viernes, 1 de abril de 2016

El Escorial (2ª parte)



 Y entonces dedujo que El Bosco antes de pintar el cuadro que le daría su mayor fama, el artista cambió la forma de ver las cosas y como un poseso empezó de manera compulsiva a adquirir reliquias de Santos llegando a acaparar todas las que estaban a su alcance. Este hecho le hizo aún más especial, tanto, que cuando comenzó a pintar el cuadro de El Jardín de Las Delicias, no sólo se recrea en la pintura, sino que vuelca en la tabla toda su imaginación de hombre insatisfecho  de anhelos frustrados que al mezclarlos con los sentimientos encontrados de miedo le hace pensar que siente un gran temor ante la vida y la muerte. No le deja de atormentar este sentimiento pero a pesar de tanto desasosiego continuó investigando en lo más profundo de su ser y no dudó en cuanto tuvo la oportunidad de introducirse en el oscuro y misterioso mundo de la alquimia.
Anna no cree mirar el cuadro que tiene ante ella como cualquier turista, lo que estaba analizando en su mente era El Jardín de las Delicias y sentía que la vida que vivió aquel pintor era semejante a la suya, una vida que, desde que decidió vivir en aquella casa, estaba llena de contradicciones.
El Bosco—sigue Anna con sus elucubraciones—era un ser raro donde los haya, se hizo construir un laboratorio destinado a  fabricar oro con productos químicos que nunca se llegó a saber si lo pudo conseguir.
Mientras pintaba solía dar rienda suelta a su fantástica imaginación, hasta tal punto que cuando llegaba a lo más álgido de su creación pensaba en el Monasterio del Escorial y en su construcción por estar enclavada en una tierra de secretos geográficos, en el cual después de haber hecho algunas cábalas sobre  esta parcela, sacó la conclusión de que se había ubicado en la misma puerta del infierno. Significándolo de manera especial en su cuadro diciéndonos con su pintura que aquel lugar guarda en sus entrañas el fuego eterno del infierno donde las almas pecadoras arden para toda la eternidad.
El pintor, según imaginaba Anna no dejaba de hacer sus elucubraciones sobre el enigmático monumento arquitectónico, pues  después de hacer algunas pesquisas, llegó a saber  que esta construcción  había coincidido “casualmente” justo con la destrucción del Templo de Salomón, el Templo más sagrado de la cristiandad.
En esos momentos  el grupo de turistas  es guiado hacia otra galería, de repente el ambiente en aquellas galerías se estaba haciendo insoportable, enrarecido, intranquilizando a los turistas. Por uno de los muchos vanos que se prodigan en las paredes del recinto, uno de ellos de improviso se abre y por aquel hueco que  interrumpe y parte con brusquedad del muro se abre una oquedad que da paso a un túnel oscuro y lúgubre de donde salían los ladridos de un perro, que paulatinamente se iban convirtiendo en aullidos lastimosos. Ante  estos sonidos los turistas corren espantados refugiándose en una de las estancias que también se encontraba a oscuras.
De pronto de las paredes empezó a emanar un hedor intenso a cianuro, todos aterrados retroceden, no querían permanecer ni un minuto más en aquel lugar, pero de repente la sala se convirtió en un pasadizo por donde los aullidos de los perros se hacían más y más audibles.
Alguien con una voz que parecía salir de ultratumba, comentó en voz alta:
— ¡Salgamos de aquí!
Mientras, su cuerpo se agitaba y de su boca empezaron a salir sonidos que intentaban parecer palabras.
En medio de aquella delirante situación, se pudo oír una voz ronca cómo un trueno que dijo:
    ­­­­El ruido que estamos escuchando no es casual, es el que hace el Cancerbero; el monstruo maldito que protege el Averno.
Entonces un enorme animal peludo se asomó por uno de los vados cabeceando mientras enseñaba los colmillos grandes y afilados.
De repente aparece un hombre que tapa con su enorme cuerpo la puerta de salida, estaba vestido de negro, tan sólo miraba sin decir  nada.
Sin duda, los que allí se encontraban pensaron que estaban viviendo una pesadilla. Entonces Anna quiso creer que quizás El Bosco vivió una pesadilla similar la cual le inspiró a pintar en el cuadro situaciones idílicas que supo unir con magnetismo a las imágenes desinhibidas con respecto al sexo.
¿Acaso estaba mandando un mensaje donde el desenfreno no lleva a nada bueno?
 ¿Y por qué esa obsesión con el infierno?

Continuará... 

                                            Foto: www.culturageneral.net





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