martes, 18 de diciembre de 2018

Soy española


Anna sabía que no tenía más Patria que donde había nacido, ella y toda su generación. Hacía tiempo que no ponía el televisor, hizo zapen  y, mientras veía pasar los canales  su ánimo decaía, al ver que casi todos  los programas eran por decir algo impresentables, pues trataban los periodistas de los llamados “Progres” hacer comentarios con descaro y jocosos sobre esta nación qués es nuestra cuna  allí ninguno de los intervinientes  parecían querer aceptar esta nuestra  nacionalidad.
Yo, que he nacido en la ciudad cacereña no muy grande, pero hermosa por mantener viva en el latir de sus entrañas una raíz, fresca, latente llamada Ciudad Monumental, esa, a la cual respetamos y queremos y de la que todos los cacereños nos sentimos tan orgullosos, cómo al igual de ser españoles.
Todo comenzó un día de tantos que aburrida del tejemaneje que se traen los políticos de ahora, Anna dejó de interesarse por las noticias que a veces le soliviantaban,  con tanto político con ansias de medrar a cualquier precio, cómo si esta Nación fuera una parra cuajada de jugosas  uvas, y apostaran, cuál de ellos se comía el mejor racimo.
Pero en esta ocasión Anna, una tarde  osó en poner el televisor, para saber qué estaba pasando por el mundo, pero poco después de haber visto algunas de las programaciones pensó que hubiera sido mejor no saber nada, pues lloró ante semejantes perspectivas, haciendo que de sus enormes ojos claros, brotara una lágrima de desaliento.
Lo que estaban comunicando, no era algo sin importancia, era algo mucho más,  se trababa de nuestra enseña Nacional que estaba siendo denostada por unos imberbes llamados periodistas "progres" que reían la gracia a unos cuantos políticos del tres al cuarto, con un desconocimiento y despego total  a lo que es el amor a este pedazo de tierra que nos vio nacer y que es, nuestra Patria.
Hastiada, pone la radio, y un aluvión de noticias invadían los diales que inundan su cerebro, todas estas noticias se encontraban camufladas, pues estaban en boca de unos hombres llamados tertulianos, llevando cada cual el ascua a su sardina, poco después y aún más desolada, Anna no podía imaginar que hubiera españoles que tuvieran tan poco entusiasmo por su propia Nación, se desanima,  pues no sabia donde ubicar todo este desatino para aplacar su desazón, sí desazón, pues antes de apagar el transistor una noticia le paraliza el dedo que iba destinado a desconectarlo.
Uno de los políticos anunciaba que estaba preparando  una moción de censura, para derrocar al dirigente que se encuentra en funciones, y mandar según él en este caos, pero le apenó enormemente al saber que el que denunciaba esta irregularidad, sus intenciones eran poco fiables, pues para de hacerse efectivo este mandato tenía que aliarse con políticos que el único deseo es el de deshacer España.
Anna se encontraba asustada, ella tenía parientes y amigos en el Sur, Norte Este y Oeste, se espanta, siempre estuvieron las familias unidas a pesar de la distancia física que los separaba,  pues  siempre nos hemos sentido  españoles de bien, sabiendo cómo debemos  comportarnos con esta bendita tierra  pues es para nosotros como si fuera una piña fresca y jugosa que tenemos que proteger del clima extremo  para que todos sin excepción  podamos deleitarnos con su fruto. España debe permanecer  entera,  no fraccionada como un puzle, porque si esto llegara a pasar, este puzle, puede que en su fracción se pierdan algunas de sus piezas, y entonces sería muy difícil de recomponerlo.
Se levanta y se dirige al pasillo mascullando algo, que  fue mejor para todos que no fuera  inteligible. No puede ser, nadie puede sentarse así, como así, en la Moncloa sin haber convocado antes unas elecciones.
El pueblo, es el soberano y, el que tiene el deber de elegir a su representante. También ningún dirigente puede permitir que esta nación llamada  España se reparta  cómo se reparten caramelos en un cumpleaños infantil, sabiendo que muchos de estos caramelos van poco después a la basura después de una barrida.
España tampoco es, como algunos iluminados quieren hacernos ver representando un cementerio, poniendo en nuestras playas mezcladas con los bañistas, cruces de caídos. Pero, si serán lerdos, que aún no se han enterado de que aquel fatídico episodio de la guerra civil pasó, y que pasó olvidando las rencillas, cómo en muchas otras naciones que tuvieron sus conflictos.
España es, y será, a pesar de algunos, es una gran Nación, con una bandera roja cómo el buen  vino, y amarilla que es el color de nuestro trigo y, del sol que nos baña.
España es de todos los españoles, no de unos cuantos iluminados, se tenga el dialecto que se tenga (Que no es malo practicarlo) pero que se tenga en cuenta que para que todos los españoles lleguemos a entendernos, Idioma, sólo tenemos uno, el castellano, por el cual todos nos entendemos, y hace que nos sintamos unidos.

    



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