LA
TERRAZA
Aquella tarde
espléndida de primavera, al atardecer me siento en el balcón cómo tenía por
costumbre, para deleitarme escuchando los sones de una trompeta que parecía
venir de una terraza situada frente a mí casa, este sonido, envolvía mis
sentidos con sus notas, entonces, observé
que la luna asomaba por el
horizonte antes de tiempo, y que se paraba encima de la azotea que parecía con
su quietud disfrutar cómo lo hacía yo de aquella melodía.
Una tarde que no tenía
nada que hacer, me senté en mi terraza y me quedé e embelesado escuchando las
notas que salían de aquella trompeta, no supe el tiempo que transcurrió, porque
quedé preso de un sopor tan profundo que hizo que me transportara hasta uno de los
rincones de aquella terraza, en esos momentos no supe si era realidad o ficción, pero desde mi otero pude
ver un atril repleto de partituras, también había una silla en la cual
descansaba una trompeta, tan reluciente que parecía de oro, un grupo de jóvenes
se encontraban sentados en el suelo parecían esperar impacientes a que comenzara el concierto.
De pronto vi cómo
aparecía la luna, que con su foco de mercurio ilumino la tarima donde se
encontraba el atril, al instante apareció el director, vestido con un impecable
chaqué, llevaba su batuta en la mano, se sitúa frente al atril, mira las
partituras, el silencio se hizo patente en aquella terraza, el director al dar
un suave toque en el atril, la trompeta se posicionó frente al director y
comenzó a emitir una tras otra unas notas que fueron creciendo de tono hasta
hacer vibrar a los espectadores.
La luna aquella noche
no se movió como suele hacer, prefirió escuchar aquellos sones celestiales, y cuando
todo era armonía, una nube grisácea inesperada apareció tapando la luna, que
hizo romper el hechizo.
Pronto, todo se
convirtió en tenebrosa oscuridad, los espectadores comenzaron a protestar, en
unos minutos aquel remanso de paz se convirtió en desastre, el aullido de un
lobo se dejó escuchar al estar encaramado en lo alto de una cercana colina,
esto empeoró la situación, entonces el público despavorido emprende una carrera
frenética hacia la nada, no querían ser devorados por aquella fiera.
Yo desde mi otero no
entendía bien lo que estaba sucediendo, solo supe que la luna se había ocultado
tras la nube amenazadora ¿De dónde salió esa nube? Las estrellas tan bellas
como cobardes también huyeron quedando el cielo sin su fulgor haciendo que la
noche se volviera tenebrosa.
De repente se empezaron
a oír risas grotescas que helaban la sangre; allí y frente al atril impávido se
encontraba el director de orquesta, parecía esperar a que terminara aquel
maleficio, pero de pronto la terraza se llenó de seres extraños sucios y
harapientos, emitiendo palabras mal sonantes, pero el director de orquesta, seguía
quieto ante el atril, un individuo vestido de negro y delgado cómo un lápiz,
intenta quitarle la batuta al director de orquesta, pero él solo lo mira
impasible, ante esta indiferencia, este individuo se irrita, entonces coge la
trompeta, se la lleva a la boca pero la boquilla ardía con un calor sobre
natural, entonces este individuo, con rabia sopló y sopló hasta que el
instrumento emitió un sonido que al ser tan estridente hizo estremecer los
muros de la terraza, entonces aquel individuo
comenzó a gritar como in poseso al notar sus labios quemados y tímpanos reventados.
Mientras tanto, la
trompeta desde el suelo emitió un agudo sonido.
Pero algo sucedió,
porque de repente, la luna comenzó a
crecer hasta eclipsar a la negra nube, poco después aparecieron las estrellas,
y con ellas todo se iluminó, enseguida, aparecieron unos seres vestidos de luz
que descendieron de un rayo que, en unos segundos limpiaron la terraza.
Todo el mal había
desaparecido. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Habría
sido una interferencia de espíritus malignos que impedía de este modo que las
almas elevadas pudieran gozar de la
música?
Y de nuevo pude
contemplar cómo la luna volvió a inundar la terraza con su potente foco de luz,
también pude contemplar cómo las estrellas titilaban de alegría por poder
contemplar el concierto. Aquella noche fue de veras una noche mágica pues la
trompeta parecía tocarla un serafín.
Después de aquella noche, supe el valor de la música, y
también aprendí el poder que puede tener
la mente sobre la materia.
Entonces recordé a mi
hermano, con su trombón de vara alzándolo al cielo, para deleite del
firmamento.
¿Fue acaso un sueño?
Una ilusión, amor a lo bello…
FINAL


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