viernes, 20 de diciembre de 2019

Felicitación de Navidad

Queridos lectores para estas fiestas os sugiero un regalo de lo más atractivo, siempre se acierta, yo os ofrezco Todo comenzó en Mielec una novela de acción y de intriga.
Si te decides leerme creo que disfrutaras tanto como yo al escribirla.
Solo se vende en Amazon y, es de Teresa Sánchez Romero.
Que el Niño Dios haga que este año que está por llegar nos depare a todos tranquilidad y sosiego en nuestro caminar.
FELIZ AÑO 2020,



domingo, 15 de diciembre de 2019

La convención Final

 Unos minutos después se encendían las luces, deslumbrando nuestros ojos cegados. En una esquina del salón uno de los farmacéuticos aparece atragantado con un gajo de naranja, su aspecto era  de terror.
Los hombres que se encontraban en aquella sala ya no eran hombres importantes, ahora eran simples mortales ante una amenaza invisible.
Un ruido extraño y tenebroso nos hizo a todos enmudecer, segundos después, la tierra empezó a temblar y la lámpara que pendía del techo cayó con estrépito al vacío llenando el suelo de la sala de diminutos cristales.
Nadie se movió ni un centímetro de donde se encontraba, tan solo se podían apreciar ojos desorbitados por el espanto.
Aquello parecía una auténtica pesadilla. Nos sentíamos acorralados donde  alguien tenía que ser el culpable.  Todos nos mirábamos con recelo y nadie confiaba en nadie, la situación llegó a hacerse insostenible.
Aquel día la policía decide trasladar a Madrid a todos los congresistas que quedaban con vida por su seguridad. Por la mañana y después del desayuno, un furgón blindado de la policía, se paró ante el hotel para trasladar a todos los que quedaban vivos a Madrid.
Una vez todos acomodados dentro del vehículo, parecían más calmados. Yo, me quedé en el hotel por orden de la policía, pues parecía que tenían que volver a interrogarme, era tan solo por si había oído alguna conversación fuera de lugar entre ellos.
Mientras estábamos en el interrogatorio, suena un teléfono en alguna parte yo, levanto la cabeza sorprendido de que nadie lo cogiera.
El comisario de policía después de reflexionar unos minutos me dijo que creía que había varias cosas que no le había contado y, él lo sabía. Yo me quede mudo dominado por la sorpresa y tembloroso por la acusación que veía venir.
Algo en mí se escapaba a mi capacidad de entendimiento.
Minutos después, el jefe de policía coge el teléfono indolente para ser informado por su interlocutor de un nuevo suceso acaecido en el itinerario que hacían en esos momentos los congresistas. Entonces oí decir: ¡No puede ser! y en su garganta se percibió un suave y casi pérfido estrangulamiento.
El policía consternado comentó que el chófer del coche celular, era nuevo y no había hecho nunca ese recorrido, por lo tanto desconocía las peculiaridades de la carretera la cual era excesivamente estrecha que además bordeaba un precipicio, y que cuando faltaba muy poco tramo para llegar a un desvío que los llevaría a la autovía de Madrid, una enorme piedra se desprendió de la montaña que cayó en medio del camino interrumpiéndoles el paso. De repente, una copiosa lluvia empezó a caer del cielo  y el coche comenzó a balancearse por la desigualdad de la carretera que, a consecuencia de la lluvia, se convierte en una riera improvisada de agua y barro.
El silencio dentro del coche se hizo patente, pues todos se encontraban en una situación muy peligrosa. El camino de barro empezaba a deshacer como un terrón de azúcar despacio, lentamente, mientras el furgón se deslizaba hasta quedar suspendido en una cornisa que milagrosamente había puesto la naturaleza.
La lluvia  había cesado pero una niebla pertinaz y espesa amenazaba con engullir todo lo que estaba a su alrededor.
El conductor pulsa tembloroso el botón que da la alarma a la comandancia para casos de emergencias, pero no recibe contestación.
Allí y suspendidos de aquella cornisa estuvieron más de una hora, que se les hizo una eternidad.
De repente, una mano misteriosa agita con brío la rocosa cornisa, haciéndoles sentir ante aquella agitación  que de un momento a otro podían  desprenderse de la roca para caer al vacío. El silencio dentro del coche celular, se podía masticar.
Más tarde, un helicóptero de la policía al no tener noticias de furgón sale en su búsqueda. El rescate fue laborioso por lo abrupto del terreno.
Después de saberse en el hotel lo sucedido, mis piernas empezaron a flaquear, no me sostenía en pie y mi cuerpo empezó a temblar como una hoja en día de viento. Y entonces caí al suelo desmayado.
Horas después despierto en mi habitación, siento sobre mi rostro una ráfaga de viento helado.
Ante mí, un cuaderno abierto me pedía que lo leyera, me encuentro solo y bajo los efectos de un suave sedante. Abro el cuaderno y con temblor en las manos leo.
El 4 de septiembre del 2001 se supone se puso en experimento una vacuna destinada a combatir la enfermedad llamada “Escorpión” este experimento fue por primera vez utilizado en seres humanos en una tribu perdida de Brasil.
Este experimento se hizo sin el consentimiento de las autoridades sanitarias, dado que no estaba totalmente perfeccionada. Este hecho ocasionó que la mitad de la tribu pereciera bajo sus efectos nocivos.
El brujo de la tribu al ver como su pueblo moría después de ingerir ese medicamento o poción que le daban esos extranjeros que se hacían llamar sanitarios, hizo un hechizo para que los culpables fueran castigados y, cumplió su venganza cuando supo de su reunión, haciendo que murieran uno tras otros devorados por su ambición.
Después de aquella lectura  cerré el cuaderno, y lo guardé en el bolsillo del pantalón  sin saber qué hacer con él,  entonces sentí como una tempestad se estaba desarrollando  en los paisajes recónditos de mi corazón.
Asustado pensé.
Mi idea nunca fue el verme involucrado en la fatalidad de la muerte       .
A la mañana siguiente y después del desayuno Margarita me esperaba en  la puerta del castillo con su Mercedes clase A.
Entro en el coche y me siento a su lado pensando en los congresistas, esos hombres que se creen ilustres, mientras hacen experimentos con seres humanos y, que  ahora solo se me antoja que son como fantasmas, impertinentes, como sombras que tienen el mal gusto de mostrarse ante la gente.
Tal vez yo salvé mi vida pero desde ahora nunca seré la misma persona.
Después de que el coche rodara unos metros y, me alejaba del siniestro escenario, miro hacia atrás para ver de nuevo el castillo que hacía de hotel. Ay antes mis ojos descubro con horror como una nube gris parda, se posa sobre las torres y en unos segundos ante mis ojos desaparece el edificio.
Dentro del coche y con la mirada perdida entre las sombras intenté apartar de mi mente el motivo que me angustiaba, y miré de frente. La magia nunca había sido mi fuerte.
Margarita puso su cálida mano sobre la mía con una sonrisa extraña que aún no he olvidado
A los sueños, sucede el despertar y al despertar, la realidad. Cuando te miras al espejo del lavabo para despejar tus legañas, sólo te queda el consuelo de que, quizás los malos sentimientos hayan sido, eso, solo un sueño.
Esta experiencia onírica, será la que me haga sentar la cabeza, para no buscar más aventuras.






lunes, 9 de diciembre de 2019

La convención

Desde ese momento el nerviosismo y la incertidumbre se apodero de todos ellos, pues creyeron que se había infiltrado un infortunio que iría germinando con la rapidez que se hacen las maldiciones, esto les asustó tanto que pensaron que todo lo malo, podía recaer  sobre ellos.
Solo había pasado un día de la terrible noticia y  en la soledad de la madrugada, el recepcionista que hacía guardia, pudo ver en la penumbra de la noche cómo una sombra subía las escaleras, la sombra parecía pertenecer a un ser tullido, encorvado y con el cuerpo emplumado,  que al subir los peldaños de las escaleras parecía tambalearse  con una  ebriedad aturdida, al igual a la que padecen los enfermos al levantarse de la cama después de unos meses sin caminar. Y cuando lleno de estupor quiso reaccionar ya había desaparecido la visión sin dejar rastro.
El terror lo dejo mudo por unos instantes.
Alguien ya había dado el chivatazo a la prensa de lo ocurrido a un cliente del castillo en el acantilado cercano y, por la mañana el hotel se llenó de periodistas sensacionalistas, intentando conseguir la información deseada.
Porque los más sagaces descubrieron  que el hombre encontrado era japonés, y había estado hospedado en aquel hotel, pero que al inscribirse dio un nombre falso.
Inmediatamente la noticia fue infiltrada por la prensa sensacionalista, unas horas después de esa infiltración  llegó y sin poder remediarlo la policía  tuvo que hacer un comunicado en el que decía que  había sido descubierto un cadáver de un excursionista en el fondo de un barranco que por  fotografiar a un ave fortuitamente se precipitó en un abismo.
 Cómo es de suponer todo salió en primera página en el diario de la mañana incluida una fotografía del fallecido, yo al ver aquella fotografía, quedé perplejo era sin duda el japonés bajito el que había formado el revuelo dos días antes en el hotel.
A mí  hasta ese momento no había conseguido información de lo sucedido, pues para el castillo era todo un secreto, permitiéndome  solo ser testigo de pequeños incidentes, pero el silencio  con el que se llevó este suceso, fue incomprensibles para mí.
 Más tarde supe que al parecer aquel  grupo de  congresistas parecían adoptar indiferencia ante a ese caso que sin dudas les concernía.
 Mientras yo veía el ir y venir de los agentes de policía con preocupación.
Desde que se difundió la noticia, no dejaron de llegar policías para hacer averiguaciones que parecían ser exhaustivas, y sobretodo  rigurosas cuando iban dirigidas a los congresistas por tratarse de un colega que días antes les había hecho una visita poco, apropiada.
Todos aquellos químicos fueron retenidos en el hotel hasta una nueva orden del juez instructor del caso.
Pasaron dos días del hallazgo del cadáver del japonés, y los ánimos seguían encrespados.
Eran las diez de la noche y habían pasado tres días del suceso, cuando en la habitación número diecisiete, un componente del grupo farmacéutico francés se dispone a descansar después de ingerir para calmar su sed una limonada que cogió del frigorífico de su habitación, poco después comenzó a encontrarse mal, un fuerte dolor de estómago lo dejó inconsciente, no pudiendo llamar a recepción para que le mandaran un médico después (según el forense ) de dos horas en soledad debatiéndose entre la vida y la muerte falleció,  y fue encontrado en el cuarto de baño, arrodillado ante el wáter donde se suponía fue a vomitar.
La policía aún no había abandonado el hotel, cuando se presenciaba en la habitación numero diecisiete.
De nuevo todos aquellos hombres poderosos sin remedio se encontraban  involucrados, siendo requeridos por el comisario de policía para declarar por separado todos los movimientos que se hicieron en ese día y, así demostrar su inocencia.
Un murmullo sórdido llenó de temor se adueñó de la sala en la que se encontraban, los nervios cada momento se hacían más incontrolables.
Desde que fui informado de lo sucedido fueron días de vértigo para mí, no tenía tiempo para descansar, la policía requería mis servicios constantemente como intérprete.
Después de veinticuatro horas de vigilia todo parecía calmado y con ilusión pensé que muy pronto podría dormir al menos dos días seguidos para descansar.
Eran las diez de la mañana, cuando la mayoría de los sospechosos, que por supuesto, éramos todos, desayunábamos, cuando de la habitación once se oyó un grito aterrador que salió de la garganta de la limpiadora, pues cuando entró en la habitación para limpiarla, y después de hacer la llamada de rigor a la puerta y al no obtener respuesta, se dispuso a abrir la habitación con la llave maestra.
Y se encontró con la terrible visión de ver, en este caso al químico ingles que se encontraba tumbado en la cama con las piernas cercenadas y colocadas a ambos lados del cuerpo.
El revuelo que se formó  ante esta nueva noticia fue tremendo, invadiéndonos a todos los allí presentes una terrible incertidumbre por lo que estaba aconteciendo.
Era difícil de digerir el  contemplar cómo cada día, o cada noche como  puede morir un hombre en extrañas circunstancias
La policía empezaba a desconcertarse ya no abandonaban el hotel en ningún momento, los interrogatorios se intensifican siendo cada vez más minucioso.
En realidad era muy extraño que desde aquel fatídico día del asesinato no había salido ni entrado nadie del hotel, ni tampoco en la habitación de los asesinados, el pánico no nos salía del cuerpo a ninguno de los allí presentes pues parecía que pasaban cosas paranormales.
Por orden de la policía no se podían entrar ni salir del, hotel tampoco los abastecedores habituales, bajo ningún pretexto
Todos estábamos viviendo un ámbito que más que realidad era una ficción por lo extraño de  aquellos asesinatos inexplicable.
Antes del almuerzo nos reunieron en a todos en una sala, que se encontraba decorada con ricas pinturas al fresco, alusivas al Nuevo Mundo, tenía ese aire expoliado y mustio de los salones que se hacen añejos sin apenas haberlos usados, todo allí parecía irreal, entonces yo y para despejar la mente  me entretuve a admirar el arte que allí se exponía del siglo XV, pero me di cuenta que ninguno de los que se encontraban en aquel salón no parecían tener ánimos para admirar ninguna pintura por muy bonito que ésta fuera.
A las diez de la noche, una noche cerrada y ventosa y cuando las nubes grises corren por el cielo sin rumbo, todos nos encontrábamos en el comedor ante una cena improvisada, el silencio era palpable.
Al terminar, y sin ningún comentario, nos dirigimos cada uno a nuestras habitaciones, y cuando me dispongo a entrar la llave en la cerradura de mi habitación siento que me da en la cara una ráfaga de viento helado, que me desconcierta, miro con la rapidez de un felino hacia atrás y veo como el huésped de la habitación de al lado, que se disponía a abrir su puerta, cae al suelo fulminado como por un rayo, el terror se reflejó en los que nos encontrábamos en esos momentos en el pasillo, donde se encontraban  las habitaciones de los congresistas.
Como una estampida de elefantes todos bajamos las escaleras del primer piso hasta el vestíbulo.
Media hora después, de nuevo el forense hace su trabajo y examinaba un nuevo cadáver, que más tarde, con preocupación reflejada en su mirada, diagnosticó estrangulamiento.
Un murmullo de gargantas asfixiadas por el pánico, se apodero de la sala en la que nos  encontrábamos convocados.
Era horrible pensar que en cualquier momento puedes tropezar con un asesino al cruzar el pasillo.
Desde ese momento nadie quería estar solo, y el hotel tuvo que habilitar como improvisación una alcoba en  una de las salas, que se llenó de colchones para que todos pasáramos allí la noche, pareciendo que estábamos de acampada.
Nadie pego el ojo esa noche, ni la noche siguiente.
Al amanecer y cuando la aurora tímida asoma por el horizonte una sombra nos sobrecoge a todos ante nosotros se balanceaba un cuerpo que parecía encontrarse pendido de una lámpara, de nuevo, un murmullo colectivo recorrió el salón, en esta ocasión se trataba  del químico alemán.
   La  respiración de todos los presentes era apenas audible, pero en aquel silencio adquirió  una resonancia que hacían fluctuar la realidad.
La situación se hizo tan insostenible  que nos tuvieron que dar sedantes para controlar la histeria colectiva, esto pasaba cuando la noche extendía su negrura como un pájaro negro extiende sus alas sobre las cavilaciones.
Yo sentía, en esos momentos  un amasijo de pasiones incontroladas contra todos aquellos hombres.
¿Qué habían hecho?
La policía a las seis horas siguientes a la muerte del congresista alemán, afirmó que a la hora de su muerte se encontraba drogado y borracho, también se habían encontrado en su estómago pastillas para dormir.
Todo parecía que era una confabulación para desviar las sospechas sobre otras cuestiones menos importantes que las que estaban acaeciendo.
Pero esto no llevaba a la conclusión de las pesquisas.
Desde el primer suceso se había puesto en marcha una maquinaria que no se sabía quién la conducía.
La noche siguiente tampoco se pudo dormir, algo extraño estaba pasando que nadie sabía  como aclarar, y de nuevo, cuando cayó la noche, esta vez los que quedábamos fuimos congregados en una sala cercana a la cocina. La luz se apagó de repente, eran las doce de la noche, el viento soplaba haciendo temblar los cristales de las ventanas, alguien dijo, casi gritando de terror, esta es la hora de las brujas.

Nos quedamos en la oscuridad más absoluta durante unos minutos ya que la noche era negra como el brocal de un pozo. De pronto, el viento cesó y todo parecía pender de la nada. Un grito apagado suena en una esquina de la sala, pero nadie se atreve a abrir la boca,  de pronto se oyó un golpe seco, todos nos pusimos expectantes, entonces pasa algo inaudito, a uno de los congresistas le cae encima un cuerpo inerte que se enganchó fuertemente a su brazo.
Seguirá.



martes, 3 de diciembre de 2019

La convención 3º Parte

No se cómo de pronto me vi en la planta baja y, dentro de un despacho de estilo gótico donde al parecer nos esperaba el director.
Después de las presentaciones de rigor el director me da un sobre con las instrucciones, rogándome que hiciera lo posible para que todo saliera a la perfección, al ser  para él muy importante pues el prestigio del hotel exigía que todo fuera hecho con esmero.
Margarita después de las presentaciones, se despidió de mí con la palabra, suerte, dirigiéndome una sonrisa de complicidad,para inmediatamente  desaparecer en su coche Mercedes clase A.
Al subir el primer escalón que conduce al piso superior, donde me comunicaron tenía asignada mi habitación, me sorprende un cuadro que pende de la pared, su pintura representa a un hombre extraño subido a la rama de un árbol reseco como la muerte, mientras sus ojos permanecen abiertos como los de un búho en mitad de la noche
Ya en mi habitación, sobriamente decorada con un toque de distinción, me acomodo encima de la cama, poniendo la cabeza en la almohada, y entonces siento como una reminiscencia de la cara de ese hombre del cuadro, cierro los ojos pues aquel personaje del retrato desde que lo contemple supe  que hizo en mí una mella de desagrado.
 Entonces miro hacia el techo y comienzo a admirar para distraer la ansiedad que empezaba a embargarme el artesonado, que se encontraba adornado con la siempre bella flor de Lis.
Me incorporo de la cama, y con cierta zozobra abro el sobre donde supuse estaban las  instrucciones a seguir, y leo, que mi misión era la de hacer de intérprete en una delegación  importante de químicos y farmacéuticos de varios laboratorios internacionales que se les esperaba. Estos acababan de terminar una investigación sobre un virus llamado (Escorpión).Solo faltaba la firma del ministerio de sanidad para empezar su comercialización.
Todo se tenía que hacer en el más absoluto secreto. Por lo tanto cuando salí de mi habitación, en recepción, supe el porqué me confiscaron el teléfono móvil y el ordenador personal portátil que hasta ese momento nunca se había separado de mí
Comprendí algo, que no supe diferenciar en esos momentos y tuve una repentina y atormentada visión en la que me vi así mismo como un idiota el saber que habían elegido a un novato que desconocía el ámbito farmacológico. Por lo tanto deduje de que debía ser que se trataba de algo que no tenía que ver con la legalidad.
Me sentí, como si me hubieran caído en una encerrona, alejándome sin previo aviso y aislado del mundanal ruido, que tanto me gustó desde siempre
Al caer la tarde, y cuando el sol tímido se oculta tras la colina aparece el primer delegado, el hombre era gordo, con una ligera cojera en el pié derecho, hablando en francés, con disimulada corrección, me dirijo a él, y le saludo en su idioma  le hago pasar a una sala destinada para ser recibidos con un vino de bienvenida. Con aire de prepotencia, entra en el salón sin mirarme a la cara, balanceando su obeso cuerpo y analizando su alrededor hace un gesto de desagrado al ser el primero en llegar.
Así, fueron llegando uno a uno con su corte correspondiente de chóferes y secretarios. El ultimo hizo su entrada en el hotel a la doce de la noche, su cara, redonda apiñaba unos ojos pequeños, la nariz afilada luciendo una gran calvicie rojiza que hacía que pareciera carecer de cuero cabelludo. Mientras, yo seguía en mi puesto a pié de escalera, recibiendo a un grupo de hombres la mayoría presuntuosos que creían tener la salud del mundo en sus manos.
Miro mi agenda, y veo con satisfacción que todos los que tenían que llegar ya se encontraban en el hotel sin faltar ninguno.
Por la mañana del día siguiente y cuando me disponía a tomar un merecido café, se presenta ente mí un hombre menudo y desaliñado con lentes de miope hablándome acaloradamente en japonés, solicitando la entrada en la sala de congresos, le hablo en su idioma, y le pido sus referencias, mirando la agenda, leo, los nombres de los participantes, entonces le comunico que no se encontraba en la lista de invitados a la convención a la que él se refería. Pero él no está de acuerdo, y se dirigió hacia el tablero informativo que se encuentra en el vestíbulo, dando voces como un poseso.
 Y después de leer el tablero, se va directamente a la sala de conferencias y abriendo la puerta de par en par con una sonora patada, interrumpe la disertación de un químico francés, que en esos momentos tenía la palabra. La voz del japonés sonó potente tanto que no parecía pertenecer a un hombre tan pequeño.
Esa fórmula (dijo con voz potente como un trueno) aún no se puede comercializar, todavía no ha sido perfeccionada, al menos sin mi permiso, lo confirmo porque soy su descubridor.
Todos los allí presentes lo miraron con asombro.
De inmediato, todas las miradas se posaron en el químico alemán alto con tipo atlético y con cara de haber pertenecido a las juventudes hitlerianas, que al saber que es descubierto su fraude, se levanta de su asiento, y sin más explicaciones invita al intruso a salir de la sala, con palabras displicentes y la cara roja de ira, mientras el bajito japonés a gritos, le acusaba de ladrón por haber copiado su fórmula.
Los asistentes no podían salir de su asombro, todos habían expuesto un sustancioso capital con garantías aseguradas de su comercialización y ahora parecía ser todo un fraude.
Un farmacéutico italiano enjuto y con cara de palo, intenta calmar los ánimos mientras se crea un revuelo producto de la polémica y la incertidumbre.
Acuden de inmediato los agentes de seguridad del hotel al oír el revuelo para poner orden, reduciendo inmediatamente al bajito japonés. Minutos después el oriental desaparece del hotel. 
La atmósfera de la sala se vuelve tensa, donde antes solo había colegas y amigos, ahora reinaba la desconfianza entre ellos.
Todos participaban como actores en el espectáculo de una depravación y zancadilla, todo habría llegado a buen puerto para estos defraudadores, sino hubiera llegado a tiempo el japonés para dilucidar la verdad sobre aquel descubrimiento científico.
Desde ese momento en que fueron interrumpidos en el simposio, la fatalidad empezó a ensañarse con ellos, pues llegaron  hasta a sospechar unos de otros hasta pensar, que se podía cometer  un  asesinato.
A los dos días de la inoportuna entrada en el salón de actos del japonés, una pareja de policías, hace preguntas sobre un hombre oriental que se le había visto merodeando cerca del hotel, el director le informa que hacía dos días que no lo veían, y no tenía ficha de cliente, omitiendo todo lo sucedido en la sala de conferencias.
El policía informa al director del hotel, que un grupo de jóvenes excursionistas regresaban a su casa después de una escalada, y cuando las estrellas fugitivas comenzaban a iluminar los senderos, se sorprendieron al ver entre luces y sombras a un cuerpo en el fondo de un barranco, creyendo que se trataba de un animal no le hicieron mucho caso, al hallarse  tendido parcialmente bajo una vieja encina en el fondo del acantilado, pero uno de ellos miró con más detenimiento, y entonces les pareció que se asemejaba a un espectro, pues vieron cómo  acudían una pareja dos cuervos negros gordos y relucientes, que intentaban darse un festín.
Después de recibir el impacto de las piedras que le tiraron los excursionistas, estos levantaron el vuelo, pero sin perder de vista su presa.
 Tal fue el susto que experimentaron  al ver que se trataba de un hombre, que fuimos  avisados de inmediato.
Una vez levantado el cadáver, el forense tuvo que hacer las pruebas necesarias para saber su identidad y qué fue lo que le  provocó la muerte
Con los exámenes post Morten se confirmaron la versión oficial de su fallecimiento, pero no se dio a conocer por pertenecer por el momento al secreto del sumario. Pero aquel secreto no sirvió de nada, pues una vez los chicos lo contaron a su grupo de amigos,  el suceso se extendió cómo la pólvora dando pábulo sin freno a un carrusel de especulaciones, y cuando esta noticia llegó a oídos de los congresistas...
Seguirá. 



lunes, 25 de noviembre de 2019

La convención 2º parte

 Me dirijo a la recepción, donde un joven me atiende con amabilidad. Después de exponer mi demanda me hace esperar unos minutos que  me parecieron horas interminables.
Más tarde aparece ante mí una señora de unos cincuenta años, alta, esbelta, vestida con un impecable traje chaqueta de Chanel conjuntado con una blusa de seda color melocotón .Va encaramada en unos altos tacones de color negro. Presento mi documentación y nos estrechándome la mano. Me pide disculpas por su retraso.
 Los dos entramos en un pequeño despacho decorado con esmero, los muebles de color nogal, hacen destacar las cortinas color gris –perla al igual que el color de la alfombra y, completando la decoración, un pequeño sofá de color carmesí, Dando al despacho una agradable sensación de bienestar
Se sienta tras su mesa y con un gesto de su mano me invita a imitarla.
Después de unos minutos de amena charla (para tantear mi formación), poco después se levanta y tendiéndome de nuevo su cuidada mano, dio por terminada la entrevista, diciéndome que tendría noticias suyas.
Después de la entrevista paseé bajo la tenue lluvia que caía sobre la capital, para despejar la mente caminé sin rumbo por la Gran Vía madrileña, miré sin mirar escaparates haciendo tiempo para que fuera la hora del almuerzo, el azar me llevó ante un restaurante coqueto y moderno de comida rápida.
Entré por ser la hora en la que suelo comer, aunque la verdad es que no notaba hambre quizás fuera por la excitación que sentía. Entro en el restaurante y me encaramo en uno de los taburetes de la barra, y pedí, un sándwich de vegetal con una limonada bien fría. Una mujer joven y bien vestida se acerca a mí mostrándome en sus carnosos labios  un cigarrillo que oprime sin piedad, me pide fuego con una sonrisa que en esos momentos con mi mente trastornada por la ansiedad al no saber si iba a ser aceptado para el nuevo trabajo, no supe apreciar su belleza ni su insinuación, le acerqué el mechero encendido a su cigarrillo, y sin más arrojó insinuante la primera bocanada de humo sobre mi cara.
 Y volvió a sonreír, esta vez con una risa contagiosa, una de esas risas que dicen curan las enfermedades del alma. Salí del restaurante sin mirar atrás, (nunca había tenido semejante comportamiento con ninguna mujer) me sentía extraño
 Deambulé por las calles, no quería estar temprano en casa, me dirigí a una sala de cine donde proyectaban la exitosa película del no menos exitoso libro Milenium  (Los hombres que no amaban a las mujeres).
Después de aquella entrevista, pasaron dos semanas de incertidumbre y ansiedad sin saber nada desde el día que acudí a ser entrevistado.
Cuando sentado ante mi ordenador me encuentro leyendo las noticias nacionales, una llamada a mi móvil me desvela el misterio.
Había sido elegido para el puesto que había solicitado, siendo, según el escrito, él candidato idóneo para desempeñarlo.
En ese instante sentí una extraña sensación como si las venas de mis brazos se helasen esto nunca antes me había sucedido.
Y poco después de un curso de formación que me facilitó la empresa, una mañana del cuatro de septiembre me citan para empezar a trabajar.
En el hotel tenía que preguntar por la señorita Margarita.
Una vez en el hotel pregunto por ella y ante mí se presenta una joven poco agraciada pero simpática, aclarándome ante mi perplejidad, por los pocos años que representaba, entonces me dijo con voz firme que ejercía de secretaria de dirección. Yo, a pesar de mi experiencia acumulada, no dije nada, entonces ella me pide que la siga, y nos dirigimos al garaje, me invita a subir a su coche un Mercedes clase A de color negro.
En el trayecto hablamos de cosas sin importancia, mientras el coche rodaba por carreteras secundarias, mi vista se perdía en el horizonte, mientras en mi interior la curiosidad estaba a punto de explotar, por saber cuándo llegaríamos a nuestro destino.
De repente ante una niebla espesa mis ojos vislumbraron las almenas de un castillo, y supuse se trataba del hotel, no supe el porqué pero una amarga sensación de impotencia comenzó a embargarme en esos momentos, quizás fuera al encontrarse el hotel  casi engullido por la neblina, porque al contemplarlo, me pareció que se encontraba edificado por una sustancia inmaterial, pues parecía que se hallaba suspendido en lo alto de aquella colina.
A él llegamos por un camino sinuoso no exento de peligro, por el que poco a poco se iba descubriendo la espléndida fortaleza. Cuando llegamos a la cima, pude apreciar cómo un musgo verdoso bordeaba el atrio  donde parecía  posarse el edificio.
La escasa luz de la mañana dibujaba un reverbero fluctuante en la sombra que proyectaba al castillo, que hizo que mi cuerpo temblara.
Antes de entrar me paré para mirarlo detenidamente, me pareció o al menos sospechaba que  sus orígenes se podían remontar al siglo XV  por lo tanto tenía que tener mucha historia vivida dentro de sus anchos muros.
Y pensé que cuando la cadena del hotel compró esta propiedad debió encontrarse en aquellos momentos en ruinas, pues nada más había que observar sus muros enmohecidos por la erosión del tiempo, sin dudas el arquitecto, hizo una restauración muy acertada, a pesar de sus muchas modificaciones.
Sigo contemplando los altos muros y me sorprende gratamente sus almenas rectangulares donde en cada una de sus cuatro esquinas se encuentra una garita de vigilancia de forma cónica.
Contemplando aquella mole por unos momentos me encontré incómodo, pues creí estar siendo observado desde lo alto de una de las almenas,  pues algo parecido a una mirada me pareció que taladraba mi nuca, que fue unida a una extraña sensación que parecía inquisitoria hacia mi persona.
Entré en el vestíbulo tras la señorita Margarita, admirando que la primera planta del castillo era rectangular que lucía un precioso patio central, donde las paredes se encontraban  tapadas con hermosos tapices.
Nos dirigimos a unas escaleras de granito que nos conducen a la segunda planta donde se encuentran instaladas las habitaciones, unas habitaciones que eran sostenidas desde el patio  por  columnas pareadas, las esquinas de los arcos de estas columnas se encontraban quebradas con medallones nobiliarios que proclamaban la categoría de sus antiguos dueño. Aquel edificio sin dudas era de arquitectura Gótica, o quizás lo veía así mi visionaria cabeza.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo en mi subconsciente creí haber visto una casa castillo, igual en otro sitio.

Margarita me saca de mi ensoñación, pues con voz extraña me dijo, el director nos espera.



viernes, 22 de noviembre de 2019

La convención 1ª parte

Me llamo Emilio Sandoval, (Emi) para los amigos, es decir para todos los que me tratan diariamente. Siempre tuve un genio contra corriente. Mi vida la he vivido sin tapujos, y sin remilgos, llegando a ser un símbolo de la cultura europea de los años ochenta, pues viví la vida a todo gas.
Me apasiono hasta el exceso, y siempre fui rotundamente, genial en todo lo que acometí, viví libre como un pájaro sin rumbo. Estuve viviendo y disfrutando en Japón, tres maravillosos años de mi azarosa vida. Contemplé muchas auroras boreales en las frías tierras escandinavas, acompañado de lindas vikingas.
Fui músico en Paris, llegando a ser miembro de la  orquesta que actuaba en el famoso bar Buddlia en la Rúe Saint-Honore, en el cual conocí a muchas celebridades del séptimo arte y las letras.
Mas tarde me fui a Londres donde trabajé en un importante banco en Carnaby-Street, una de las calles más céntricas he interesantes que he conocido, donde los artistas más famosos del Pop hacen sus compras de ropas para lucirlas en los conciertos multitudinarios que dan por todo el mundo.

Ahora y después de estos años fuera de España vuelvo a Madrid con deseos de echar raíces, y empezar una nueva vida que me haga vibrar con nuevas experiencias, diferentes a las vividas
Me encuentro en la cama pues son las siete de la mañana, cuando suena con estrépito el timbre del reloj despertador, me deslumbro pues un rayo iluminaba  fugaz mi dormitorio, aun así me levanto de la cama con buen humor, y con la sensación que va a ser un día especial para mí.
Camino descalzo por el pasillo hacia el cuarto de baño para no despertar a mi compañero de aventuras y de piso, que duerme en la habitación de al lado.
Después de asearme con esmero, me pongo el único traje que tengo, uno de color gris-marengo, que ensalza mi figura de hombre atlético.
Salgo a la calle, y esta parecía borrada bajo el peso de la tormenta que sufrimos en la madrugada, que yo nunca viví tan virulenta, no exenta de abundante pedrisco, era una de esas jornadas mañaneras en las que nadie saldría de casa si no fuera por necesidad, que en verdad para mí lo era.
Ya en la calle, pido un taxi a la manera tradicional con el brazo en alto y al instante se para uno ante mí, ofreciéndome sus servicios.
Le doy la dirección después de entrar en el vehículo, Gran hotel Internacional.
Mientras atravesamos Madrid miro desde la ventanilla del taxi la desolación en la que estaba sumida la ciudad, las aceras aparecían interceptadas por los árboles abatidos por el viento.
Yo no tengo mucha prisa, la entrevista de trabajo a la que estoy citado, está concertada para las nueve treinta de la mañana y mi reloj de pulsera marca las ocho y quince.
Y pienso que aún me da tiempo para tomarme un café en alguna cafetería cercana al hotel. Mientras tanto, el taxi rueda hacia mi destino.
Sin que mi cabeza dejara de pensar en la entrevista, saco del bolsillo de la americana un sobre con el membrete del hotel, lo abro y en su interior, leo mi nombre Emilio Sandoval, treinta y ocho años, soltero, diplomado en económicas por la Universidad Complutense de Madrid.
En otro renglón. Será recibido el día diecisiete de Abril a las nueve treinta de la mañana para ser entrevistado por la directora del hotel, como solicitante para ocupar la vacante de jefe de recepción, he intérprete.
Una sonrisa se escapó de mi boca. Cierro de nuevo el sobre volviéndolo a poner de nuevo en el bolsillo, y recuerdo cuanto luchó mi padre para que consiguiera mi licenciatura, cuando yo estaba remiso a no continuar.
Y ahora, iba a utilizar mi licenciatura  para conseguir el trabajo que siempre soñé pero adornado con los cinco idiomas que por supuesto domino a la perfección, aunque en esta ocasión solo exigían tres idiomas.
 Me apeo del taxi cerca del hotel, y paseo por unos minutos, sonámbulo por la calle, y entro a desayunar en una moderna cafetería.
Después de tomarme un aromático café, me dirijo hacia mi destino, sintiendo que las células de mi cuerpo se excitaban producido por la incertidumbre que me producía el de solicitar por primera vez trabajo, un trabajo estable, que me permitiera ser un hombre—digamos normal—este pensamiento me produjo un desagradable cosquilleo huidizo en la espalda, sobre todo  cuando entré en el vestíbulo del Gran hotel Internacional,
 Me distraigo de mi ansiedad mirando con la atención la suntuosidad de la entrada del hotel, a pesar de estar acostumbrado a contemplar bellas  decoraciones.
 Las paredes se encontraban forradas de ricas maderas de ébano, de donde pendían copias geniales de pintores insignes como El espejo de vestir de Morisot.
Una panorámica donde se podía apreciar un castillo poco convencional, que me impresionó desagradablemente, y enseguida aparte mi mirada para admirar, una genial copia de Los Girasoles de Vincent Van Gogh.

Del techo pende una preciosa lámparas de cristal de murano, en el vestíbulo cómodos sillones tapizados con el mejor terciopelo se prodigaban por la estancia, en el suelo una mullida alfombra de color azul tinta hacía juego con las cortinas que tamizaba la luz del sol, al fondo se encuentra la recepción.

Un grupo de refinados y elegantes clientes se encontraban sentados en unos  sillones y ante copa de Brandi, que parecen discutir acaloradamente sobre las próximas elecciones municipales en la capital.
Seguirá.



domingo, 10 de noviembre de 2019

Almas en las sombras Final

Se sienta en aquel trono que al hacerlo, mostró qué carecía del lógico candor que posee una niña, sus gestos eran duros pero sabía cómo demostrar que sabía hacerse obedecer.
Eladio mira a Matilde y, con gestos le pregunta ¿tienes tú el collar? Pero Eladio no pareció entender ese gesto, y entonces es cuando Matilde le hace directamente la pregunta.
Pero poco después Eladio le responde con otra pregunta ¿Lo tienes tú? Eladio miraba en esos momentos a la reina, uno de su escolta, se para ante él y con la mirada fija en el trono ¿Dónde debo buscar mi señora? –dijo obedeciendo órdenes-- 
Que se baje los pantalones deseo ver sus piernas ¿Si es eso lo que desea su majestad? La mirada malévola de aquella criatura les hizo temblar, pero cuando el lacayo desabrocha el cinturón del pantalón y, antes de que cayera al suelo, el collar hizo su aparición en el salón, reposaba en un cojín que iba acompañado con un hacha ceremonial, aquella aparición   inundó la estancia de un silencio mucho más terrorífico que las palabras hirientes que se pudieran escuchar de aquella niña
Con risas discordantes la reina, se abrió el escote y puso el collar en su cuello; pero entonces todos los presentes espantados pudieron contemplar  que aquel bello collar cambiaba de color para convertirse en una horrible y gran tortuga de color granate y ojos de un intenso color azul, que se adhirió al cuello de aquella niña, en ese instante las paredes empezaron a temblar cuando se oyó una voz que era como u trueno; esa joya no te pertenece y, a propósito.
 ¿Quién te ha dado el permiso para que te sientes en un trono que no te pertenece?
Pues solo yo, que ostento el título de Faraón  de el alto y bajo Egipto puedo ocupar ese lugar.
¿Acaso también  ignorabas a quién pertenece esta joya?
 pues me pertenece a mí y, sabes perfectamente mi nombre, soy  Hatshepsut, hija del faraón Tumosis y de su gran esposa real Ahmes, mis padres gobernaron en el antiguo Egipto. Mi padre me regaló este collar para que formara parte de mi ajuar, y así quedar cómo testimonio en el mundo y, en el origen de los tiempos.
Tú has roto el orden que mi padre creó, por lo tanto esta joya sólo pertenece a mi ajuar funerario, pero como has dado muestras de que te gusta mucho, te doy la oportunidad de que puedas  llevarla para toda la eternidad, puesto que para eso fue diseñada, tienes mi permiso para que te postres al pie de mi tumba y se cumpla con ello mi deseo y, así, ya no tendrás más oportunidad de usurpar a nadie.
  Pero si sólo soy una niña, lloraba para conseguir el propósito de no ser castigada, pero, aquella voz le mandó callar, tu nunca has sido una niña, sólo eres sencillamente la perdición del que te conoce, ahora, debes tener muy presente de que nuestra civilización siempre fue muy estricta con las reglas a seguir, por lo tanto, desde hoy te toca  aguantar una eternidad acompañada por un gran dolor por tu parte.
 Este collar que robaste de mi morada eterna con artimañas, por cierto, creo que son muy parecidas a las que son habituales en este remoto siglo,¿ sabes que me dejas, no digo un poco, si, no, mucho, muchísimo consternado? 
Por cierto, ¿Quién te instruyó para que pudieras perpetrar  semejante hurto?
 ¿Habías olvidado acaso que en nuestra civilización  nadie puede lucir una joya que no haya  sido diseñada en exclusividad para aquella a la que fue concebida?
Eladio, comenta en voz baja, es solo una niña.
Entonces dijo Matilde, no, es un monstruo, nunca te fíes de las falsas apariencias.
Pero ¿Quién te contrató para hacer ese trabajo?-- dijo Matilde-- Eladio avergonzado, contestó, fue a través de Internet.
 Y ¿Aceptas así cómo así un trabajo que no sabes  de donde procede?

Poco después los dos amigos se vieron envueltos en un mundo lleno de penumbras por donde comenzaron a caminar con pasos perdidos, así anduvieron tanto que ni ellos mismos supieron a donde se dirigían, ni cómo comenzar de nuevo la búsqueda  de  cómo dar caza a los hipotéticos culpables de unos  crímenes que habían  quedado sin resolver.



sábado, 2 de noviembre de 2019

Almas en las sombras 2ª parte

Matilde no encontraba palabras que fueran disculpas razonables para que su amigo no se enojase con ella. Necesito dijo, que entiendas que mi propósito no es el de escaquearme, en esta ocasión sé que no me encuentro con la suficiente información, ¿acaso has pensado que este collar, o lo que parece ser, puede llegar a tener hasta cinco mil años de antigüedad?
Eladio la mira desconcertado, de repente sus ojos  cambiaron de color dando la apariencia de un ser de otro mundo, Matilde no pareció sorprendida ante el cambio radical de aquellos ojos y, como si todo fuera de lo más normal salió a la calle, pero su aspecto era el de una mujer cabizbaja, un suspiro se escapó de su garganta que por unos momentos le alivió el estrés que le empezaba a dominar,  entonces retrocedió sobre sus pasos, entró de nuevo en el despacho de Eladio, que al verla, supo que  ya estaba dispuesta a ayudarlo, aún y a pesar de creer que aquel collar guardaba un enigma y que si llegara a descifrarlo, podía llegar a ser muy peligroso, Matilde tiembla, al desconocer el poder que ésta podía tener.
Y mirando a su amigo ¿Sabes acaso por donde vamos a empezar? Eladio la miró, él también se encontraba perdido.
Matilde, le dijo, sabes que necesito saber algún dato para empezar.
Eso no puede ser tan sólo dispongo del collar—contestó Eladio con la voz entrecortada por el dilema que se le presentaba.
Matilde, resignada toma la caja en sus manos pero su cuerpo empezó a temblar ¿O Dios mío que está pasando?
Eladio mira la caja, y espantados vieron que de la caja empezaron a salir hilos de humo de diferentes colores, era parecido a un arco iris después de una tormenta, sus colores eran perfectos, en unos momentos todos aquellos colores envolvieron la habitación, haciendo que quedaran  los dos dentro de aquel círculo sin poder apenas moverse.
Suena la puerta, un cliente entra, que al verlos envueltos en un aura de colores, al instante quedó calcinado por un potente rayo.
Matilde y Eladio se miran espantados, y entonces se dieron cuenta de que eran dos seres extraños, que no se reconocían entre sí. A Matilde le da vueltas la cabeza, estaba siendo cierto  todo lo que había sospechado de aquella joya, pues  lo que les estaba ocurriendo era la consecuencia de que se habían si propiciado en el diagnóstico de aquel enigmático collar.
De repente en el rellano se oyeron nuevos pasos que se dirigían al despacho, Matilde quiere gritar para advertirles que no entraran, pero Eladio con los ojos ensangrentados al igual que de un demente les invita a entrar, pero los dos clientes ante el espectáculo que tenían ante sus ojos, se quedaron inmóviles, poco después eran empujados por una fuerza extraña que les hizo desaparecer por las estrechas escaleras.
Entonces el despacho empezó a cambiar, no sólo el color de las paredes que fueron teñidas de color rojo fuego, haciéndoles perder su primitivo color que ya no se diferenciaba por su atractivo, pues  ahora era  como siempre fue de un color gris desvaído.

Un ruido infernal atronó los oídos de Matilde, todo cambió, los muebles eran diferentes, raros, Matilde cerró los ojos temiendo lo peor, cuando los abrió se encontró en un salón de cuyas columnas colgaban rosas marchitas, al fondo pudo ver un sitial vestido de terciopelo negro, en aquel salón se encontraban los dos solos sin saber qué clase de magia los había transportado hasta allí, de pronto se oyó el sonido agudo de una trompeta, entonces apareció un séquito de ocho personas vestidas con túnicas faraónicas que escoltaban a una niña casi adolescente, su mirada era dura y despiadada.



domingo, 27 de octubre de 2019

Halloween

INCISO

HALLOWEEN

UNA DE ESAS NOCHES TERRORÍFICAS QUE NO SE OLVIDAN

Has cerrado bien la puerta, pero nadie contestó, Pepa desde la cama pregunta de nuevo ¿Has oído lo que te he dicho?
Sigue el silencio.
Pepa que siempre tuvo el miedo pegado al cuerpo, intenta encender la luz de la mesilla, pero ésta no se enciende, un ruido seco roza la pared del pasillo, silencio, soledad, de repente ve cómo una fugaz sombra entra en la habitación de su amiga Anna.
Pepa entra con precaución en la habitación y, encuentra echada encima de la cama a su amiga que se encuentra vestida de negro, rostro níveo, de donde destacaban  las dos cuencas de los ojos vacías.
Pepa da un grito de terror  cuando nota que los ojos de su amiga se posan en su frente, de un manotazo intenta quitárselos de encima, pero se encuentran pegados con fuerza en su piel.
Abre la puerta del piso y, baja las escaleras gritando, pero cuando llega al portal, vio otra visión más espantosa aún, pues su amigase besaba con su novio.
¿Fue real esta última visión?
O fue una de esas jugarretas que dicen llamarlas. ”Premoniciones”
Una ráfaga de viento le despegó aquellos  ojos de su frente, llevándoselos hacia un lugar donde la claridad no existe.
FELIZ DÍA DEL TERROR.






sábado, 19 de octubre de 2019

Almas en las sombras 1º Parte

Las tres moscas, cada una de ellas se encontraban coronadas por pequeñas gemas de diferentes colores en la cual parecían realzar unas siglas, que para cualquier profano como él, eran totalmente ininteligibles. Después de observarlo durante largo rato  sin conseguir tener nada en claro, sigue sin atreverse a sacarlo de la caja, se enoja consigo mismo al no tener la valentía necesaria para llegar a una solución.
 Después de cerrar la caja, piensa que era totalmente contradictoria, pues la madera no parecía pertenecer a ninguna especie arbórea conocida y, a pesar de desconocer su procedencia, la caja de diseño corriente no tenía visos de que hubiera sido un primitivo estuche.
Eladio se quedó por unos momentos pensativo, y de repente creyó ver la luz y, todo en su mente  fue tan rápido que decidió, que esa investigación se le podía haber presentado como un reto, que tal vez le catapultara a realizar  un nuevo trabajo mejor remunerado, y por supuesto mucho mejor que el de perseguir a criminales que a veces y después de una urda investigación llegaba al resultado de que eran historias inventadas o bulos tan rocambolescas que algunos creía podían llegar a ridiculizar su trabajo. Esta nueva etapa que veía Eladio en su vida se la imaginaba brillante, pues creía ser merecedor  después de haber pasado  tantas penurias.
 ¿sería que le había tocado la mano de Dios?  Aunque sabía de antemano que todo parecía presagiar que  había trazos de ser difícil de resolver.
Eladio, le da mil vueltas a la cabeza con respecto a la caja que tenía en las manos pues esta  podía llegar a ser la clave, porque desde el primer momento que la observó  tuvo la sospecha de que ese desfase que se apreciaba en la conservación de la caja, no encajaba con la antigüedad de la joya, este detalle fue el que hizo que se alertara de que esta joya pudiera estar involucrada en algún robo importante, o, tal vez en alguna trama que podía desembocar en un asunto turbio.
El detective ante esta incógnita, hace una llamada telefónica. Cuelga satisfecho, poco después, Matilde, entra en la calle, una calle que le pareció no tenía principio ni fin y, después de mucho buscar buscar encontró el edificio donde  había sido  citada con su amigo; el edificio era antiguo con una fachada áspera, erosionada por falta de atención y cuidados, entra en el portal, ante ella un ascensor de jaula el cual se encontraba abrazado por unas claustrofobicas escaleras, desde donde se podía apreciar una vez dentro, que en el ascenso o descenso—según se mire—se podía apreciar la desolada agonía del edificio en el cual trabajaba su amigo.
Llama a la puerta, Eladio la recibe con una sonrisa de agradecimiento, pasa, espero me puedas ayudar, pues tengo un encargo que supone para mí un enigma, y necesito que me ayudes a resolver, pues sé que siempre te interesaron las antigüedades.
Matilde es una de esas jóvenes modernas  y con un atractivo especial al poseer una abundante melena de color del cobre, en esos momentos vestía una falda exageradamente corta, jerséis ajustado que realzaba su busto, unas botas altas hasta taparle medio muslo, consiguiendo con este atuendo que fuera aún más llamativa.
Matilde con la simpatía que siempre la caracterizó, con desenvoltura, se acercó a la mesa, ¿Dónde está ese tesoro?, el detective le muestra la caja, Matilde, la abre con desenvoltura y, nada más ver la joya, sin haberla tocado, y sin tener conciencia de ello articuló unas palabras que al salir de su boca tronó cómo si fuera  una voz extraña que ella desconocía; confusa buscó una silla para sentarse, cuando se serenó.
Mirando a Eladio con voz preocupada pudo decirle, siento comunicarte que en este caso no voy a poder ayudarte, no me veo con el suficiente conocimiento cómo para desvelar de que siglo puede ser esta joya, sí que puedo decirte que el diseño es único, jamás había visto uno igual, ni tan siquiera es parecido a ninguna de las muchas fotografías que he visto en las revistas especializadas de la antigüedad.

Eladio al verla tan reticente, insiste para que la mirase con el alma, y suplicó sabes de que no puedo llamar a nadie que no sea de mi entera confianza, pues mi trabajo requiere el más absoluto secreto, por favor, no me falles,--llegó hasta implorarle —sólo confío en ti.



martes, 8 de octubre de 2019

Es dura la vida en el campo

 Corre de nuevo sin rumbo, aumentado aún más su desvarío, mientras tanto el día se convertía en noche, en noche cerrada y misteriosa, llega a un arroyo se lava la cara, entonces echa de menos a los pájaros que parecían haber desaparecido del cielo, donde se encontraban, todo era silencio, no sabe qué hacer, se sienta en una peña, y desolada espera, pero no sabía el qué, hasta que de pronto nota que una mano se posa en su hombro, entonces levantó la vista, y vio a una anciana, aquella mujer hizo un gesto levantando su dedo pulgar hacia el cielo, con la intención de que mirara.
 Entonces supo que se estaba produciendo un eclipse de sol.
 Pero eso a Terra no le reconfortó. Poco después, no supo cómo, pero se encontraba de nuevo en su choza,  se sienta en su taburete y cuando se dispuso a comerse unas algarrobas, apareció ante ella un hombre, alto y delgado que lucía una larga melena que le cubría parte de su rostro, era un rostro pálido y ojeroso, que a Terra le pareció un animal depredador que guardaba oscuros secretos.
No supo cómo pero enseguida se durmió, y en sus sueños  solo pensaba que en algún sitio de la tierra se estaría festejando una fiesta, en sus sueños recordó una foto que casualmente se encontró dónde dos seres humanos parecidos a ella se mostraban abrazados. Mientras dormía creyó sentir en su cabeza susurros, y emociones que no supo concretar.
Aquella aparición de aquel hombre, que al saber que sus tentaciones no serían cumplidas desapareció, dando paso a el día con una luz cegadora.
Pero ella ignoraba que era una adolescente con sueños he ilusiones, y que a pesar de  encontrarse  sola en el campo, en su subconsciente  añoraba algo pero no sabía el qué.
Pero de nuevo salió con un nuevo día el sol, que supo iluminar su tortuoso camino de los sueños.
Poco después y al despertar de su ensoñación, ya nada tenía importancia para ella, pues sabía que se había inventado una historia solo para ella misma, narrándose así misma cosas que para cualquiera le hubieran parecido extrañas. Pues  todo ocurrió mientras era  abrazada por su fiel Tom. Una vez que se vio bajo el techo de un cielo azul, supo que el eclipse de sol había sido el culpable de que  su imaginación, le dijera  que no era buena la soledad.
Esta historia que se inventó Terra, tuvo consecuencias para ella, pues después de analizar aquellas fantasías, supo sin dudas que aquel día iba a ser especial, porque tenía entendido  que cuando la imaginación es ilimitada puede llegar a conseguirse todo, pero, como en ella estaban siendo fantasías  reiteradas, tuvo la impresión de que tenían como finalidad algo que su subconsciente  anhelaba desde lo más profundo de su ser.
 Un desenlace feliz.
Entonces y en  el silencio del campo se oyó un silbido, para Terra este silbido hizo que palpitara su corazón, de repente, supo que habían desaparecido junto con la oscuridad que produjo el eclipse todas sus fantasías irrealizables  de adolescente, ahora le esperaba vivir  una realidad.
Había aparecido ante ella un joven que dijo llamarse  Marcos, que con cortesía la estaba invitando a la fiesta del pueblo.
¿Cómo supo Marcos donde se encontraba Terra?
¿Y cómo se dirigió a ella como si la hubiera conocido de siempre?
 Mientras tanto una suave brisa parecía mecerlos.
Una voz dentro de su interior le decía, conviértete en lo que siempre deseaste, no pierdas la oportunidad, pues con tu imaginación has creado un mundo perfecto para ti, aprovéchalo, esta es la única realidad.
El eclipse hizo de intermediario, haciéndole el regalo de la felicidad añorada.

Siempre después de la oscuridad, nace la luz.
 FINAL



domingo, 22 de septiembre de 2019

¿Es dura la soledad en el campo?

Terra desconocía que poseía una imaginación difícil de domar, a pesar de haber vivido siempre sola en la montaña, y sin apenas recordar cómo es un ser humano, el lenguaje que dominaba, junto con su extraña escritura, si alguien la hubiera conocido con estas características viviendo en la ciudad  y relacionándose  como cualquier ser humano, dirían de ella que era una persona destacable, pues sin dudas, cuando tenía la oportunidad  de utilizar lo que sabía, todo lo que salía por su boca era asombroso, haciendo pensar  que había en su cabeza algo parecido a un molde que puede comprimir altas dosis de imaginación, al  presentarse  como en realidad era , limpia de impurezas mundanas.
Al no tener a nadie que la llamara por su nombre, ella misma se hizo llamar Terra, como su oveja preferida. Para Terra que desde niña se vio obligada a vivir sola en el campo después de que una fuerte tormenta desolara en unas horas la hacienda de sus padres, y siendo aún casi un bebé, tuvo que adaptarse  a vivir  en soledad y a merced de la naturaleza.
 Para Terra todo  su entretenimiento en sus largos ratos de ocio era el de estudiar en la escuela más sabia que puede haber, la naturaleza que le rodeaba, su única conversación que tenía consigo misma era  hablar unos días con las encinas, otros con los alcornoques que le regalaban el corcho con el que alfombraba el suelo de su choza y de esa manera calentar sus pies en el invierno.
 En realidad era feliz y, por supuesto cuando hablaba con la naturaleza creía que  ésta le respondía a sus preguntas, nunca osó arrancar una flor para prenderla en su cabellera morena, pues su filosofía era que las flores solo por el hecho de ser bonitas, no había que sacrificarla, solo admirarlas.
La naturaleza era generosa con ella, pues en la oscuridad de la noche oía cómo la oscuridad le susurraba al oído  sus más íntimos secretos mientras creía dormir plácidamente en su choza, esa voz parecía decirle, pronto saldrás de este cenobio.
Cada vez que Terra soñaba con esta palabra su cuerpo se estremecía de placer a pesar de que en realidad no sabía qué significado tenía,  pues  para ella era como si fuera una clave que le hacía  soñar con una libertad desconocida, una libertad que a veces creía intuir que no era lo que le convenía, pero sin saber el porqué  esperaba con anhelo.
Ella aprendió a vivir con todo lo que le regalaba la naturaleza, pero a veces su subconsciente le alertaba de que  necesitaba algo más de lo que creía tener, y cuando cada atardecer se sentaba en su taburete de corcho, dejaba volar su imaginación, soñaba con algo tan desconocido cómo el amor.
Uno de los muchos días, pues para ella eran todos iguales, al salir de su choza comenzó a leer el cielo, serían los ocho de la mañana, aquel día  notó que algo intangible la empujaba hacia un precipicio que ignoraba a donde la llevaría, preocupada  por sentir por primera vez cómo su estado de ánimo se entristecía, se atusó su larga melena y,  se dispuso a dar de comer a sus dos ovejas. Entonces y mientras caminaba por una vereda  en busca del Trébol, notó cómo el pecho le empezó a latir con fuerza, mientras en el horizonte el cielo comenzaba a teñirse misteriosamente de color magenta.
Terra en un principio  no le dio importancia, y siguió caminando, iba tan ensimismada con sus pensamientos, que a veces, creía  mirarse a sí misma cómo si ella misma se reflejara en un espejo imaginario, se inquietó, a veces le pasaban cosas que antes nunca le habían pasado, y para echar esos nuevos demonios de su pensamiento, se dijo a modo de convencimiento,  creo  que estas  cosas son  de mujeres.
 Siendo  de lo más natural por tener tan solo quince años, y por esa razón, y casi sin darse cuenta,  ya se dejaba mecer por las nieblas grises del alma.
Una vez recogida las hiervas que necesitaba, se distrae viendo como una oruga trepaba por el borde de su delantal, sin percatarse de, que aquel día la atmósfera era diferente, cuando va en busca de sus ovejas, las dos se encontraban acurrucadas una encima de la otra en un ángulo del pequeño redil, no las oyó balar, ni tampoco el misterioso susurro que a veces hacían al dormitar.
Su fiel perro Ton, un mastín que recogió en medio de unos zarzales recién nacido,  y que para ella era mucho  más que un perro, al ser toda su familia, a veces y cuando lo acariciaba le daba la sensación de que era un ternero. Pero, tampoco salió a su encuentro como solía hacer.
Entonces, Terra comenzó a canturrear, como siempre hacía para despejar los malos augurios, simulando despreocupación. En realidad  era su manera de desnortar sus miedos y no desvelar lo que de verdad sentía.
 Se acercó a un cubo y se dispuso a llenarlo de agua para lavarse la cara, de pronto se oyó un gran estruendo, en este caso le pareció que la tierra se había agrietado, un crujir de ramas que iba unido a  este atroz ruido, le hace salir de la choza para enterarse que pasaba, entonces pudo ver un espectáculo dantesco, las ramas de los olivos y de las encinas se encontraban esparcidas por el suelo cómo tentáculos heridos.
Y entonces su instinto de protección por verse amparada, llama a su fiel amigo Ton, pero no obedece a su llamada, entonces se dirige de nuevo hacia donde se encontraban las ovejas, y espantada ve que las ovejas habían desaparecido, un calor inmenso recorre si diminuto cuerpo, mientras los duendes y ondinas de los ríos parecían fluir en su cabeza con tal fuerza que parecían haber trascendido  toda su magia hasta el mismo lugar en el que ella se encontraba.
 ¿Era acaso un delirio de adolescente?
Sale corriendo, no supo  porque lo hacía, en la precipitación pierde la orientación no se acordaba donde se encontraba, estaba perdida, de pronto un gran terror le invade  no sabía regresar a su choza,  y a pesar de no dejar de mirar hacia todos lados, para Terra era como si la humanidad entera se hubiera fundido en un único espacio y tiempo, donde ella se encontraba como siempre en medio y, sola.

 En unos minutos el cielo se oscureció más de lo habitual, cuando aún eran las ocho de la mañana,  no sabía qué pero algo estaba ocurriendo en el cosmos,  de pronto oyó un ruido infernal que hizo temblar el suelo y, entonces pide a gritos y sin saber por qué lo hacía, que alguien la auxiliase. Jadeante consigue llegar hasta un artefacto nuevo para ella, se acerca con recelo, y entonces vio a un ser extraño, con piernas y brazos como los de ella, aquel ser se encontraba impertérrito. 

SIGUE