Pero Anna se
relaja al recordar que ella misma la cogió de la caja de seguridad, junto con el frasquito que contenía el
resultado de la investigación, esto fue dos horas antes de emprender aquel
viaje. Pero en su estado de excitación
no podía pensar, aquella sustancia era muy importante, pues le dio vida a su
gato… vuelve a rebuscar en la mochila, su estado a cada momento se hacía más
excitado, mete por quinta vez la mano, al momento respira aliviada, en uno de
los pliegues del fondo se encontraba el pequeño tubo, junto a la piedra donde también se encontraba un pergamino con
un texto antiguo escrito donde se daba
la explicación de cómo ser manipulada aquella piedra para sacar la sustancia y
que sus efectos fueran positivos, porque esta sustancia( según decía el
pergamino que encontró después de mucho buscar por las librerías de
anticuarios) este mineral debía ser compartido según las circunstancias y el
propósito del que la manipulara.
Anna aquella
noche antes descansar ya tenía preparada
una estrategia a seguir, tan sólo tenía que enfrentarse a tres hombres
que estaba segura no dominaban aquellos parajes y además se encontraba con
ellos la cursi de su compañera. Al alba, Anna es la primera en aparecer por
el único comedor que había en el poblado,
bebió un sorbo de café muy caliente y cuando se disponía a subir a la montaña,
al salir del albergue ve a los cuatro esquiadores subir ufanos la montaña dónde
ella casualmente tenía previsto esperarlos en la cima. El encuentro en lo alto
de la montaña con su compañera fue demasiado efusivo y entonces Anna
aprovechando la favorable coyuntura, con gran amabilidad se brindó para
enseñarle nuevas rutas que exhibían paisajes maravillosos. Todo el grupo se
acercó a ella para escuchar la propuesta que, Anna con su fingida
inocencia, les hizo, un juego divertido que prometía conseguir que la adrenalina les subiera a tope
al ser deslizados por la ladera.
Anna se encajó
en la espalda su mochila sabedora de cuáles eran las intenciones de sus
compañeros casuales de ruta, entonces observó que entre ellos se podía adivinar
una mueca irónica que aparentaba ser una sonrisa. En ese momento “la pija” le
dijo:
-
¿Piensas
ir con la mochila? Parece que la has cargado demasiado ¿no?
Entonces Anna
contestó:
-
No
te preocupes, no pesa nada, pues todo lo que traje metida en ella lo he tenido
que tirar, al parecer no supe que los alimentos enlatados también se
estropeaban cuando son manipulados.
Todos la miraron
como si fuera un cordero a punto del sacrificio.
Subieron a la
cima, parecía que se alejaban demasiado de la ruta por donde habitualmente
transitaban los esquiadores, se levantó una ventisca y el frío se empezaba a
sentir intenso, la nieve se volvió dura, una vez arriba había que ser muy ágil
para hacer un buen descenso con la nieve en esas condiciones. Decidieron
regresar aunque aún quedaba al menos dos horas para la puesta de sol.
Anna solícita
les indica el punto donde reunirse, todos aceptan, uno de ellos masculla al
lado de su compañero:
-
Ya
estoy arto de tanta comedia, había que quitársela de en medio cuanto antes.
El frío parecía
haberse aliado con el viento y dijo uno de ellos lamentándose por haber ido
hasta allí:
- Este tiempo no
es nada bueno para mis huesos.
Poco después ya
todos se encontraban al amparo del bosque de coníferas, pero alguien se da
cuenta de la ausencia de Anna,
impacientes la buscaban con la mirada, ella debía estar allí pues había
llegado el momento que tanto habían esperado. El viento cada vez más virulento,
hacía agitar las ramas que dejaban caer la nieve dura sobre ellos, tuvieron que
taparse lo poco de cara que tenían al descubierto
con las manos.
De repente se
empezó a oír como pisadas precipitadas de animales que hacían temblar el suelo,
parecían huir de algo y cuando quisieron darse cuenta de lo que estaba pasando
un alud de nieve iba hacia ellos para sepultarlos, que junto con la manada de
lobos hambrientos que se dirigían hacia el bosque para refugiarse, se formó una gran pelea entre fieras y
“personas” que terminó en una terrible sangría que la nieve se ocupó de borrar.
Anna desde una
atalaya en lo alto de la montaña vio todo el dantesco espectáculo, sacó de su
mochila aquel pedazo de piedra, que siempre estuvo con ella y frotándola con
sus manos sintió tanto poder dentro de
ella que quiso desear todo lo que le rodeaba. La montaña en unos segundos se
desmoronó, no dejando rastro de una mujer que por ser ambiciosa, no quiso
compartir la sabiduría de aquella piedra, pues fue mucho más malvada que los que
querían arrebatársela.
Aquella mañana,
al despertar Anna, se sintió rara, confusa, puso los pies descalzos en el suelo
y entonces se dio cuenta de que la avaricia y la ambición no es ninguna utopía,
pues se puede encontrar extendida entre los seres humanos de tal manera como se
expande la peste. Entonces Anna al mirarse
al espejo, siente que no se reconoce y se pregunta:
¿Por qué tengo que compartir algo que me puede
dar todo el poder del mundo?
Una sonrisa
diabólica se dibujó en su rostro que parecía transformado.
Aquella piedra
que ella cogió del suelo quizás no fuera tan benefactora cómo se suponía.
¿O tal vez había
cogido del suelo una piedra equivocada?
¿Era ella la adecuada depositaria?
Aquella mañana
mientras se dirigía al trabajo, una cornisa en mal estado se desprendió por donde ella transitaba y una mano poderosa
la hizo desviarse unos metros, aquella cornisa de piedra no era otra cosa que
un aviso.
La piedra, sí
tenía poderes, pues le hizo ver en sueños que el poder no es para enriquecerse.
Anna aquel fin
de semana se acercó a la orilla del río Tajo y en un impulso tiró la piedra
para que la custodiara, allí estaba segura que no la encontraría nadie.
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