miércoles, 23 de enero de 2019

Y, después, qué

Aquella tarde, me encontraba sentada en mi cuarto de estar después de unos meses de encontrarme ausente; cuando tuve la sensación de que, por el pasillo cruzaba una fugaz sombra, fue como una ráfaga que, al notarla, me hizo sentir cierta incertidumbre, aunque sólo duró una décima de segundos, pero aquella desagradable sensación fue para mí como un detonante, porque de un impulso me incorporé del sillón con la certeza de saberme observada. Cuando me tranquilizo, me dirijo al pasillo, despacio, no sé si, innecesariamente aterrada, me pongo a mirar, pero no veo nada. Entonces cuando de nuevo me siento, quiero creer que tan sólo fue una de esas sensaciones que suelen ocurrir cuando se está padeciendo estrés, y el subconsciente te juega una mala pasada.
Una vez sentada intento olvidar esa desagradable visión, necesito echar una cabezadita, pero la inquietud que había despertado en mí esa llamémosla “sombra” me hizo pesar que estaría mucho mejor despierta por si volvía a aparecer. Entonces decido enchufar el televisor, la pantalla se mostraba en su totalidad cubierta por una neblina blanca y brillante, manejo el mando para cambiar de canal, pero aquellos puntos luminosos como la plata insisten en quedarse, al no tener en esos momentos nada que me pudiera distraer, miro la habitación, observo los cuadros, miro las cortinas y, entonces siento cómo me va invadiendo una extraña sensación que va tomando fuerzas hasta anidar en mí; para calmarme, decido salir a la calle, era la primera vez en mucho tiempo que no iba a estar acompañada por un guarda espalda, cojo las llaves de mi casa   y enfilo la acera sin rumbo. En mi caminar, noto que mi mente seguía ocupada como lo estaba  cada día, cuando un grito a mi espalda me sobresalta, entonces volví la mirada hacia atrás expectante. En esos momentos me sentí tan ridícula que de mis labios se escapó una tibia sonrisa, al comprobar que se trataba  de una pareja de enamorados que se encontraban haciéndose carantoñas.
Acababa de entrar en la Plaza Mayor desconociendo el porqué de mi conducta y, calculé la hora, en vez de mirar mi reloj de pulsera, o el del Ayuntamiento que se encontraba frente a mí y, sin más, deduje que serían las once de la noche, de repente me pongo a pensar y me doy cuenta de que desconozco el motivo exacto que me hizo salir de mi casa con tanta precipitación, pero no se me ocurre nada,  seguro que fue la estupidez como la de no funcionar el televisor.
Me extrañó ver la plaza vacía, más que vacía se encontraba desierta, ante esta soledad desconocida mi alarma se conecta.
 ¿Qué me estaba sucediendo?
 ¿Será un mal sueño?
 De repente, dejé de hacerme preguntas, porque un frío helador se apoderó de mi cuerpo que al instante se mezcló con el tufo de un  horrible olor a sangre que se propagó de inmediato inundando la plaza ante esta extraña situación, siento unas terribles nauseas al notar cómo ese olor aumentaba a cada segundo que pasaba y se hacía más insoportable, hasta llegar a darme la sensación que estaba aspirando algo pegajoso que hacía que fuera difícil el respirar. Mis piernas sin motivo alguno se paralizaron, entonces aumentó el temor de saberme perseguida por un ser invisible. Quiero correr, pero las piernas me lo impedían, me siento impotente ante la soledad y el silencio, miro hacia atrás y sólo pude percibir un terrible rugido de fieras, comencé a gritar, pero parecía que nadie escuchaba mí desesperación; ante tanta presión, me vi sola y desamparada, mientras en mi interior se debatían luchas de ambiciones y misericordias, pues me encontraba en desventaja al desconocer cuál podía ser mi enemigo.
Cuando al fin mis piernas pudieron caminar, entro como una exhalación en el primer portal que me encuentro abierto de la plaza, Un joven bien parecido me tiende su mano para que suba las escaleras, pero al llegar al rellano del primer piso, alzo mi mirada para agradecerle su amabilidad, y el joven parecía haber desaparecido.
Confusa y sin saber qué hacer, grité hasta quedar afónica; de mi boca sólo salía ira ¡ya es suficiente! Salga de su escondite, dígame lo que quiere de mí, pero el silencio en aquel rellano no se alteró ni con mis voces ni con mis gritos, pero estaba segura: aquel galante caballero tenía que encontrarse en alguna estancia de la casa.
La luz de un farolillo adosado a la pared parpadeaba como si estuviera a punto de apagarse por la escasez de gas, entonces decidí salir cuanto antes a la calle, pues nadie debe permanecer en la oscuridad, pero aquel impulso de salir corriendo, se frenó en seco al crujido de un papel al pisarlo que acaparó toda mi atención, pues ante mis ojos se presentaba un folio con un blancor impoluto, en él destacaban unos trazos de color rojo. Este detalle hizo que me  agachara a recogerlo, lo acerco al farolillo para saber de qué se trataba, allí se encontraba mi nombre escrito con grandes letras; entonces acudió a mi mente el pensamiento de que algo grave estaba pasando, allí en aquel trozo de papel decía que estaba citada. Me froto los ojos.
 ¿Estaba siendo verdad que era perseguida? Entonces pegué mi tembloroso cuerpo como  para protegerme en la pared que se encontraba desconchada y húmeda, miro al fondo del pasillo, pero todo parecía ser normal; entonces pude ver al fondo del pasillo un grupo de figuras silenciosas  que parecían caminar pidiendo clemencia, pero, de pronto, aquella visión desapareció y todo en aquel rellano seguía igual, en silencio, como si a nadie le importaran mis miedos. No recuerdo si fue el frío de la humedad de aquella pared lo que me hizo reaccionar o el chirrido de un riel de un archivador que me devolvió un poco de tranquilidad, pero no había forma de impedir que mi cuerpo dejara de temblar.
Inmediatamente busco una puerta abierta, entonces veo una delgada línea de luz bajo una puerta al final del pasillo, me acerco con cautela, me asomo, era una de esas salas que a veces hace la función de oficina aunque  aquella habitación tenía un aspecto más bien destartalado. Sentado en una silla giratoria  se encontraba aquel joven galante y, un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza. Observé y, lo que vi, no me pareció nada alentador, el sudor  comenzó a perlar por mi frente hasta mojarme la cara, el joven hablaba con alguien por teléfono, pero desde donde me encontraba  no alcanzaba a  oír la conversación, de pronto cambió su tono de voz, al salir de su garganta una carcajada jocosa.
Y, le dijo a su interlocutor ¿Eso es lo que crees que estoy haciendo?
El silencio del otro lado del teléfono lo puso nervioso.
Después de unos segundos de indecisión, él joven, contestó.
No te equivoques, y  mejorando su humor por momentos dijo, su  tono era seco, quiero que sepas que estoy haciendo un gran trabajo, espero ser bien recompensado, porque si, no,… (Y airado)  no, ni mucho menos, yo nunca amenazo, yo, ejecuto.
Un silencio fue la respuesta que obtuvo el joven.
Sigues ahí, decía el joven, este asunto que tenemos entre mano; si, puede que cuando se sepa  se produzca algún que otro huracán, pero cómo siempre, se dan cuenta demasiado tarde, no hay nada de qué preocuparse, cuando llegue lo nuestro ya no habrá nada que hacer, y nosotros estaremos a salvo de sospecha en alguno de esos paraísos terrenales que nos hemos fabricado para nuestro disfrute. Qué sabrán esos insulsos de los negocios,  pues el negocio, es el negocio,  así de simple.
¿……? La contestación era un largo silencio.
¿Te dije alguna vez que este  trabajito me está sentando bastante bien?
Un clip al otro lado del teléfono, cortó la comunicación.
Yo desde fuera y, en mi posición de vulnerabilidad, no podía dejarme ver, antes tenía que averiguar de qué se  trataba  aquella historia que parecía ser un entramado de esos que pueden terminar en algo muy pero que muy peligroso. Cuando una voz grave me despierta de mis lucubraciones, cuando llega a mis oídos una voz que sonó cómo un  trueno, mi mente no podía reaccionar se encontraba bloqueada, cuando volví a escuchar de nuevo aquella voz  me puse a la defensiva, pues se estaba volviendo autoritaria cuando dijo con rabia; entra de una puñetera  vez que te estoy esperando,  entro con el cuerpo encorvado y, noté que al mirarme  sus ojos marrones, desprendían un fugaz destello, que me parecieron de un niño travieso, esta observación me intranquilizó tanto, que al instante me puse erguida pues  supuse que podía tratarse de algo maquiavélico y yo, sin saber lo que se estaba tramando, supe que alguien  me estaba  involucrando en algo, que sin duda  era una vil  trama.
 Aquel joven, por su arrogancia supe que se creía el ganador de aquella batalla, y  echando la cabeza hacia atrás me miraba descaradamente mientras recorría su burlona mirada sobre mi anatomía, pero al ver que yo aceptaba  esa mirada desafiante, lanzó una grotesca carcajada, aquella risa ficticia tocó mi fibra sensible, y entonces supe, que algo sobrenatural me estaba pasando, yo nunca había querido creer en esas cosas, pero desde ese momento lo creí y, miré con altanería a aquel joven engreído y le dije: ¿ sabías acaso que  cada ser es dueño de su propio destino?
No le dio tiempo a responderme, pues una nueva llamada telefónica hizo que se distrajera, y precipitadamente descolgó el teléfono, segundos después, contestaba airado, pero, qué me dices, aún no he finiquitado esta operación.
Yo miraba de reojo la puerta esperando el momento oportuno para salir corriendo, pero necesitaba que aquel individuo se involucrara más en aquel asunto para poder saber cómo  desenmascarar aquello  que sin duda guardaba un oscuro propósito.
Como siempre hice, confiada en mi intuición, estaba a punto de conseguir que se dijeran.








sábado, 19 de enero de 2019

Ascemi

Eran las once de la mañana cuando me encontraba en el paseo de Cánovas a la espera de que llegara una amiga para ir de compras, pero su demora hizo que se alteraran mis calmados nervios, hasta el punto de hacerse insoportable la actitud de su impuntualidad. Para hacer más relajada la espera me dirijo a uno de los kioscos de prensa, pido un periódico sin especificar, pues creo que todos informan de las mismas noticias, aunque algunas sean más veraces que otras.
Leo el enunciado de la portada, paso la primera hoja, nada que pudiera interesarme, doblo el periódico y entonces me llama la atención en la contra portada una noticia que se encontraba escrita en negrita, en esos momentos llegó mi amiga sofocada por su tardanza, yo, ya me encontraba menos alterada pues había leído  sólo de pasada una noticia que llamó poderosamente mí atención, le doy el periódico a mi amiga para que la lea y para que me ratificara  si era verídico lo que acababa de leer, y mi amiga ante la información no supo qué decir, sólo me dijo con los ojos muy abiertos ante mi expectante espera, nuestra Ciudad es  merecedora de todo lo que aquí  se anuncia. El  artículo,  lo leyeron las dos una y otra vez,  con el mismo entusiasmo del que encuentra un tesoro.
 El enunciado decía así: Cáceres ha sido elegida  para   que se instale un centro de investigación científica que será  de general importancia, el cual se pondrá en marcha en un periodo de tiempo mínimo.
 Este es un proyecto que una vez ejecutado aportará un gran beneficio a la Humanidad.
Este artículo tan sugestivo para Cáceres nos hizo pensar una vez pasado el entusiasmo del primer momento, que tal vez fuera solo ilusionante, a pesar de que en esta noticia se decía dónde iba a ser su ubicación, pero ante la incredulidad  insistimos  en que era una noticia poco fiable, porque Cáceres siempre fue una Ciudad acostumbrada a ser la hija pródiga de Extremadura, siendo la olvidada por la administración central.
Poco después y ya calmado el entusiasmo por esta noticia, nos surgió esta pregunta será ¿Verdad o ficción?  Y si esta noticia estuviera expuesta   tan extraordinariamente sobresaliente solo para ilusionar a los cacereños, para que después de éste notición  nos anuncien que otros  compromisos adquiridos hacía  difícil su ejecución en esta ciudad. Este pensamiento pesimista nos hizo llegar a pensar que tal vez no deberíamos hacernos ilusiones, porque tal vez en nuestro entusiasmo estábamos rebasando los límites de la credibilidad.
Y si esa propaganda, en su atrevimiento, solo osaba intentar decir, o insinuar a los responsables de ésta importante centro, que desde Cáceres también se puede aportar grandes beneficios a la Humanidad.
 Pero los cacereños no podían consentir que este centro se fuera de Cáceres, así fue cómo un glorioso día nació, el centro de Cirugía de Mínima invasión capitaneado por Don Jesús Usón, más tarde y, con el entusiasmo de muchos cacereños se fundó una asociación que no dejó indiferente a los más remisos, pues en la actualidad y desde su fundación en el 2008 ha conseguido reunir a 802 socios, y eso que todavía queda mucho por difundir cómo y, a qué se dedica este centro que gracias a los ilustres médicos que la avalan  ha llegado a ser importante para la investigación en la cirugía de mínima invasión.
Y así Cáceres desde entonces se siente orgulloso de poseer algo tan grande cómo el albergar en nuestra tierra y en estas instalaciones a  ilustres científicos de todo el mundo, que sanan el cuerpo, pero esta asociación creada por un grupo de cacereños también tiene la función de curar, no sólo la enfermedad, porque se es sabido que también se ha descubierto el antídoto que convierte el ocio en algo lúdico y con ello fomentar la curiosidad por la cultura que es necesaria para que la mente siga  estando sana.
Esta asociación hace que sus socios a parte de colaborar con su donativo simbólico, también  hace de sus actos culturales, reuniones y excursiones a lugares de interés cultural, que los socios saben apreciar porque es una manera de conocerse ya que abarca en su conjunto a gestes variopintas de las cuales también se aprende, y también de este modo poder agrandar el círculo de amistades que sin dudas es importante para salud.
El día 13 a las 12 de la mañana, tuvimos una Gala benéfica, en el Gran Teatro, por supuesto su recaudación era para ayudar a nuestros talentos con becas para que permanezcan en nuestra tierra. La Gala la amenizó con gran señorío Olga María Ramos, a la vez hija de también una grande del Cuplé, su recordada madre Olga Ramos.
Fue una gala entretenida, amena, y que esperamos no muy tarde volvamos a vernos en otros actos lúdicos  que sin medicamentos, saben sanarnos el alma.
No puedo obviar a las personas que desinteresadamente  hacen que todo este engranaje funcione.
 Al Director D Francisco Miguel  Sánchez Margallo.
Dª Basilisa Borrego Borreguero-- Dº Antonio Bueno Flores.
Sr Rojo Herrero-- Sr Rubio González.
Sr Jiménez Plata—Dº Santiago Sánchez—Dª Gloria  Martín—Dª María Victoria Trujillo—Dº Luis Miguel Rubio—Dº Aquilino José Jiménez.
 Y otros muchos colaboradores que hacen que, esta asociación sea una realidad.
Solo me queda deciros que si estáis interesados en haceros socios, podéis hacer una llamada al número 927-18-10-32- ASCEMI centro.
 A todos ellos una gratitud especial por saber llegar a los cacereños, su divulgación.
No es ciencia ficción, es una realidad que yo expongo de la única manera que sé, pido perdón, si con mis ganas de poner mi pequeño granito de arena, puedo haber hecho creer que es un relato.
 ES UNA REALIDAD.

TERESA  



domingo, 13 de enero de 2019

Oro y grana

 Allí en aquel agreste terreno, los toros bravos campaban a sus anchas pactando sin ser molestados, otros astados se hallaban dormitando bajo la sombra de las encinas. Mientras, los invitados eran llevados a un templete o atalaya desde donde se podía  contemplar a tres toros afinados en un toril para ser lidiados, la panorámica del campo desde donde se encontraban se podía apreciar la hermosura de estos animales que desde mucho antes de la época romana estuvieron presentes en nuestra cultura, unos animales valientes y, de raza noble, demostrando en cada corrida a la que se enfrenta al hombre, que con tan sólo su poderosa  fuerza y con su única arma que son sus pitones; mientras tanto el hombre, torero, con un alarde de valentía, se pone ante el astado con un trozo de tela, con el cual lo incita al envite, entonces, el toro acepta  el reto del hombre, enfrentándose  a él con bravura, abalanzándose con poderío, sobre ese trozo de tela de color grana, llamado capote.
Mientras en el encuentro, se produce una fusión hombre fiera. Todo esto bullía en la cabeza de Anna, mientras  eran llevados a una edificación blanca que se encontraba en medio del campo, unas escaleras los conduce a una terraza desde donde se podía ver un pequeño ruedo o tentadero de arena caliente.
 De pronto aparecen en el ruedo el joven que les fue presentado al llegar. El joven es bello como un Apolo, vestido con traje corto andaluz, se acerca para saludar mientras se descubre la cabeza que cubría con un sombrero de ala ancha; tira el sombrero al burladero, a modo de brindis a los asistentes, en esos momentos  se produce una pausa que hace pararse el corazón, se abre la puerta del toril y aparece un astado,  silencio. Entonces a una señal del dueño de la dehesa, el novillero despliega el capote ante un toro negro zaino de 300 k. aquel joven en medio del coso, se encuentra preparado para el enfrentamiento, hombre, fiera, fuerza contra destreza, y entonces, empieza la corrida  bajo un silencio devoto.
Sin apenas percibirlo, y cuando el novillero hacia un quite, un joven espontáneo se planta en medio del ruedo, desplegando un capote raído, descolorido, y antes que los asistentes reaccionaran,  aquel maletilla comenzó a derrochar valor y sabiduría ante la fiera, Anna se entusiasma al ver su valentía, sin poderlo evitar estalló en aplausos, el espectáculo comenzó a ser impresionante, entonces antes de que el público reaccionara, empezó a regalar al público su talento, nadie se atrevía a hablar ante las cuatro cambiadas que dio el aprendiz de torero que, al salir bien la faena se  envalentona aún más, se acerca más al toro, su traje corto se tiñe de barro, entonces hace una revolera que a todos les puso el corazón en vilo, en aquellos momentos y en ese instante todo era emoción, el toro y el torero parecían sentirse a gusto con la lucha mantenida, el espontáneo, con su figura escuálida y esbelta, que adorna con modales elegantes, una elegancia que sólo el valiente  ante el toro derrocha, desde las gradas  parecía un ser mágico.
Anna seguía cada segundo del espectáculo, sin pestañear faena tras faena, el toro parecía complacido ante este reto, entonces él maletilla comienza a regalar al público que se deleita con sus faenas, el público se encontraba borracho de entusiasmo al contemplar cómo el toro dócil seguía los movimientos de su capote, entonces,  decide obsequiar al público enardecido con Chicuelinas, el clamor de los asistentes era de emoción incontenida.
 Con los asistentes puestos en pie,  llegó el momento de poner las banderillas; aquí, el torero, a pesar de tener licencia no tuvo la suerte de su parte, pues el toro al sentir el cuerpo del torero muy cerca de su lomo, al  abalanzarse sobre él, el astado hizo un extraño, no dejando que las banderillas rozaran  su lomo, sufriendo por lo tanto  un fuerte revolcón.
 No obstante aquel incidente no restó el brillo de la actuación, porque para los presentes que aún tenían la miel en la boca por las buenas faenas ejecutadas, el incidente pasó sin la mayor transcendencia. Aquella tarde, y  como diría en su comentario poco después el escritor en una entrevista que le hicieron, que había visto nacer un torero y que en su próximo novela le haría protagonista, pues sin dudas había presenciado el nacimiento de una gran figura.
Poco después  Anna también  en su crónica semanal lo mencionó, ratificando que era un descubrimiento.
El dueño de la ganadería después del espectáculo y, cuando se encontraban tomando un refrigerio en la casa, le pidió al escritor su sincera opinión sobre  la corrida. El escritor contestó, sabes que siempre fui sincero  a la hora de escribir sobre lo que he visto, sé que he visto lo mínimo de lo que puede dar este joven espontáneo. Por lo tanto voy a plasmar de momento, mi testimonio, y argumentaré por supuesto que quiero basar mi próxima novela  sobre toreros extremeños y naturalmente entre ellos estará el hombre que ha hecho de esta corrida una tarde inolvidable.
En la portada del libro—dijo acercándose  al futuro torero— Estoy seguro que haré  una foto tuya saliendo por la puerta grande de Las Ventas en Madrid, mientras una muchedumbre enardecida te gritará entusiasmada.
Anna ante la grandeza del escritor, supo que no se había equivocado, era sin dudas el hombre de su vida, más tarde, ella escribía las crónicas haciéndola literatura.
La emoción ante una corrida de toros a veces para los no aficionados puede ser incomprensible, pero para todo aquel que se siente ESPAÑOL, es sin lugar a dudas una parte de nuestra cultura que no se debe tirar, porque unos cuantos indocumentados todavía no sepan que España tiene sus raíces, las cuales hay que respetar nos guste o no.
Todo es tan simple cómo el estar orgulloso de ser ESPAÑOL.

  FINAL.





domingo, 6 de enero de 2019

Grana y Oro

Aquella tarde y, cuando el sol se ocultaba tras la pequeña colina que se divisaba desde la ventana de su apartamiento, el teléfono sonó haciendo estremecer su cuerpo, era un seis de agosto y, durante todo el día el sol pareció que echaba lava y fuego  sobre la tierra de Extremadura.
Antes de descolgar el teléfono Anna, sacude con desgana su larga y bien cuidada melena morena, se encontraba desde hacía unos días deprimida y sin saber la razón de su estado anímico. Coge el teléfono, una voz inesperada y conocida, le dice desde el otro lado del hilo telefónico.
 Anna ¿cómo estás? Álvaro, ante un silencio prolongado, pregunta de nuevo.
 ¿Estás ahí?
 Para Álvaro, aquel silencio se le hizo insostenible.
Anna, no estaba segura de haber escuchar aquella voz, aunque ésta le llegara a través de un hilo telefónico, hizo que se desconcertara, no podía creer que fuera la misma persona con la que tantas veces había soñado y, que tantas veces en la soledad de la noche creía oír el timbre  de su voz, en esos momentos de confusión creyó que le hablaba muy quedo junto al  “oído” ¿Era realidad?. Sabía que aunque en esos momentos estuviera escuchando su voz,  que por supuesto era totalmente normal, que para ella oyéndola le pareció percibir una caricia, disimulada bajo un susurro y, así fue como Anna sintió aquella voz emitida por un hilo telefónico.
 Álvaro al otro lado del hilo en su espera se impacienta, Anna, me escuchas, acaso te ha molestado mi llamada.
 Pero Anna, no podía hablar, sólo podía escuchar con adoración, porque aquella voz la perturbó  desde la primera vez  que la escuchó.
De nuevo, Álvaro insiste, en que diga algo, esta vez con voz preocupada.
 Anna al fin contesta.
 ¡Sí! Estoy aquí—dijo—perdona, creo que tu llamada me ha pillado por sorpresa, me encontraba en estos momentos dormitando, ya sabes las consecuencias del calor—mintió—y siguió fingiendo una  voz calmada que no sentía, y dijo, dime, ¿necesitas algo de mí?
El motivo de mi llamada, está relacionada con una invitación que voy a proponerte---si te apetece, claro, ¿te gustaría acompañarme junto con tres amigos a visitar una dehesa? No, no te preocupes, no, está lejos de Cáceres, creo que puede ser interesante para todos los que vamos, sobre todo para ti cómo periodista taurina, también podías darme tu opinión sobre lo que vamos a ver, y de paso puedes escribir un artículo sobre los toros en libertad que acampan a sus anchas. 
Pero Anna aún incrédula preguntó, dime al menos para cuando está prevista esa visita y, al no saber cómo seguir la conversación, tengo que saber sobre que es de lo que tengo que opinar,  mientras sonreía de una manera que se hizo patente a través del teléfono.
Entonces,  ¿Aceptas venir? Dijo Álvaro.
Si por supuesto que acepto, iré con mucho gusto, ---bien dijo él—entonces te espero mañana  a las diez de la mañana junto al templete del paseo de Cánovas. Ah, se me olvidaba, creo que no hace falta que te diga la ropa que te tienes que poner para sentirte cómoda y, sobre todo no olvides  el calzado adecuados para andar por el campo.
Anna poco después supo que no se había enterado de casi nada de lo que le dijo Álvaro, tan sólo supo que disfrutó de la caricia de su voz, aquella voz masculina, que desde que lo escuchó hablar le robó el sueño. Anna cuelga el teléfono, mientras recordaba la primera vez que lo vio subido ante un atril disertando como ponente en una conferencia referente a la dehesa extremeña y a la  que ella asistió  y,  que  desde ese mismo instante su timbre de voz fue para ella una daga dorada e hiriente que se le clavó en el alma, no dejándole desde entonces tiempo para el sosiego.
A la mañana siguiente, al despertar sintió una excitación poco habitual en ella, abre el armario, lo cierra al no encontrar los pantalones que pensaba ponerse, busca de nuevo en otro armario encuentra los pantalones, una vez en sus manos, se precipita sobre el mueble zapatero, busca unas botas camperas, de la cómoda coge una camiseta que iba a tono con el atuendo, en la cabeza, pensó ponerse un sombrero de ala ancha de paja.
Aquella noche por supuesto no pudo dormir por la  excitación que supuso  aquella invitación… pero ¿Cómo había pensado en ella? Era nada menos que el famoso novelista que mencionaba en la mayor parte de sus novelas las tierras de Extremadura, entonces a su mente se precipitaron recuerdos de las veces que acudió para oírle hablar sobre tauromaquia en el aula de cultural de la calle Clavellinas,  y hablar de la vida de esos valientes novilleros que impulsan con su valentía a que su fácil pluma pudiera  escribir  sus avatares por los campos.  Y, siempre recuerda que finalizaba la disertación con palabras de aliento para que éstos maletillas siguieran persiguiendo sus sueños.
Anna mientras se tomaba un café con tostadas, lee en la presa uno de los muchos artículos sobre la absurda manía de tienen algunos nuevos políticos que es la de abolir las corridas de toros, estos,  articulistas que solo buscan la oportunidad de que alguien los lea, aprovechan el momento oportuno  de esta moda que queda en entredicho su cultura. Estos artículos la ponían de mal humor. Y cambiando de tema, se preguntaba ¿qué motivo habrá tenido para llamarme?, se levanta de la silla y cómo una niña desvalida  se acurruca en su bata de seda, mientras piensa ¿Habrá sido un sueño? al instante se oyó el teléfono ¿Estás preparada?
Anna en unos segundos  se encontraba junto a los amigos de Álvaro camino de la dehesa en un 4x4, en el trayecto desde Cáceres a Trujillo,  Anna parece perdida, allí, en aquel vehículo y, junto a ella, se encontraban tres escritores de prestigio venidos  de Latino América, Anna no se atreve a hablar se encontraba en estado de shock al sentir en su costado el roce del brazo de Álvaro cuando el coche se tambaleaba al pasar por los socavones de la  tortuosa calleja que los conducía a la dehesa.
La dehesa, como es habitual  en ella se encuentran reses pastoreando; Anna siempre que se encontraba en ese ambiente se emocionaba  allí, pues el campo para ella siempre tuvo un magnetismo especial pareciéndole que todo  se magnificaba cuando contemplaba la grandiosa panorámica que ofrece generosa la naturaleza, algo que es havitual en el variado paisaje extremeño.
 Se bajan del 4x4, caminan por una vereda de tierra que se encuentra  flanqueada por una  tupida alambrada que hace imposible la entrada en la dehesa.

A su llegada, son recibidos por dos jóvenes peones junto al propietario de la dehesa, poco después fueron obsequiados con un refresco para saciar la sed que produce el intenso calor,  después suben a una camioneta dispuesta para que fueran  trasladados hacia un tentadero, pero antes hacen una parada para subir a una torre encalada desde donde se podía divisar la finca que era  un inmenso  alcornocal de fondo, con un suelo limpio por estar barrido cada día por las reses evitando con ello los  incendios forestales. El paisaje no puede ser más duro y tierno a la vez, un binomio que quizás jamás tuvo ninguna tierra.