sábado, 16 de marzo de 2019

La partida de ajedrez

Nadie respondió en ese instante pues los dos jugadores cayeron fulminados al suelo cuando nadie les había tocado. Unos minutos después y después de una deliberación se pusieron  de acuerdo corroborando que aquel tablero debían destruirlo pues desde que comenzó aquella partida les había proporcionado graves problemas, dos de los se encontraba de espectador  se dieron cuenta de que se encontraban en el suelo inánimes, pues su rostro demostraba con su palidez que nunca había corrido sangre por sus venas.
La partida fue suspendida disolviéndose la reunión.
El gigante parecía con esta decisión querer ignorar lo que estaba sucediendo en aquella arcaica cocina, y sin más preámbulos comenzó a hablar mientras todos lo miraban expectantes.
Creo que sabéis poco de este juego, lo digo porque yo fui el que lo traje de Indostán, fue en una época para vosotros remota, si, no me miréis de esa forma que me estáis dando a entender que yo soy el que no entiende nada sobre este juego. Todos seguían callados, os digo todo esto porque veo que no sabéis aún el por qué en cada una de estas piezas recae un cometido específico.
Inicialmente a este juego lo llamé Chaturanga. Nadie hizo mueca alguna al escuchar el nombrecito, el hombre siguió hablando, todo comenzó a perfilarse en mi cabeza cuando observaba  el ejército Indio, pues yo, el  que siempre supe escaquearme de las batallas y, mirándose así mismo hizo un gesto que sólo fue percibido por Anna; aunque no lo parezca preferí buscar otra forma de lucha, lucha  donde no hubiera sangre, en aquellas guerras como sabéis se utilizaban los elefantes, carros,  y caballos para la infantería, pero los pobres peones se llevaban la peor parte al ir a pie por ser la fuerza de choque de una infantería al mando del rey y su visir.
Todos seguían mudos. La verdad es, que en estos momentos no deseo que me miréis como si hubiera surgido de las brumas de los siglos. Ahora que ya sabéis algo más, sobre este juego enigmático, por mi parte podéis seguir con la partida.
 Ha dijo momentos antes de desaparecer tened cuidado con el enrroque, pues debéis tener presente en la partida  que es la consecuencia de la jugada que se hace conjunta con el rey y la torre al mismo tiempo, tampoco se debe olvidar que “Alfil”   
Es una palabra que proviene del árabe, ya sabéis “Fil-elefante”, bueno por el momento sabéis algo más, espero no tener que volver para deciros los movimientos que tenéis que hacer, ha, sobre todo no olvidéis que en Persia Sha-Mat, significa rey muerto, o como decís aquí “jaque-mate”, y desapareció.
Anna decide convocar otra partida para un mes después, pero cuando retiró una de las sillas vio un pedazo de papel, lo coge, y al leerlo se estremeció.  En ella decía por ahora puedes relajarte, parte de mi venganza se ha cumplido, a ti Anna, te recomiendo que hagas desaparecer el tablero junto con las piezas, debes tener en cuenta que su desaparición es importante para la seguridad de las religiones del mundo.
También te recomiendo no volver a esta casa, ya que fuiste la artífice de mi muerte.
Anna no entendía lo que decía aquel papel, pero siguió leyendo, para ti te tengo preparada una sorpresa, que tal vez puede que te guste, pues acabo de pensar que debía ser yo el que esconda el tablero para estar más seguro de que nunca más salga a la luz.
Anna se puso a temblar cuando se oyó un ruido ensordecedor que pareció que su origen era en la misma casa, una mujer que por allí pasaba comentó a otra vecina que se encontraba asomada a la ventana, en esta casa parece que está ocupada por espíritus.
Cuando Anna cerraba el libro, siempre  hacía el mismo ritual,  se acurrucaba entre la vestidura de la camilla, y con una mueca indefinida se decía para sí misma, a mí nadie me hecha de esta casa.
Un movimiento sísmico hizo desaparecer la casa, alguien buscó entre los escombros quizás buscaba el tablero de ajedrez, pero lo que encontró fue el libro que tanto gustaba a Anna, desde entonces el que cogió el libro dejó de tener paz, una noche lo tiró a la basura, pero al día siguiente volvió a aparecer encima de la mesa.
A aquel hombre unos meses después lo encontraron muerto con el libro en las manos junto con una  ficha de ajedrez, la ficha era una dama.
Al poco tiempo y cuando transcurría una soleada mañana de Febrero, sentada en uno de los veladores de la Plaza Mayor de Cáceres, destacaba entre los turistas que tomaban refrescos en las terrazas, una mujer vestida a la usanza islámica, que sin querer llamaba la atención de los transeúntes, era una mujer hermosa de aspecto sereno, destacando en ella que bajo su brazo parecía aprisionar un estuche cuadrado de madera, del cual y a intervalos solían salir destellos azules. Un grupo de jóvenes al ver aquel resplandor se acercan, pero en unos segundos en la mesa sólo quedaba una ficha del juego de ajedrez, era La Dama.
En ella se podía leer, la partida aún no ha terminado.



FINAL



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