domingo, 10 de marzo de 2019

La partida de ajedrez


Aquel día y como muchos otros que le precedieron, Anna se encontraba apática, sin apenas ganas de hacer nada, se sentía sin energías para seguir adelante, pero cuando llegaba el atardecer siempre solía animarse quizás fueran momentos breves pero le hacía sentirse optimista.
Serían las cinco de la tarde, a esas horas siempre se encontraba sentada junto a la mesa camilla acurrucada con la vestidura de lana que la cubría, y que al arroparse le tapaba casi el pecho, quizás lo hiciera para que el calor del brasero de picón la calentara más. A veces para entretenerse  tejía  de donde salían pequeños jerséis que donaba a la parroquia, pero cuando verdaderamente se sentía feliz era cuando reanudaba la lectura de uno de los libros  que desde hacía un tiempo no se cansaba de leer y releer sin sentir  cansancio por ello.
La historia de aquel libro sin saber por qué la fascinó a pesar de la aparente y simple lectura, en realidad no era nada especial, pero para ella  cuando lo tenía entre sus manos estas parecían temblar.
La historia comenzaba en una cocina grande destartalada que pertenecía a una de esas casas antiguas, allí solía encontrarse cada día cocinando  una mujer que parecía resignada a su destino,  pues siempre se encontraba ante una cocina de hierro atizando las brasas de carbón con un soplillo de esparto. Una mañana y mientras esperaba ansiosa a que la olla rompiera a cocer, una visita inesperada hizo cambiar su vida, la noticia que le dieron cayó como un rayo sobre ella, no sabía que era lo que podía hacer, pues le acababan de dar la noticia de que su esposo había muerto en un accidente ferroviario.
Una vez calmada, dio rienda suelta a sus pensamientos que siempre estuvieron atrapados por la intolerancia de su esposo hacia ella, una risa casi atemporal salió de su afligida garganta, en unos minutos se encontraba saltando sin control mientras gritaba soy libre, al fin soy libre. Entonces y en aquel momento de euforia, su ánimo se exaltó tanto que su corazón no lo resistió y cayó al suelo herida de muerte.
Desde aquel día la casa y después del sepelio se cerró a cal y canto, mientras los vecinos del barrio observaban cómo cada atardecer se oían conversaciones  que salían por la única ventana que quedó abierta, los vecinos intrigados comentaban entre ellos desconcertados que algo sobrenatural pasaba en aquella casa, pues a veces y en días puntuales  entraban en la casa personajes atípicos donde algunos vestían con librea morisca, mientras tanto en la enorme cocina y en la mesa tocinera tapada con un mantel de color púrpura descansaba un tablero de ajedrez, sentados ante él dos hombres, que parecían esperar órdenes para comenzar la partida, aquel día el ambiente se notaba algo tenso, unos momentos después Anna en pie y con un cronómetro en su mano hace la señal para comenzar la partida.
Solo unos pocos eran los que se encontraban como espectadores, y esperaban atentos el primer movimiento, al transcurrir los minutos previstos y no ver ningún trebejo,  notaron que los jugadores no hacían ningún movimiento porque  a pesar de tener los ojos clavados  en el tablero, estaban sufriendo una rara suerte que les impedía apartar los ojos del tablero mientras sus manos se encontraban paralizadas, unos segundos después y ante el silencio expectante de los pocos asistentes, las piezas comenzaron a moverse por decisión propia, todos se quedaron mudos, pálidos, pues creyeron que las piezas  las movían los fantasmas.
Anna ante la forma tan extraña en la que se estaba desarrollando la partida, se levantó de su observatorio, y mientras hacía una exclamación, y sin apenas pensarlo, tiró del mantel volcando el tablero precipitando los trebejos al suelo que en el impacto rodaron hasta dar en los pies de un hombre corpulento que daba muestras de encontrarse dominado por la ira, una ira sombría y rubicunda que con solo mirarlo espantaba, mientras tanto se mesaba sus cabellos negros y relucientes, todos miraban expectantes al no saber de dónde había salido aquel personaje, mientras lo miraban, el hombre comenzó a golpearse el pecho. Nadie osaba moverse.
Anna se agachó para recoger las piezas que se encontraban esparcidas por el suelo de la cocina, cuando las tuvo todas, las puso encima de la mesa, poco después los jugadores de nuevo se colocaron en sus puestos, uno de los jugadores nada más sentarse se incorporó para levantarse, mientras decía con voz pesarosa, señores lo siento pero yo no juego esta partida, este tablero está poseído por una fuerza maligna.
 El hombre airado se interpuso entre la silla y él impidiéndole que abandonara su sitio, de nuevo se reanudó la partida, los ajedrecistas presos de una fuerte presión, no percibían que la piezas las estaban moviendo con soltura y precisión agotadora para los espectadores, lo que estaba sucediendo en el tablero era como si unas manos invisibles estuvieran dirigiendo los movimientos, los jugadores tardaron en percibir lo que estaba pasando, pero al murmullo que se generó a sus espaldas les hizo reaccionar, entonces con ojos atónitos se sintieron presos de un brutal desasosiego.
Uno de los pocos espectadores que se hallaba vestido con una librea morisca—dijo—todas las cosas que pasan en la tierra, todas, tienen su fundamento—
Uno de los trebejos al caer al suelo dejó a su alrededor una estela de sangre, sangre negra casi coagulada, unos de los participantes al ver el suelo manchado nervioso se atrevió a decir esta sangre es de uno de los que estamos aquí, por lo tanto deberíamos suspender la partida, podemos reanudarla otro día, todos se miraron no sorprendidos, estaban aterrados, y fue cuando el gigante dijo en voz alta, de aquí no se mueve nadie, tengo que saber cuál de vosotros  que os encontráis aquí ha sido el que ha propuesto esta partida,  porque  no podéis decir que esta es una partida normal, aquí y en este tablero se ha hecho  una apuesta de sangre, porque acabo de oír, por cierto con una voz casi  imperceptible, a alguien que decía “Sar”
¿Alguno de los que están aquí sabe su significado?
Una voz temerosa se atrevió a decir “Venganza”.
El gigante refiriéndose a todos los presentes dijo con voz que parecía de otro mundo.
¿Se puede saber quién ha sido  el que ha hecho esta apuesta en esta jugada?



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