Al otro lado del espejo
No sé qué es lo que me pasa, me encuentro confusa, y en este
estado es cuando me vienen a la memoria unos recuerdos, que… creo que, me
encontraba paseando por la Ciudad monumental de mi Cáceres mágico, quizás aquel
día me sentía influenciada por las noticias de los sucesos que estaban
acaeciendo en el mundo. Pues nos estaban bombardeando por todos los medios de
comunicación con una aterradora noticia, se trataba de una repentina invasión a
una Nación llamada Ucrania, que según los informadores había sido invadida por los rusos, ante esta
noticia me intranquilicé, pero de lo que sí estoy segura es de que ante este
recuerdo quise dar tranquilidad a mi alma durante mi aparente y, tranquilo paseo,
pero no fue así porque de pronto y ante mí apareció un carro que por su aspecto parecían ser de
los años cincuenta, entonces me percaté de que a duras penas era tirado por un
par de jamelgos escuálidos que avanzaban lentamente que sin apenas resuello subían
el repecho de la calle Ancha de la Ciudad Monumental; creo que me sorprendió
ver el sufrimiento de estos animales que parecían subsistir milagrosamente al
tirar a duras penas de aquella carga.
Mientras contemplaba el carro, no sé qué fue lo que pasó, pues de pronto vi que la calle se encontraba desierta, en ese momento me crucé con dos hombres, me fijo en
ellos porque me parecieron por su aspecto que estaban famélicos al igual que
aquellos animales que acababa de ver, pero enseguida me olvido de aquellos dos
hombres al desaparecer de mí vista.
Y al llegar a este
punto, analice a aquellos hombres, y sin saber el motivo, giro mi
cuerpo para seguir con la mirada a donde
podía dirigirse aquel carro, pues tuve la intuición de que cargaba con algo que
parecía ser demasiado pesado. Pero en esos segundos que me encontré distraída, el
carro desapareció de mi vista, que a la sazón apresuré mis pasos, y busqué con
afán a mi alrededor hasta encontrar una cochera, pero ésta se encontraba
cerrada y, ante este enigma, resignada, seguí mi paseo pues no había conseguido
encontrar respuesta alguna a aquel extraño suceso, pero no obstante quedé intrigada al no poder saber dónde podía haber
entrado aquel carro para que desapareciera tan repentinamente, pues al parecer se
esfumo ante mis ojos.
Desorientada, intento recomponer mi cabeza, pero de pronto
noto que una mano se posa en mi hombro, era una mano fuerte, dura, como la
piedra que pretende aplastar la espiga madura para convertirla en harina. Este hecho me empequeñeció;
de repente se oyeron unas risas discordantes que parecían salir de detrás de una
de las rejas de uno de los palacios que conforman el conjunto monumental, y no sé cómo pero pude distinguir la voz de
un hombre que decía; silencio, a mí
nadie me discute las órdenes y, ahora voy a hacer lo que siempre deseé;
aquellas palabras arrogantes me desconcertaron pues fueron dichas en un tono de
soberbia intolerante.
Ante la inclemencia y
crueldad de aquellas duras palabras, sin saber a quién eran dirigidas, yo sentí
una opresión en el pecho que creí asfixiarme y, fue cuando mi sexto sentido me
hizo pensar de que aquella voz era tan firme y, poderosa que podía ser capaz de
hacer cualquier cosa por hacer realidad su capricho. Pues después de aquella
voz, sólo se oyó un profundo silencio escalofriante, que sólo fue roto por los
llantos y lamentos de niños y, ancianos.
Poco después despierto, y
por consiguiente me relajo al saber que sólo había sido un mal sueño y,
al despertar me doy cuenta de que tenía la televisión encendida, entonces pongo
toda mi atención en saber de qué estaba hablando el locutor, en esos momentos se encontraba dando las
noticias del día anunciando a bombo y platillo, que Europa iba a entablar conversaciones
sobre lo que estaba ocurriendo en Ucrania. Y que por primera vez la noticia
estaba siendo documentada por imágenes, y secuencias de lo que estaba sucediendo
en aquella nación en directo. Yo me quedé sentada sin dilucidar qué era lo que estaba
viendo en realidad, pues sobrecogida ante la pantalla pude ver cómo unos carros eran tirados por
pencos que avanzaban lentamente con su pesada carga por una calle donde el
pavimento se encontraba sembrado de barro y cascotes, y fue cuando pensé horrorizada que
lo que estaba contemplando era lo que momentos antes había soñado y, que ahora
lo estaba presenciando el mundo entero; pues aquellos carros al parecer iban
cargados de cadáveres.
¿Era todo un desatino?
Y tras esta información de desconcierto, creo que se corrió ante
mis ojos una sutil cortina disfrazada de silencio como tranquilizante, mientras
tanto Europa esperaba con ansiedad la solución del conflicto; que al parecer sin éxito.
Cambio de programación y,
a continuación en otra televisión
el reportero comenzaba a mostrar casas y, edificios derruidos por las
bombas.
Me quedé pensativa,
por unos momentos no supe dónde me encontraba.
Una vez reaccioné sobre lo que en realidad estaba pasando, me
dirigí a la cocina, y con avidez bebí un vaso de agua, pero aquel desasosiego
no parecía remitir, pues en esos momentos llamaron a la puerta, abro y, ante mí
se encontraban dos hombres famélicos, el corazón se me aceleró, eran aquellos mismos
hombres que vi en mi sueño, los miro asombrada; me piden ayuda, pero yo al
verlos me asusto y, sin saber cómo reaccionar les cierro la puerta, mientras siento
mi ansiedad va en aumento, me tengo que sentar, me encontraba mareada, lo que
me estaba pasando era nuevo para mí y, creí no poder aguantarlo, mientras me
dirigía al salón para descansar en el sofá, el timbre del teléfono me
sobresalta, lo cojo asustada.
¿Anna te has enterado
por las noticias de lo que está pasando?
¿De qué noticias me
hablas? Dije aún conmocionada ante la visión que tuve de aquellos hombres que
llamaron a mí puerta.
Después de hablar unos minutos con mi amiga, me pareció todo lo
que hablamos era tan extraño que creí encontrarme en otra Galaxia, pero lo más descarnado de la
noticia para mí es que era verdad lo que
se estaba viviendo en este mundo llamado “civilizado” al parecer era como si todo
fuera una película de ciencia ficción, pues ante las cámaras aparecían como si fuera el fotograma de una película, lo
que estaba ocurriendo dando a entender a los demás mortales que al estar tan
lejos no nos concernía y estar acaeciendo esta aberración en un punto muy
lejano de nuestro país; y que al ser algo tan inconcebible en el siglo XXI se hubiera producido
la invasión a un pueblo, por un presidente con ansias de poder descerebrado.
Un silencio por mi parte hizo que mi amiga se enojase.
¿Me escuchas?, pero yo en esos momentos inconscientemente ya
había colgado el teléfono.
Recuesto la cabeza en
el respaldo del sofá, mientras pensaba que lo más indignante de todo era, que al
parecer nadie sabía cómo parar esta tremenda atrocidad.
Paseo por el pasillo murmurando, al parecer vivimos en un
mundo donde los locos y, los descerebrados andan a sus anchas, aunque al
parecer los políticos dicen que se habían empezado las negociaciones para
hallar la manera de atajar este desatino
al ser este un especial caso después de casi ochenta años de paz en Europa.
Pues los implicados en los conflictos saben cómo
empezar un acto bélico, pero ninguno tiene la fórmula para atajarlo, pues una
vez ha comenzado es difícil encontrar los medios para cortarlo, ya que todo al parecer
se basa en los intereses creados por parte de los políticos, y de las Naciones,
por esa razón me parece muy serio que algunos contertulianos del momento en las
radios y televisiones se luzcan haciéndose notar diciendo cosas que no van a
ninguna parte, incendiando con cada uno de sus comentarios las emisoras de
radio, que no se sabe la razón para que en esos comentarios diarios distorsionen
con alarmas innecesarias a una audiencia que se encuentra estresada por los acontecimientos, pero ellos
lo hacen para hacer crecer su ego diciendo sandeces de algo que ignoran, pero
que a todos nos concierne.
Entonces me siento pesarosa después de haber colgado el teléfono
a su amiga. Y coge el teléfono, marca el número para hablar de nuevo con ella.
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