sábado, 27 de abril de 2019

Todo Comenzó en Mielec

Queridos lectores y amigos:
Ya se ha solucionado el problema de disponibilidad de mi libro en papel Todo Comenzó en Mielec.
Por condiciones de Amazon no se puede vender ningún libro que contenga en su portada o interior ninguna cruz gamada, ya que este libro se vende en todo el mundo.
Una vez quitados estos símbolos, tenéis disponible por fin vuestro ejemplar en papel.
Aún así, os invito a que leáis los capítulos que tiene Amazon a disposición de los usuarios.
Os dejo el enlace:
https://www.amazon.es/Todo-comenz%C3%B3-Mielec-TERESA-S%C3%81NCHEZ/dp/1090862490

Gracias por vuestro apoyo, los libros sin lectores no son nada.
Un abrazo.






lunes, 15 de abril de 2019

Llegó el día

Eran las diez de la mañana cuando me encontraba conduciendo el jeep que me introducía por la escarpada y estrecha vereda que conduce a la finca de mis antepasados. Cuando me estoy acercando empiezo a notar una gran ansiedad y comienzo a sentir cómo mi alma se funde con el agreste paisaje haciendo que mi pie  pise el acelerador machacando sin piedad los amortiguadores.
La puerta, una verja grande y pesada  se encontraba abierta de par en par. La casona abandonada desde hacía mucho tiempo, se veía curiosamente desde fuera en perfecto estado de conservación.
Con mano firme, abro la verja, ruedo hasta llegar a la puerta principal y, al asir la aldaba de hierro con su gran boca abierta, y abrir la puerta, ésta bajo la presión de mi mano cruje, produciendo un sonido hueco y seco. Entro en el amplio zaguán amueblado con los mismos muebles de siempre, que precede a un ancho y oscuro pasillo, detengo mis pasos al recordar las pesadillas que siempre me causó cuando jugando con mi hermana,  alguien nos apagaba la luz, todo allí me traía recuerdos  de mi niñez…
Subo al piso superior, el suelo como siempre cruje bajo mis pies, provocando con el peso de cada uno de mis pasos que el techo de madera del piso inferior viejo y quejumbroso esparciera una tierrilla desagradable sal desprenderse, que a veces al caer sobre nuestras cabezas llegaba a molestar en los ojos. Miro curiosa los cuadros colgados en la pared siempre me parecieron que tenían ojos acusadores.
Entro en el salón que siempre  me pareció enorme; pero que en estos momentos lo estaba viendo pequeño y lúgubre al encontrarse los muebles tapados. Entonces no entendí el por qué vinieron a mi mente  recuerdo cuando un día mi madre me cogió la mano y, yo gimotee porque no quería ir al colegio, yo sólo quería jugar en el jardín.
Ahora todo me parece un lugar fantasmagórico y tétrico, pues los muebles escondidos tras las sábanas parecen crepitar a mi paso a modo de saludo y, esto me aterra.
Me encuentro muy cansada, y entonces descubro el sillón favorito de mi abuelo, me siento en él. Y siento que los recuerdos se aglomeran en mi mente, la cabeza empieza a dolerme, cuando creí oír, como si se encontrara  a mi lado la voz de un niño que gritaba.
Mamá, mi hermana me ha quitado la pelota.
Mientras una niña corre con desenfreno, y que al dar un traspié, cae por las escaleras rodando mientras llamaba a su madre con un hilo de voz agónico. Más tarde un silencio sobrecogedor se apoderó de la casa.
Y, entonces recuerdo que mi madre ante la situación reacciona con un grito desgarrador, una mano despiadada me apretó fuertemente por los hombros y me encerró  en mi cuarto.
Nunca supe los días que estuve encerrada con una vieja sirvienta, para más tarde llevarme sin más a un internado. Aquellas evocaciones comenzaron sin piedad  a martillear  las sienes, haciendo que me doliera terriblemente la cabeza.
Desde entonces supe que la casa se encontraba vacía, y yo después de muchos años de ausencia vuelvo de donde salí con mis recuerdos, aquí, en este salón, sola, parezco una intrusa rodeado de muebles tapados que parecen espectros. La luz del atardecer entra tímida por una rendija de la ventana, yo me quedo dormida.
En mi duermevela no veo cómo una sombra se deslizaba por debajo de la puerta hacia mis pies, ante este virtual contacto experimento  una rara sensación que hace estremecer  mi cuerpo.
La lámpara del techo se pone en movimiento como su hubiera un seísmo, entonces al mirar creo ver que  el balanceo lo producía  una niña que subida en la lámpara me miraba con sonrisa malévola y con regocijo.
Recorro la vista por el salón queriendo encontrar  algo que me dijese lo que estaba pasando, pero sólo vi que en el sofá se encontraba una dama anciana, bien vestida haciendo crochet, y que con sus ojos profundos parecía vigilar con autoridad la estancia, una sirvienta entra con una bandeja que contenía una tetera  humeante, la dama mira el reloj de pared, mientras masculla  son las cinco de la tarde, y la visita que espero se retrasa.
 Esto la contraría.
El guarda de la finca, un hombre tullido con nariz aguileña y tez extremadamente pálida se acerca para comentarle algo a la chica de servicio, que inmediatamente se lo transmite a la señora, entonces sin miramientos la señora  le da un codazo en el estómago que le hace salir del salón sollozando.
Distraída  miro hacia arriba, y veo que la niña del columpio lamparín, se tocaba  la cabeza, me aterro al ver que la tenía partida por la mitad, poco después con sus manitas y como si de un juego se tratara se la recompone colocándose  los ojos que se encontraban fuera de sus órbitas, sus piernas partidas se movían sin control haciendo que sus huesos al chocar produjeran un sonido de castañuelas.
Una sombra que parecía encontrarse acurrucada en una esquina, con lentitud se pone en pie, se acerca a mí para posar su mano temblorosa y fría cómo un témpano sobre mi frente, un estremecimiento sacude mi cuerpo que se encontraba inerte.
El Clavicordio que solía tocar mi abuela, empezó a sonar, la melodía es dulce y pegadiza, que hace el ambiente agradable. El tío José se descuelga del cuadro, una vez fuera, se sienta en el sillón donde me encuentro yo sentada, mientras con parsimonia llena su pipa inundando con el aroma del tabaco  el salón.
Entonces veo cómo la familia se va reuniendo, uno a uno van llegando, ya están casi todos  no falta nadie, en esos momentos parece comenzar una gran fiesta, unos beben Jerez, otros juegan  al Mus, todos parecen henchidos de felicidad, pero, entonces miro cada rincón del salón y aterrada me doy cuenta de que faltaba yo, ¿acaso se habían olvidado de mí? Alguien pronuncia mi nombre, pero yo, no tengo voz para responder,  pero esa voz sigue insistiendo, al fin reacciono, en mi torpeza, dejo caer de mi bolsillo una pequeña bolsita que mi abuela me dejó al morir y llevaba conmigo. Pero en el instante en que la bolsa se abre al caer, en  ese instante, una nube de espeso polvo cósmico nos envolvió a todos.
La voz de la abuela, sonó alta y clara. AHORA YA, NI LA LUZ DEL SOL PODRÁ VENCER NUESTRA LEGÍTIMA OSCURIDAD.

FELIZ SEMANA SANTA PARA TODOS.





martes, 9 de abril de 2019

El barro (final)

Anna no pudo creer lo que estaba leyendo, ten paciencia creo que todo lo resolveré en breve, haz lo que te he dicho, tu sigue la ruta que teníamos marcada, más tarde te encontraré.
La azafata cada vez más impaciente espera a que reaccione después de aquella lectura, pero al ver que seguía sin moverse con aire displicente, le dice, ¡salga de una vez por todas del avión! Pero cuando Anna pone el pie en el túnel de desembarque  vio moverse una de las cortinas que separa la zona vip, pero cuando hace la intención de correrla, la azafata la corta en seco gritándole, le he dicho que acabe de salir de una puñetera vez del avión,
Cuando se encontraba  en la entrada del aeropuerto esperando un taxi que la llevara a un hotel, pudo oír cómo dos hombres comentaban a su lado algo que ella no entendió pero sí que lo decían apesadumbrados, ha sido un fracaso no hemos conseguido frenar la incursión  de esa nueva organización, no puedo creer que hallamos fallado en la misión más importante como la ruta comercial de esta zona. El hombre que se encontraba a su lado con aspecto atlético parecía más abatido que su compañero, después de aquella breve conversación  Anna vio que se sentían incómodos guardando silencio por unos minutos que fueron interrumpidos al presenciar cómo  dos coches  de la policía  aparcaban  a los pies de Anna  y ver cómo dos agentes vestidos de paisanos  bajaban  de uno de los coches  y  dirigiéndose a Anna la cogen de los brazos y la meten dentro sin contemplaciones, emprendiendo seguidamente una alocada carrera.
Anna desconcertada sólo supo que le taparon  la cara con un paño húmedo  y que al instante quedo dormida.
Cuando despertó se vio encerrada en una lúgubre habitación  donde sólo había un pequeño ventanuco, que cuando intentó asomarse vio que se encontraba demasiado alto, caminó por la habitación  pensando  en qué podía haber hecho para encontrarse en aquella situación, entonces pone toda su atención en unas pisadas  que parecían presurosas  moviéndose de un lado para otro tras la puerta donde ella se encontraba, pronto aquellos pasos estuvieron acompañados  de murmullos.
 ¿Sería aquello una cárcel?
¿Pero qué había hecho ella para estar encerrada?
Se sienta en el suelo, quizás solo estaba alucinando por culpa del calor que era extenuante, toca la pared, y se encontraba tan caliente que parecía  iba a derretirse.
¿Dónde se encontraba?
Aterrada pensó que quizás  no se encontraba en Mesopotamia.
¿Pero qué hacía encerrada?
Solo había hecho ese viaje para visitar la legendaria Ur, hacer unas cuantas fotos  para un reportaje  que había vendido a su editorial  la cual les había pagado el viaje de novios.
De repente deja sus cavilaciones cuando oye una voz con acento francés, en su confusión  no supo si lo que escuchó era cierto, pues esa voz hablaba de una tumba mientras subrayaba que para un arqueólogo una tumba  es un ser vivo, un maestro que nos enseña el pasado, esa voz revelaba cierta preocupación.
Entonces ve cómo  una araña  del tamaño de la palma de una mano entraba en la habitación por la rendija de la puerta, Anna dio un grito, alguien parecía llegar en ese momento.
 ¿Pero qué está pasando aquí? ¿Aún está viva?
 ¿Acaso no sabíais que esta parte del plan ya debía estar  finiquitada?
 Y acercándose a la puerta donde ella se encontraba encerrada gritando sois todos unos inútiles, enseguida  Anna oyó cómo la llave de la puerta se abría, y se pegó a la pared como único refugio, la araña parecía acampar a sus anchas  y en esos momentos se hallaba dentro de uno de los zapatos de Anna que se había quitado  para amortiguar el intenso calor, entonces la puerta se abre, en un impulso, Anna coge el zapato y se lo tira a la cara al que entraba, estrellándose de lleno en la cabeza de aquel hombre, el animal al verse acosado sale del zapato posándose en la frente de aquel hombre, en unos segundos  cayó al suelo con estertores  y convulsiones  de muerte.
Anna asustada no sabe cómo reaccionar, pero cuando se atrevió a mirar la cara de aquel hombre, hizo un gesto de espanto, sin dudas era su esposo que con un arma en la mano  había entrado con la intención de liquidarla.
Pero algo anormal comenzó a suceder fuera de aquella habitación, no se oía nada que no fuera el viento que silbaba dando la sensación de que allí no quedaba nadie nada más que ella y el cadáver de su esposo, sale de la casa apresuradamente emprendiendo una carrera  despavorida hacia ninguna parte, unos policías le  hacen parar en seco.
¿Señora se encuentra bien?
Sí, contestó sin saber qué era lo que le habían preguntado, uno de ellos una vez estuvo calmada le enseñan una foto ¿Conoce a este hombre? Anna tiembla antes de contestar, sí, es mi esposo. ¿Hace mucho tiempo que lo conoce? Solo seis meses, y ¿Ya están casados? Anna cada minuto que pasaba se sentía más confundida cuando recuerda que desde el mismo día en que se conocieron le habló de boda, ella era aún muy joven y esa propuesta la ilusionó, pues no supo cómo pudo enterarse que ella deseaba hacer un viaje a la antigua Mesopotamia, más tarde le decía que era el sitio ideal para pasar la luna de miel.
Desde entonces Anna supo que era su hombre ideal al saber que compartían los mismos gustos, y el parecía dispuesto a complacerla.
Poco después se encontraba en la comisaría de Bagdad, entre los policías se hablaba de trasladarla  hasta la frontera de Jordania, y que allí sería entregada a la policía española que la estría esperando, Anna detectó que a aquellos policías parecían encontrarse en un raro desasosiego tal vez hasta claustrofóbico al desear que Anna saliera de Bagdad cuanto antes pues les estaba intranquilizando las consecutivas llamadas  telefónicas.
Un furgón policial lleno de agentes se para ante la comisaría de él bajaron ocho hombres armados que se pusieron en posición de custodia, uno de ellos entró donde se encontraba Anna, y sin más, le dice quítese la diadema  que lleva en la cabeza, Anna sin apenas entender nada se la da, poco después dos coches negros con el distintivo del Vaticano se paran ante la puerta, nadie baja de los coches, uno de la comisaría  hace entrega a uno de los que se encontraban dentro de uno de los  coches del Vaticano, era la diadema que le regaló su esposo como pedida para que la luciera en el viaje de novios, mientras tanto ella ignoraba el valor de  aquella diadema, pues  contenía uno de los manuscritos  más valiosos de la Cristiandad donde se narraba las enseñanzas  que recibió el Mesías Jesús de Nazaret en Egipto.
Entonces su esposo la había utilizado  para transportar  aquella reliquia para entregársela a un ateo  traficante de arte religioso,  con la sola idea de destruir los documentos donde se hablaba de Jesús de Nazaret.
Poco después, y cuando ya se encontraba en su casa cacereña, llaman a la puerta, la abre y ante ella un hombre vestido con sotana de Obispo católico, le dice cómo saludo, veo que has madrugado mucho, y sin esperar respuesta, ¿Es cierto que llevó en su cabeza un valioso papiro? Sí Señor Obispo, pero nada más decir estas palabras Anna, vio cómo sacaba del fajín una pequeña daga, entonces Anna con gran agilidad le pinchó en el pecho con el bolígrafo que tenía en las manos que al impacto explosionó.
¿Pero cómo alguien pudo saber que ella seguía teniendo esos documentos que contenían la verdad sobre las enseñanzas del Mesías?
Pero ¿Quién era Anna en realidad? Tal vez una agente de la CIA, o, una mujer que con su desconocimiento salvó de las manos de los especuladores una de las historias más importantes de la enseñanza de Jesús de Nazaret.