lunes, 26 de febrero de 2018

Ciro el persa

Os tengo que contar una historia, pero tengo tantas en la cabeza que la verdad no sabía cuál os podía entretener más. Busco entre los recovecos de mi memoria y, recordé una historia que quizás os guste.
Justo aquí, es donde comienza la leyenda de Ciro.
Astiages  era rey de los Medos, una noche tuvo un sueño que creyó podía hacerse realidad: soñó que su hija Mandane comenzaba a orinar y, que al hacerlo con tanta cantidad, el orín inundó toda Asia. Al día siguiente convoco con urgencia a todos sus magos y místicos para que le dijeran el significado de aquel sueño, estos le aseguraron que su hija tendría un niño y que poseería toda Asia.
Asustado del pronóstico y premoniciones que hicieron sus magos y místicos y preocupado de que este sueño se pudiera hacer realidad, inmediatamente casó a su hija Mandane con el rey de Persia Cambises, así el niño que estaba por nacer, sólo podría optar cuando llegara su edad a ser el rey de Persia.
Pero los sueños de Astiages no acabaron ahí, pues cada noche y cuando cerraba los ojos, volvía a soñar, los sueños según sus magos no parecían tener importancia. Pero una noche después de una fiesta que abusó del alcohol, se acostó beodo, aquella noche soñó, que del útero de su hija brotaba una parra cuyas ramas se extendían por toda Asia.
Aquella misma noche supo el vaticinio, su sueño podía hacerse realidad.
Entonces hizo llamar a su hija, aquella noche los cielos parecían bramar al paso de la caravana donde viajaba Mandana, ya que se encontraba embarazada.
Después de meditar qué podía hacer  después de aquel nacimiento, creyó que la mejor opción era que tenía que deshacerse de su nieto que estaba a punto de llegar, Astiages, mimó a su hija para que permaneciera en su palacio hasta dar a luz, y cuando el esperado niño nació: Mintió a su hija diciéndole que el niño había nacido muerto; para compensar a su hija de tan terrible pérdida convocó que se guardaran tres semanas de luto a su pueblo por tan grande pérdida.
Mandana no se fio de su padre y antes de salir de palacio le echó una maldición, mientras tanto por una puerta trasera del palacio a escondidas salía uno de sus más fieles comandantes con el bebé envuelto en una manta, pues tenía órdenes de ejecutarlo, pero el curtido militar se compadeció del bebé, no teniendo valor para matarlo, entonces deambuló sin rumbo pensando qué hacer con él, cuando se encontraba desesperado, se encontró con una familia de pastores que dijeron  deseaban tener un hijo, Haspago, loco de contento por haber encontrado la solución, les entregó al bebé pues ya no tenía que ejecutarlo.

El niño fue creciendo, mientras su abuelo, el rey, impartía justicia a sus súbditos.













No hay comentarios :

Publicar un comentario