jueves, 30 de abril de 2020

Desde mi balcón


No sé si soy  algo así como un ejemplo a seguir, o en realidad parezco un perro verde manifestándome con  una petulancia desfasada que hasta me parece  mal sonante.
Sí estoy cómo cada españolita, confinada, encarcelada, a veces agobiada, pero ha llegado el momento de expresar lo que siento de todo este maremágnum en el que nos encontramos inmersos, sé que es una situación, no especial, sino muy muy especial tanto que inesperadamente  ha roto nuestros sueños, pero también ha despertado esperanzas perdidas que demuestra que el ser humano puede ser un cúmulo de emociones y sentimientos que a veces llegan a ser extremos porque  sin apenas darnos cuenta, despierta unas ilusiones que, al ser mezcladas con la imaginación, hace desechar el pesimismo y la miseria que esta situación nos  puede llevar.
Pero mi mente insiste en que sea positiva llevándome hacia la distracción, que sin saber, nos aporta  emociones  y ganas de seguir adelante, pues el deseo, es algo que parece irracional, pero si lo deseas ardientemente, es  algo que está comprobado científicamente,  si te lo propones puedes con tu mente atraer la felicidad, pues son pensamientos que se anteceden a lo que está ahí, y que está por llegar.
Yo dentro de mi casa me siento privilegiada, y tan solo por poseer un balcón, que desde el cual puedo mirar el mundo en otra dimensión, extenso y prometedor, en su contemplación puedo imaginar la estela que van dejando los aviones repleto de pasajeros deseosos de llegar a un destino ansiado, a veces y cuando en la noche miro las estrellas, sé que brillan con mayor fulgor que nunca, pues sé que nos están iluminando con su guiño de cómplice un nuevo camino tan brillante como el de ellas mismas.
La calle desierta y huérfana de niños que corren desenfrenadamente tras la pelota, no la quiero, porque me hace sentir que me encuentro dentro del apocalipsis, por eso, ese sentimiento lo desecho de inmediato, pues ya se sabe que el ser humano tiene capacidad suficiente para recuperase en cero, segundos, por lo tanto quise ver, que las calles se encontraban llenas de paseantes, de amigos charlando en una esquina.
Al día siguiente al despertar y abrir la ventana respiro el nuevo día ese día que debemos construir entre todos los hombres de bien, derrochándonos amor, derrotando la ambición, así podremos construir una mejor sociedad que la que nos ha robado esa cosa que no sabemos quién es porque no tiene rostro, para poder hacerle frente y derrotarlo.
Pero si todos arrimamos el hombro sabremos salir airosos de esta pandemia que se nos ha manifestado con varias caras, a cual más siniestra, pero, no creéis que nuestra...

España merece ser feliz. 



martes, 21 de abril de 2020

La magia de los libros

Ya está a punto de llegar el día 23 de Abril: Día de la magia, porque un libro es eso, magia, tiene un solo truco, que es, que nada más abrirlo hace que te metas en un mundo diferente, un mundo que llega a hacerte adicto a la historia, a la intriga, hasta puedes llegar con la imaginación, volar por el Cosmos para tocar las estrellas.
Un libro es eso, y mucho más. Pon una librería en tu vida y, seguro que tus sueños siempre estarán presentes en tu vida cotidiana para hacerla más feliz, porque los libros tienen el gran poder de realizar esos sueños imposibles, y lo hace con tan solo su lectura, siendo algo que nunca te dejarán indiferente.
Yo como autora, os recomiendo Todo comenzó en Mielec, os invito a que leáis ahora la primera parte del comienzo de una novela trepidante y de intriga. También se pueden leer dos de los capítulos en Amazon totalmente gratis, si lo deseáis.


TODO COMENZÓ EN MIELEC

Mielec era una ciudad que necesitaba motivos para reír, pues había sido diezmada en la Segunda Guerra Mundial, pero de lo que no hay dudas, es que aún huye del miedo y de la incertidumbre por su condición de haber atravesado situaciones que, sin haber sido deseadas, que habían dejado en ellos unos posos difíciles de limpiar.
Esto inquietaba a sus habitantes como una catarsis que les hacía ser huidizos.
Corrían los años cincuenta, después de finalizar una incruenta guerra civil en España, y el final de otra mundial, no menos atroz, siendo esta última orquestada por los nazis.
Y cuando todo parecía volver a la calma, una tarde de otoño y, bajo un cielo plomizo en la ciudad polaca de Mielec, Anna se despertó improvisadamente de su letargo bajo las campanadas  del reloj de la iglesia Mayor, después de una noche de vigilia en el hospital, Anna era una de estas mujeres que se sentía íntimamente implicada en la causa de los más desfavorecidos. Aquella noche había estado dando consuelo a un enfermo.
Los vecinos en aquel día gris que invitaba a la melancolía, para aquellos que se encontraban ociosos en las tabernas, dejaron sus tertulias, y como si fueran llamados a una revolución, corrieron en tropel ansiosos hacia la plaza de Niepodleglosci, para saber más sobre un suceso acaecido en una casa abandonada y lúgubre, donde unos jóvenes “hippies” habían encontrado un sótano húmedo y oscuro  a un hombre que parecía estar abandonado a su suerte.
El hombre vestía con harapos, barba larga hasta la cintura y melena que rozaba el suelo, su cuerpo parecía extremadamente frágil y delgado.
Si deseas continuar, puedes leer en Amazon los dos primeros capítulos de esta novela totalmente gratis, Todo comenzó en Mielec.
Calerina Sánchez Romero.








viernes, 17 de abril de 2020

Libertad es ñoñar


Hoy al levantarme, me pongo las zapatillas, me miro los pies, y sin más levanto la persiana, miro la calle, y como desde hace ya no se ni cuantos días, se encuentra vacía. Me dirijo al cuarto de baño, me lavo la cara, pero al mirarme casi me da un patatús, no podía seguir ni un día más con esas pintas, estaba confinada en casa, pero no era motivo para dejar de ser la misma que siempre fui, sin desayunar y como algo excepcional me ducho, saco el neceser que llevaba olvidado más de un mes, me maquillo, y después de todo me veo tan mal, ha pasado tanto tiempo olvidada esta tarea de restauración  de mi cara...entonces me hago un recogido, que por cierto, yo creo que estaba  favorecida.
Me pongo ante el armario, me encontraba dispuesta a hacer cualquier cosa por volver a ser persona, busco un vestido, este, no, que es muy severo, no sé cómo cómo pude comprar este vestido, lo rechazo, y busco otro, pero nada ninguno me convence para que combinase con el día que me había propuesto vivir.
Entonces se me enciende una lucecita, y me digo, nada de “cutradas” y  me dirijo al armario donde guardo la ropa especial, y nada más abrirlo, elijo un vestido de mañana,  que por cierto siempre me vi monísima con él, una vez vestida me calzo los zapatos unos zapatos que me compré para la boda de una de mis hijas, que no me había vuelto a poner por tener un tacón excesivo.
Ya estaba preparada y dispuesta  para ir a desayunar al famoso Atrio, poco después entro en la cocina, me sirvo el café, podéis creer que en mucho tiempo no había saboreado uno tan rico.
Una vez terminé el desayuno, entro en el salón (limpio como la patena al no tener ningún tráfico) cojo un libro, y me pongo a leer, fue solo media hora, pero me sentó fenomenal, ya relajada y más animada por descubrir que seguía siendo la misma.
De nuevo me pongo la bata, y termino mis tareas domésticas, una vez terminada esta tarea, me encajo unos vaqueros y unas zapatillas deportivas, y con la libertad que da la actitud que desea tomar, recorrí el pasillo de la casa unas cuantas veces a paso ligero hasta que me cansé.
Cuando me senté a comer, me sentí una mujer muy afortunada, pues descubrí que solo hace falta imaginación y buen talante para no perder ni un solo minuto de  nuestra preciosa vida, pues hay que desechar la rutina para no caer en la desesperación
¿Te atreves a que estos días sean especiales, pero a tu manera?
No olvidemos que la primavera ya está aquí y que dentro de poco los que se han ido serán un recuerdo inolvidable, que nunca les faltara por mucho tiempo que pase ese homenaje que solo se les da a los héroes caídos.



sábado, 11 de abril de 2020

Se puede ser feliz si te lo propones


SE PUEDE SER FELIZ SI TE LO PROPONES

Estos días de confinamiento me encuentro tan acelerada, que quisiera hacer tantas cosas, pero por vagancia fui dejando todo para otro día, pero  desde esta mañana en que puse el pie en el suelo y mire las zapatillas, esas zapatillas que ya se han acoplado tanto a mis pies que creo que cualquier noche me acuesto con ellas puestas, bueno, pues después del desayuno ese desayuno sosegado que no recuerdo haber tenido desde … ya ni me acuerdo, sí, soy mayor, pero tengo siempre trabajo, ir a tomar café por la mañana a las 11,30 h, ir de compras, hacer comidas, lavadoras, bueno todo lo que conlleva ser esa cosa que dicen llamar a la que hace todas esas tareas ”ama de casa”.
Bueno como os digo, esta mañana me levante un poco más guerrera que otros días. Necesitaba quemar todo lo que me bullía dentro, y sin más, pues ni siquiera me peiné para que no desaparecieran las ganas que me entraron de tirar todo lo que era inservible.
Empecé con uno de los armarios que donde cada fin de invierno iba metiendo la ropa, esa ropa  que por mucho que lo intentes, cuando se va a poner, de nuevo la guardas aterrada  porque se encaja en las caderas haciéndote por unos –solo unos instantes—que tienes que olvidarte de hacer torrijas.
Bueno, voy sacando todo lo que allí se guardaba, madre, cómo se puede guardar semejantes cosas, saqué raquetas de cuando jugaba a tenis, balones, que no se de quien serian porque yo tuve solo dos hijas, sigo sacando cosas, me sorprendo,  pero todo esto estaba allí guardadito, entonces me asombro que ese armario pudiera tener tanta capacidad, pues siempre lo ignore al encontrarse camuflado tras la puerta de la entrada.
Sigo con mi inspección, pues aquello era como si hubiera descubierto la caja de Pandora,--pero en bueno-- de hecho en el fondo había de todo, entre ellos una caja de cartón, la arrastro para sacarla, cuando la abro, casi me emociono, estaba repleta de muñecas barriguitas, con su ropita, por unos instantes me quedé pensando en aquel tiempo pasado, y sigo removiendo todo para saber cuántas cosas más podía guardar aquella caja, la verdad es que pesaba mucho para que solo su contenido fuera de muñecas pequeñitas.
Pero al arrastrar la caja, ésta se cae al suelo, y cuál fue mi sorpresa que en la caída se rompe algo de cerámica, era una hucha de cerdito donde mis hijas guardaban sus ahorros, y con la mayor avaricia que se pueda inventar, me dispuse a contar las monedas arrodillada en el suelo,  era un  tesoro lo que acababa de descubrir  y,  en mi propia casa, cuento, y recuento, todo estaba en €, cuando termino, al ponerme de pie me dolían enormemente las rodillas.
Una vez hecho el recuento, recuerdo que fui yo la que echaba cada semana los € que tenía en el monedero.
Entusiasmada llame a mis hijas, era como si me hubiera tocado la lotería. Porque lo más simple y cotidiano puede hacer que ese día sea un día memorable, solo se tiene  que proponer.
Entonces mis hijas y yo quedamos por unanimidad, en reunirnos cuando termine este confinamiento para comer y, poder festejar que ese bicho malo lo hemos vencido entre todos.
Brindaremos por aquellos que se fueron, los que se recuperaron, y los que tuvimos la suerte de no enfermar.
Dicen que en la vida nada es casual, pues ese dinero estuvo escondido tanto tiempo que se hubiera perdido sin que nadie lo hubiera disfrutado, y ahora, nos va a servir para celebrar la vida, que es lo más hermoso que Dios nos ha dado.
Sed felices pues no se necesita tanto, solo voluntad de serlo.







sábado, 4 de abril de 2020

Nadie escapa de la justicia


Pronto comenzó todo a funcionar, y comenzaron a convocar fiestas para darse a conocer y, cuando llegó la primavera las luces de la fachada se encendían para dar paso a los invitados que eran recibidos con los ritmos de música peruana.
La casa al ser tan grande y al haber perdido en el camino a algunos de los criados, hubo que reclutar servicio del pueblo más cercano.
La planta baja, estaba dotada de un patio interior porticado  de donde salían puertas que disponían distintas estancias, como una sala de reuniones, un cuarto de estar otro de juegos y una sala de música, tras una de las puertas se encontraban unas escaleras de servicio con la barandilla de hierro que conducían al área de servicio.
Antes de entrar en el patio, y a la derecha de la entrada arrancaban unas suntuosas escaleras que daban acceso a la planta noble, donde se encontraba entre otras estancias donde destacaba un salón con una gran chimenea decorado con una corona con las iniciales de uno de los jefes indios  más destacados del país andino. En aquella casa no faltaba ningún detalle que no le diera carácter a la vivienda y que hablara del poderío económico de Javier.
Solo habían pasado unos meses de su llegada a la finca, y del placentero regocijo que  el dueño sentía, cuando una mañana se dio la alarma que una de las sirvientas se encontraba enferma aquejada de fiebre muy altas, avisado el médico este acudió de inmediato diagnosticando un catarro, y le aconsejó que guardase cama, en unos días todo parecía volver a la normalidad, cuando poco después otra de las sirvientas comenzó a tener los mismos síntomas que su compañera, de nuevo el médico se personó en la casa  recetándole  no salir de su habitación.
El médico sospechaba de una epidemia, algo que él no estaba preparado para curar, y estuvo unos días sin visitar la casa consultando libros para saber de donde podía venir aquel contagio, entonces y entre los criados que eran del pueblo  enseguida se difundió la alarma de que habían traído una enfermedad de las indias.
La noticia corrió como la pólvora por toda la comarca, nadie osaba acercarse a la casa, los proveedores de alimentos dejaron de servirles, el médico al tener contacto con los enfermos se contagió, todo era un caos, pues aquellos que en su día acudieron a sus fiestas, ni siquiera llamaban para interesarse por la salud de todos ellos, tenían miedo del contagio, el teléfono dejó de sonar, en realidad ningún médico de los que acudían a la casa sabían cómo atajar aquella enfermedad.
Poco después nadie llamaba a la puerta para ayudar, los niños fueron muriendo uno a uno sin tener asistencia médica, poco después de encontrarse sumidos en aquella soledad, la señora agonizaba en su alcoba, mientras su esposo expiraba sentado en el sillón de su despacho.
Pasaron algunos años, hasta que alguien contó la historia de aquel indiano cuya familia no se volvió a ver.
Pero un audaz periodista, ávido por contar historias un día se acercó a la finca, se atrevió a entrar,  y cuál fue su horror  cuando vio que la casa se hallaba sembrada de cadáveres.
Al salir de la casa se encontró a un ser desaliñado que vagaba por los alrededores de la casa, era el ser que había llevado el virus a la casa solo por venganza, todos murieron, pero aquel ser despreciable, ya se encontraba pagando su mala acción, pues no murió, pero su vida estaba siendo mucho peor que la de las víctimas que con su conducta había propiciado.
Pero lo que no pudo apagar aunque se lo propuso fue la luz de la vida que volvía con la primavera, y que cada año renace acompañada de los cánticos y trinos de los pájaros, y llega siempre acompañado con el aroma de las flores haciendo de su conjunto una sinfonía, que hace que la vida vuelva a ser maravillosa.
Pero nunca se debe bajar la guardia, pues existen seres que con los ropajes de humildes y buenas personas  saben camuflarse entre nosotros, sembrando la maldad.
 El reportero al salir de la casa y ver a aquel espectro que merodeaba por los alrededores de la casa, solo pudo decir con desprecio. Nadie escapa de la justicia Divina.
Porque hay un dicho, quien hierro mata hierro muere, por lo tanto seguirá vagando por la eternidad en una soledad que es más horrenda que la muerte.
FINAL