domingo, 13 de enero de 2019

Oro y grana

 Allí en aquel agreste terreno, los toros bravos campaban a sus anchas pactando sin ser molestados, otros astados se hallaban dormitando bajo la sombra de las encinas. Mientras, los invitados eran llevados a un templete o atalaya desde donde se podía  contemplar a tres toros afinados en un toril para ser lidiados, la panorámica del campo desde donde se encontraban se podía apreciar la hermosura de estos animales que desde mucho antes de la época romana estuvieron presentes en nuestra cultura, unos animales valientes y, de raza noble, demostrando en cada corrida a la que se enfrenta al hombre, que con tan sólo su poderosa  fuerza y con su única arma que son sus pitones; mientras tanto el hombre, torero, con un alarde de valentía, se pone ante el astado con un trozo de tela, con el cual lo incita al envite, entonces, el toro acepta  el reto del hombre, enfrentándose  a él con bravura, abalanzándose con poderío, sobre ese trozo de tela de color grana, llamado capote.
Mientras en el encuentro, se produce una fusión hombre fiera. Todo esto bullía en la cabeza de Anna, mientras  eran llevados a una edificación blanca que se encontraba en medio del campo, unas escaleras los conduce a una terraza desde donde se podía ver un pequeño ruedo o tentadero de arena caliente.
 De pronto aparecen en el ruedo el joven que les fue presentado al llegar. El joven es bello como un Apolo, vestido con traje corto andaluz, se acerca para saludar mientras se descubre la cabeza que cubría con un sombrero de ala ancha; tira el sombrero al burladero, a modo de brindis a los asistentes, en esos momentos  se produce una pausa que hace pararse el corazón, se abre la puerta del toril y aparece un astado,  silencio. Entonces a una señal del dueño de la dehesa, el novillero despliega el capote ante un toro negro zaino de 300 k. aquel joven en medio del coso, se encuentra preparado para el enfrentamiento, hombre, fiera, fuerza contra destreza, y entonces, empieza la corrida  bajo un silencio devoto.
Sin apenas percibirlo, y cuando el novillero hacia un quite, un joven espontáneo se planta en medio del ruedo, desplegando un capote raído, descolorido, y antes que los asistentes reaccionaran,  aquel maletilla comenzó a derrochar valor y sabiduría ante la fiera, Anna se entusiasma al ver su valentía, sin poderlo evitar estalló en aplausos, el espectáculo comenzó a ser impresionante, entonces antes de que el público reaccionara, empezó a regalar al público su talento, nadie se atrevía a hablar ante las cuatro cambiadas que dio el aprendiz de torero que, al salir bien la faena se  envalentona aún más, se acerca más al toro, su traje corto se tiñe de barro, entonces hace una revolera que a todos les puso el corazón en vilo, en aquellos momentos y en ese instante todo era emoción, el toro y el torero parecían sentirse a gusto con la lucha mantenida, el espontáneo, con su figura escuálida y esbelta, que adorna con modales elegantes, una elegancia que sólo el valiente  ante el toro derrocha, desde las gradas  parecía un ser mágico.
Anna seguía cada segundo del espectáculo, sin pestañear faena tras faena, el toro parecía complacido ante este reto, entonces él maletilla comienza a regalar al público que se deleita con sus faenas, el público se encontraba borracho de entusiasmo al contemplar cómo el toro dócil seguía los movimientos de su capote, entonces,  decide obsequiar al público enardecido con Chicuelinas, el clamor de los asistentes era de emoción incontenida.
 Con los asistentes puestos en pie,  llegó el momento de poner las banderillas; aquí, el torero, a pesar de tener licencia no tuvo la suerte de su parte, pues el toro al sentir el cuerpo del torero muy cerca de su lomo, al  abalanzarse sobre él, el astado hizo un extraño, no dejando que las banderillas rozaran  su lomo, sufriendo por lo tanto  un fuerte revolcón.
 No obstante aquel incidente no restó el brillo de la actuación, porque para los presentes que aún tenían la miel en la boca por las buenas faenas ejecutadas, el incidente pasó sin la mayor transcendencia. Aquella tarde, y  como diría en su comentario poco después el escritor en una entrevista que le hicieron, que había visto nacer un torero y que en su próximo novela le haría protagonista, pues sin dudas había presenciado el nacimiento de una gran figura.
Poco después  Anna también  en su crónica semanal lo mencionó, ratificando que era un descubrimiento.
El dueño de la ganadería después del espectáculo y, cuando se encontraban tomando un refrigerio en la casa, le pidió al escritor su sincera opinión sobre  la corrida. El escritor contestó, sabes que siempre fui sincero  a la hora de escribir sobre lo que he visto, sé que he visto lo mínimo de lo que puede dar este joven espontáneo. Por lo tanto voy a plasmar de momento, mi testimonio, y argumentaré por supuesto que quiero basar mi próxima novela  sobre toreros extremeños y naturalmente entre ellos estará el hombre que ha hecho de esta corrida una tarde inolvidable.
En la portada del libro—dijo acercándose  al futuro torero— Estoy seguro que haré  una foto tuya saliendo por la puerta grande de Las Ventas en Madrid, mientras una muchedumbre enardecida te gritará entusiasmada.
Anna ante la grandeza del escritor, supo que no se había equivocado, era sin dudas el hombre de su vida, más tarde, ella escribía las crónicas haciéndola literatura.
La emoción ante una corrida de toros a veces para los no aficionados puede ser incomprensible, pero para todo aquel que se siente ESPAÑOL, es sin lugar a dudas una parte de nuestra cultura que no se debe tirar, porque unos cuantos indocumentados todavía no sepan que España tiene sus raíces, las cuales hay que respetar nos guste o no.
Todo es tan simple cómo el estar orgulloso de ser ESPAÑOL.

  FINAL.





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