martes, 3 de diciembre de 2019

La convención 3º Parte

No se cómo de pronto me vi en la planta baja y, dentro de un despacho de estilo gótico donde al parecer nos esperaba el director.
Después de las presentaciones de rigor el director me da un sobre con las instrucciones, rogándome que hiciera lo posible para que todo saliera a la perfección, al ser  para él muy importante pues el prestigio del hotel exigía que todo fuera hecho con esmero.
Margarita después de las presentaciones, se despidió de mí con la palabra, suerte, dirigiéndome una sonrisa de complicidad,para inmediatamente  desaparecer en su coche Mercedes clase A.
Al subir el primer escalón que conduce al piso superior, donde me comunicaron tenía asignada mi habitación, me sorprende un cuadro que pende de la pared, su pintura representa a un hombre extraño subido a la rama de un árbol reseco como la muerte, mientras sus ojos permanecen abiertos como los de un búho en mitad de la noche
Ya en mi habitación, sobriamente decorada con un toque de distinción, me acomodo encima de la cama, poniendo la cabeza en la almohada, y entonces siento como una reminiscencia de la cara de ese hombre del cuadro, cierro los ojos pues aquel personaje del retrato desde que lo contemple supe  que hizo en mí una mella de desagrado.
 Entonces miro hacia el techo y comienzo a admirar para distraer la ansiedad que empezaba a embargarme el artesonado, que se encontraba adornado con la siempre bella flor de Lis.
Me incorporo de la cama, y con cierta zozobra abro el sobre donde supuse estaban las  instrucciones a seguir, y leo, que mi misión era la de hacer de intérprete en una delegación  importante de químicos y farmacéuticos de varios laboratorios internacionales que se les esperaba. Estos acababan de terminar una investigación sobre un virus llamado (Escorpión).Solo faltaba la firma del ministerio de sanidad para empezar su comercialización.
Todo se tenía que hacer en el más absoluto secreto. Por lo tanto cuando salí de mi habitación, en recepción, supe el porqué me confiscaron el teléfono móvil y el ordenador personal portátil que hasta ese momento nunca se había separado de mí
Comprendí algo, que no supe diferenciar en esos momentos y tuve una repentina y atormentada visión en la que me vi así mismo como un idiota el saber que habían elegido a un novato que desconocía el ámbito farmacológico. Por lo tanto deduje de que debía ser que se trataba de algo que no tenía que ver con la legalidad.
Me sentí, como si me hubieran caído en una encerrona, alejándome sin previo aviso y aislado del mundanal ruido, que tanto me gustó desde siempre
Al caer la tarde, y cuando el sol tímido se oculta tras la colina aparece el primer delegado, el hombre era gordo, con una ligera cojera en el pié derecho, hablando en francés, con disimulada corrección, me dirijo a él, y le saludo en su idioma  le hago pasar a una sala destinada para ser recibidos con un vino de bienvenida. Con aire de prepotencia, entra en el salón sin mirarme a la cara, balanceando su obeso cuerpo y analizando su alrededor hace un gesto de desagrado al ser el primero en llegar.
Así, fueron llegando uno a uno con su corte correspondiente de chóferes y secretarios. El ultimo hizo su entrada en el hotel a la doce de la noche, su cara, redonda apiñaba unos ojos pequeños, la nariz afilada luciendo una gran calvicie rojiza que hacía que pareciera carecer de cuero cabelludo. Mientras, yo seguía en mi puesto a pié de escalera, recibiendo a un grupo de hombres la mayoría presuntuosos que creían tener la salud del mundo en sus manos.
Miro mi agenda, y veo con satisfacción que todos los que tenían que llegar ya se encontraban en el hotel sin faltar ninguno.
Por la mañana del día siguiente y cuando me disponía a tomar un merecido café, se presenta ente mí un hombre menudo y desaliñado con lentes de miope hablándome acaloradamente en japonés, solicitando la entrada en la sala de congresos, le hablo en su idioma, y le pido sus referencias, mirando la agenda, leo, los nombres de los participantes, entonces le comunico que no se encontraba en la lista de invitados a la convención a la que él se refería. Pero él no está de acuerdo, y se dirigió hacia el tablero informativo que se encuentra en el vestíbulo, dando voces como un poseso.
 Y después de leer el tablero, se va directamente a la sala de conferencias y abriendo la puerta de par en par con una sonora patada, interrumpe la disertación de un químico francés, que en esos momentos tenía la palabra. La voz del japonés sonó potente tanto que no parecía pertenecer a un hombre tan pequeño.
Esa fórmula (dijo con voz potente como un trueno) aún no se puede comercializar, todavía no ha sido perfeccionada, al menos sin mi permiso, lo confirmo porque soy su descubridor.
Todos los allí presentes lo miraron con asombro.
De inmediato, todas las miradas se posaron en el químico alemán alto con tipo atlético y con cara de haber pertenecido a las juventudes hitlerianas, que al saber que es descubierto su fraude, se levanta de su asiento, y sin más explicaciones invita al intruso a salir de la sala, con palabras displicentes y la cara roja de ira, mientras el bajito japonés a gritos, le acusaba de ladrón por haber copiado su fórmula.
Los asistentes no podían salir de su asombro, todos habían expuesto un sustancioso capital con garantías aseguradas de su comercialización y ahora parecía ser todo un fraude.
Un farmacéutico italiano enjuto y con cara de palo, intenta calmar los ánimos mientras se crea un revuelo producto de la polémica y la incertidumbre.
Acuden de inmediato los agentes de seguridad del hotel al oír el revuelo para poner orden, reduciendo inmediatamente al bajito japonés. Minutos después el oriental desaparece del hotel. 
La atmósfera de la sala se vuelve tensa, donde antes solo había colegas y amigos, ahora reinaba la desconfianza entre ellos.
Todos participaban como actores en el espectáculo de una depravación y zancadilla, todo habría llegado a buen puerto para estos defraudadores, sino hubiera llegado a tiempo el japonés para dilucidar la verdad sobre aquel descubrimiento científico.
Desde ese momento en que fueron interrumpidos en el simposio, la fatalidad empezó a ensañarse con ellos, pues llegaron  hasta a sospechar unos de otros hasta pensar, que se podía cometer  un  asesinato.
A los dos días de la inoportuna entrada en el salón de actos del japonés, una pareja de policías, hace preguntas sobre un hombre oriental que se le había visto merodeando cerca del hotel, el director le informa que hacía dos días que no lo veían, y no tenía ficha de cliente, omitiendo todo lo sucedido en la sala de conferencias.
El policía informa al director del hotel, que un grupo de jóvenes excursionistas regresaban a su casa después de una escalada, y cuando las estrellas fugitivas comenzaban a iluminar los senderos, se sorprendieron al ver entre luces y sombras a un cuerpo en el fondo de un barranco, creyendo que se trataba de un animal no le hicieron mucho caso, al hallarse  tendido parcialmente bajo una vieja encina en el fondo del acantilado, pero uno de ellos miró con más detenimiento, y entonces les pareció que se asemejaba a un espectro, pues vieron cómo  acudían una pareja dos cuervos negros gordos y relucientes, que intentaban darse un festín.
Después de recibir el impacto de las piedras que le tiraron los excursionistas, estos levantaron el vuelo, pero sin perder de vista su presa.
 Tal fue el susto que experimentaron  al ver que se trataba de un hombre, que fuimos  avisados de inmediato.
Una vez levantado el cadáver, el forense tuvo que hacer las pruebas necesarias para saber su identidad y qué fue lo que le  provocó la muerte
Con los exámenes post Morten se confirmaron la versión oficial de su fallecimiento, pero no se dio a conocer por pertenecer por el momento al secreto del sumario. Pero aquel secreto no sirvió de nada, pues una vez los chicos lo contaron a su grupo de amigos,  el suceso se extendió cómo la pólvora dando pábulo sin freno a un carrusel de especulaciones, y cuando esta noticia llegó a oídos de los congresistas...
Seguirá. 



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