HISTORIA DE NUESTRA ESPAÑA.
RELATO
Cagayán: Los tercios españoles cuestionan la imbatibilidad de
los samuráis
La batalla de Cagayán
tuvo lugar en 1582 y enfrentó a la Armada Española de Filipinas, de Juan Pablo
de Carrión, y los piratas japoneses de Tay Fusa. Estos enfrentamientos se
saldaron con la victoria española. El suceso tuvo la particularidad de
enfrentar a arcabuceros, piqueros y rodeleros españoles contra este contingente
nipón, compuesto, en su mayoría, por Rōnin (samuráis sin señor) y Ashigaru
(soldados rasos).
Un antiguo relato tradicional japonés narra cómo temibles
demonios mitad peces mitad lagartos derrotaron a guerreros con fama de
invencibles.
Era el año 1582 y el mundo fue testigo directo de como los
españoles derrotaron a los samuráis, en plena expansión mundial española.
La batalla de Cagayán
Sin embargo, la
realidad, muchas veces supera los mitos, y tras este mito se encuentra la
Batalla de Cagayán. Una batalla dura y cruel que enfrentó a unos 40 españoles
contra algo más de 1.000 japoneses en las costas de Filipinas.
En torno a 1580, en pleno esplendor del Imperio Español, el
gobernador de Filipinas Don Gonzalo de Ronquillo envía una carta a Felipe II en
la cual le pone sobre aviso de los ataques que las costas filipinas, territorio
español, recibían últimamente por parte de piratas japoneses. Estos, atacaron
los dominios españoles de la isla de Luzón, con katanas japonesas y artillería
portuguesa, a la par que exigían tributos a la gente que allí vivía.
Para combatir a los japoneses, Felipe II envió a un capitán
veterano de la Armada, al capitán Juan Pablo Carrión, quien a sus 70 años
protagonizará una de las victorias más heroicas, y menos conocidas de los
tercios españoles, en Cagayán.
Así, la cronología de los continuos ataques se remonta a 1574
cuando el corsario Li Ma Hong con 3.000 soldados ataca Manila de manera
intencionada con el propósito de establecer un señorío pirata. Tras un largo
combate las fuerzas hispano-filipinas derrotan a Li Ma Hong, quien sale
humillado.
Sin embargo, el problema de la piratería continuó.
Así, en 1580 los piratas japoneses, los wakō, liderados por
el temido Tay Fusa, llevaron a cabo un intenso saqueo y sembraron el terror en
la isla filipina de Luzón, sobre todo en la provincia de Cagayán. Como he mencionado anteriormente, el
protagonista, el Capitán Carrión, hará frente a los wakō.
Juan Pablo Carrión salió a la búsqueda de Tay Fusa con una
flota de unos siete barcos y cinco barcos pequeños de apoyo. A pesar de todo,
los españoles sufrieron una cruel batalla pues 40 hombres se enfrentarán a
1.000 japoneses.
En el fragor de la batalla los españoles divisan un barco
japonés cerca de Luzón y a pesar de superar en número a los españoles estos
consiguen interceptar a los piratas. Los españoles preparaban los cañones
mientras los tercios se armaban para el abordaje con sus vizcaínas, picas, y
arcabuces.
La artillería de la galera española alcanzó al barco japonés
y los soldados de Carrión saltaron a la cubierta enemiga. Sin embargo, los
japoneses obligaron a replegarse a los
españoles. Pero los japoneses, aparte de superar en número a los españoles,
también contaban con arcabuces portugueses por lo que los tercios tuvieron que
retroceder hasta la popa de la galera. Los tercios, lejos de rendirse, forman
entre ellos la clásica barrera defensiva en la que los piqueros se apostaban
delante poniéndose los arcabuceros y mosqueteros detrás, combinando de esta manera
efectiva la defensa piquera con los mortales disparos de los arcabuceros.
Además, Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor
de la Nao que cayó atravesado sobre la cubierta, creando así, una trinchera improvisada,
permitiendo, con ello a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los
japoneses de manera más efectiva, hecho que provocó numerosas bajas enemigas.
En ese momento, la galera capitana española (San Yusepe) disparaba sus cañones
contra los japoneses, que se retiraron a la desesperada que saltaron al agua,
pero muchos se ahogaron debido al peso de las armaduras.
Tras esta primera batalla, la flotilla española avanzó por el
río Grande de Cagayán, donde se encontró con 18 Champanes japoneses. Este
enfrentamiento también culminó con la victoria de los tercios españoles quienes
lograron desembarcar a los hombres, y cañones de la galera en un recodo del río
donde se atrincheraron próximos a las posiciones del enemigo en tierra.
Ante el ataque español, los piratas japoneses decidieron
negociar una rendición, pero exigieron una indemnización en oro como
compensación por abandonar el archipiélago. Carrión se negó tajantemente y Tay
Fusa ordenó atacar por tierra con más de 600 piratas. Los tercios aguantaron
dos asaltos seguidos y, para que a los japoneses les resbalasen los dedos al
intentar arrebatarles las picas durante la lucha, untaron los mástiles de éstas
con sebo. El tercer ataque se desarrolló con los españoles casi desprovistos de
pólvora, pero, a pesar de ello, lograron resistir con coraje y derrotar a los
guerreros japoneses.
Tras ello, las bajas a destacar fueron muy importantes, ya
que habría que haberlas establecido en su mayoría para los samuráis. Los
españoles perdieron entre 10 y 20 soldados mientras los japoneses algo más de
800 hombres
Después de la batalla, los relatos japoneses contaban que sus
hombres fueron derrotados por wo-cou, es decir, unos demonios mitad lagartos
mitad peces, que atacaban tanto en mar como en tierra. Este relato fantástico y
rozando lo mítico atribuye a los
españoles un gran valor al resistir en
clara inferioridad a un enemigo muy feroz y curtido en el arte de la
guerra. Los japoneses otorgaron a los tercios de Carrión una fama legendaria.
Consecuencias de Cagayán
Desde que Legazpi descubriera Filipinas unos 30 años antes de
Cagayán y hasta 1898 los españoles mantendrán estas islas como parte de su
imperio, en parte gracias a la defensa infrahumana que los españoles realizaron
en 1582 contra los japoneses. Con ello, se aseguraron años de paz y evitaron,
momentáneamente, nuevos saqueos.
Tras la victoria de Cagayán, Felipe II se acercó aún más a
China, a la que no veía como colonia pero si como enclave comercial con
predominio español. Además, España se consolida reina de los mares.
Cagayán supone, para variar en nuestra historia, un desastre
histórico en tanto que la olvidamos, y no la estudiamos en institutos o
universidades. La habilidad y la eficiencia, certera, de los tercios españoles
deja en entredicho la inmortalidad de los samuráis ya que con unos 40 soldados
hacen frente a 1.000, infringiéndoles una severa e importante derrota,
humillación si se desea.
La historia de España es obligación que sepamos los españoles,
para que no se nos olvide lo que fuimos para no perder la auto-estima.
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