domingo, 31 de mayo de 2020

Al despertar


Aquella mañana al levantar la persiana Anna dijo entre-dientes, otro día más ¿Y, éste llegará a ser interesante?
Después de la llamada desescalada, se encontraba vacía, tenía la sensación  como si la propia vida  le hubiera robado descaradamente algo que era muy suyo, que es la libertad de movimientos, como la de ir a donde place.
Cierra la ventana con desgana, hacía frío, o ella lo notaba en su cuerpo como una losa que hubiera estado toda la noche a la intemperie.
En la mesilla de su dormitorio reposa un libro, que solo leyó unas cuantas páginas, porque cuando comenzó aquella lectura, desistió en seguir leyendo a pesar de que su autor era un renombrado escritor, sería que se encontraba cansada, tal vez apática resultado del encierro obligatorio. 
¿Habría perdido el placer de la lectura?
Pues siempre fue una devoradora de libros, por supuesto, algunos  fueron fantásticos  tanto que después de su lectura te queda en la retina y en la memoria un recuerdo profundo por el contenido de su narrativa.
Pero en esta ocasión se trataba de un libro de autor consagrado, de esos que cuando llegan a la cima, escriban lo que escriban es siempre bien acogido por sus seguidores, porque es asombroso como buscan sin saber el tema del que va el libro y, cómo se lanzan a la búsqueda por las librerías de ese último libro de su autor preferido, y que solo por ser quien es, lo hacen incomparable a cualquier otro autor, pues saben crear un virtuosismo mágico que a veces es solo humo.
También hay otros no por ello menos ágiles con la pluma que solo encuentran dificultades a la hora de que le editen sus narrativas.
Todo esto lo pensaba Anna a consecuencia de una desgana extraña  por la lectura, quizás fuera por el confinamiento, tampoco le apetecía escribir, avanzar esa novela que se encontraba escribiendo y  tenía inconclusa. Tal vez fuera por los eventos que tenía previsto hacer, como el de hablar con editores catalanes sobre su novela, pero todo se había pospuesto, cancelado,  por el Covid-19-
Pues aquella mañana en que subió la persiana de la ventana de su alcoba, le pasó algo inenarrable, después de un momento de contemplación y ver la calle solitaria, desolada, de repente vio la luz, no precisamente la del sol, era una luz mucho más sutil que le inundó el cuerpo que le hizo vibrar.
En un impulso se precipita hacia el ordenador, repasa la novela  que tenía inconclusa, y se dio cuenta que debía contar una historia que tuviera garras, unas garras que perduraran en la memoria del lector, y decidió que escribiría su propia vida, una vida que para muchos sería un canto a la vida, pues el espíritu que nace noble es el que hace que alcemos  el vuelo, y con él, una vez arriba,  revele  nuestro verdadero destino.
La historia de esta nueva novela comienza así.

Una mañana de otoño cuando el viento sopla sin dirección…  



martes, 5 de mayo de 2020

Era acaso una Argonauta

¿ERA ACASO UNA ARGONAUTA?

Me encontraba en una cafetería, como tenía por costumbre con un grupo de amigas cada martes de la semana y ya han pasado cincuenta días y, he decido contar algo que sucedió en aquella reunión.
Todo empezó porque entre este grupo de amigas de tertulia se encontraba una muy especial sobre todo por ser soñadora, la vida para ella era como que todo lo convertía en aventura, estas aventuras a veces las contaba con tanto énfasis en nuestras reuniones de los martes, que por supuesto nadie la creímos, pero el día que se ausentaba la extrañábamos.
En una ocasión, contó una historia de algo sorprendente, que yo al parecer soy de las que  me encuentro entre las más incrédulas de todas, en esos momentos no la creí, pero aquello que escuché aquel día no la he podido olvidar.
Nos contó que huyendo de unas siluetas recortadas cayó al vacío viéndose en los confines de la tierra, y que cuando despertó se encontraba agitada y envuelta en sudor, junto a su cama, se encontraba una anciana de aspecto frágil, y que la miraba detenidamente esperando su reacción.
Anna al verla se levantó de un salto de la cama, aún con la terrible sensación de haber caído en un abismo.
Entonces la anciana le dijo, no temas, estabas soñando.
Entonces Anna en su excitación escucho lo que la anciana le pedía  que hiciera, y la anciana le dijo, necesito tu ayuda, no puedo atravesar el río, ¿Podrás ayudarme?, y siguió diciendo, te pido ayuda por que las aguas del río Anauro están descendiendo turbulentas, ya sabes nos encontramos en primavera por eso baja con esa fuerza inusitada, tanta que arrastraba ramas, troncos, y todo lo que un torrente puede arrastrar de las márgenes por donde pasa.
Para Anna aquel día era un amanecer frío y gris, pues desde su ventana  una espesa niebla cubría el horizonte.
Para Anna todo era desolador, ayudar a aquella anciana no era una empresa fácil, pero se vistió y al llegar a la orilla del río Anna dijo a la anciana con decisión, sube a mi espalda y agárrate fuerte, y cuando apenas se adentraron en la orilla, una niebla pertinaz que cubría el río comenzó a disiparse, de repente apareció una luz dorada que iluminaba las aguas que comenzaron a transcurrían tranquilas, entonces Anna pudo adentrarse  en aquellas aguas sin excesiva dificultad.
Cuando Anna salió del río, una vez a salvo, estuvo a punto de perder el equilibrio a causa del lino depositado en el fondo, pero pudo mantenerse en pie y salir.
Al contarnos esta historia Anna hacía hincapié de que no había sido un sueño, que había sido real, y entre nosotras  quedó como una anécdota más.
Poco después y en una reunión, de nuevo nos contó  que fue atacada por un jabalí, y que con sus afilados colmillos nos iba a herir a todos profundamente.
Pero también nos dijo, que no temiésemos porque después de la oscuridad nace la claridad de un nuevo día, donde los proyectos se hacen realidad.
Nunca más volvimos a verla.
¿Por qué nos contaría esos sueños?
¿Quién era en realidad?
¿De dónde había salido?
¿Quién la integró en el grupo?
Poco después fuimos agredidos por una pandemia llamada Covid- 19
¿Fue una coincidencia? O solo una advertencia para que todos seamos más conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor.
Creo que nunca se debe despreciar las advertencias, ya que éstas si llegan de improviso pueden hacer mucho daño.