Poco después y
cuando se encontraba cerca de Santiago de Compostela, suspiró, al fin, zona civilizada. Con el mapa en la mano, y
siguiendo fielmente su lectura. Entonces se preguntó ¿Qué estoy haciendo aquí?
De pronto se encuentra frente a frente con un edificio que es sin dudas un icono del
prerrománico, para Anna y en su contemplación supo que era el edificio más
hermoso que había visto, se extasía ante la espléndida factura y ornamentación
que representa, el edificio se hallaba compuesto de dos pisos, en el superior se
podía admirar un espléndido mirador abierto.
Alguien tras
ella le cuenta entre susurros, que antes
que iglesia había sido el pabellón de caza
del rey Ramiro I
Anna alza su
mirada hacia el piso superior. Entonces pudo ver algo que le pareció inexplicable, mira ansiosa a su alrededor buscando a su
informador, pero había desaparecido, pero necesitaba saber algo sobre lo que acababa de ver en aquel mirador, pues
no llegaba a discernir, si lo que había
visto era una alucinación producida por el mágico entorno, o por el agotamiento.
Pero tras ella
no había nadie, se encontraba sola. Entonces ¿quién pudo hablarle a su espalda?
Intrigada miró hacia el horizonte para ver si lo localizaba. Pero su mirada persuasiva se centró en aquella fachada de
piedra grisácea y ennegrecida víctima de las inclemencias del tiempo durante siglos.
Convencida de
que era todo un hallazgo, se sienta en el suelo, para su mejor contemplación,
sacando como conclusión, que la estructura era muy especial, pues había en ella
unos motivos escultóricos que representaban diversos animales, que no le pareció
nada raro al tratarse de su primitiva idea, como el de ser un coto de caza,
pero había más detalles que le llamaron la atención, allí esculpidos se
encontraban detalles orientales.
Anna no sabe
cómo asimilar la mezcla del prerrománico
con algo oriental. De repente sus músculos se tensan, ante ella, y en el mirador
apareció un personaje que se paseaba por el pórtico, sin duda era un caballero
que calzaba medias de lana color azul, un
collar de gran tamaño colgaba de su cuello, la cabeza la cubría con un sombrero
donde destacaba desde lo alto de su copa
una cinta que caía rozando su hombro, su jubón era de mangas acuchilladas de llamativos colores
como si fueran serpentinas de colores
verde y amarillo.
Anna ante
aquella visión, no aceptaba creer que lo que estaba viendo fuera verdad;
entonces mira más detenidamente, el caballero parecía estar esperando a
alguien, pues sus pasos eran lentos entre los arcos, por su actitud parecía
encontrarse en su casa. Anna observa que mete la mano en un pequeño bolso de
metal que estaba sujeto por un cordón de seda a la cintura, de dónde saca un
florín que deposita en la balaustrada, Anna cierra los ojos por unos instantes,
necesitaba saber si todo lo que estaba contemplando era tan sólo producto de su
imaginación, ¿o tal vez era lo que le hubiera gustado vivir a ella? pero, cuando
abre los ojos , vio que alguien le ponía al caballero sobre sus hombros una
capa larga hasta los pies Anna, sigue con interés este ritual sin mover un sólo
músculo de su cuerpo, pero algo debió suceder, porque cuando el criado recoge
el florín de la balaustrada, el caballero le dijo al criado algo al oído, y
entonces los dos como si los hubieran descubierto infraganti, clavaron sus
miradas inquisitivas en ella.
Se encontraba
sentada en el suelo y, de repente sintió una gran excitación hasta creer que su
cuerpo se había integrado con la tierra. No supo el tiempo que pudo pasar, pero
cuando se levantó del suelo, se encontraba empapada, había comenzado a llover y
no se había dado cuenta. Al levantarse, se encamina cómo una autómata hacia una
pendiente, su cabeza parecía una batidora, pues no podía creer lo que había
visto, pero una voz ronca la despierta de sus cavilaciones era la de un hombre que con paso firme se
acercaba a ella para ofrecerle su casa, entonces Anna dedujo que era una buena oferta, pues
necesitaba secar su ropa, lo mira, pero se quedó sorprendida cuando se dio
cuenta de que su indumentaria no era de este siglo, ¿Por qué ese hombre vestía
de esa guisa? ¿Estaría viendo a los actores de alguna representación vestidos
cómo los personajes de la comedia que
más tarde sería representada cerca de donde ella se encontraba? Seguro, pensó.
Entonces, el caballero, y el criado del mirador también podían ser parte del elenco de actores.
De pronto el
rostro de Anna se demudó cuando creyó haber encontrado lo que siempre supuso
que era una quimera ¿De dónde le vino el impulso de hacer ese viaje?
Anna como si hubiera tenido una visión
transcendental mira confusa a su alrededor, el paisaje se mostraba perfecto tal
y como había sido creado, el hombre, a dos pasos de ella, la observaba en
silencio, y sin más le dijo inesperadamente, “si lo que está buscando es
comprar una casa por estos parajes, yo le vendo la mía, le asegura que es ideal
para usted”.
Anna lo mira
incrédula por lo que acababa de oír y sigue con la vista la dirección que
señalaba el hombre con su dedo índice, entonces descubrió una casa con fachada
de piedra rectangular de una sola
planta, que se hallaba subida en cuatro pilares, sin dudas era un Hórreo, el
hombre vuelve a decir, mi mujer y yo, se la vendemos.
¿Qué la
venden? ¿Por qué? El hombre sin más le
dice, “este oxigeno es demasiado puro para mis pulmones”. ¿Es ese el único
motivo?—dijo Anna-- Entonces inesperadamente se puso ante Anna, una mujer con
aspecto de anciana, que amablemente le dice, ¿Quiere ver la casa? Anna
desconcertada solo pudo decir, no dispongo de dinero para comprarla, el hombre
se acerca más a Anna: ¿Cuánto dinero lleva encima? Anna sin salir de su asombro
saca del bolsillo del pantalón un billete de cinco euros, esto es todo lo que tengo. Anna creyó
estar viendo alucinaciones cuando la mujer le arrebata de las manos el billete mientras
le dice, la casa es suya. En unos segundos, aquel extraño matrimonio,
desapareció pendiente abajo saltando mientras sus voces hacían eco en la
montaña, ya es suya, ya es suya.
Anna se queda
parada mientras siente que su cabeza se negaba a razonar.

