lunes, 3 de abril de 2017

¿Es acaso ciencia ficción? final

Yo aterrada me encontraba presenciando un escenario del pasado en aquel atropello, sin poder hacer nada ante semejante injusticia, entonces sin pensarlo, seguí los pasos de aquel verdugo que hacía andar a empujones a la doncella, yo me situé tras ellos, bajamos por unas estrechas escaleras casi arrastrando por donde el techo parecía aplastarme la cabeza, de pronto, pareció que nos encontrábamos en la antesala de un calabozo, aquel lugar, era sin duda alguna donde con frecuencias se cometían las mayores atrocidades inimaginables contra todo aquel que no acatase las órdenes del que en esos momentos ostentara el cargo de Comendador.
Mientras tanto yo pensaba que me encontraba viviendo algo atemporal, vi cómo  la doncella era atada a un potro de tortura, ésta, debió saber que me encontraba allí pues me miró con dulzura, yo no supe que hacer, no tenía medios para impedir aquel vil atropello, pero mientras sus miembros eran estirados cómo si fueran de goma, ella relataba lo que iba suceder después de su muerte, por lo tanto era preciso que alguien presenciara lo que estaba acaeciendo en aquella bella ciudad donde la avaricia de los hombres la estaba haciendo desaparecer.
Una vez en la calle me encontré con dos hombres que pasaron junto a mí  llevaban unos abrigos verdes largos y unos pequeños sombreros de tres picos, que sin decir palabra me señalaron el camino que tenía que tomar para salir de la ciudad.
De pronto un terrible movimiento de tierra, hizo temblar los cimientos de la ciudad, para poco después  quedarla sumergida para la eternidad, yo sólo mire hacia atrás. Más tarde, supe que se  construyeron sobre aquellos  escombros nuevos inmuebles que   resurgiendo  a modo de casas solariega, de aquella catástrofe  nunca más se habló, no era necesario hurgar tanto en ese pasado. Entonces fue cuando surgió una nueva ciudad, era moderna, tanto que aún y a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo hermosa, y en la actualidad la llamamos Medieval.
Recordando aquel episodio de mi vida, donde quedaron   muchas lagunas en mí memoria, creo que para mí no fue nada sorprendente  lo que aquel día presencié, pues  a veces y en  mi propia casa, siento presencias  que, parecen desear contarme  historias de las que sucedieron  en Cáceres cuando corrían en los siglos XVII—XVIII, todas estas sensaciones me suele acontecer cuando bajo las escaleras que conducen al llamado Alzapón (palabra en desuso) habitación donde se  solían almacenar los alimentos en los tiempos pretéritos, que aún se conserva por encontrarse mi vivienda en la parte antigua de la ciudad.
Este fenómeno que afloran en mí  cada vez que bajo esas escaleras, pienso que, tal vez  tenga alguna relación con lo que siento al pasear por la ciudad monumental.
¿Acaso somos tan zafios que llegamos ignorar que somos únicos, que no tenemos antepasados? Pero si hay una cosa que nos tiene que hacer pensar. ¿Y si están   esperando el momento para que los liberemos de su eterna oscuridad?
Sé que  estas sensaciones las puede sentir cualquiera, pero, más tarde les puede ser muy  difícil  explicar a un amigo, pues has de decirle dé, que has dado un salto temporal en el espacio y tiempo y, que también  has podido contemplar un escenario del pasado. Eso, casi nadie las comenta, y si lo hacen, no son creíbles, por la simple razón de que cada individuo suele contarlo según su criterio, pero yo, os advierto, que Cáceres no es solo  un manantial de historia, pues por la Ciudad Monumental, a veces se ven cosas que no se deberían ver, por esa razón, cuidado, con lo que se siente al pasar por sus calles, porque puede ser que sin pensar os encontréis en una encrucijada de la cual os  va a ser muy difícil salir de ella, porque ellos, sus primitivos habitantes siguen estando allí, acechando el momento para poder salir del subsuelo.
Para que estas sensaciones afloren, solo tenéis que adentraros con cuidado al anochecer por una de sus laberínticas callejuelas y, pensar que estáis siendo vigilados por seres incorpóreos. Luego si os apetece lo contáis sin temor vuestra experiencia a vuestros amigos,  que por supuesto al no vivirla, no os creerán.
Aquella joven que con su mirada quiso  que contara algo de su historia, no supo que en aquel momento algo sobrenatural hizo que mi memoria no fuera la de siempre, pues lo más importante que acaeció aquel día no lo puedo recordar.









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