lunes, 5 de febrero de 2024

Al otro lado del espejo 2º parte

Perdona, no fue esa mi intención,  en realidad te llamaba para decirte que estoy muy asustada; hace tan sólo unos minutos han llamado dos hombres a mi puerta, si hubieras visto el aspecto que tenían te hubieras asustado como lo he hecho yo.

¿Cómo eran?

Pues algo así como si hubieran vivido los horrores de una guerra.

¿Dime qué aspecto tenían?

No sé cómo describirlos, pero me pareció por su delgadez, que se encontraban famélicos, esqueléticos.

¿Te pidieron algo?

No les di tiempo a que hablasen pues les cerré la puerta.

Al colgar el teléfono tuve que sentarme, pues intuí que algo grave estaba pasando, pero al parecer yo inconscientemente, tampoco deseaba involucrarme en ello.

Con la mente hecha un lío, salgo a la calle, pues de pronto supe que no podía soportar la soledad y, como una autómata mis pasos o tal vez mi mente hicieron que me dirigiera a la Ciudad Monumental y me puse a caminar por la misma calle por donde vi pasar aquel carro tirado por aquellos jamelgos o pencos.

Entonces pensé mientras pisaba en aquellos cantos rodados milenarios.

¿Y si lo que está ocurriendo fuera una conspiración urdida por unos cuantos para hundir Europa?

¿Hasta ésos límites  llega la ambición del hombre?

¿De dónde les viene ese deseo irrefrenable a estos orates, para querer dominar el mundo?

¿O es que desean ser dioses?

¿Acaso ignoran estos descerebrados de que el hombre nunca podrá llegar a ser un dios? Pues en su locura olvidan que es solo eso, un hombre hecho de barro que cuando cae de su pedestal se deshace como lo hace la mantequilla al sol.

Y pienso  ¿Por qué no se preocupan estos sátrapas que llegan a ser presidentes de una Nación en  leer un poco más de historia para no volver a cometer los mismos errores? ¿O es que ignoran que al repetirlos solo pueden traer aún más destrucción?

No supe cómo pudo suceder pero cuando paseaba bajo la penumbra de las farolas de pronto la calle se inundó de una espesa niebla, las luces de las farolas ante tanta niebla parecían agonizantes, y ésta al ser tan húmeda parecía llorar lágrimas que calaba mis huesos.

 Al mismo tiempo que me preguntaba dónde me encontraba, un espantoso ruido me hizo temblar, pues pude oír como si los edificios a mi alrededor se derrumbaran uno tras otro, iluminados con la atroz claridad de las bombas lo derruido, era como si quisieran mostrar al mundo de lo que podían ser capaces sin llegar a pensar en la gente que lo sufría, mientras  tanto yo seguía caminando como si aquello no fuera conmigo, pues los gritos y llantos se multiplicaban por doquier entonces pensé.

 ¿Acaso me encontraba en el Averno de Dante?, pero yo seguía diciéndome, todo es mentira, no puede ser verdad en el siglo XXI, debe ser uno de esos sueños no  indeseados que por serlos son aún más crueles.

En eso pude ver cómo la gente salía corriendo de una bocacalle parecían despavoridas, era mucha, mucha gente que en su desenfrenada carrera  parecían buscar cobijo en algún lugar, pero que yo no veía ninguno, los sigo con la vista por curiosidad, hasta verlos  llegar a una puerta a ras del suelo que parecía ser un sótano oscuro que por su aspecto parecía ser mugriento,  cuando la miré aquella puerta parecía que hacía mucho tiempo había quedado en desuso.

Me acerco, hago la intención de entrar solo para saber qué era lo que pasaba, pero un brazo fuerte se interpone ante mí que me lo impidió, al parecer no era digna de entrar en aquel refugio, pues no hacía nada  para aliviar el dolor de los que sufrían.

Me alejo de aquel lugar con el corazón contrito, y mientras caminaba, en unos segundos me di cuenta de que había olvidado todo lo que acababa de pasar, mi cabeza se encontraba vacía.

La verdad es que yo al parecer siempre fui así, pues para mí el sufrimiento de los demás no es que me afectase mucho, ya que siempre me acomodé para ser una mera espectadora, pues a mí no me podía pasar nada,  y razoné de manera egoísta para qué preocuparse por lo que esté pasando lejos de mi entorno, y como diría el humorista “Esta guerra no es mía”.

Mientras tanto los ruidos en la noche se magnificaban, pues al parecer se  manifestaban de diversas maneras, a veces  lo percibía a algo similar al siniestro silbido que  produce  un escape de gas, otras ante mis aterrados oídos me pareció que era como los silbidos de los reptiles en celo, todo me pareció espantoso.

 Al llegar a este punto y  para recuperar la calma pensé, que quizás comiendo algo me tranquilizaría, pues mi estómago parecía haberse unido a aquellos espantosos ruidos pidiéndome comida, pero no me atrevo a levantarme, pues en el momento de intentar levantarme un humo espantosamente negro invadió mi alcoba, yo ante este nuevo despropósito me tapo la cara con la sábana, mientras espero el amanecer con ansiedad.

Pero un dolor repentino y  terrible de cabeza me obligaba a tener que salir de la alcoba para tomarme un analgésico, me dirijo al cuarto de baño, pero  una vez en el pasillo las piernas se niegan a caminar, entonces supe que el terror me tenía secuestrada en mi propia casa.

Cuando a duras penas llegué de nuevo a la cama, no supe el tiempo transcurrido porque  desde la torre de la  Iglesia comenzaron a dar siete toques de campana era la hora para que acudieran los fieles a la Santa Misa. Y descubro que mi cara que la tenía tapada con la sábana, y  cuando abro los ojos por fin pude distinguir dónde me encontraba y más  calmada  vi cómo una ráfaga de luz se filtraba a través de la persiana, haciéndome pensar de nuevo que había  tenido otro espantoso sueño, me dirijo a la ventana, subo la persiana, y  la abro  pero lo que pude ver tras ella era que se presagiaba un nuevo día radiante, quizás libre de pesadillas.

SIGUE...




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