Los engaños ya se han terminado,
la tierra es lo mejor que nos ha dado el creador, pero sólo para que sea
trabajada y, siempre, según tenga cada
individuo la preparación adecuada a su función a
desarrollar, pero, que sepas que no ha sido creada para que entre unos cuantos como tú que se
creen “iluminados” se repartan las riquezas que no corresponde, dejando con vuestra desmedida avaricia a todo ser viviente
morir de hambre y sin la posibilidad de poder ejercer sus naturales habilidades
trabajando. Digo todo esto, porque yo también formo parte activa de este
colectivo que necesita el trabajo para poder subsistir y que, a pesar de
ostentar un puesto relevante, cómo el que ostento, que creo que ya a estas
alturas debes estar informado, ahora me doy cuenta de que también estoy siendo
una víctima más de vuestra insaciable avaricia.
El joven sonríe mientras me miraba, pero su sonrisa no parecía de satisfacción, era de rabia contenida al
saber que yo le estaba poniendo en una muy difícil situación la cual podía
impedir que se saliera con la suya.
Mi forma de pensar había cambiado
y todo sucedió aquella noche en que vi aquella sombra fugaz en el pasillo de mi
casa que hizo que cayera sobre mí el terror de una desolación colectiva que se
podía haber evitado, yo sé que tuve en mis manos el poder de evitar muchas desgracias
colectivas, al ostentar el cargo de asesora de uno de estos grandes hombres que, por cierto, nunca
conocí ni conoceré físicamente. Es difícil de entender pues nunca dan la cara.
Yo sólo fui un figurante más.
A esto se le da en llamar “conceptos
discutidos y discutibles”
La verdad que ni yo misma me he
parado a pensar qué puede significar esa frase.
Tengo aún en mis manos unos documentos en los
cuales se dice que con sólo una firma mía, se puede accionar el mecanismo de
una espoleta de una granada, sólo este pensamiento me hace temblar de horror
pudiendo con ella darles a elegir a
cualquiera de ellos que pudieran
decidir que nación puede ser la destinataria, yo pienso que esa atrocidad puede
camuflarse cómo el que puede elegir el menú del día en cualquiera de los
restaurantes repartidos por él mundo, y poder ejecutar sus obras cuando a
“ellos” les plazca, sin ni siquiera despeinarse; eso sí después de haber
tenido conversaciones que pueden llegar,
según les venga avíen ser beligerantes o contradictorias según sus intereses,
dando así comienzo a su lucrativa estratagema que finamente les dan por llamar “Estimación
de intenciones
Esta frase tan rebuscada es como
si fuera una frase fetiche, porque si salen mal las cosas, pueden demostrar que
esta cúpula invisible no tiene nada que ver con el comienzo de las guerras, por
lo tanto se lavan las manos.
También se ocultan en la clandestinidad cuando
no pueden controlar en el momento adecuado sus intereses y se encuentran que tienen en su contra a toda la humanidad.
Entonces, pacientemente esperan que llegue otra ocasión más propicia para hacer
que los pueblos se desintegren bajo las asesinas bombas.
Tengo en mi poder unos documentos
que acreditan que todas estas aberraciones se gestan en las sombras de la
clandestinidad que suelen organizar.
Ya sé que ellos
necesitan que los documentos que poseo sean destruidos para que no caiga
ninguna sospecha sobre ellos. Pues es cierto que en este mundo hay hombres que,
en su ambición desmedida, ven algo que desean y creen que pueden apoderarse de
ello, sin tener en cuenta el precio que pagan los indefensos ciudadanos del
mundo.
Creo que va siendo hora de acabar
con tanta ambición e hipocresía.
El joven, al verme tan decidida y
locuaz por decir todo aquello que me quemaba la garganta, encogió su cuerpo,
parecía haber perdido la lozanía de la que hacía gala, el silencio que reinaba
en aquella alcoba palaciega, se podía masticar.
Cuando llegué a casa, enchufé mi videocámara,
y puse en relieve la importancia de la decisión que había tomado como asesora
política y económica, no dudando ni un segundo en argumentar mi desacuerdo ante
tan grave desatino, pues dentro de mí se había anidado el llanto de un niño que
representaba a cientos de ellos que llegan a morir de inanición por culpa de
esos pactos, que sólo benefician a unos cuantos, mientras el resto de la
humanidad carece de lo más esencial.
Cuando di por terminado lo que me
agobiaba, desconecté.
Miro a mí alrededor y me doy cuenta de que me encontraba sola como
siempre.
Encima de mi mesa de despacho aún
se encontraban los polémicos documentos que me negué a firmar, doy un paso
atrás al ver cómo el sillón giratorio que yo utilizaba, giraba, lo hacía con
tanta velocidad que los documentos comenzaron a volar por el despacho por el
efecto de una centrifugación.
Un leve polvo cósmico se apoderó
de mi despacho no pudiendo saber a dónde
habían ido a parar los documentos.
Y, de nuevo vuelvo a recordar al joven.
¿Dónde se encontraba?
¿Había desaparecido?
Me dirijo a mi alcoba.
En esos momentos decido, que si
quiero dormir sin sobresaltos, debo saber en quién confiar los secretos que
guardo en mi alma y, cuando una se siente segura de lo que va a hacer,
entonces, comunicárselo a todo aquel que
por su voluntad quiera escuchar todo aquello que aprendí que los errores no se deben repetir.
Todas las importantes decisiones
deben servir para que la convivencia humana sea agradable para todos.
Un suspiro me hace cambiar de
postura, mi cabeza parecía no dejar de pensar.
Entonces volví con la obsesión
que me intranquilizaba.
Tú, la encarnación del lujo, la belleza
y, por lo tanto, engendro del mal, aquí en mi alma no podrás volver a
encontrar jamás cobijo para tus ambiciones.
Y, como sabía que me encontraba
sola, hablé más alto que nunca.
¿Acaso no oyes los llantos de
esos niños que piden comida?
¡No claro que no!
Pero, yo sí,
Un ruido de coches que tocaban
sus claxon; me hacen levantarme de la cama, me asomo a la ventana, la calle era
una fiesta, los humanos habíamos derrotados
entre todos a los poderosos “iluminados” haciendo entre todos que recuperaran
su cordura, pues las guerras habían terminado.
Una vez levantada me dirigí hacia
mi despacho, busqué en mi archivador los documentos que, escritos en clave,
guardaba.
Todo había desaparecido.
Me dirijo al cuarto de estar
dónde se encuentra el televisor, lo conecto, y, entonces, asombrada, veo cómo
aquel joven de belleza espectacular, caminaba escoltado por la policía y
esposado. Su aspecto, no era el mismo, desde mi televisor, lo vi vestido igual
que todos esos hombres que huyen de sus
hogares en precarias condiciones en pateras, sucios, y mal nutrido.
Y, ahora qué.
Hablo como si todos aquellos
responsables me escucharan.
¿Creéis acaso que un pensamiento único puede
literalmente transformar el mundo a su antojo?
No el hombre debe ser libre para que pueda ser el dueño
de sus actos y auténticos soberanos de este nuestro Universo.
Aquella noche al acostarme dejé
la ventana abierta, un lucero se posó en ella iluminando mi relajado sueño,
nunca más necesité que nadie cubriera mi espalda, pues la tranquilidad de saber
que….un susurro hizo que me quedara profundamente dormida.
Final
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