viernes, 11 de octubre de 2013

Las Flores de tu casa nunca se marchitan (II parte)



Se apoya en la pared, se encuentra confusa, todo es irreal, (se decía una y otra vez) entra en una de las muchas  habitaciones que componen el piso, asombrada mira los muebles, no cree reconocer los mismos que ella vio de pequeña, estos que estaba mirando estaban relucientes, y eran de un refinado y antiguo diseño de extraordinaria calidad, y si eran los mismos muebles que ella no entendía el  porqué no recordaba ¿pero cómo podían estar así de nuevos después de tanto tiempo trascurrido envueltos en el olvido?. Sigue su deambular por la casa, se para en seco, otro de los cuadros allí colgados parece salir una voz que la llama, pero en su confusión no está segura que  hubiera pronunciado su nombre con exactitud, mira el cuadro detenidamente  no encuentra nada que pudiera llamarle una especial atención, tan solo era un paisaje de Vladimir, antigua ciudad por la que se accede por unas majestuosas  puertas de oro…mirándolo recuerda pequeños retazos de la historia, y recordó que los habitantes de “RUS “fueron los que impidieron a los tártaros la invasión de la ciudad, también en aquella tabla se encontraba pintada la Catedral de La Asunción de la Santísima Virgen, que se podía apreciar con nitidez y maestría la piedra blanca con la que fue construida; antes de proseguir, se queda unos minutos pensativa…
Llega al final del ancho pasillo, y coronando el montante de la puerta, allí impertérrito con una mirada poderosa, estaba el retrato de Iván El Terrible… ¿pero que hace en su casa aquel retrato? las piernas le empezaron a temblar, esa mirada…nunca supo el motivo por el cual ese nombre le dio connotaciones extrañas, a pesar de haber dado a Rusia la mayor prosperidad de la historia en unos territorios que se estaban unificando para que surgiera esta nación.
No sabe que pensar de todos estos personajes que no tenían nada que ver con ella, pero se asustó al reconocer que todos y todo lo que había allí  pintado en aquellos cuadros les eran familiares; no sabe qué hacer se encontraba en medio de nuevas experiencias que no sabía controlar, y por mucho que buscara en su cerebro no encontrando la formula de salir indemne de todo aquello, se dirige a la puerta de salida en un estado de excitación, mientras murmura…esto no puede ser cierto, estoy segura que todo es un mal sueño.
Al pasar por el salón ve a la señora del cuadro departir amigablemente con su bisabuelo; los dos parecen sentirse felices juntos, degustando sendos “blinis” con caviar. Las palpitaciones se le aceleran, las piernas le empezaron a doler como si las tuviera aprisionadas en un cepo  de caza.
De pronto su bisabuelo pronuncia su nombre…ella responde a esa llamada, pero…¿si ese no es su nombre? Siempre supo que se llamaba Tatiana, de eso estaba segura, y… ¿Por qué la llaman ahora así? Entra querida, te presento, aunque creo que ya os conocéis de más a …Odigitria, Tatiana antes de saludarla la mira fijamente. Después de unos segundos de confusión y silencio solo pudo decir, ¿Por qué ostentas el mismo nombre que el de la virgen que pintó el Evangelista Lucas?’. La mujer la mira con la misma fuerza que minutos antes había percibido ella cuando creyó ver por primera vez aquel cuadro. Su cuerpo empezó a temblar cuando la mujer se inclina para levantar parcialmente la falda de su vestido hasta dejar al descubierto el tobillo, dejando al descubierto una señal roja en forma de cruz que solo podían llevar los hijos ilegítimos de los primeros Zares. Su cuerpo empezó a tambalearse hasta caer al suelo, cuando se repuso del síncope supo por intuición, que aquella mujer era la misma niña que fue retratada en el bosque de abedules, pero… esa señal era igual que la que ella lucía en su tobillo.
Una sonora carcajada se oye al compás de unas fuertes pisadas que hacían retumbar la tarima del pasillo…¿estas bien querida? ¿Te lo estás pasando bien? Yo he disfrutado como nunca viendo cómo casi te vuelves loca, (era la voz de su marido) y eso querida solo ha sido el principio de las sorpresas que te tengo preparadas.
Tatiana mira a su marido igual que se mira a un ser extraño, el sonríe, Tatiana se acerca a una de las vitrinas donde se guardan las antiguas armas de fuego, coge una de ellas lo apunta para intimidarlo, pero aquel desalmado ríe cada vez más fuerte, estaba seguro que aquellas armas eran inofensivas al estar en desuso, pero de repente, un sonido seco de un tiro inundó el salón mientras un cuerpo sin vida cae al suelo. Después silencio…en unos segundos toda la casa estaba igual que ella la había conocido. ¿Pero dónde estaba el cadáver de su marido? Unas gotas de sangre en el suelo de madera denunciaban que allí había estado un herido.
Su mente se quedó en blanco, sus presentimientos se desvanecieron, ahora sabía de dónde venía…¿pero sabía acaso adónde iba?
Se acerca al balcón, lo abre y deja que se inunden sus pulmones con el frescor de la nieve; cuando entra de nuevo con energías renovadas, ve encima de la mesa del salón, un trozo de Ámbar transparente… indolente deja caer su cuerpo en el sofá, ella creyó haber resuelto el enigma de su vida, ese que tantos desasosiegos le había causado pero …¿qué significado podía tener esa gema para ella?
Y recuerda… ¿cómo nunca la llevaron de pequeña a visitar aquel palacio de San Petersburgo que tanto llamaba la atención de sus visitantes aquella sala especial llamada Ámbar?.
La gema en sus manos parecía cobrar vida. Mientras en su transparencia se reflejaba su rostro de adolescente.

No hay comentarios :

Publicar un comentario