martes, 21 de enero de 2020

Giro el persa


Os quiero contar una historia, pero tengo tantas en la cabeza que la verdad no sabía cuál os podía entretener más. Busco entre los recovecos de mi memoria y, he recordado una historia que quizás os guste.
Justo aquí, es donde comienza la leyenda de Ciro.
Astiages  era rey de los Medos, una noche tuvo un sueño que creyó podía hacerse realidad: pues soñó que su hija Mandane comenzaba a orinar de una forma y manera tan brutal que, era tanta la cantidad que orinaba que ese orín, de repente inundó toda Asia.
Al día siguiente el rey de los Medos, convoco con urgencia a todos sus magos y místicos para que le dijeran el significado de aquel sueño, estos magos después de echar muchas cartas y hacer magia,  le aseguraron al rey que su hija tendría un niño y que poseería toda Asia.
Asustado del pronóstico y premoniciones que hicieron sus magos y místicos el rey,  preocupado de que este sueño se pudiera hacer realidad, inmediatamente casó a su hija llamada Mandane con el rey de Persia Cambises. Poco despues supo que iba a ser abuelo, así que aquel niño que estaba por nacer, cuando llegara a tener la edad para gobernar, sólo podría optar a ser el rey de Persia.
Pero los sueños de Astiages no acabaron ahí, pues cada noche y cuando cerraba los ojos, volvía a soñar, los mismos sueños que según sus magos no parecían tener importancia. Pero una noche después de una fiesta que el rey abusó del alcohol, se acostó beodo, aquella noche de nuevo volvió a soñar algo que para él era espantoso, pues vio que del útero de su hija brotaba una parra cuyas ramas eran tan poderosas que se extendían por toda Asia.
Aquella misma noche supo que aquel  vaticinio, onírico podía hacerse realidad.
Entonces, nada más amanecer, hizo llamar a su hija para que acudiera a su palacio, y cuando su hija se acudía a la llamada de su padre,  aquella noche los cielos persas parecían bramar al paso de la caravana donde viajaba Mandana, los ríos se desbordaban a su paso, el viento azotaba tanto los árboles que obstaculizaban el paso de la caravana, sin dudas estaba siendo un viaje peligroso  ya que su hija se encontraba embarazada.
El rey seguía con su obsesión, pues después de meditar qué podía hacer cuando aquel niño naciera, tuvo una idea que creyó era la mejor opción para deshacerse de su nieto que estaba a punto de llegar al reino de Medos.
Y llegó Mandana a palacio, su aspecto era deplorable después de un incruento viaje lleno de obstáculos, Astiages, al verla la abrazó y cogiéndola de la mano, hizo todo lo posible para que su hija  permaneciera en su palacio hasta dar a luz y,  cuando el esperado niño nació: Astiages mintió a su hija diciéndole entre sollozos y esperpénticos gritos de dolor que el niño había nacido muerto.
Entonces y para compensar a su hija de tan terrible pérdida convocó que se guardaran tres semanas de luto a su pueblo por tan grande pérdida.
Mandana, que conocía la ambición desmedida de su padre, no se fió de él y, cuando llegó la hora de volver a Persia donde la esperaba su esposo Cambises, pero antes de salir del palacio de su padre, le echó una maldición, mientras tanto por una puerta trasera del palacio y  a escondidas salía uno de sus más fieles comandantes con el bebé envuelto en una manta, con las órdenes de ejecutarlo, pero el curtido militar se compadeció del bebé, no teniendo valor para matarlo, entonces deambuló sin rumbo pensando qué hacer con él, cuando ya se encontraba desesperado, se encontró con una familia de pastores que, al ver al bebé en brazos de un militar le dijeron que ellos siempre habían deseado tener un hijo, Haspago, loco de contento por haber encontrado la solución, les entregó al bebé pues ya no tenía que ejecutarlo.
Y volvió a palacio con una enorme sonrisa de satisfacción que no agradó a Astiages.
El niño fue creciendo con aquellos pastores, mientras su abuelo, el rey, impartía justicia a sus súbditos.
Pasaron algunos años desde aquel acontecimiento cuando en el reino hubo un conflicto que la corte no sabían cómo resolver, entonces el rey al verse mayor quiso pedir opinión a dos jóvenes de su reino para que resolvieran su problema.
Cuando los dos jóvenes se encontraban ante el rey, éste se sorprendió, al observar que uno de ellos era la imagen viva de su juventud, entonces,  lo retuvo unos días hasta poder averiguar de donde era originario aquel joven de extraordinaria viveza, comenzó a analizar su forma de moverse, su comportamiento. Pero no necesitó mucho tiempo para darse cuenta  que se trataba de su nieto.
Y, pensó, en su más fiel comandante Haspago, que le había traicionado desobedeciendo sus órdenes, por lo tanto (su nieto seguía vivo) pero no obstante, se sintió satisfecho de saber que se había convertido en un hombre aguerrido.
Entonces un día el rey buscando la excusa de que aquellos dos jóvenes le habían resuelto el problema que aquejaba al reino, hizo preparar un gran banquete, a su lado sentó a su fiel amigo el comandante Haspago.
El rey al término de la comida, preguntó a su comandante si le habían gustado los tres platos de carne que le habían servido y, que cual de ellos le había parecido más sabroso, Haspago, complacido por el interés de su rey, le contestó que todos habían estado excelentes.
 Poco después aparece un criado con una bandeja de plata, todos pensaron que era demasiada comida pero, cuando el rey le dice al criado que sirva primero a su comandante, al bajar la bandeja a la altura de los comensales, todos quedaron horrorizados, pues se dio a entender que en el banquete se había servido cómo manjar al hijo del comandante cuya cabeza se exhibía en aquella  bandeja  de plata
Más tarde la historia cuenta, de que aquel niño, su nieto, llegó a ser el rey Ciro sucediendo  a su padre Canbises, por lo tanto llegó a ser rey de Persia
 Durante sus primeros años de reinado puso toda su energía en conquistar a una reina llamada Tomasis, que lo rechazó, pero cómo Ciro no cejaba en su empeño, ella molesta por su acoso, le maldijo diciéndole, que algún día rebozaría su cuerpo con la sangre de los persas, pero el desolló esa maldición mientras se convertía en un guerrero, que enseguida empezó a ver cómo sus batallas alcanzaban importantes hazañas.
Pero, aun así y, todo su abuelo Astiages no parecía estar muy satisfecho,  pues tenía  celos del  poder y, carisma de su nieto. Un día, por sorpresa emprendió una acción guerrera contra su nieto que ya ostentaba el reino de Persia.
Ciro en aquella contienda, para fastidiar a su abuelo, se hizo con el servicio de varios generales Medos: Poco después marcho con su ejército sobre la capital, (Eclatana) buscó a su abuelo con ahínco, que poco después fue capturado por sus generales y entregado a él.
Ciro el rey persa una vez tuvo en su poder a su abuelo, le perdonó la vida una vez derrocado, pero lo mantuvo encarcelado hasta el fin de sus días.
Por aquel entonces Círo ya era también el rey de los Medas y de Pérsia, llegando a dominar Capadocia, consiguiendo acaparar con sus hazañas también las ciudades griegas de Anatolia.
Ciro finalmente perdió la batalla en el mar de Hierba. Tomases la reina que lo rechazó, después de la contienda, buscó su cadáver de entre los escombros, cuando lo encontró, le corto la cabeza y la sumergió en un tarro lleno de sangre que habían vertido sus soldados persas.
¿Exageración?
Pudo serlo, pues lo que sí se sabe es que los esteparios  de aquella época eran capaces de, eso y, mucho más.
¿Leyenda?
¿Verdad?
Solo sé que cuando llegó el gran Alejandro Magno el macedonio, cambió la historia. 
Eso fue lo que me contaron y yo os lo cuento a vosotros.






lunes, 13 de enero de 2020

El campo misterioso

El coche que conduce Beatriz sigue rodando por el paisaje extremeño que, se le antoja misteriosamente cambiante,  porque a veces el campo se le mostraba en todo su esplendor dorado, y otras verde, en su contemplación deduce que había entrado en un remanso de paz fascinante, sobre todo para ella que necesitaba sosiego. Entonces decide plasmar en su cámara lo que siente ante la belleza de una tierra tan cerca y tan lejos de cual quiera de las grandes capitales.
Poco después se encontraba  llegando a Monfrague, la belleza del paisaje se mostraba agreste, salvaje, una brisa agradable  alborota sus cabellos al bajar del coche.
Mientras el río Tajo aparentemente manso pero caudaloso, fue y es testigo de muchos avatares, que guarda misteriosamente con sus grandes silencios entre los verticales y canchales que aprietan sus aguas en un abrazo de frenesí, haciendo de este enigmático río de aguas profundas que sea aún más misterioso.
Beatriz aparca el coche en un mirador, saca el objetivo, y su mente le hace creer  que lo que está captando su cámara no es otra cosa que la reencarnación de un pedazo del Edén.
Con la cámara, siempre en movimiento, ve cómo un águila lleva en su pico una culebra común de la zona, balanceándola como si se tratara de un trapecio, que hace que el cielo sea un espectáculo grandioso.
Ya empezaba a anochecer, la jara comienza a tener movimiento como si tuviera vida propia, entonces siente vértigo, se encontraba sola en un paraje solitario pero lleno de vida. Beatriz en su ansia de libertad no se preocupó de buscar alojamiento, pero si sabe que tiene que salir de allí antes que el cielo se cubra con su velo negro dejando en su complacencia que en la oscuridad sea salpicado por diminutas estrellas, haciendo qué las veredas flanqueadas por densos  zarzales, sirvan de puestos de vigilancia a las alimañas para saltar en su momento oportuno sobre sus confiadas presas.
Después de aquel espectáculo y cuando Beatriz se acerca al coche aparcado bajo una frondosa encina, nota que algo le humedece la cabeza, haciéndola dar un salto de temor, todo el campo se  encontraba en el más absoluta soledad, solo se podía oír el aleteo de algún ave despistada que busca donde pasar la noche, acompasada con el ruido tenebroso que produce el roce de los animales  sobre las hojas secas del suelo, que  toda ese movimiento  unido  a la suave brisa, y el murmullo  silencioso del agua, componen una sinfonía que  arrulla a las almas.
Conduce ensimismada recordando lo que había visto, cuando desde el coche divisa un  hotel rural, se dirige hacia él al encontrarse cerca del parque de Monfrague, una vez instalada revisa el material fotográfico, en la habitación, improvisa un pequeño estudio, y deja pasar las imágenes en su pequeña pantalla una tras otra, a cual más idílicas, mientras el Tajo camina lento y majestuoso hacia su destino: Lisboa.
De repente algo en las fotos le llama la atención, aquella foto no recordaba haberla hecho, pero sí recuerda que algo húmedo e inesperado le mojó la cabeza haciéndole  dar un brinco,  mira de nuevo una y otra vez con interés, porque sigue sin saber exactamente lo que en realidad buscaba en aquellos fotogramas, coge una lupa que guardaba en su mochila, mira con detenimiento. Sus ojos se abrieron de par en par, algo como una nebulosa aparecía ante su cámara lo examina, sin dudas era algo incorpóreo que se interponía en su objetivo, ante tanta excitación espera a tranquilizarse,  o, era una pequeña nube de esas que parecen de algodón que a veces cubren las copas de las encinas.
Intrigada sigue  pasando los fotogramas, y en todas ellas empezaron a aparecer figuras extrañas, como caballos  cabalgando por las montañas escarpadas; en otros fotogramas había figuras de mujer que vestían con charchaf, como lo hacán las musulmanas. Pensando  recuerda que muy cerca de donde había hecho las fotos había las ruinas de un castillo árabe con reminiscencias Vizantinas…
Sigue, inspeccionando el material, pero llega el momento en que su curiosidad se vuelve en ansiedad, y de nuevo  recuerda aquella gota de agua que estando el cielo despejado le cayó en la cabeza al abrir el coche,  cuando decidió salir del parque, un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar que aquella gota  podía ser una lágrima.
Todo era tan misterioso que Beatriz decidió olvidarse de su nueva jefa y emprender otro camino, como el de desentrañar un misterio que sin ella querer había sido elegida para desentrañar.
Desde aquel momento su mundo ya era otro, pues para ella sólo comenzó contar desde ese momento en que enfiló la carretera de Extremadura con su cámara al hombro, una cámara  que le había hecho ver en profundidad, que más importante que la avaricia era  el poder contemplar el cielo como en un espejo, y compartir lo bello que puede encerrar.
Más tarde llegó a ser una de las fotógrafas más admiradas, pero nunca llegó a saber   cómo en sus fotografías siempre se dibujaba sutilmente, una silueta de mujer.
Esa mujer no era otra que su alma que se reflejaba en un trabajo donde sin querer manifestaba que el mundo gira con tanta rapidez que a veces creemos que parece se mantiene inmóvil, porque para ella y desde hacía tiempo, y desde la caída de las torres gemelas de Nueva York, estaba viéndolo todo desde el prisma de una materia vibratoria, donde el mundo se puede ver de distintas maneras, pero ella lo veía con la intención de hacer un mundo mejor.
 ¿Lo lograría?



 FINAL



martes, 7 de enero de 2020

El campo misterioso

Después de un intenso día de trabajo de Beatriz como reportera al llegar a casa se dejó caer  encima de la cama como si su cuerpo fuera un fardo de paja mojada, su agotamiento hace que en unos minutos quedase profundamente dormida.
Al día siguiente, al levantarse, y con el sueño aún pegado a los ojos, sube la persiana  de la ventana de su alcoba, se quedó deslumbrada por el espectáculo del amanecer; por unos segundos se vio atrapada en el limbo, porque su mente dormida aún vagaba por las sombras de los sueños, mientras en el horizonte un resplandor dorado rasgaba la noche para darle paso al nuevo día.
Cuando sale a la calle, cargada con el equipo fotográfico, mira con curiosidad el firmamento, siempre tuvo la obsesión de poder captar la metamorfosis del cielo al amanecer, en el justo momento en el que los rayos del sol se apoderan de él, pues sabía que ante ella se mostraba una paleta de diversos colores como magenta, mandarina, limón y,  de ese color intenso de las cerezas cuando están a punto de madurar.
Sale a la calle y antes de pedir un taxi para que la lleve a la redacción, reflexiona,  se encuentra indecisa, no sabe si cumplir ese día con su trabajo o dejarlo, aún estaba a tiempo de hacer su sueño realidad, como el de vivir unos días libres en las montañas, viendo con sus propios ojos y desde otra ventana más amplia el rumbo del universo, y poder observar cómo danzan las estrellas sobre los ritos eternos de los pueblos y bajo la eterna vigilancia de un inmenso cielo cambiante.
Pensativa se atusa el pelo; vuelve sobre sus pasos, entra en el garaje, se dirige hacia su coche, un flamante Toyota  Auris de color rojo que la espera con el depósito lleno, esperando sus órdenes.
Minutos después sin más equipaje que su equipo fotográfico y una pequeña mochila, que en unos momentos llenó con los accesorios necesarios para su aseo personal, enfila la carretera de Extremadura, dejando atrás la capital de España sumida en el cáos diario que se forma en esas horas punta tan temidas para ella.
Camino de Navalmoral, Beatriz siente una pequeña liberación, y recuerda el día en que por primera vez llego a la oficina de  la que hoy es “jefa” reportera, luciendo una apariencia afable,--claro que lo que se proponía conseguir iba a ser a costa de hacer cualquier cosa para llegar el puesto deseado. 
Ya  en su entrada comenzó a desplegar un aura de buena profesional, saludando a diestro y siniestro, hasta llegar al extremo de hacerle un mimo al perro del “supremo”. La verdad es que a veces no podía disimular una sonrisa hipócrita que se adornaba con una  caja de dientes tan grandes que en el poco tiempo que estuvo con los futuros compañeros se los humedeció más de cien veces.
A  Beatriz aquella mujer le pareció  un sabueso olfateando  el mejor y más sabroso hueso. Después de un año de trabajar en la empresa ya había conseguido su propósito; tenía el mejor despacho, justo al lado del jefazo, eso sí, cada día  tenía que lamerle la mano, una mano que se mostraba sucia de inmundicias de esas que se van acumulado a lo largo de una  infecta y tortuosa vida. Pero Marta-- que así era llamada-- Era así, una de esas pelotas que son capaces de votar como un mono en un camino de gravilla solo para conseguir sus objetivos.

Desde el día que consiguió  llegar  a la dirección nada fue igual para los que componían el equipo.



miércoles, 1 de enero de 2020

Soy Teresa Sánchez Romeroero

OS DESEO UN FELIZ Y MARAVILLOSO AÑO NUEVO A TODOS LOS QUE HAN LEÍDO MI NOVELA  Y, A LOS ESTÁN POR LEERLA. SIN LUGAR A DUDAS, ESTE ES EL MOMENTO PARA REGALAR CULTURA, TAN SOLO TIENES QUE ENTRAR  EN AMAZON Y, BUSCAR EL TITULO TODO COMENZÓ EN MIELEC.
NO TE ARREPENTIRÁS, PUES SU LECTURA NO TE DEJARÁ INDIFERENTE, PORQUE TE HARÁ VIAJAR DE MANERA TREPIDANTE POR EUROPA, AMÉRICA Y, CÓMO NO, POR NUESTRA QUERIDA EXTREMADURA, ELLA ES UNA JOVEN QUE SE INVOLUCRA EN UNA BÚSQUEDA  DE JUSTICIA .
O, TAL VEZ, VENGANZA.