Hoy al levantarme, me pongo las zapatillas, me miro los pies,
y sin más levanto la persiana, miro la calle, y como desde hace ya no se ni
cuantos días, se encuentra vacía. Me dirijo al cuarto de baño, me lavo la cara,
pero al mirarme casi me da un patatús, no podía seguir ni un día más con esas
pintas, estaba confinada en casa, pero no era motivo para dejar de ser la misma
que siempre fui, sin desayunar y como algo excepcional me ducho, saco el
neceser que llevaba olvidado más de un mes, me maquillo, y después de todo me veo tan mal, ha pasado tanto tiempo olvidada esta tarea de restauración de mi cara...entonces me hago un recogido, que por
cierto, yo creo que estaba favorecida.
Me pongo ante el armario, me encontraba dispuesta a hacer
cualquier cosa por volver a ser persona, busco un vestido, este, no, que es muy
severo, no sé cómo cómo pude comprar este vestido, lo rechazo, y busco otro, pero nada ninguno
me convence para que combinase con el día que me había propuesto vivir.
Entonces se me enciende una lucecita, y me digo, nada de “cutradas”
y me dirijo al armario donde guardo la
ropa especial, y nada más abrirlo, elijo un vestido de mañana, que por cierto siempre
me vi monísima con él, una vez vestida me calzo los zapatos unos zapatos que me
compré para la boda de una de mis hijas, que no me había vuelto a
poner por tener un tacón excesivo.
Ya estaba preparada y dispuesta para ir a desayunar al famoso Atrio, poco después entro en la cocina, me sirvo el café, podéis creer que en mucho tiempo
no había saboreado uno tan rico.
Una vez terminé el desayuno, entro en el salón (limpio como
la patena al no tener ningún tráfico) cojo un libro, y me pongo a leer, fue
solo media hora, pero me sentó fenomenal, ya relajada y más animada por
descubrir que seguía siendo la misma.
De nuevo me pongo la bata, y termino mis tareas domésticas,
una vez terminada esta tarea, me encajo unos vaqueros y unas zapatillas
deportivas, y con la libertad que da la actitud que desea tomar, recorrí el
pasillo de la casa unas cuantas veces a paso ligero hasta que me cansé.
Cuando me senté a comer, me sentí una mujer muy afortunada,
pues descubrí que solo hace falta imaginación y buen talante para no perder ni
un solo minuto de nuestra preciosa vida,
pues hay que desechar la rutina para no caer en la desesperación
¿Te atreves a que estos días sean especiales, pero a tu
manera?
No olvidemos que la primavera ya está aquí y que dentro de
poco los que se han ido serán un recuerdo inolvidable, que nunca les faltara
por mucho tiempo que pase ese homenaje que solo se les da a los héroes caídos.


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