En uno de los edificios más
emblemáticos de la capital londinense, que es conocido por el nombre de Westminster,
se dice que fue diseñado inicialmente para albergar al rey Eduardo el Confesor,
según las crónicas del momento, cuando este palacio se encontraba dispuesto
para ser ocupado por los reyes cómo residencia real, sucedió algo muy a tener
en cuenta por los londinenses, pues cuando todo estaba preparado para la
inauguración, el monarca decidió no habitarlo, toda la corte se extrañó de la
decisión tomada, pues el palacio en su inmensa mole se encontraba equipado con
las más modernas instalaciones del momento.
Enseguida entre los cortesanos
empezaron a buscar la razón de la no ocupación del palacio por parte del rey,
pues en su contenido albergaba mil habitaciones, tres kilómetros de corredores
interminables, oscuros pasillos en zigzag…y, once patios…
¿Tal vez fue su grandeza la que
intimidó al rey?
¿Por qué rechazó el vivir en uno
de los palacios más grandes y hermosos de aquellas épocas conocido?
Desde aquel extraño rechazo por
parte del rey, este inmueble tardó mucho tiempo en ser habitado, por aquel
tiempo, el edificio tomó el nombre de Thomey Island, este nombre se le puso por
encontrarse estratégicamente ubicado a orillas del río Támesis.
Pero cómo el tiempo pasaba y no
se aclaraban los hechos de aquel rechazo, los cortesanos intrigados no perdieron de vista los movimientos del rey,
poco después, éste enfermó, y desde su lecho de muerte –dijo- que había
desechado la idea de vivir en aquel palacio porque unos días antes de que la
familia real hiciera su traslado, había tenido un sueño premonitorio. No dijo
nada más, porque después de decir estas palabras su boca se cerró para siempre.
Aquella incógnita que quedó el
rey al morir, soliviantó aún más a los cortesanos, que se negaron a asistir a
las fiestas para lo que finalmente fue destinado el palacio y, que así lo asignaron los ministros para acallar
habladurías palaciegas y del pueblo, pero esto no satisfizo a la corte pues
dejó de asistir a los eventos ante la ausencia de la familia real. Quedando
así, por unos cuantos años deshabitado.
Eran tiempos oscuros y
deprimentes para los desheredados pues se estaba definiendo lo que más tarde
sería historia. Europa se encontraba en medio de los dos más grandes periodos,
la Roma civilizadora que luchaba por el poder absoluto. La creatividad del
Renacimiento, y lógicamente Londres no
se escapó de seguir de cerca estos movimientos dónde la opresión de los señores
hacia los campesinos se hacía cada vez más inaguantable.
Pero tampoco se libró de la
rebeldía de sus súbditos, pues los sin techo supieron encontrar su hábitat en
el sitio más insospechado y acogedor de Londres.
Poco después de lo ocurrido,
subió al trono Canuto el Grande, que no tuvo inconvenientes en habitar este
bello y gran palacio. Era la época en la que se estaba construyendo la ciudad,
que, más tarde y, ya establecida, se llamaría Londres.
Este rey, vivió en su reinado la
más grande pandemia del reino, por las calles de los suburbios embarrados y
pestilentes eran encontrados cadáveres amontonados que eran devorados por las
ratas. Careciendo de medios para atajar aquella enfermedad este hecho hizo que
se diezmara la población aún incipiente. Muchos años después de achacar la
pandemia a las retas, se supo que las pulgas eran las causantes de la
enfermedad ya, que eran transportadas por las ratas en su pelaje, haciendo que
las pulgas difundiera la enfermedad a través de sus picaduras.
Hacía tiempo en que había
terminado la Edad Media, cuando una mañana el encargado de la conservación del
edificio, vio alarmado cómo justo debajo de las dos salas más importantes del
edificio— donde hoy se alberga la Cámara de los Lores, y la Cámara de los Comunes—se descubrió
una enorme grieta que alarmó al personal de palacio, inmediatamente fue
requerido con urgencia al arquitecto y conservador de la entidad, que al llegar presenciar
aquella grieta, temió por la integridad del edificio, y enseguida dispuso que
una cuadrilla de albañiles ejecutaran una reparación urgente.
El arquitecto después de dar la
orden de taponar aquella grieta se quedó pensativo ¿Habría quizás algún motivo
oculto en la construcción del edificio para que precisamente se produjera aquella
grieta justo debajo de las dos salas más
representativas del palacio?
Como era todo tan extraño, se
convocó a un equipo de arquitectos, que se pusieron a estudiar la forma de
tapar aquella grieta sin perjudicar los cimientos del edificio, y averiguar que
podría haber sido la causa de aquella avería, todos indagaron de dónde podría
venir su procedencia, pero al no ver ningún indicio, seguían sin salir de su
asombro, lo que estaban viendo no se parecía en nada a las grietas que solían
aparecer en los sitios húmedos—por encontrarse a orillas del río Támesis—algunos pensaron que el motivo no podía ser por la
erosión del agua y del tiempo.
El arquitecto al mando, sube
alarmado a uno de los despachos del edificio, pide que la centralita le ponga
con una brigada de obreros especializados. Poco después de ser avisados se
presentan en Picadilly Circus, lo que
había pedido, entre ellos se debían encontrar un Espeólogo y un Paleontólogo.
Antes de que estos llegaran, y mientras
esperaba el arquitecto, en su observación ve una nueva quedad extraña que se
encontraba en el suelo, asustado por
este nuevo hallazgo, le llamó la atención que en un impulso asomó la cabeza por
la grieta, desde su descubrimiento quizás habrían pasado tan solo unos minutos,
pero ésta parecía crecer de tamaño,
aquella visión hace sudar al arquitecto, aquello era un hallazgo de dudosa
procedencia.
De pronto reacciona y manda al
capataz que impida a los obreros seguir trabajando con las taladradoras, pues hacía dos días se encontraba una cuadrilla preparando el
pavimento para un nuevo en solado.
El arquitecto en esos momentos
cree saber de dónde provenía aquel desaguisado, se tranquiliza.
Mientras tanto y, ajeno a lo que
pasaba dentro de aquella grieta, desconocía que dentro de aquella oquedad se
encontraban unos seres que moraban dentro de sus entrañas, que por unos momentos y al cese de la
taladradora sintieron una calma
placentera y silenciosa.
Poco después llegaron los técnicos al sótano,
el arquitecto les invita a asomarse por la grieta, se asoman y, no podían creer
lo que estaban viendo, allí en el subsuelo se encontraba una ciudad subterránea
que parecía tener a sus habitantes en alerta, por las voces que se oían se podía apreciar que todos corrían
despavoridos y en todas direcciones sin destino fijo.
Los técnicos se horrorizan, todo aquello lo
había provocado los movimientos
vibratorios causado por la taladradora poniéndolos
en alerta, al creer que padecían un temblor desconocido, asustados vieron cómo las
paredes de sus casas parecían haber tomado vida junto con el temblor de sus
piernas al caminar, el Paleontólogo no sale de su asombro, y pide que de nuevo
se pongan en funcionamiento las taladradoras, tenía que saber lo que en
realidad se escondía bajo el suelo, este hecho hizo que aquella ciudad se
agolpara sobre la grieta, saliendo del agujero una ingente cantidad de seres con
la intención de escapar de aquel infierno.
Cuando los técnicos y obreros
estupefactos presencian aquella escena, alguien gritó con desesperación, “ES
UNA INVASIÓN INFRAHUMANA”
De repente comenzó a irse el
caudal de un río cómo si fuera un torrente, los técnicos que quedaban allí, se quedaron
inmóviles, las piernas parecían negarse a caminar, por lo tanto, se encontraban
prisioneros, no podían salir de allí, los albañiles, fueron los primeros que
salieron despavoridos, mientras vociferaban a la salida que se había abierto
una brecha oculta en el suelo por donde salían seres que parecían hijos de las
ratas.
En ello
podía haber algo de realidad porque emergían de la oscuridad, y del el río más temido que jamás ha existido,
llamado Estígia, el único río que según la leyenda griega era capaz de
comunicar el mundo de los muertos con el de los vivos.
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