domingo, 22 de octubre de 2017

Piedras Segunda Parte

Una vez calmado y después de que aquel hombre ventilara la estancia, se dispuso a pasear por aquel salón, las piedras que aunque nos parezca son inanimadas, saben cómo ocultar por mucho tiempo la impronta de los hombres, sobre todo si estos llegaron a ser salvajes, sanguinarios o  aventureros, quedando impregnado el flujo en las paredes de aquellos que  en su día la habitaron, tal vez estos hombres creyeran que con su poder eran libres de hacer su voluntad  ¿Pero cómo? ¿A qué precio? ¿Matando? Pero, parece ser que, para ellos lo más importante era el ser inmortales siendo su único deseo el de quedar en la historia como leyendas vivas, teniendo como sello el imperecedero refugio de sus castillos donde saben que pueden guarecerse porque con ellos, esas piedras siguen teniendo  su identidad a pesar de los siglos, pero, algo oculto deben tener que nadie los quiere habitar, porque se sabe de antemano que guardan muchas energías, predominando las negativas, a veces estas piedras con su comportamiento pétreo  parece que deseen destruirse y desmoronarse, para formar parte del olvido, pero no pueden, tienen tanta fuerza acumulada que los que allí dejaron gravados los anhelos de sus almas, no quieren sentirse  derrotados, pero aún y a pesar de desearlo algunos de estos ya espectros,  prefieren  mantener sus almas de piedra y acero en reposo hasta que llegue el momento de la lucha para resarcirse de los errores cometidos, por eso, muchos de ellos siguen en pie  vigilando con celo los abominables actos que hicieron sus dueños en los tiempos  que se creyeron poderosos, para que éstos no se repitan.
Armando comenzó a sospechar, de la amabilidad de su anfitrión, pues empezó a creer que las piedras comenzaron a hablar por la boca de aquel hombre, en un momento de confusión dudó dónde se encontraba, pues de nuevo comenzaron a caminar por un largo y estrecho corredor claustrofóbico que no parecía tener fin.
Aquel corredor sentía que lo asfixiaba, pero sus ansias de llegar eran mucho más fuertes
De repente se abre una puerta, tras ella, un suntuoso despacho con paredes cubiertas con madera  de Sequoía, la madera más cara del mundo, allí, sorprendido ve que también había un retrato suyo, esta vez  su pecho lucía una banda de mandatario, la cabeza alta, la mirada altiva, a sus pies un pequeño recipiente de cristal abierto por donde se podía apreciar que derramaba un líquido de color verde bilis, que manchaba una calavera.
Por la expresión de su rostro, se podía apreciar que nada podría haberle suscitado mayor impacto, que aquella foto, le hizo sumirse  en un total desconcierto.
Era él, el que gobernaba, de pronto aparecieron muchos otros retratos de los que anteriormente le precedieron y, en otra de las paredes se encontraban pintados los rostros confusos  de los que deseaban gobernar, Armando, recapacita, tenía que impedir a cualquier precio, que aquellos futuros gobernante fueran del país que fueran  y, de cualquier ideología  que fueran, pudieran pensar que  los  pueblos no son tan ignorantes cómo ellos creen, no pudiendo llamarles con desprecio  los “Parias” pues pude llegar a ser que con esta prepotencia, puede que a algunos,  en cualquier momento sus fechorías les explote en la cara, pues, al ser carentes de ética, no piensan  en nada más que en su posición de privilegios que ellos mismos se adquirieron.
Pero olvidan algo muy esencial que un día nos tenemos que ir, y debemos pensar si atrás quedamos gloria o destrucción, porque por mucho que algunos quieran distorsionar los hechos de la historia, olvidan de que vivimos rodeados  de plantas todas ellas de muy diversos tipos, sin  olvidar, que todas estas plantas poseen unas cualidades en común que es que producen “Polen” por lo tanto y a lo largo de los años ése ”Polen” se va almacenando cómo  sedimentos en las paredes, por lo tanto ante estos depósitos naturales se puede llegar a saber hasta qué clase de individuos hemos llegado a ser, por consiguiente también se puede llegar a saber cuál fue nuestro hábitat.
Cuidado con lo que hacemos.

Por esa razón, las piedras nos pueden hablar  con contundencia de  todos aquellos políticos que sólo piensan en mandar en un futuro, que piensen primero en cómo hacer que un pueblo sea feliz bajo su dirección, sobre todo no privarles del el privilegio del trabajo. Porque tarde o temprano aunque con mentiras distorsionen la historia a su antojo sus incondicionales seguidores, todas las fechorías que hagan con los pueblos en vez de glorias recibirán  un reconocimiento vergonzante que llegarán hasta  las generaciones venideras.  











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