miércoles, 24 de enero de 2024

Al otro lado del espejo


Al otro lado del espejo

 

 

 

No sé qué es lo que me pasa, me encuentro confusa, y en este estado es cuando me vienen a la memoria unos recuerdos, que… creo que, me encontraba paseando por la Ciudad monumental de mi Cáceres mágico, quizás aquel día me sentía influenciada por las noticias de los sucesos que estaban acaeciendo en el mundo. Pues nos estaban bombardeando por todos los medios de comunicación con una aterradora noticia, se trataba de una repentina invasión a una Nación llamada Ucrania, que según los informadores  había sido invadida por los rusos, ante esta noticia me intranquilicé, pero de lo que sí estoy segura es de que ante este recuerdo quise dar tranquilidad a mi alma durante mi aparente y, tranquilo paseo, pero no fue así porque de pronto y ante mí apareció un carro que por su aspecto parecían ser de los años cincuenta, entonces me percaté de que a duras penas era tirado por un par de jamelgos escuálidos que avanzaban lentamente que sin apenas resuello subían el repecho de la calle Ancha de la Ciudad Monumental; creo que me sorprendió ver el sufrimiento de estos animales que parecían subsistir milagrosamente al tirar a duras penas de aquella carga.

Mientras contemplaba el carro, no sé qué fue lo que pasó, pues de pronto vi que la calle se encontraba desierta,  en ese momento me crucé con dos hombres, me fijo en ellos porque me parecieron por su aspecto que estaban famélicos al igual que aquellos animales que acababa de ver, pero enseguida me olvido de aquellos dos hombres al desaparecer de mí vista.

 Y al llegar a este punto, analice a aquellos hombres, y  sin saber el motivo, giro mi cuerpo para seguir con la mirada a donde podía dirigirse aquel carro, pues tuve la intuición de que cargaba con algo que parecía ser demasiado pesado. Pero en esos segundos que me encontré distraída, el carro desapareció de mi vista, que a la sazón apresuré mis pasos, y busqué con afán a mi alrededor hasta encontrar una cochera, pero ésta se encontraba cerrada y, ante este enigma, resignada, seguí mi paseo pues no había conseguido encontrar respuesta alguna a aquel extraño suceso, pero no obstante quedé  intrigada al no poder saber dónde podía haber entrado aquel carro para que desapareciera tan repentinamente, pues al parecer se esfumo ante mis ojos.

Desorientada, intento recomponer mi cabeza, pero de pronto noto que una mano se posa en mi hombro, era una mano fuerte, dura, como la piedra que pretende aplastar la espiga madura  para convertirla en harina. Este hecho me empequeñeció; de repente se oyeron unas risas discordantes que parecían salir de detrás de una de las rejas de uno de los palacios que conforman el conjunto monumental, y  no sé cómo pero pude distinguir la voz de un  hombre que decía; silencio, a mí nadie me discute las órdenes y, ahora voy a hacer lo que siempre deseé; aquellas palabras arrogantes me desconcertaron pues fueron dichas en un tono de soberbia intolerante.

 Ante la inclemencia y crueldad de aquellas duras palabras, sin saber a quién eran dirigidas, yo sentí una opresión en el pecho que creí asfixiarme y, fue cuando mi sexto sentido me hizo pensar de que aquella voz era tan firme y, poderosa que podía ser capaz de hacer cualquier cosa por hacer realidad su capricho. Pues después de aquella voz, sólo se oyó un profundo silencio escalofriante, que sólo fue roto por los llantos y lamentos de niños y, ancianos.

Poco después despierto, y  por consiguiente me relajo al saber que sólo había sido un mal sueño y, al despertar me doy cuenta de que tenía la televisión encendida, entonces pongo toda mi atención en saber de qué estaba hablando el locutor,  en esos momentos se encontraba dando las noticias del día anunciando a bombo y platillo, que Europa iba a entablar conversaciones sobre lo que estaba ocurriendo en Ucrania. Y que por primera vez la noticia estaba siendo documentada por imágenes, y secuencias de lo que estaba sucediendo en aquella nación en directo. Yo me quedé sentada sin dilucidar qué era lo que estaba viendo en realidad, pues sobrecogida ante la pantalla  pude ver cómo unos carros eran tirados por pencos que avanzaban lentamente con su pesada carga por una calle donde el pavimento se encontraba sembrado de barro y  cascotes, y fue cuando pensé horrorizada que lo que estaba contemplando era lo que momentos antes había soñado y, que ahora lo estaba presenciando el mundo entero; pues aquellos carros al parecer iban cargados de cadáveres.

 ¿Era todo un desatino?

Y tras esta información de desconcierto, creo que se corrió ante mis ojos una sutil cortina disfrazada de silencio como tranquilizante, mientras tanto Europa esperaba con ansiedad la solución del conflicto; que al parecer sin éxito.

Cambio de programación y,  a continuación  en otra televisión el reportero comenzaba  a  mostrar casas y, edificios derruidos por las bombas.

 Me quedé pensativa, por unos momentos no supe dónde me encontraba.

Una vez reaccioné sobre lo que en realidad estaba pasando, me dirigí a la cocina, y con avidez bebí un vaso de agua, pero aquel desasosiego no parecía remitir, pues en esos momentos llamaron a la puerta, abro y, ante mí se encontraban dos hombres famélicos, el corazón se me aceleró, eran aquellos mismos hombres que vi en mi sueño, los miro asombrada; me piden ayuda, pero yo al verlos me asusto y, sin saber cómo reaccionar les cierro la puerta, mientras siento mi ansiedad va en aumento, me tengo que sentar, me encontraba mareada, lo que me estaba pasando era nuevo para mí y, creí no poder aguantarlo, mientras me dirigía al salón para descansar en el sofá, el timbre del teléfono me sobresalta, lo cojo asustada.

 ¿Anna te has enterado por las noticias de lo que está pasando?

 ¿De qué noticias me hablas? Dije aún conmocionada ante la visión que tuve de aquellos hombres que llamaron a mí puerta.

Después de hablar unos minutos con mi amiga, me pareció todo lo que hablamos era tan extraño que creí encontrarme  en otra Galaxia, pero lo más descarnado de la noticia para mí  es que era verdad lo que se estaba viviendo en este mundo llamado “civilizado” al parecer era como si todo fuera una película de ciencia ficción, pues ante las cámaras aparecían  como si fuera el fotograma de una película, lo que estaba ocurriendo dando a entender a los demás mortales que al estar tan lejos no nos concernía y estar acaeciendo esta aberración en un punto muy lejano de nuestro país; y que al ser algo tan  inconcebible en el siglo XXI se hubiera producido la invasión a un pueblo, por un presidente con ansias de poder descerebrado.

Un silencio por mi parte hizo que mi amiga se enojase.

¿Me escuchas?, pero yo en esos momentos inconscientemente ya había colgado el teléfono.

 Recuesto la cabeza en el respaldo del sofá, mientras pensaba que lo más indignante de todo era, que al parecer nadie sabía cómo parar esta tremenda atrocidad.

Paseo por el pasillo murmurando, al parecer vivimos en un mundo donde los locos y, los descerebrados andan a sus anchas, aunque al parecer los políticos dicen que se habían empezado las negociaciones para hallar la manera de  atajar este desatino al ser este un especial caso después de casi ochenta años de paz en Europa.

 Pues  los implicados en los conflictos saben cómo empezar un acto bélico, pero ninguno tiene la fórmula para atajarlo, pues una vez ha comenzado es difícil encontrar los medios para cortarlo, ya que todo al parecer se basa en los intereses creados por parte de los políticos, y de las Naciones, por esa razón me parece muy serio que algunos contertulianos del momento en las radios y televisiones se luzcan haciéndose notar diciendo cosas que no van a ninguna parte, incendiando con cada uno de sus comentarios las emisoras de radio, que no se sabe la razón para que en esos comentarios diarios distorsionen con alarmas innecesarias a una audiencia que se encuentra  estresada por los acontecimientos, pero ellos lo hacen para hacer crecer su ego diciendo sandeces de algo que ignoran, pero que a todos nos concierne.

Entonces me siento pesarosa después de haber colgado el teléfono a su amiga. Y coge el teléfono, marca el número para hablar de nuevo con ella.

¿Te sucede algo? Dijo alarmada me habías colgado.



jueves, 11 de enero de 2024

Relato

HISTORIA DE NUESTRA ESPAÑA.

RELATO

 

 

 

Cagayán: Los tercios españoles cuestionan la imbatibilidad de los samuráis

 La batalla de Cagayán tuvo lugar en 1582 y enfrentó a la Armada Española de Filipinas, de Juan Pablo de Carrión, y los piratas japoneses de Tay Fusa. Estos enfrentamientos se saldaron con la victoria española. El suceso tuvo la particularidad de enfrentar a arcabuceros, piqueros y rodeleros españoles contra este contingente nipón, compuesto, en su mayoría, por Rōnin (samuráis sin señor) y Ashigaru (soldados rasos).

Un antiguo relato tradicional japonés narra cómo temibles demonios mitad peces mitad lagartos derrotaron a guerreros con fama de invencibles.

Era el año 1582 y el mundo fue testigo directo de como los españoles derrotaron a los samuráis, en plena expansión mundial española.

La batalla de Cagayán

 Sin embargo, la realidad, muchas veces supera los mitos, y tras este mito se encuentra la Batalla de Cagayán. Una batalla dura y cruel que enfrentó a unos 40 españoles contra algo más de 1.000 japoneses en las costas de Filipinas.

En torno a 1580, en pleno esplendor del Imperio Español, el gobernador de Filipinas Don Gonzalo de Ronquillo envía una carta a Felipe II en la cual le pone sobre aviso de los ataques que las costas filipinas, territorio español, recibían últimamente por parte de piratas japoneses. Estos, atacaron los dominios españoles de la isla de Luzón, con katanas japonesas y artillería portuguesa, a la par que exigían tributos a la gente que allí vivía.

Para combatir a los japoneses, Felipe II envió a un capitán veterano de la Armada, al capitán Juan Pablo Carrión, quien a sus 70 años protagonizará una de las victorias más heroicas, y menos conocidas de los tercios españoles, en Cagayán.

Así, la cronología de los continuos ataques se remonta a 1574 cuando el corsario Li Ma Hong con 3.000 soldados ataca Manila de manera intencionada con el propósito de establecer un señorío pirata. Tras un largo combate las fuerzas hispano-filipinas derrotan a Li Ma Hong, quien sale humillado.

Sin embargo, el problema de la piratería continuó.

Así, en 1580 los piratas japoneses, los wakō, liderados por el temido Tay Fusa, llevaron a cabo un intenso saqueo y sembraron el terror en la isla filipina de Luzón, sobre todo en la provincia de Cagayán.  Como he mencionado anteriormente, el protagonista, el Capitán Carrión, hará frente a los wakō.

Juan Pablo Carrión salió a la búsqueda de Tay Fusa con una flota de unos siete barcos y cinco barcos pequeños de apoyo. A pesar de todo, los españoles sufrieron una cruel batalla pues 40 hombres se enfrentarán a 1.000 japoneses.

En el fragor de la batalla los españoles divisan un barco japonés cerca de Luzón y a pesar de superar en número a los españoles estos consiguen interceptar a los piratas. Los españoles preparaban los cañones mientras los tercios se armaban para el abordaje con sus vizcaínas, picas, y arcabuces.

La artillería de la galera española alcanzó al barco japonés y los soldados de Carrión saltaron a la cubierta enemiga. Sin embargo, los japoneses  obligaron a replegarse a los españoles. Pero los japoneses, aparte de superar en número a los españoles, también contaban con arcabuces portugueses por lo que los tercios tuvieron que retroceder hasta la popa de la galera. Los tercios, lejos de rendirse, forman entre ellos la clásica barrera defensiva en la que los piqueros se apostaban delante poniéndose los arcabuceros y mosqueteros detrás, combinando de esta manera efectiva la defensa piquera con los mortales disparos de los arcabuceros.

Además, Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor de la Nao que cayó atravesado sobre la cubierta, creando así, una trinchera improvisada, permitiendo, con ello a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los japoneses de manera más efectiva, hecho que provocó numerosas bajas enemigas. En ese momento, la galera capitana española (San Yusepe) disparaba sus cañones contra los japoneses, que se retiraron a la desesperada que saltaron al agua, pero muchos se ahogaron debido al peso de las armaduras.

Tras esta primera batalla, la flotilla española avanzó por el río Grande de Cagayán, donde se encontró con 18 Champanes japoneses. Este enfrentamiento también culminó con la victoria de los tercios españoles quienes lograron desembarcar a los hombres, y cañones de la galera en un recodo del río donde se atrincheraron próximos a las posiciones del enemigo en tierra.

Ante el ataque español, los piratas japoneses decidieron negociar una rendición, pero exigieron una indemnización en oro como compensación por abandonar el archipiélago. Carrión se negó tajantemente y Tay Fusa ordenó atacar por tierra con más de 600 piratas. Los tercios aguantaron dos asaltos seguidos y, para que a los japoneses les resbalasen los dedos al intentar arrebatarles las picas durante la lucha, untaron los mástiles de éstas con sebo. El tercer ataque se desarrolló con los españoles casi desprovistos de pólvora, pero, a pesar de ello, lograron resistir con coraje y derrotar a los guerreros japoneses.

Tras ello, las bajas a destacar fueron muy importantes, ya que habría que haberlas establecido en su mayoría para los samuráis. Los españoles perdieron entre 10 y 20 soldados mientras los japoneses algo más de 800 hombres

Después de la batalla, los relatos japoneses contaban que sus hombres fueron derrotados por wo-cou, es decir, unos demonios mitad lagartos mitad peces, que atacaban tanto en mar como en tierra. Este relato fantástico y rozando lo mítico  atribuye a los españoles un gran valor al resistir en  clara inferioridad a un enemigo muy feroz y curtido en el arte de la guerra. Los japoneses otorgaron a los tercios de Carrión una fama legendaria.

Consecuencias de Cagayán

Desde que Legazpi descubriera Filipinas unos 30 años antes de Cagayán y hasta 1898 los españoles mantendrán estas islas como parte de su imperio, en parte gracias a la defensa infrahumana que los españoles realizaron en 1582 contra los japoneses. Con ello, se aseguraron años de paz y evitaron, momentáneamente, nuevos saqueos.

Tras la victoria de Cagayán, Felipe II se acercó aún más a China, a la que no veía como colonia pero si como enclave comercial con predominio español. Además, España se consolida reina de los mares.

Cagayán supone, para variar en nuestra historia, un desastre histórico en tanto que la olvidamos, y no la estudiamos en institutos o universidades. La habilidad y la eficiencia, certera, de los tercios españoles deja en entredicho la inmortalidad de los samuráis ya que con unos 40 soldados hacen frente a 1.000, infringiéndoles una severa e importante derrota, humillación si se desea.

La historia de España es obligación que sepamos los españoles, para que no se nos olvide lo que fuimos para no perder la auto-estima.

 

 




martes, 2 de enero de 2024

Neva

 

Anna residía en Cáceres, su edad era, se podía decir era indefinida, pues no aparentaba más de veintitantos años:

Una mañana, recibe una carta que le sorprende al leer el nombre del remitente que le era totalmente desconocido para ella, había sido enviada desde Moscú, la remitente era una mujer llamada Natacha.

Anna rasga el sobre con curiosidad y, comenzó a leer la misiva.

Querida Anna:

No sabes cuánto me ha alegrado la noticia de saber que me vas a visitar en breve, te mostraré todo lo que te pueda interesar de Moscú. Pero debo decirte que desde que nos vimos aquella noche de ferias en una caseta cacereña que, por cierto bebimos hasta perder el equilibrio, confieso, que no tenía ni idea de que te acordaras de mí. A lo que se refiere a la capital moscovita; en todo caso me siento complacida de ser tu anfitriona, creo que hay demasiadas cosas en este país que “quizás” tu desconozcas.

Con mis mejores deseos, que tengas un feliz y agradable viaje.

Con afecto.

Natacha.

Anna perpleja  lee y relee aquella carta totalmente incrédula, las señas no estaban equivocadas, el nombre era correcto, la dirección escrita correctamente.

En unos momentos sin razón aparente Anna se olvida de la carta, que arroja a la papelera que tenía bajo la mesa de su escritorio.

Al día siguiente y mientras tomaba su segundo desayuno con una compañera de trabajo (por hablar de algo) le comenta la carta extraña que había recibido desde Moscú.

Su compañera de trabajo—le dice—y me dices que no conoces a la remitente.

No, para nada, pero la verdad no siento inquietud alguna, pues me ha parecido que está escrita en tono de amistad.

¿De veras no tienes idea de quién pueda ser?

No, por esa razón me parece un tanto extraño.

Cuando a las cuatro de la tarde llega Anna a su apartamento, abre el buzón como tenía por costumbre, y de nuevo fue sorprendida con otra carta que era de la misma remitente, al entrar en su apartamento, la deja encima del mueble de la entrada olvidándola, se encontraba cansada.

Después de prepararse una taza de café, se acuerda de la carta, se dirige al recibidor y la coge, en esos momentos, no pudo descifrar los sentimientos que le produjo el tenerla en sus manos, tal vez pudo ser indignación lo que sintió por saberse implicada en algo que no tenía ni idea, pero también sintió curiosidad por saber qué era lo que guardaba aquella invitación que tan cordialmente le hacía una desconocida moscovita.

Querida Anna:

Solo unas letras más para decirte  que es un honor para mí y mi familia el que por fin hayas decidido viajar a este mi país precisamente en el mes de Agosto; creo que has elegido bien, pues en invierno es casi imposible transitar por la acumulación de nieve que hay en las calles añadiéndole el frio intenso al cual sé que no estas acostumbrada, añadiendo por esa fecha otro inconveniente que hay que sumar que es el intenso tráfico, aunque de eso no te debes preocupar, pues disponemos de una extensa red de metro que sin duda tendríamos que coger; de todas formas puedes venir cuando lo creas conveniente.

Mis mejores deseos.

Quedo a ti disposición.

Natacha.

Anna con la carta en la mano, de pronto, tuvo una negación de la realidad.

Se detuvo unos momentos en el pasillo antes de entrar en su pequeño estudio, en un impulso, de dos zancadas se puso ante su mesa de trabajo, y se dispuso a buscar la primera carta que había recibido el día antes, pero no la encuentra, pues no recordaba haberla tirado a la papelera, mira dentro de la papelera pero esta se encontraba vacía.

Aquella noche le invadió una terrible inquietud no pudiendo pegar ojo en toda la noche, en el insomnio, su cabeza empezó a cernir  una gran incertidumbre que parecía hacerle de imán, un imán que la incitaba a aceptar aquella insólita invitación.

Por la mañana se encontraba extenuada ante el insomnio sufrido, se levanta de la cama con desgana, y al poner el pie en el suelo siente que se encuentra débil de cuerpo y alma, y empezó a dudar de todo lo que le rodeaba, achacando todo su mal a aquellas dos cartas que había recibido; algo le pasó, pues de repente se vio cómo con precipitación era conducida hacia un purgatorio desde donde se podía ver el infierno.

Anna se horroriza ante los recuerdos de uno de los pasajes de la novela de La Divina Comedia, ¿estaría acercándose al infierno?  Pero en esta travesía no tenía a nadie que le acompañara, ella no era Dante, ni tampoco Virgilio, por qué ella, precisamente ella la que caminaba por unas laderas escalonadas y redondas que le hacía atravesar el purgatorio.

Sin apenas saber qué era lo que hacía, decidió averiguar quién le había escrito aquellas misivas que habían desconcertado su vida, pues se veía atrapada por un ente invisible.

Poco después se encontró conduciendo su pequeño utilitario hacia el aeropuerto-- Madrid Barajas  Adolfo Suarez-- para embarcar rumbo a Moscú.

No supo cómo pero de repente se encontró en una plaza rusa lo supo por el idioma, allí en aquella plaza que nada más verla le pareció inmensa, también vio que se encontraban muchos carros alineados, llenos de mercancías para vender que parecían recién traída de los campos por los labradores, algunos se encontraban llenos con sacos de heno, verduras, animales en venta, todo parecía caber en aquella enorme plaza.

 ¿Pero qué era todo aquello?

Cuando Anna mira desorientada aquel entorno, una garganta profunda, invisible—le dijo—yo soy una sombra que te sigue, Anna se quedó casi sin aliento, entonces, y sin pensarlo comenzó a correr desesperadamente por aquella plaza…..no podía ser, no se parecía en nada a la plaza Roja que ella había visto en muchas publicaciones donde se hablan de Moscú, Anna  recuerda el sinónimo de la plaza que en ruso que quiere decir , “bella” pero allí no se veía ninguna belleza, solo desolación y gritos de desesperación.

En la cabeza de Anna empezó a bullir como en una hoya a presión episodios pasados que creyó que no le eran ajenos. Recuerda cosas imprevisibles para ella mientras corría hacia la nada, pues creyó que todo aquello que estaba viviendo estaba transcurriendo en los siglos XVIII, o XIX, en el que el hombre pudo al fin abrir su mente  a las nuevas tecnologías, mecanización, y un conjunto de  inventos científicos de unos cuantos ingenieros, entre ellos se encontraba un español llamado Agustín de  Betancourt que creó máquinas increíbles, viajó por muchos países para importar su reciente tecnología, terminando sus días en Rusia, al ser requerido por el Zar  Pedro I.

La historia cuenta que Agustín de Betancur fue requerido por el Zar para que lo acompañara al litoral del golfo de Finlandia. Entonces el Zar le propuso apenas llegar a Moscú, que su deseo era que se pudiera habitar una pequeña isla que se hallaba en la desembocadura del río Neva, pues deseaba  fundar una nueva ciudad que más tarde pudiera ser la capital de Moscú, y que le pondría por nombre San Petersburgo. Esta proposición  a Betancourt fue el ejecutor como  arquitecto de su magno capricho, pues odiaba con todas sus fuerzas el Moscú de aquella época.

Pero la región por donde transcurría el río Neva tenía un grave inconveniente, era pantanosa y de clima insalubre.  Pero el Zar lo convenció, y comenzaron las obras, pero para Agustín de Betancourt, y aun a pesar de los enormes sacrificios de los hombres que trabajaban en su construcción ya que morían cada día, muchos de los obreros, para realizar esa obra tuvo que reclutar  a la fuerza, a campesinos, y a obreros  por todo el imperio ruso. Cuando al fin se terminó la ciudad, esta fue muy similar a la de Ámsterdam; pues así era el deseo del Zar.

Anna ante estos pensamientos seguía corriendo sin entender que le estaba pasando sus pies se movían inseguros al pisar los troncos flotantes que constituían la cimentación de una ciudad que clamaba justicia para sus muertos. El barrizal a su paso se convirtió en una ciénaga intransitable, pero Anna no podía echar marcha atrás, pues las casas de madera flotaban hacia el mar, entonces vio cómo uno de los troncos era llevado a gran velocidad por la corriente, en él llevaba adheridos cadáveres a la madera que parecían lapas, las mismas que llevan en sus cuerpos las ballenas  por el mar.

Anna mirase donde mirase todo eran lamentos ¡Estaría atravesando el purgatorio! pero ella no era Virgilio ni Dante, ni tan siquiera estaba enterada de que hubiera hecho nada que fuera pecado, no tenía nada de qué redimirse, ¿Pero por qué había perdido la esperanza? Aunque le pareció extraño que allí en aquel purgatorio por donde ella pasaba le estaba pareciendo lo más profundo del infierno, preguntándose  el por qué  se encontraban  tantos  famosos poetas en aquel lugar.

 ¿Poro de que los conocía ella?

Anna supo que en aquella ciénaga había conocido por primera vez el purgatorio, pero también supo que estuvo muy cerca de haber caído en el infierno, solo le faltó un ápice para entrar en el valle dónde se encontraba su otro yo… ¿Qué  le decía a ella el nombre de Agustín de Betancourt? pues no entendía el por qué se encontraba en esos momentos caminando por las calles del purgatorio, entonces se encontró con uno de los guardianes que le habló para pedirle indicaciones de su alma. Anna, poco después, se creyó libre de todo pecado al encontrarse de nuevo en la Plaza roja de Moscú, admirando de forma muy particular su grandiosidad.

 ¿Sería ese el Edén?

No olvides, le decía su conciencia, que ninguno de los actos que puedas hacer buenos, o malos, se quedan por pagar, es una factura intransferible. Anna desde ese momento recapacitó, ella no tenía nada de que reprocharse, ella nunca llevó el apellido Betancourt.

 ¿O  ese apellido Betancourt había desaparecido de su genealogía?

Pero, ¿Quién era Natacha?

Un destacamento de guardia se aproximaba a ella, haciendo vibrar el suelo con los cascos de sus caballos, de repente Anna es obligada a montar, una vez se encontró encima del lomo de un caballo empezó a sentir cómo su montura comenzaba a agitarse teniendo que apretar los muslos y aferrarse a las riendas para no caer, y esperar a que pasara la comitiva.

 ¿Quiénes eran los que formaban aquella comitiva? entonces Anna inspiró profundamente.

Unos años después, Anna regresa a Rusia en calidad de investigadora, una vez dentro del palacio de invierno de los zares recorrió las estancias como su fuera una turista más, al llegar a la galería de los retratos, su corazón se paró de golpe, allí estaba la que supuso era Natacha, pues al encontrarse frente a ella, aquella miraba que le prodigaba desde aquel óleo era cómo si le estuviera desnudando el alma, y supo que le estaba invitando a que entrase en el salón contiguo, Anna, se dirige hacia donde le indicaba aquella mirada, pero cuando empuja la puerta, asombrada pudo ver que en el fondo de aquel salón y, junto a una de las  ventanas por donde se podía ver el helado río Neva se encontraba su abuela, que charlaba animada con alguien que parecía un espectro, Anna no creyó lo que estaba presenciando, pero alguien, se acercó a ella para decirle, Natacha has tardado mucho en venir, ahora te toca a ti quedarte en este palacio, pues tu bisabuelo hizo ésta estancia pensando en que tu vivieras en él eternamente, sí, no dudes, tú eres  Natacha.

Y, éste es tu mausoleo. Anna se tapó los oídos con las manos pues allí se habían concentrado todas las penas de aquellos hombres que hicieron posible el capricho de un zar, pues sin saberlo ella debía purgar al  llevar en sus venas la misma sangre de un hombre que fundó unas de las ciudades más bellas del mundo.

 FIN.