viernes, 29 de abril de 2016

El charlatán (2ª parte)



Nada más entrar el tabernero todos le preguntaron  si lo conocía. El tabernero con síntoma de cansancio se dejó caer en una silla y, antes de articular palabra, se tapó la cara porque lo que acababa de ver le pareció que había sido una pesadilla.
Entonces y sin dar  tiempo a que le hicieran más preguntas, las campanas de la Iglesia empezaron a doblar a muertos.
— ¿Estáis oyendo eso? — Dijo el tabernero temblando — No sé si lo vais a creer, pero aquel personaje en unos segundos había desaparecido ante mis narices.
 Entonces acercando la palmatoria a los jóvenes les suplica que le digan el contenido de la carta.
    No es nada que te ataña, aquí dice que hemos sido elegidos para emprender un viaje y eso es todo.
El tabernero incrédulo se retiró hacia la barra con la vela en la mano, en su caminar la luz que irradiaba la vela se convertía en tenues fantasmas.
Aquella tarde no fue para nada tediosa pero, ¿qué les estaba pasando? Aquella noche extraña los amigos no pudieron dormir, el sueño les había dispersado por unos derroteros increíblemente tortuosos. Por la mañana  los tres amigos  se citan en la taberna antes de ir a trabajar, se toman un café y Eufrasio preguntó al tabernero sobre lo sucedido la noche anterior. El tabernero los mira, su mirada expresaba sorpresa, no sabía de qué le hablaban, le enseñan la carta para que recordase.
    ¿Qué queréis que os diga? es una carta, los tres se apartan de la barra para volver a releerla, allí decía explícitamente que tenían que seguir unas normas y que era imprescindible su cumplimiento.
Braulio da un paso atrás, se tapa la boca con las dos manos para no gritar, estaba asustado, cuando pudo hablar les dijo:
     ¿Sabéis en qué idioma está escrito?
Los dos al unísono le arrebatan la carta de las manos, Braulio espera ansioso la reacción de sus amigos, pero consternado observa que en sus rostros no había ningún gesto que delatara sorpresa. Braulio de un tirón se hace con la carta y con ella en la mano dice:
— ¿Estáis seguros de que habéis leído bien la carta?
De nuevo un gesto de incomprensión por parte de los amigos, entonces Braulio empezó a gritar con todas sus fuerzas, este texto está escrito en francés, los dos lo miran cómo si hubiera perdido la cordura.
De pronto el tabernero les sorprende con una pregunta insólita:
    Decidme la verdad ¿qué contiene esa carta que tanto os ha soliviantado?
 Los tres se miran.
            — ¿Y qué nos cuentas tú? ¿Acaso lo has olvidado?
El tabernero los mira cómo si los viera por primera vez.
     ¿Tampoco recuerdas cuando las campanas empezaron a doblar a muertos?
    Creo chicos que hoy estáis un poco alterados, será mejor que no digáis más tonterías.
¿Estarían delirando aquellos jóvenes?
Al día siguiente empezaban las fiestas y ferias de la ciudad, cuando los tres se encontraban deambulando por la plaza mayor  se acercan a un charlatán, que en voz en grito acompañado por un megáfono que se asemejaba a una trompetilla, emitía unos sonidos estridentes para anunciar su mercancía “ahora señora, le ofrezco por el precio de una, dos mantas, qué digo dos, tres, y le añado un estuche que contiene unos preciosos peines del más puro carey igual al que usan las princesas orientales…”.
Los curiosos se apretaban unos contra otros para conseguir estar en primera fila, en aquel tumulto más que personas parecían arenques ahumados que sudorosos olían cómo si estuvieran metidos en una cesta cerrada.
Los tres contemplaban a aquel hombre que irradiaba magnetismo por los cuatro costados mientras vociferaba su mercancía, entre tanta palabrería dejaba entrever  algo parecido a un mensaje que parecía explícito, en el cual decía que había recorrido otros mundos donde aprendió usos y costumbres de pueblos lejanos, para al instante volver a retomar con sus ofertas encandilando a los incautos y a los más avispados.
Solo los tres parecían entender esos mensajes que el charlatán  parecía mandar, ellos lo escuchaban impávidos sin perder una sola sílaba, pues lo que ellos escuchaban no era lo mismo que se oía por el megáfono.

Continuará...




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