¿Acaso estaba sufriendo alucinaciones?
Anna olvidándose de la visita que
esperaba, se metió en la casa precipitadamente, cerró con llave ( Que nunca
antes había hecho) y se dirigió a su alcoba, mientras subía las escaleras, iba
mascullando, Señor, Señor, con los brazos cruzados sobre el pecho, era como si estuviera
a punto de enfrentarse a una ardua
contienda, entonces y, por primera vez sintió miedo, nunca se percató de que
necesitara luz, pero en esos momentos al ver cómo la luz de las velas oscilaban
haciendo figuras dantescas en la desnuda pared, entonces la casa le pareció más
fría y, angosta que nunca, entonces descubrió que se encontraba perdida ante un mar de
confusiones, pero no tenía otra opción que la de seguir adelante, ya no podía
retroceder ni siquiera un paso.
Y en ese mismo momento intentó
recomponer sin resultado, las piezas del puzle que en su mente no parecían
encajar desde que descubrió aquel castillo
¿Por qué, antes le había pasado desapercibido?
Sin dudas algo se encontraba
fuera de lugar, pues sabía que su mente se encontraba lúcida como siempre, pero
si supo que ella sola no podría enfrentarse a algo que evidentemente había
aparecido mágicamente.
Ante aquellas dudas sobre, qué
era lo que estaba pasando, su cuerpo pareció flaquear, ya ni sus convicciones
eran firmes cómo ella siempre creyó que lo eran.
Cuando entró en su alcoba y antes
de llegar a la cama tuvo que apoyarse en la butaca que hacía de descalzadora,
pues se encontraba desfallecida. Nunca sabría si aquella noche se acostó en su
cama. Pero tampoco sabría si aquella noche lo que soñó fue verdad, o un sueño lo que vio cuando se
encontraba asomada al balcón, ni tampoco podía recordar que miró con ansiedad desmedida la bruma que
produce la tierra después de la lluvia, que no la dejaba ver con claridad cómo
el campo empezó a iluminarse, entre las sombras pudo ver, luces intermitentes
de fondo, mientras se hacía oír una letanía mortuoria que parecía formar parte
de un cortejo fúnebre.
Al día siguiente y, al alba, se
encontró sentada como siempre ante el ventanuco, estaba desorientada, se
levanta para buscar un catalejos que sabía tenía en alguna parte, al
encontrarlo, otea la montaña con minuciosidad, era cierto allí se encontraba
aquel castillo o fortaleza, entonces observa que alrededor del edificio había
mucho movimiento, esta situación le asusta, algo estaba pasando, su finca
ocupaba una parte importante de aquel valle, esto le hizo pensar de que ella
también podía encontrarse en peligro.
Aquella noche, tras el ventanuco estuvo de vigilia continuada, pero no pasó nada; después del
desayuno volvió a su puesto tras el ventanuco, entonces oyó rumores de voces
mezcladas con el relincho de caballos ante la puerta de la finca, parecían
estar fraguándose algo muy pero que muy peligroso para ella.
Sin pensar lo que hacía, salió de
la casa, adelanta unos pasos hasta ponerse frente al que parecía ser el
cabecilla de aquello que parecía una insurrección, pero al tener cerca a este
personaje, tuvo una extraña impresión, sobre todo al escuchar el tono de su voz.
De pronto se sintió muy agotada,
arrastrando los pies llegó hasta la casa, se sentó de nuevo ante aquel
ventanuco, entonces, perdió la noción
del tiempo mientras le venía a la memoria una vieja leyenda que venía des
tiempos olvidados, una mujer solitaria vivía en oculta en el campo, los árboles
eran tan verdes y gigantescos que en su
interior guardaban incontables secretos del mundo, que la mujer solitaria
dominaba. También se contaba que en estos campos solitarios y perdidos eran
habitados por sociedades desconocidas que se hallaban diseminadas bajo la eterna
sombra verde de las copas de los árboles.
Anna parecía en su indolencia
estar viviendo lo que su mente le estaba dictando que recordara, su cuerpo
parecía estremecer cuando creyó que atravesaba un río donde sus aguas ardían
perpetuamente desprendiendo un intenso vapor que quemaba.
En unos instantes comenzó a
removerse en la silla, tanto que estuvo a punto de caer al suelo, se encontraba
(Según su subconsciente) en el centro de aquel río burbujeante, espantada
presenció cómo los animales que caían en esa agua eran cocinados con tanta
rapidez que sus cuerpos, con sólo acercarse para beber se cocinaban por dentro,
sin duda pensó que era una muerte cruel; pero, por más que quiso, no lo fue
posible reconocer al culpable que
había perpetrado aquella horrible
aberración, pues, estaba segura que era el jefe de aquella insurrección, por lo
tanto, aún vivía, y se encontraba en su puerta, esperando que ella callera en
sus garras.
De pronto un escalofrío le hizo
despertar, inconscientemente mira con ansiedad por ventanuco, allí parado en la vereda, se encontraba el siniestro
personaje junto con sus sicarios que hicieron que ella se exiliase en aquel
inhóspito paraje. Y entonces supo la razón del porqué había sido beneficiada en
aquella heredad, había sido necesaria para que los fines de aquel despiadado pudieran hacerse
realidad, pero olvidó que después de aquel encierro que creyó era voluntario y, que ella sufrió no era la mujer
que todos creyeron podía ser, aquella soledad le hizo fuerte, y al recordar al
hombre que capitaneaba aquel ejército, supo que su huida había terminado.
Al despertar de aquel letargo,
subió precipitadamente las escaleras, se dirigió al balcón, y abriéndolo de par
en par, se asomó y, con los brazos
abiertos, le pidió al Altísimo, que le dejara entrar en ese mundo de paz,
diferente, intangible al ojo humano, que, antes se le había prometido.
Poco después la magia destructora
de aquel entorno había desaparecido, no quedando nada ni de aquel castillo ni
de la casa donde ella creyó había encontrado la paz, en su lugar quedaba una
tierra rojiza por la sangre derramada de los inocentes, pues ese lugar había
sido la guarida de unos seres que no debieron habitarla, seres, que nunca
debieron salir de ese submundo, pues con su aparición malvada sólo arrastraron maldad y desolación.
Pero aquel campo que creyó
Anna podía ser su salvación, era un
campo que nadie podía dominarlo a su antojo, pues siempre fue hostil, para los
que no cumplieron las leyes, aunque ella
lo viera bajo un prisma diferente, tampoco podía esperar nada, pues todo se le
había dado por añadidura, pero la fuerza de la naturaleza, le hizo pagar con creces
su individualidad.
Aquel campo desde entonces
permanecería yermo, como siempre lo es, y fue el campo eterno. Todo era como advertencia
a los que creen que con su poder,
sea el poder que ostenten, pueden hacer
lo que les place, olvidan que aquí estamos solo de paso y, que si se
desaprovechan el amor y la fraternidad, estos jamás encontraran la barca que les cruce el río de aguas
transparentes que los conduzcan a la luz eterna.
Poco después un grupo de
arqueólogos hizo una excavación, en
aquella finca por motivos que ni ellos mismos supieron, después de una ardua
inspección del terreno, descubrieron algo que fue un gran hallazgo, en aquel paraje encontraron un
sorprendente edificio subterráneo, allí se encontraba enterrada una embarcación del año
3.800, A de C, Este hallazgo tenía una llamativa peculiaridad que guardaba
gravados de más de un centenar de barcos egipcios, desde donde se podía leer en sus epígrafes que eran
los destinados a emprender el largo viaje a la eternidad.
Poco después de que desapareciera
todo junto con Anna, se desveló que un grupo de saqueadores, penetró en aquella
finca, contaminando el entorno, no pudiendo encontrar huella alguna que pudiera
esclarecer el por qué en aquella finca cacereña se había encontrado un barco
faraónico sepultado y, en aquel terreno árido. Todo parecía encajar, aquellos
seres no debieron salir nunca del submundo, pues allí en aquella aridez nunca
hubieran podido encontrar esos ríos que son imposibles de poder navegar.
Acaso Anna estaba encarnando a
una de las reinas egipcias. Y que fue
capaz de hacer in nexo de comunicación con los vivos, y por esa razón le
gustaba la soledad para que no fuera descubierto su misterio.
¿Tendría algo que ver en esta
historia la reina HATSHEPSUT?
¿Tan sabios habían sido los
egipcios?


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