, al sentirme
atrapado intento levantarme de aquella improvisada prisión, pero el crujido de
mis huesos hace que desista de la intención de levantarme; entonces decido
esperar, pero ¿esperar qué? Si me encontraba sólo en una cabaña y atrapado por
un simple y vulgar taburete de plástico, entonces en esos momentos pensé que si
no hacía nada por liberarme, mi vida podía ser caótica.
De pronto
empecé a oír gemidos de una mujer invisible que parecía salir de los muros de la cabaña, al instante se empezaron
a suceder otros gemidos que parecían subir de tono hasta llegar a tronar en
mis oídos, me tapo las orejas con las dos manos, pero no consigo ahuyentar de
mi cabeza aquellos tristes quejidos que se me hacían insoportables.
De repente la
puerta se abre inesperadamente haciendo sonar un tremendo portazo,
inmediatamente y ante mi asombro veo cómo la cabaña se inunda con una nube
extraña, entonces creo que la mente se
me ha trastornado, pues pienso que lo
que me está sucediendo, podía ser la consecuencia del espirito de aquel embrujado
y misterioso bosque que había logrado con su magia entrar en la cabaña, a transformando el universo en una espesa niebla haciendo imposible que se
pudiera ver ni un centímetro más allá de las narices, entonces y ante estos
acontecimientos tan sólo pude creer que junto con mi alma me encontraba
perdido, sin rumbo, y al borde de un abismo insondable donde el fondo es
infinito.
La voz de una
mujer me hace reaccionar, cuando me dice; señor tiene que firmar estos
documentos, los están esperando en la sala de juntas. Entonces levanté mi
cabeza, la miro con detenimiento, bajo de nuevo la cabeza, por unos instantes
había olvidado dónde me encontraba; después de unos momentos, alzo de nuevo mi mirada hacia la secretaria, que parece impacientarse
ante mi pasiva actitud, mientras se atreve a repetir ” Señor tiene que firmar
aquí”
Yo entonces
cogí aquel documento, y ante la atónita mirada de la secretaria y, antes de
firmarlo lo rompo en mil pedazos para enseguida poner los trozos rotos en la mano de la
secretaria que parecían temblar mientras sus ojos expresaban asombro, pero una
vez en sus manos aquel documento hecho pedazos, me sonrió, y me dijo, creo
señor que esperaba de corazón que este documento no fuera firmado.
Me quedo
mirándola, ¿pero, quien era aquella secretaria tan osada? Al levantar la
cabeza nuestros ojos se cruzaron,
entonces supe que en aquella mujer había algo muy especial ¿pero, cómo no la
había visto antes? ¿Dónde había estado escondida que no la había descubierto
hasta ese instante?
Por unos
momentos tuve la necesidad de cerrar los ojos, tenía que recomponer mis
pensamientos.
Más tarde supe
que todo lo vivido en aquella cabaña fue inducido por la irrefrenable necesidad
que sentía de libertad, ¿o tal vez obedecía una orden que me dictaba mi
conciencia al avisarme de que no contribuyera en nada que no fuera justicia y
prosperidad para los pueblos?
Cuando una
mañana me desperté en mi cama y en mi apartamento lujoso de la avenida de
España, desorientado me dirigí al armario, todo seguía en orden, zapatos,
camisas, pero cuando me tranquilicé pensando que todo había sido una pesadilla,
un descubrimiento me hizo estremecer, una silueta pasó por el pasillo, seguida de unos pasos lentos que se dirigían hacia el salón, pero antes
de seguir aquellos pasos vi bajo la puerta del cuarto de baño que salía una
estrecha ráfaga de luz, sin pensarlo regreso a la alcoba, me acerco a la
mesilla de noche dónde había dejado el móvil, esperé unos segundos pensando qué podía hacer. De repente el timbre de la puerta suena insistentemente, el
desconcierto se apoderó de mí, indeciso, sin apenas moverme de la alcoba, marco
el número que tenía en mi agenda para las emergencias. Gracias por atenderme,
al otro lado del teléfono, y ¿Ahora qué piensas hacer?, creo que debías dejar
correr el agua, todo está finiquitado, mañana saldrá todo en la prensa, creo
que la gente interesada en el tema se centrará en lo que decidas.
Yo en esos
momentos no estaba preparado para decir cuál había sido mi decisión, de nuevo
los pasos que momentos antes escuché se dirigieron hacia la puerta pues oí un enorme portazo.
Después de
haber oído el golpe de la puerta al cerrarse, pensé, que aunque me pesara,
ahora tendré más tiempo libre, desde este momento haré lo que debo hacer.
Al día
siguiente nada más entrar en el despacho convoqué a todo el personal que había
tenido a mi cargo y ante ellos, lo único que firmé fue la renuncia de mi cargo
en el Senado, pues no podía formar parte de ningún complot que me pudiera
llevar a la desidia de la hoy llamada CHORICEO.
Desde aquel
día el departamento en el que yo tenía la jefatura, tuvo una inspección
interior en la cual se desvelaron las muchas irregularidades, en las cuales yo
no intervine.
Poco después
se supo quién había sido el culpable de haber estado falsificando documentos
fraudulentas a mis espaldas, sólo con la
intención de enriquecerse, manipulando su estrategia hacia mí, pero la verdad
siempre sale a la luz.
Ahora soy
feliz de pensar que al menos por el momento este negociado estará bajo una supervisión
exhaustiva, ya que las chorizadas sólo son estupendas para merendar en un día
de campo.
FINAL

