lunes, 9 de octubre de 2017

Piedras

Armando llevaba más de una década buscando un lugar donde poder vivir con su familia, una familia que solo tenía en mente crear, porque aún y a pesar de haber cumplido los cuarenta, no había logrado encontrar esa mujer que llenaba sus sueños desde que era adolescente.
El coche descapotable que conducía de color rojo pasión de dos plazas, a lo lejos, a alguien lo asemejó a una mariquita que con su caparazón rojo y manchas negras, ascendía y descendía como cuando un niño juega con ella haciéndola caminar por los dedos de sus manitas a  la velocidad que le permitían sus cortas patitas sobre todo cuando se acercaban a las pronunciadas curvas de los dedos, mientras  este observador al mismo tiempo que lo seguía con la mirada, tenía la opción  de poder admirar las irregulares cumbres de las montañas.
Armando se encontraba desilusionado al no encontrar un lugar adecuado, pero de pronto, sus pensamientos se interrumpen al divisar a lo lejos la torre casi desmochada y caso derruida  de un castillo, aquella enorme mole se hallaba al parecer construida al borde de un acantilado, escarpado y vertiginoso, Armando pone el coche casi a punto muerto, se acerca despacio, en esos momentos sólo le interesaba el grado de deterioro en el que se encontraba aquel castillo que le pareció haber salido de la nada, una vez arriba se acercó por el ala norte, desde esa perspectiva daba la sensación de que aquella mole estuviera pegada al acantilado esperando el momento oportuno para precipitarse al vacío. Ante ésta panorámica, se sintió identificado, pues él siempre estuvo viviendo al borde del abismo.
Aquel castillo parecía estar construido con magia por haber sabido soportar los vientos implacables y la gravedad durante cuanto… Armando no supo precisar el siglo en el que podía haberse construido. Después de merodear llega a la entrada principal después de pisar la enrejada puerta que se hallaba oculta por la hierba, sus pasos lo llevan al llamado patio de armas, que se encontraba lleno de escombros y piedras que fueron  desprendidas de las paredes cuando fueron azotadas por  el viento. Se dirige a las escalinatas que supuestamente dan acceso a la vivienda, dentro del recinto se hallaba un pilón de granito de forma rectangular que, Armando supuso  era usado para lavar los cadáveres antes de ser sepultados, mirándolo siente ansiedad, y entonces mira a lo alto y vio que en el último peldaño de las escaleras destacaba la figura de un hombre que solícito parecía  esperarlo.
Supongo --dijo el caballero que lo esperaba en lo alto de las escaleras—que desea visitar las dependencias del castillo, Armando asintió haciendo una inclinación de cabeza para comentar, espero que no le sea inoportuna mi presencia, pues lo vi desde la carretera, y me pareció interesante al estar buscando una morada para mi familia, y pensé que tal vez ésta se encontrara en venta.
Con voz que parecía atemporal el hombre respondió, espero que podamos ponernos de acuerdo con el precio que me solicite; Armando dejó pasar unos minutos antes de contestar, el hombre bajó los peldaños de las escaleras que los separaban y, le ofreció su huesuda mano.
¿De dónde viene? Pues por aquí no suele acudir gentes que venga a visitarme y mucho menos por temas mercantiles ¿Me confundo? Armando sigue sin saber qué contestar; en aquella ancha escalera azotaba el viento despeinándolo. Después de una larga pausa, contestó a su pregunta aunque esta fuera a destiempo, soy de Cáceres, y por lo tanto acostumbrado a convivir entre castillos y casonas que abundan por la ciudad, pero no he tenido la fortuna de que alguna de ellas se encontrara en venta.
Armando tuvo a su vez que soportar un significativo silencio por parte del que supuso era el dueño del castillo, y ante el silencio a su respuesta—dijo—debo confesar que tiene mejor aspecto por dentro  de lo que se puede apreciar por fuera. Mientras tanto caminaban atravesaban un patio rectangular flanqueado por columnas dóricas, desde cuyas bases surgían hojas puntiagudas que no parecían tener ni siquiera la función de ornamentar el recinto; en uno de los laterales se podía observar un hueco que escondía unas desiguales escaleras por donde supuso Armando podían conducir a un sótano, el hombre advierte su curiosidad sin hacer comentarios.
En su caminar tras aquel hombre, se distrae inspeccionando todo lo que se encontraba a su paso, mientras tanto recordaba algunas palabras que en su día pronunció su madre cuando él sugirió la venta de la casa familiar. Hijo, siempre se ha dicho y, quiero que tú lo tengas presente para que no cometas equivocaciones, que en la casa donde se habita es sin lugar a dudas un espacio esencial de la existencia del ser humano, porque en ella se encuentran implicados diversos aspecto de nuestra vida  como los materiales, sin olvidar los inmateriales, pues la energía de la que estamos hechos, parte de  ella se queda pegada en sus muros, tal vez sea porque se encuentren esperando que llegue el momento de actuar con su nuevo inquilino, según haya sido la forma de vida del individuo, tormentosa, humillante, aquí hay una larga lista  que son las que configuran los linajes y en su conjunto las comunidades.
¿Qué fue lo que quiso decirme mi madre en aquel consejo?
En aquel momento una de las piedras que configuraban la puerta de entrada comenzó a moverse hasta caer al suelo quedando un hueco, Armando con indiferencia la aleja con un puntapié, sin percatarse de que se encontraba manchada de sangre, Mientras, en aquel espacio de la antesala del castillo  se pudo oír una voz de psicofonías que parecía estarle advirtiendo de algo que estaba por llegar. Que para Armando, pasa también  desapercibida, no despertando en él ni asombre ni perplejidad, al encontrarse abstraído en sus pensamientos pues  creyó que lo que acababa de pasar podía ser algo relacionado con la mística de aquel castillo.
Armando seguía en sus trece ¿Por qué tenía que recordar precisamente  en  aquellos momentos en lo que un día le dijo su madre, si casi no la conoció porque murió muy joven? Entonces se le ocurre  poner toda su atención en aquel hombre enjuto y extraño que se estaba comportando como anfitrión al  invitarle a recorrer el castillo, en su ensimismamiento no advierte que el hombre va dejando a su paso unos folletos explicativos donde se podían leer  pequeños retazos de la historia del castillo.
Entonces Armando se sorprende ante la pregunta  que de sopetón le hace aquel hombre ¿Cómo se llama?  Dudó un instante  antes de rescatar su nombre de los pliegues de su memoria ¿Cuál era su verdadero nombre? Poco después  no supo cómo pudo reaccionar de esa manera pero, su voz al pronunciar el nombre de Armando, hizo paralizar los pasos de aquel hombre, Armando al comprobar que su potente voz había sido escuchada con respeto entonces recordó que ese tono de voz la había utilizado con harta frecuencia.
Sin apenas darse cuenta de lo que hacía fija su mirada en cada piedra de aquellas paredes por las que pasaba, pues estaba seguro de que cada una de ellas en sus diversas formas, guardaban la esencia de sus antiguos habitantes incluso se podía llegar a deducir a qué partido político habían pertenecido quedando de esta forma y manera al descubierto todo su pasado, y por qué no, también se podía leer en ellas  un  presente oculto, porque el futuro aunque no se haya escrito siempre queda un hueco  entre sus muros para que quede  impreso en ellos lo que queda por llegar y pueda perdurar la historia completa hasta el derrumbamiento total del edificio, aunque, con los avances de la ciencia, todo  se puede modificar en cualquier momento.
Llegan a la puerta de un gran salón rectangular, donde la chimenea vomitaba  calor y fuego por la combustión de los leños. Armando reacciona de una forma nada usual en él al descubrir un retrato suyo subido en un caballo  en posición de galope, en su mano derecha una bruñida espada de acero.

El calor que se hallaba concentrado en aquel salón  le hizo casi  perder el equilibrio por aspirar  la mala combustión de la chimenea.












1 comentario :

  1. Muchas felicidades por el premio que recoges esta tarde, estoy segura de que llegarás muy lejos. Talento, trabajo y tesón son tus lemas. un beso

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