Como siempre hice, confiada en mi
intuición, estaba a punto de conseguir que se dijeran alguna frase que yo
pudiera descifrar para tirar del hilo, pero el joven no decía nada, mientras su
cara, a cada momento que pasaba, se iba transfigurando hasta llegar a parecer
un ser diabólico, pues vi cómo apretaba sus manos cerradas, tanto que
parecieron dos muñones. Su voz llena de ira, al fin rompió para decir ( a su
interlocutor) yo, ya lo tengo bien
pensado, se hará si, o si, y colgó.
De pronto un griterío empezó a subir
por las escaleras, estas voces pedían pan y paz para su pueblo, eran hombres
vestidos de harapos, que por culpa de sus mandatarios, se encontraban sumidos
en la tristeza pues sus dirigentes habían sacado el dinero de su País
dejándolos en la miseria mientras las arcas de los paraísos fiscales se encontraban
a rebosar con el dinero que atesoraban los corruptos. Yo no estaba muy segura
de saber qué estaba pasando, aquel alboroto era real sin duda, eran hombres
enloquecidos por la situación en la que estaban viviendo. Se apartan para que
yo pudiera pasar, cuando llego a la calle, veo que hay gentes paseando como era
por costumbre, con la mirada busco una cafetería, al entrar veo que se
encontraba llena de jóvenes que alegres charlaban y bebían unas copas, pido una
infusión de tila, sentada en aquel taburete me sentí más tranquila, a pesar de
no haber probado ni un sorbo de la tila, al estar demasiado caliente.
Ante mí, se para una mujer,
parecía solitaria, vestía una indumentaria extraña para la moda actual, se puso
a mi lado, al mirarme parecía necesitar conversación, pero yo no me encontraba
receptiva, por lo tanto inmersa en mis pensamientos, miré hacia otro lado, pero
la mujer tocó con su mano mi brazo y, me volví hacia ella sobresaltada, aún me
encontraba sugestionada por lo vivido.
¿Me puede decir la hora?
En esos momentos me avergüenzo de
haber sido descortés con ella, miro mi reloj, entonces veo que son las diez de
la noche, no podía ser, mi reloj al salir de casa funcionaba perfectamente,
pero la hora que marcaba en esos momentos me hizo pensar. Que algo pasaba, pues
no concordaba para nada la hora que tenía en el momento en que salí de mi casa, y
dirigiéndome a la señora me disculpo, lo siento mi reloj parece que se ha
estropeado.
Entonces la mujer sale de la cafetería dejando tras de sí un
reguero de sangre que parecía brotar de su espalda.
Al ver aquella sangre, mi corazón
se aceleró. ¿Qué me estaba sucediendo? Termino mi tila, apresurada salgo en pos
de aquella mujer que había dejado un rastro de sangre y un perfume…Entre la
gente la vi a lo lejos, corrí hasta llegar a alcanzarla, pero se metió en un
portal de la parte antigua, poco después volví a encontrarla, iba caminando en
zigzag por las estrechas callejuelas como si se encontrara enferma, yo la seguí
cómo atraída por un imán, ya no sentía miedo, solo una gran curiosidad por
saber cómo su transpiración desprendía ese olor a sangre.
De nuevo vuelve a desaparecer
sigo, como un sabueso su rastro guiada por el olor que me va conduciendo hasta
llegar a uno de los palacios que se
encontraba con las puertas abiertas de par en par, me acerco, me asomo desde la
puerta, la luz de un farol iluminaba el zaguán.
Entro en aquel portal y, me
encontré de frente con un cráneo humano expuesto encima de un taburete, se
encontraba cubierto de un líquido escarlata, aquel líquido no era otra cosa que
sangre que parecía reverberar del cráneo, como si fuera una herida abierta.
Dentro del zaguán me encuentro desorientada,
cuando de pronto empezaron a caer gotas de lluvia que se deslizaban por la
empinada callejuela. Una nube baja cubrió el atrio del palacio como lo hace el
humo de una hoguera hecha de hojas húmedas, la verja que da entrada al patio
interior se encontraba abierta, me adentro en él, la luz tenue de una lámpara
de aceite me induce a subir las escalinatas que dan al primer piso, una vez
arriba vi cómo el suelo se encontraba cubierto con alfombras de color carmesí,
las paredes engalanadas con bellos tapices con alegorías de batallas
sangrientas, sigo a la diminuta luz que me guía hacia una sala, allí en una
cama se encontraba una mujer, que parecía anciana acostada cubierta por un dosel negro
la colcha se veía de delicada seda, la mujer parecía agonizar, yo la miro, y me
pareció ver que tenía los ojos sellados; busco con ansiedad con la mirada a la
mujer que me condujo hasta ese palacio, pero no la veo y pienso que sería mi
destino que aquel día fuera un día de zozobras y, por si fuera poco, me
encontraba sola en una casa que no era la mía, y con un cadáver frente a mí que ni siquiera
conocía .
De pronto, unos rayos de luz
blanca se difundieron por la habitación,
dejando mi mente confusa.
De pronto se oyen unos pasos
seguros que pisaban con fuerza, se acercaban a donde yo me encontraba, mi corazón se encontraba tan confuso por lo
que estaba viviendo que casi no me inmuté.
¿Quién podía ser?
Esos pasos sin duda eran de un militar de
campaña pensé por la fuerza con que parecía
pisar. Cuando entró en la habitación
donde yo me encontraba nos vimos de nuevo cara a cara era aquel joven que creí era un joven galante, en aquel
momento supe que algo importante y grande se estaba fraguando contra mí persona
podía ser una estrategia más para debilitar mis pensamientos, que empezó con el
de querer ayudarme a subir las
escaleras.
De repente, la ventana de aquella
alcoba, se abrió de par en par, entrando por ella una ráfaga de viento helado.
¿Por qué de nuevo ese joven se
ponía ante mi vista?
El llanto de un niño pequeño que
lloraba por hambre, me hizo reaccionar, me pongo de nuevo ante aquel joven y,
clavo mis ojos imperturbables en los suyos, y con una tremenda rabia le dije:
¿Esto es lo que los mandatarios del mundo
queréis para la humanidad?
¿Qué es lo que os mueve a querer
sembrar la semilla de la pobreza en el mundo, mientras vosotros, los llamados
privilegiados, desde vuestros altos puestos y sentados en sillones de lujosa
piel decidid cómo han de vivir los habitantes de la tierra?


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