viernes, 20 de diciembre de 2019

Felicitación de Navidad

Queridos lectores para estas fiestas os sugiero un regalo de lo más atractivo, siempre se acierta, yo os ofrezco Todo comenzó en Mielec una novela de acción y de intriga.
Si te decides leerme creo que disfrutaras tanto como yo al escribirla.
Solo se vende en Amazon y, es de Teresa Sánchez Romero.
Que el Niño Dios haga que este año que está por llegar nos depare a todos tranquilidad y sosiego en nuestro caminar.
FELIZ AÑO 2020,



domingo, 15 de diciembre de 2019

La convención Final

 Unos minutos después se encendían las luces, deslumbrando nuestros ojos cegados. En una esquina del salón uno de los farmacéuticos aparece atragantado con un gajo de naranja, su aspecto era  de terror.
Los hombres que se encontraban en aquella sala ya no eran hombres importantes, ahora eran simples mortales ante una amenaza invisible.
Un ruido extraño y tenebroso nos hizo a todos enmudecer, segundos después, la tierra empezó a temblar y la lámpara que pendía del techo cayó con estrépito al vacío llenando el suelo de la sala de diminutos cristales.
Nadie se movió ni un centímetro de donde se encontraba, tan solo se podían apreciar ojos desorbitados por el espanto.
Aquello parecía una auténtica pesadilla. Nos sentíamos acorralados donde  alguien tenía que ser el culpable.  Todos nos mirábamos con recelo y nadie confiaba en nadie, la situación llegó a hacerse insostenible.
Aquel día la policía decide trasladar a Madrid a todos los congresistas que quedaban con vida por su seguridad. Por la mañana y después del desayuno, un furgón blindado de la policía, se paró ante el hotel para trasladar a todos los que quedaban vivos a Madrid.
Una vez todos acomodados dentro del vehículo, parecían más calmados. Yo, me quedé en el hotel por orden de la policía, pues parecía que tenían que volver a interrogarme, era tan solo por si había oído alguna conversación fuera de lugar entre ellos.
Mientras estábamos en el interrogatorio, suena un teléfono en alguna parte yo, levanto la cabeza sorprendido de que nadie lo cogiera.
El comisario de policía después de reflexionar unos minutos me dijo que creía que había varias cosas que no le había contado y, él lo sabía. Yo me quede mudo dominado por la sorpresa y tembloroso por la acusación que veía venir.
Algo en mí se escapaba a mi capacidad de entendimiento.
Minutos después, el jefe de policía coge el teléfono indolente para ser informado por su interlocutor de un nuevo suceso acaecido en el itinerario que hacían en esos momentos los congresistas. Entonces oí decir: ¡No puede ser! y en su garganta se percibió un suave y casi pérfido estrangulamiento.
El policía consternado comentó que el chófer del coche celular, era nuevo y no había hecho nunca ese recorrido, por lo tanto desconocía las peculiaridades de la carretera la cual era excesivamente estrecha que además bordeaba un precipicio, y que cuando faltaba muy poco tramo para llegar a un desvío que los llevaría a la autovía de Madrid, una enorme piedra se desprendió de la montaña que cayó en medio del camino interrumpiéndoles el paso. De repente, una copiosa lluvia empezó a caer del cielo  y el coche comenzó a balancearse por la desigualdad de la carretera que, a consecuencia de la lluvia, se convierte en una riera improvisada de agua y barro.
El silencio dentro del coche se hizo patente, pues todos se encontraban en una situación muy peligrosa. El camino de barro empezaba a deshacer como un terrón de azúcar despacio, lentamente, mientras el furgón se deslizaba hasta quedar suspendido en una cornisa que milagrosamente había puesto la naturaleza.
La lluvia  había cesado pero una niebla pertinaz y espesa amenazaba con engullir todo lo que estaba a su alrededor.
El conductor pulsa tembloroso el botón que da la alarma a la comandancia para casos de emergencias, pero no recibe contestación.
Allí y suspendidos de aquella cornisa estuvieron más de una hora, que se les hizo una eternidad.
De repente, una mano misteriosa agita con brío la rocosa cornisa, haciéndoles sentir ante aquella agitación  que de un momento a otro podían  desprenderse de la roca para caer al vacío. El silencio dentro del coche celular, se podía masticar.
Más tarde, un helicóptero de la policía al no tener noticias de furgón sale en su búsqueda. El rescate fue laborioso por lo abrupto del terreno.
Después de saberse en el hotel lo sucedido, mis piernas empezaron a flaquear, no me sostenía en pie y mi cuerpo empezó a temblar como una hoja en día de viento. Y entonces caí al suelo desmayado.
Horas después despierto en mi habitación, siento sobre mi rostro una ráfaga de viento helado.
Ante mí, un cuaderno abierto me pedía que lo leyera, me encuentro solo y bajo los efectos de un suave sedante. Abro el cuaderno y con temblor en las manos leo.
El 4 de septiembre del 2001 se supone se puso en experimento una vacuna destinada a combatir la enfermedad llamada “Escorpión” este experimento fue por primera vez utilizado en seres humanos en una tribu perdida de Brasil.
Este experimento se hizo sin el consentimiento de las autoridades sanitarias, dado que no estaba totalmente perfeccionada. Este hecho ocasionó que la mitad de la tribu pereciera bajo sus efectos nocivos.
El brujo de la tribu al ver como su pueblo moría después de ingerir ese medicamento o poción que le daban esos extranjeros que se hacían llamar sanitarios, hizo un hechizo para que los culpables fueran castigados y, cumplió su venganza cuando supo de su reunión, haciendo que murieran uno tras otros devorados por su ambición.
Después de aquella lectura  cerré el cuaderno, y lo guardé en el bolsillo del pantalón  sin saber qué hacer con él,  entonces sentí como una tempestad se estaba desarrollando  en los paisajes recónditos de mi corazón.
Asustado pensé.
Mi idea nunca fue el verme involucrado en la fatalidad de la muerte       .
A la mañana siguiente y después del desayuno Margarita me esperaba en  la puerta del castillo con su Mercedes clase A.
Entro en el coche y me siento a su lado pensando en los congresistas, esos hombres que se creen ilustres, mientras hacen experimentos con seres humanos y, que  ahora solo se me antoja que son como fantasmas, impertinentes, como sombras que tienen el mal gusto de mostrarse ante la gente.
Tal vez yo salvé mi vida pero desde ahora nunca seré la misma persona.
Después de que el coche rodara unos metros y, me alejaba del siniestro escenario, miro hacia atrás para ver de nuevo el castillo que hacía de hotel. Ay antes mis ojos descubro con horror como una nube gris parda, se posa sobre las torres y en unos segundos ante mis ojos desaparece el edificio.
Dentro del coche y con la mirada perdida entre las sombras intenté apartar de mi mente el motivo que me angustiaba, y miré de frente. La magia nunca había sido mi fuerte.
Margarita puso su cálida mano sobre la mía con una sonrisa extraña que aún no he olvidado
A los sueños, sucede el despertar y al despertar, la realidad. Cuando te miras al espejo del lavabo para despejar tus legañas, sólo te queda el consuelo de que, quizás los malos sentimientos hayan sido, eso, solo un sueño.
Esta experiencia onírica, será la que me haga sentar la cabeza, para no buscar más aventuras.






lunes, 9 de diciembre de 2019

La convención

Desde ese momento el nerviosismo y la incertidumbre se apodero de todos ellos, pues creyeron que se había infiltrado un infortunio que iría germinando con la rapidez que se hacen las maldiciones, esto les asustó tanto que pensaron que todo lo malo, podía recaer  sobre ellos.
Solo había pasado un día de la terrible noticia y  en la soledad de la madrugada, el recepcionista que hacía guardia, pudo ver en la penumbra de la noche cómo una sombra subía las escaleras, la sombra parecía pertenecer a un ser tullido, encorvado y con el cuerpo emplumado,  que al subir los peldaños de las escaleras parecía tambalearse  con una  ebriedad aturdida, al igual a la que padecen los enfermos al levantarse de la cama después de unos meses sin caminar. Y cuando lleno de estupor quiso reaccionar ya había desaparecido la visión sin dejar rastro.
El terror lo dejo mudo por unos instantes.
Alguien ya había dado el chivatazo a la prensa de lo ocurrido a un cliente del castillo en el acantilado cercano y, por la mañana el hotel se llenó de periodistas sensacionalistas, intentando conseguir la información deseada.
Porque los más sagaces descubrieron  que el hombre encontrado era japonés, y había estado hospedado en aquel hotel, pero que al inscribirse dio un nombre falso.
Inmediatamente la noticia fue infiltrada por la prensa sensacionalista, unas horas después de esa infiltración  llegó y sin poder remediarlo la policía  tuvo que hacer un comunicado en el que decía que  había sido descubierto un cadáver de un excursionista en el fondo de un barranco que por  fotografiar a un ave fortuitamente se precipitó en un abismo.
 Cómo es de suponer todo salió en primera página en el diario de la mañana incluida una fotografía del fallecido, yo al ver aquella fotografía, quedé perplejo era sin duda el japonés bajito el que había formado el revuelo dos días antes en el hotel.
A mí  hasta ese momento no había conseguido información de lo sucedido, pues para el castillo era todo un secreto, permitiéndome  solo ser testigo de pequeños incidentes, pero el silencio  con el que se llevó este suceso, fue incomprensibles para mí.
 Más tarde supe que al parecer aquel  grupo de  congresistas parecían adoptar indiferencia ante a ese caso que sin dudas les concernía.
 Mientras yo veía el ir y venir de los agentes de policía con preocupación.
Desde que se difundió la noticia, no dejaron de llegar policías para hacer averiguaciones que parecían ser exhaustivas, y sobretodo  rigurosas cuando iban dirigidas a los congresistas por tratarse de un colega que días antes les había hecho una visita poco, apropiada.
Todos aquellos químicos fueron retenidos en el hotel hasta una nueva orden del juez instructor del caso.
Pasaron dos días del hallazgo del cadáver del japonés, y los ánimos seguían encrespados.
Eran las diez de la noche y habían pasado tres días del suceso, cuando en la habitación número diecisiete, un componente del grupo farmacéutico francés se dispone a descansar después de ingerir para calmar su sed una limonada que cogió del frigorífico de su habitación, poco después comenzó a encontrarse mal, un fuerte dolor de estómago lo dejó inconsciente, no pudiendo llamar a recepción para que le mandaran un médico después (según el forense ) de dos horas en soledad debatiéndose entre la vida y la muerte falleció,  y fue encontrado en el cuarto de baño, arrodillado ante el wáter donde se suponía fue a vomitar.
La policía aún no había abandonado el hotel, cuando se presenciaba en la habitación numero diecisiete.
De nuevo todos aquellos hombres poderosos sin remedio se encontraban  involucrados, siendo requeridos por el comisario de policía para declarar por separado todos los movimientos que se hicieron en ese día y, así demostrar su inocencia.
Un murmullo sórdido llenó de temor se adueñó de la sala en la que se encontraban, los nervios cada momento se hacían más incontrolables.
Desde que fui informado de lo sucedido fueron días de vértigo para mí, no tenía tiempo para descansar, la policía requería mis servicios constantemente como intérprete.
Después de veinticuatro horas de vigilia todo parecía calmado y con ilusión pensé que muy pronto podría dormir al menos dos días seguidos para descansar.
Eran las diez de la mañana, cuando la mayoría de los sospechosos, que por supuesto, éramos todos, desayunábamos, cuando de la habitación once se oyó un grito aterrador que salió de la garganta de la limpiadora, pues cuando entró en la habitación para limpiarla, y después de hacer la llamada de rigor a la puerta y al no obtener respuesta, se dispuso a abrir la habitación con la llave maestra.
Y se encontró con la terrible visión de ver, en este caso al químico ingles que se encontraba tumbado en la cama con las piernas cercenadas y colocadas a ambos lados del cuerpo.
El revuelo que se formó  ante esta nueva noticia fue tremendo, invadiéndonos a todos los allí presentes una terrible incertidumbre por lo que estaba aconteciendo.
Era difícil de digerir el  contemplar cómo cada día, o cada noche como  puede morir un hombre en extrañas circunstancias
La policía empezaba a desconcertarse ya no abandonaban el hotel en ningún momento, los interrogatorios se intensifican siendo cada vez más minucioso.
En realidad era muy extraño que desde aquel fatídico día del asesinato no había salido ni entrado nadie del hotel, ni tampoco en la habitación de los asesinados, el pánico no nos salía del cuerpo a ninguno de los allí presentes pues parecía que pasaban cosas paranormales.
Por orden de la policía no se podían entrar ni salir del, hotel tampoco los abastecedores habituales, bajo ningún pretexto
Todos estábamos viviendo un ámbito que más que realidad era una ficción por lo extraño de  aquellos asesinatos inexplicable.
Antes del almuerzo nos reunieron en a todos en una sala, que se encontraba decorada con ricas pinturas al fresco, alusivas al Nuevo Mundo, tenía ese aire expoliado y mustio de los salones que se hacen añejos sin apenas haberlos usados, todo allí parecía irreal, entonces yo y para despejar la mente  me entretuve a admirar el arte que allí se exponía del siglo XV, pero me di cuenta que ninguno de los que se encontraban en aquel salón no parecían tener ánimos para admirar ninguna pintura por muy bonito que ésta fuera.
A las diez de la noche, una noche cerrada y ventosa y cuando las nubes grises corren por el cielo sin rumbo, todos nos encontrábamos en el comedor ante una cena improvisada, el silencio era palpable.
Al terminar, y sin ningún comentario, nos dirigimos cada uno a nuestras habitaciones, y cuando me dispongo a entrar la llave en la cerradura de mi habitación siento que me da en la cara una ráfaga de viento helado, que me desconcierta, miro con la rapidez de un felino hacia atrás y veo como el huésped de la habitación de al lado, que se disponía a abrir su puerta, cae al suelo fulminado como por un rayo, el terror se reflejó en los que nos encontrábamos en esos momentos en el pasillo, donde se encontraban  las habitaciones de los congresistas.
Como una estampida de elefantes todos bajamos las escaleras del primer piso hasta el vestíbulo.
Media hora después, de nuevo el forense hace su trabajo y examinaba un nuevo cadáver, que más tarde, con preocupación reflejada en su mirada, diagnosticó estrangulamiento.
Un murmullo de gargantas asfixiadas por el pánico, se apodero de la sala en la que nos  encontrábamos convocados.
Era horrible pensar que en cualquier momento puedes tropezar con un asesino al cruzar el pasillo.
Desde ese momento nadie quería estar solo, y el hotel tuvo que habilitar como improvisación una alcoba en  una de las salas, que se llenó de colchones para que todos pasáramos allí la noche, pareciendo que estábamos de acampada.
Nadie pego el ojo esa noche, ni la noche siguiente.
Al amanecer y cuando la aurora tímida asoma por el horizonte una sombra nos sobrecoge a todos ante nosotros se balanceaba un cuerpo que parecía encontrarse pendido de una lámpara, de nuevo, un murmullo colectivo recorrió el salón, en esta ocasión se trataba  del químico alemán.
   La  respiración de todos los presentes era apenas audible, pero en aquel silencio adquirió  una resonancia que hacían fluctuar la realidad.
La situación se hizo tan insostenible  que nos tuvieron que dar sedantes para controlar la histeria colectiva, esto pasaba cuando la noche extendía su negrura como un pájaro negro extiende sus alas sobre las cavilaciones.
Yo sentía, en esos momentos  un amasijo de pasiones incontroladas contra todos aquellos hombres.
¿Qué habían hecho?
La policía a las seis horas siguientes a la muerte del congresista alemán, afirmó que a la hora de su muerte se encontraba drogado y borracho, también se habían encontrado en su estómago pastillas para dormir.
Todo parecía que era una confabulación para desviar las sospechas sobre otras cuestiones menos importantes que las que estaban acaeciendo.
Pero esto no llevaba a la conclusión de las pesquisas.
Desde el primer suceso se había puesto en marcha una maquinaria que no se sabía quién la conducía.
La noche siguiente tampoco se pudo dormir, algo extraño estaba pasando que nadie sabía  como aclarar, y de nuevo, cuando cayó la noche, esta vez los que quedábamos fuimos congregados en una sala cercana a la cocina. La luz se apagó de repente, eran las doce de la noche, el viento soplaba haciendo temblar los cristales de las ventanas, alguien dijo, casi gritando de terror, esta es la hora de las brujas.

Nos quedamos en la oscuridad más absoluta durante unos minutos ya que la noche era negra como el brocal de un pozo. De pronto, el viento cesó y todo parecía pender de la nada. Un grito apagado suena en una esquina de la sala, pero nadie se atreve a abrir la boca,  de pronto se oyó un golpe seco, todos nos pusimos expectantes, entonces pasa algo inaudito, a uno de los congresistas le cae encima un cuerpo inerte que se enganchó fuertemente a su brazo.
Seguirá.



martes, 3 de diciembre de 2019

La convención 3º Parte

No se cómo de pronto me vi en la planta baja y, dentro de un despacho de estilo gótico donde al parecer nos esperaba el director.
Después de las presentaciones de rigor el director me da un sobre con las instrucciones, rogándome que hiciera lo posible para que todo saliera a la perfección, al ser  para él muy importante pues el prestigio del hotel exigía que todo fuera hecho con esmero.
Margarita después de las presentaciones, se despidió de mí con la palabra, suerte, dirigiéndome una sonrisa de complicidad,para inmediatamente  desaparecer en su coche Mercedes clase A.
Al subir el primer escalón que conduce al piso superior, donde me comunicaron tenía asignada mi habitación, me sorprende un cuadro que pende de la pared, su pintura representa a un hombre extraño subido a la rama de un árbol reseco como la muerte, mientras sus ojos permanecen abiertos como los de un búho en mitad de la noche
Ya en mi habitación, sobriamente decorada con un toque de distinción, me acomodo encima de la cama, poniendo la cabeza en la almohada, y entonces siento como una reminiscencia de la cara de ese hombre del cuadro, cierro los ojos pues aquel personaje del retrato desde que lo contemple supe  que hizo en mí una mella de desagrado.
 Entonces miro hacia el techo y comienzo a admirar para distraer la ansiedad que empezaba a embargarme el artesonado, que se encontraba adornado con la siempre bella flor de Lis.
Me incorporo de la cama, y con cierta zozobra abro el sobre donde supuse estaban las  instrucciones a seguir, y leo, que mi misión era la de hacer de intérprete en una delegación  importante de químicos y farmacéuticos de varios laboratorios internacionales que se les esperaba. Estos acababan de terminar una investigación sobre un virus llamado (Escorpión).Solo faltaba la firma del ministerio de sanidad para empezar su comercialización.
Todo se tenía que hacer en el más absoluto secreto. Por lo tanto cuando salí de mi habitación, en recepción, supe el porqué me confiscaron el teléfono móvil y el ordenador personal portátil que hasta ese momento nunca se había separado de mí
Comprendí algo, que no supe diferenciar en esos momentos y tuve una repentina y atormentada visión en la que me vi así mismo como un idiota el saber que habían elegido a un novato que desconocía el ámbito farmacológico. Por lo tanto deduje de que debía ser que se trataba de algo que no tenía que ver con la legalidad.
Me sentí, como si me hubieran caído en una encerrona, alejándome sin previo aviso y aislado del mundanal ruido, que tanto me gustó desde siempre
Al caer la tarde, y cuando el sol tímido se oculta tras la colina aparece el primer delegado, el hombre era gordo, con una ligera cojera en el pié derecho, hablando en francés, con disimulada corrección, me dirijo a él, y le saludo en su idioma  le hago pasar a una sala destinada para ser recibidos con un vino de bienvenida. Con aire de prepotencia, entra en el salón sin mirarme a la cara, balanceando su obeso cuerpo y analizando su alrededor hace un gesto de desagrado al ser el primero en llegar.
Así, fueron llegando uno a uno con su corte correspondiente de chóferes y secretarios. El ultimo hizo su entrada en el hotel a la doce de la noche, su cara, redonda apiñaba unos ojos pequeños, la nariz afilada luciendo una gran calvicie rojiza que hacía que pareciera carecer de cuero cabelludo. Mientras, yo seguía en mi puesto a pié de escalera, recibiendo a un grupo de hombres la mayoría presuntuosos que creían tener la salud del mundo en sus manos.
Miro mi agenda, y veo con satisfacción que todos los que tenían que llegar ya se encontraban en el hotel sin faltar ninguno.
Por la mañana del día siguiente y cuando me disponía a tomar un merecido café, se presenta ente mí un hombre menudo y desaliñado con lentes de miope hablándome acaloradamente en japonés, solicitando la entrada en la sala de congresos, le hablo en su idioma, y le pido sus referencias, mirando la agenda, leo, los nombres de los participantes, entonces le comunico que no se encontraba en la lista de invitados a la convención a la que él se refería. Pero él no está de acuerdo, y se dirigió hacia el tablero informativo que se encuentra en el vestíbulo, dando voces como un poseso.
 Y después de leer el tablero, se va directamente a la sala de conferencias y abriendo la puerta de par en par con una sonora patada, interrumpe la disertación de un químico francés, que en esos momentos tenía la palabra. La voz del japonés sonó potente tanto que no parecía pertenecer a un hombre tan pequeño.
Esa fórmula (dijo con voz potente como un trueno) aún no se puede comercializar, todavía no ha sido perfeccionada, al menos sin mi permiso, lo confirmo porque soy su descubridor.
Todos los allí presentes lo miraron con asombro.
De inmediato, todas las miradas se posaron en el químico alemán alto con tipo atlético y con cara de haber pertenecido a las juventudes hitlerianas, que al saber que es descubierto su fraude, se levanta de su asiento, y sin más explicaciones invita al intruso a salir de la sala, con palabras displicentes y la cara roja de ira, mientras el bajito japonés a gritos, le acusaba de ladrón por haber copiado su fórmula.
Los asistentes no podían salir de su asombro, todos habían expuesto un sustancioso capital con garantías aseguradas de su comercialización y ahora parecía ser todo un fraude.
Un farmacéutico italiano enjuto y con cara de palo, intenta calmar los ánimos mientras se crea un revuelo producto de la polémica y la incertidumbre.
Acuden de inmediato los agentes de seguridad del hotel al oír el revuelo para poner orden, reduciendo inmediatamente al bajito japonés. Minutos después el oriental desaparece del hotel. 
La atmósfera de la sala se vuelve tensa, donde antes solo había colegas y amigos, ahora reinaba la desconfianza entre ellos.
Todos participaban como actores en el espectáculo de una depravación y zancadilla, todo habría llegado a buen puerto para estos defraudadores, sino hubiera llegado a tiempo el japonés para dilucidar la verdad sobre aquel descubrimiento científico.
Desde ese momento en que fueron interrumpidos en el simposio, la fatalidad empezó a ensañarse con ellos, pues llegaron  hasta a sospechar unos de otros hasta pensar, que se podía cometer  un  asesinato.
A los dos días de la inoportuna entrada en el salón de actos del japonés, una pareja de policías, hace preguntas sobre un hombre oriental que se le había visto merodeando cerca del hotel, el director le informa que hacía dos días que no lo veían, y no tenía ficha de cliente, omitiendo todo lo sucedido en la sala de conferencias.
El policía informa al director del hotel, que un grupo de jóvenes excursionistas regresaban a su casa después de una escalada, y cuando las estrellas fugitivas comenzaban a iluminar los senderos, se sorprendieron al ver entre luces y sombras a un cuerpo en el fondo de un barranco, creyendo que se trataba de un animal no le hicieron mucho caso, al hallarse  tendido parcialmente bajo una vieja encina en el fondo del acantilado, pero uno de ellos miró con más detenimiento, y entonces les pareció que se asemejaba a un espectro, pues vieron cómo  acudían una pareja dos cuervos negros gordos y relucientes, que intentaban darse un festín.
Después de recibir el impacto de las piedras que le tiraron los excursionistas, estos levantaron el vuelo, pero sin perder de vista su presa.
 Tal fue el susto que experimentaron  al ver que se trataba de un hombre, que fuimos  avisados de inmediato.
Una vez levantado el cadáver, el forense tuvo que hacer las pruebas necesarias para saber su identidad y qué fue lo que le  provocó la muerte
Con los exámenes post Morten se confirmaron la versión oficial de su fallecimiento, pero no se dio a conocer por pertenecer por el momento al secreto del sumario. Pero aquel secreto no sirvió de nada, pues una vez los chicos lo contaron a su grupo de amigos,  el suceso se extendió cómo la pólvora dando pábulo sin freno a un carrusel de especulaciones, y cuando esta noticia llegó a oídos de los congresistas...
Seguirá.