Anna fue una de esas niñas que cuando iba a visitar a sus
abuelos al pueblo de Madroñera, su ilusión era la de subirse a las ramas de los
árboles de la huerta de su abuelo, pues
siempre tuvo el sueño de cómo alcanzar las estrellas.
Se hizo mayor, fue al colegio destacando por su aguda
inteligencia cuando se trataba de estudiar Astronomía y Arqueología, más tarde
destacó por sus estudios de la interpretación de los signos y símbolos
egipcios.
En su apartamento puso en un sitio privilegiado una
ilustración del llamado Bestiario de Ashmole, se trata de un árbol que muestra
un par de criaturas fantásticas, que muerden a unas palomas posadas en el árbol, este árbol se denomina de la
Vida, simbolizando lo universal, la existencia cósmica que nos habla del cielo
y lo eterno, la vida y la muerte.
Ella era así de especial, mientras su destino era el de esperar, siempre esperar, la verdad
es que no sabía el qué. Así transcurrió
su adolescencia sin apenas darse cuenta. Un día y cuando abrió el buzón
de correos, se encontró sorprendida al ver una invitación, era para su sorpresa
de aquel joven que conoció hacia aproximadamente un año, pero que desde ese
mismo instante en que lo vio fue para ella
algo muy especial.
Todo comenzó cuando fueron presentados una noche de verano
donde se celebraba en un castillo hotel
una de las bodas más icónicas, pues el enlace era de un magnate
americano con una de las actrices más populares del momento, la cual al ser la
novia cacereña Anna había sido invitada, por haber sido compañera de colegio,
manteniendo desde entonces una amistad entrañable, por lo que aquella
invitación tenía para Anna connotaciones
muy especiales, pues el destino quiso que en esa boda encontrara a el hombre
que le robó el corazón.
Aquella noche, una vez que tuvo en sus manos la invitación y
desde ese momento ya no pudo dormir,
pues en su duermevela, comenzó a tener sueños extraños, enervantes, pero al
despertar, como si se tratara de un embrujo su cabeza no parecía afectada por
aquellos sueños.
En realidad desde que conoció a aquél hombre, todo comenzó a
ser para ella nimio, insignificante, y ante esta ansiedad que sentía despertó
en ella un deseo incontrolable de realizar cuanto antes un viaje por Egipto
pues más que una ansiedad lo que en verdad la intranquilizaba era una necesidad
que no incontrolada.
Enseguida comenzó a planificar lo que sería su viaje, la ropa
que iba a necesitar algún folleto que le informara sobre lo que estaba visitando, lo más importante ya que iba a conocer
Egipto in situ.
Llegó el tan ansiado día, y el viaje desde Cáceres a
Madrid fue para ella un viaje donde las incógnitas se mezclaban con
la curiosidad.
En el aeropuerto Madrid-Barajas, le indican que tiene que
esperar en la sala Bic, hasta ser llamada, pues viajaría en un avión
particular por gentileza del esposo de
su amiga.
Una vez dentro de la nave, Anna cuenta más o menos que los
que iban a viajar serían contando la tripulación unos doce, el viaje
transcurrió como un sueño hecho realidad, para entretenerse Anna jugó una
partida de ajedrez muy reñida con una chica colombiana, otros contaron chistes,
y todos terminaron contando anécdotas de viajes realizados.
Una vez llegaron a Egipto fueron recogidos por dos
automóviles que les llevaron hasta un embarcadero del Nilo, allí les esperaba
una embarcación construida en madera y papiro, Anna nada más pisar la
embarcación supo que había comenzado la aventura de su vida, y como no quería
perderse nada se situó en la proa, y cuando se encontraba contemplando la
imagen majestuosa de la pirámide de Guiza, en su contemplación creyó ver una
máscara que se interponía entre el monumento y ella, agudiza la vista y
sorprendida reconoció la máscara con la
que enterraron al faraón Tutankhamón, le pareció tan extraño que pensó era una
sugestión producida por el ambiente, de repente la barca comenzó a zozobrar, su
balanceo era tan violento que parecía
iban a volcar.
Anna presiente que algo grave les podía pasar pues la barca se hacía paso entre la niebla como si el papiro con la que estaba construida se estuviera rajando.
En esa
parte del río Nilo no se veía ninguna embarcación, de repente el río es engullido
por una densa niebla, la situación era molesta, pero para el barquero parecía mucho más grave ya que comenzó a dar
voces pidiendo ayuda, la situación parecía agravarse, de pronto la barca hace
una parada brusca, era como si se hubieran dado un golpe con algo invisible ,
aquel algo sin dudas pensó Anna podía ser un muro que al no poder pasar la barca podía ser
impenetrable.
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