las muchas que nos depara la
vida? Se repetía una y otra vez.
Aquella noche
tuvo sueños intranquilos, pero no
fue impedimento para que al día siguiente y al levantarse, se pusiera manos a
la obra. Dos días después tenía en sus manos el pasaje de avión que la llevaría
a Utah, donde se encuentra grabada en una roca la historia Geológica de
América.
Después del vuelo desde Madrid, que le pareció
eterno, llegó al aeropuerto de Provo Mun, situado en el Oeste del país en la
ciudad de Salt Lake City (o ciudad del Lago Salado en castellano) Y después de
hacer varias escalas, recoge el equipaje y se dirige por carretera al hotel
El Gran América.
Una vez instalada en el hotel que se encuentra cerca
del aeropuerto, se asoma a la terraza de su habitación, mira a lo lejos y extasiada ve ante sus ojos las llanuras
punteadas por las mesetas y erosionadas por el tiempo, ahora el emblema del Oeste Americano. Mira al cielo
y su corazón se encoge ante la imaginable belleza de ver cómo es iluminada la
llanura por salpicaduras de estrellas diminutas como diamantes.
Los nervios los tiene a flor de piel al sentirse
observada desde el día que salió de Madrid O quizás es su imaginación…
Da un paseo
por el recinto del hotel. La piscina iluminada parece llamarla y decide darse
un baño relajante. Ya en el agua y cuando su cuerpo flota en la piscina con
movimientos ágiles nota que una cosa viscosa roza su vientre. Presurosa nada
hacia el borde y sale de la piscina,
pero observa que el agua es clara, transparente y se encuentra sola, ella es la
única bañista.
Al día siguiente, Alejandra decide visitar los
paisajes míticos del Oeste Americano en un vehículo de alquiler. Aparca el
coche ante uno de los paisajes más curiosos que había visto en su vida, son
arcos rocosos que se encuentran entrelazados entre sí semejándose a una
impresionante escultura. Mientras contempla la sabia naturaleza se siente de nuevo
observada, mira hacia atrás pero no hay nadie. Tal vez el estado de ansiedad
que padecía desde que concibió en su cabeza este proyecto la estaba haciendo
sentir paranoias.
De nuevo se dirige a su coche y al arrancar el
motor, sin saber cómo, las escobillas del parabrisas empiezan a moverse frenéticas
rayando la luna y dificultando la visibilidad. Prosigue su visita por la zona
norte y se encuentra con otro paraje denominado Coyote Ruttes.
Después de una larga caminata, admira sobrecogida
las vetas que colorean de bermellón los acantilados y envuelven el paisaje en
un psicodélico paisaje. Ahora está segura, ha oído pasos y mira en todas direcciones,
las piernas le tiemblan
En lo alto de uno de los acantilados ve una figura
de indio tocado con grandes plumas de colores, Alejandra no quiere creer lo que
está viendo, quizás son sus ojos cansados que
le hacen ver alucinaciones.
Continuará...
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