Este relato
decidí escribirlo, pero sin entender la razón por el cual mi subconsciente me
impidió fijar el lugar real donde transcurrió esta historia, porque desde el mismo instante en que me encontré ante el
folio en blanco, sin motivo aparente éste con su nívea blancura me impresionó
ante lo que se me antojaba escribir a pesar de ignorar que era lo que iba a
contar, pues empecé a sentir una de esas sensaciones para mí totalmente
desconocida, que me hizo temblar ante lo que pudiera salir de mi imaginativa
cabeza después de los acontecimientos extremos que había vivido.
Entonces supe
y desde ese mismo instante en que mis dedos atraparon aquel objeto fino y
alargado llamado bolígrafo, me encontré sumido, o mejor dicho integrado en la
historia.
Quizás todas
estas sensaciones vividas fueran la consecuencia de que mi mente en esos
momentos se sentía debilitada ante unos misterios que sin haber sido
planificados de ante mano quise descubrir llegando a ser parte importante de mi
vida durante un largo año.
Todo empezó
cuando aquel día decidí salir de mi casa para ir en busca de aventura que
pudiera calmar la ansiedad de mi tediosa vida. Entonces y sin pensarlo dos
veces me encaminé por sendas estrechas, tortuosas, bordeé profundos acantilados
adentrándome sin temor por bosques inhóspitos que apenas se podía caminar por
su densa vegetación, haciéndome llegar a dudar si estaba viviendo de día o de
noche, hasta ese momento todo me resultaba interesante, pues nunca creí que mi
ego se ensalzara tanto cuando empecé a conocer parajes tan aislados de la
sociedad en la que me encontraba viviendo, donde al caminar y tan sólo de vez
en cuando sentía que mi soledad estaba siendo enriquecida al encontrarme con
alguna de esas familias nómadas, aunque por supuesto yo nunca ejercí precisamente de inmovilidad, pues
siempre seguí la ruta que me marcada el destino.
Nunca se me ocurrió
contar los días que caminé sin rumbo, quizás pasaron ante mí semanas, tal vez
meses, pero ese era un detalle poco importante para mí al no ser precisamente mi preocupación.
Después de
mucho caminar y con los pies doloridos, de repente y de manera sorprendente me
encontré ante una cabaña que parecía estar abandonada en medio de un bosque de
enormes hayedos donde se me antojó que
aquel entorno pudiera ser propicio para ser quizás el escenario de numerosas
leyendas que inducen al misterio.
Me acerco a la
cabaña, empujo la puerta que gime bajo la presión de mi mano al ser empujada
con mano firme, se abre de par en par, miro hacia dentro, me asombro al ver que
se encontraba limpia, entonces recorro con la mirada la estancia, nunca supe el
por qué pensé en los motivos que podía haber para que careciera de luz, eléctrica
ni de agua corriente, ni tan siquiera de la luz natural que recibimos del sol
al carecer de ventana, este pensamiento en esos momentos me contrarió, pues
nunca pensé que se pudiera vivir sin luz y sin agua, pero al instante pensé que
este detalla podía ser lo de una aventura más, algo que me pareció positivo
pues cuando llegara a mi casa podría valorar todo aquello que poseía, pues era
todo lo que lo que se puede desear.
Minutos
después mi mente se pone en alerta ¿cómo podía haber pensado que aquella cabaña
tuviera luz y agua? Me tranquiliza el pensar que todo pudiera ser la
consecuencia de que mi cuerpo se encontraba cansado y hambriento necesitando
renovar fuerzas.
Poco después,
me invadió un sopor que hizo que me quedara dormido en el único camastro que
había en la cabaña; aquella noche era la primera en muchos días que dormía bajo
techo, mientras me acurrucaba al calor de la única manta que allí había, no
sentí nada que pudiera enturbiar la calidez de aquella manta, pero a mí pesar
fue la única protagonista de la noche.
Por la mañana
al despertar, y cuando recorro la vista por la estancia después de haber
descansado plácidamente, no podía creer lo que estaba contemplando mis ojos,
pues se abrieron desmesuradamente ante aquella visión.
El terror que
sentí hizo que mi cuerpo se inmovilizara no permitiéndome mover ningún músculo;
poco después y, con la intención de auto calmarme quise convencerme que todo lo
que me estaba pasando era tan solo una alucinación a consecuencia del estado de
inanición en el que me encontraba y que llevaba arrastrando desde hacía no
sabía cuántos días.
El suelo de la
cabaña estaba manchado de sangre, una sangre espesa y negra que no parecía
fuera de ningún animal.
Poco después y
cuando creí recuperar las fuerzas me levanto del camastro, salgo de la cabaña todo
lo precipitadamente que me permitían las piernas, tenía que respirar el aire
puro de aquel bosque, pero al abrir la boca para oxigenar mis pulmones pude
apreciar que mi cuerpo se encontraba envuelto en un clima húmedo y frío que me hizo estornudar al
contacto con mis huesos que empezaron a
rilar como si fueran las cuerdas de una guitarra cuándo su supuesto intérprete
sin motivo aparente deja de tocar bruscamente.
Mi mente en aquel mismo instante en que me vi envuelto
en aquel lúgubre paisaje y en esa espesa niebla que como en un cuento de ogros
parecía querer engullirme. No supe el tiempo que pudo transcurrir hasta que aquella atmósfera extraña empezó a
diluirse de entre el dosel arbóreo ante mis aterrados ojos; entonces descubrí
que aquel paisaje, no parecía el mismo al que horas antes me pareció idílico,
ahora ante mi lo veía inhóspito, insalubre, el suelo se encontraba empapado de
humedad por donde casi no se podía caminar, aquel paraje—pensé- sólo podía ser
habitado por proscritos y criminales huidos de la justicia.
En un impulso
decido entrar de nuevo en la cabaña, miro con ansiedad pues ante mis ojos todo
parecía estar normal igual a como la encontré antes de quedarme dormido, el suelo
ensangrentado había desaparecido todo lo que vi al despertar, en mi mente desapareció
la imagen de aquel cuchillo ensangrentado que aún mantenía en su filo asesino
trozos de inmundicias humanas incrustadas dejando así el sello inconfundible de
los desalmados.
Entonces y en esos momentos no podía ni pensar
al encontrarme con el cuerpo contrito, entonces me dejo caer en un taburete,
tenía que reflexionar sobre todo lo que me estaba ocurriendo antes de
encontrarme con aquella cabaña; entonces se percata que el taburete en apariencias
parecía estar fabricado de plástico
duro, al sentarme sentí al instante que mi cuerpo se hundía de manera
irracional en el asiento, mis glúteos se encajaron hasta llegar a engullir mis caderas hasta
atrapar más tarde mis brazos que se quedaron inmovilizados en Seguirá.
Genial Teresa, sigo leyendo tus intrigantes relatos.
ResponderEliminar