Os tengo que contar una historia,
pero tengo tantas en la cabeza que la verdad no sabía cuál os podía entretener
más. Busco entre los recovecos de mi memoria y, recordé una historia que quizás
os guste.
Justo aquí, es donde comienza la leyenda
de Ciro.
Astiages era rey de los Medos, una noche tuvo un sueño
que creyó podía hacerse realidad: soñó que su hija Mandane comenzaba a orinar
y, que al hacerlo con tanta cantidad, el orín inundó toda Asia. Al día
siguiente convoco con urgencia a todos sus magos y místicos para que le dijeran
el significado de aquel sueño, estos le aseguraron que su hija tendría un niño
y que poseería toda Asia.
Asustado del pronóstico y
premoniciones que hicieron sus magos y místicos y preocupado de que este sueño se
pudiera hacer realidad, inmediatamente casó a su hija Mandane con el rey de
Persia Cambises, así el niño que estaba por nacer, sólo podría optar cuando
llegara su edad a ser el rey de Persia.
Pero los sueños de Astiages no
acabaron ahí, pues cada noche y cuando cerraba los ojos, volvía a soñar, los
sueños según sus magos no parecían tener importancia. Pero una noche después de
una fiesta que abusó del alcohol, se acostó beodo, aquella noche soñó, que del
útero de su hija brotaba una parra cuyas ramas se extendían por toda Asia.
Aquella misma noche supo el
vaticinio, su sueño podía hacerse realidad.
Entonces hizo llamar a su hija,
aquella noche los cielos parecían bramar al paso de la caravana donde viajaba
Mandana, ya que se encontraba embarazada.
Después de meditar qué podía
hacer después de aquel nacimiento, creyó
que la mejor opción era que tenía que deshacerse de su nieto que estaba a punto
de llegar, Astiages, mimó a su hija para que permaneciera en su palacio hasta
dar a luz, y cuando el esperado niño nació: Mintió a su hija diciéndole que el
niño había nacido muerto; para compensar a su hija de tan terrible pérdida
convocó que se guardaran tres semanas de luto a su pueblo por tan grande
pérdida.
Mandana no se fio de su padre y
antes de salir de palacio le echó una maldición, mientras tanto por una puerta
trasera del palacio a escondidas salía uno de sus más fieles comandantes con el
bebé envuelto en una manta, pues tenía órdenes de ejecutarlo, pero el curtido
militar se compadeció del bebé, no teniendo valor para matarlo, entonces
deambuló sin rumbo pensando qué hacer con él, cuando se encontraba desesperado,
se encontró con una familia de pastores que dijeron deseaban tener un hijo, Haspago, loco de
contento por haber encontrado la solución, les entregó al bebé pues ya no tenía
que ejecutarlo.
El niño fue creciendo, mientras
su abuelo, el rey, impartía justicia a sus súbditos.

