sábado, 11 de abril de 2020

Se puede ser feliz si te lo propones


SE PUEDE SER FELIZ SI TE LO PROPONES

Estos días de confinamiento me encuentro tan acelerada, que quisiera hacer tantas cosas, pero por vagancia fui dejando todo para otro día, pero  desde esta mañana en que puse el pie en el suelo y mire las zapatillas, esas zapatillas que ya se han acoplado tanto a mis pies que creo que cualquier noche me acuesto con ellas puestas, bueno, pues después del desayuno ese desayuno sosegado que no recuerdo haber tenido desde … ya ni me acuerdo, sí, soy mayor, pero tengo siempre trabajo, ir a tomar café por la mañana a las 11,30 h, ir de compras, hacer comidas, lavadoras, bueno todo lo que conlleva ser esa cosa que dicen llamar a la que hace todas esas tareas ”ama de casa”.
Bueno como os digo, esta mañana me levante un poco más guerrera que otros días. Necesitaba quemar todo lo que me bullía dentro, y sin más, pues ni siquiera me peiné para que no desaparecieran las ganas que me entraron de tirar todo lo que era inservible.
Empecé con uno de los armarios que donde cada fin de invierno iba metiendo la ropa, esa ropa  que por mucho que lo intentes, cuando se va a poner, de nuevo la guardas aterrada  porque se encaja en las caderas haciéndote por unos –solo unos instantes—que tienes que olvidarte de hacer torrijas.
Bueno, voy sacando todo lo que allí se guardaba, madre, cómo se puede guardar semejantes cosas, saqué raquetas de cuando jugaba a tenis, balones, que no se de quien serian porque yo tuve solo dos hijas, sigo sacando cosas, me sorprendo,  pero todo esto estaba allí guardadito, entonces me asombro que ese armario pudiera tener tanta capacidad, pues siempre lo ignore al encontrarse camuflado tras la puerta de la entrada.
Sigo con mi inspección, pues aquello era como si hubiera descubierto la caja de Pandora,--pero en bueno-- de hecho en el fondo había de todo, entre ellos una caja de cartón, la arrastro para sacarla, cuando la abro, casi me emociono, estaba repleta de muñecas barriguitas, con su ropita, por unos instantes me quedé pensando en aquel tiempo pasado, y sigo removiendo todo para saber cuántas cosas más podía guardar aquella caja, la verdad es que pesaba mucho para que solo su contenido fuera de muñecas pequeñitas.
Pero al arrastrar la caja, ésta se cae al suelo, y cuál fue mi sorpresa que en la caída se rompe algo de cerámica, era una hucha de cerdito donde mis hijas guardaban sus ahorros, y con la mayor avaricia que se pueda inventar, me dispuse a contar las monedas arrodillada en el suelo,  era un  tesoro lo que acababa de descubrir  y,  en mi propia casa, cuento, y recuento, todo estaba en €, cuando termino, al ponerme de pie me dolían enormemente las rodillas.
Una vez hecho el recuento, recuerdo que fui yo la que echaba cada semana los € que tenía en el monedero.
Entusiasmada llame a mis hijas, era como si me hubiera tocado la lotería. Porque lo más simple y cotidiano puede hacer que ese día sea un día memorable, solo se tiene  que proponer.
Entonces mis hijas y yo quedamos por unanimidad, en reunirnos cuando termine este confinamiento para comer y, poder festejar que ese bicho malo lo hemos vencido entre todos.
Brindaremos por aquellos que se fueron, los que se recuperaron, y los que tuvimos la suerte de no enfermar.
Dicen que en la vida nada es casual, pues ese dinero estuvo escondido tanto tiempo que se hubiera perdido sin que nadie lo hubiera disfrutado, y ahora, nos va a servir para celebrar la vida, que es lo más hermoso que Dios nos ha dado.
Sed felices pues no se necesita tanto, solo voluntad de serlo.







1 comentario :