Desde lo alto de la tarima el
profesor daba clase, en la cual decía, que se habían recuperado unos textos en
los que se hablaba de la conquista de América por los extremeños Hernán Cortés
y Francisco Pizarro, en estos documentos se comprobaba algo importante y
regenerador para los españoles, pero que también se habían encontrado algún que
otro inconveniente por parte de algunos mandatarios mexicanos, que exigen que los españoles pidamos perdón por
los actos cometidos en aquellas tierras hace 500 años, no ajustándose a la
historia verdadera de estos hechos de los cuales, se nos imputan a los
españoles.
Anna se encontraba entre los
alumnos escuchando con atención la clase de historia en la Universidad de
Extremadura. En esta clase el profesor parecía que quería dar a entender a los
alumnos que había mucho más… y que se había quedado por dilucidar ciertas la
lectura de cierto texto, y se quedó ahí, en suspenso. Pero Anna que siempre fue intuitiva, recogió
el guante que parecía haber lanzado el profesor.
Al término de la clase Anna creyó
habérsele despertado una fascinación enfermiza por el misterio que parecía
guardar aquella disertación.
A la salida Anna le comentó a su
amiga lo que le ocurría, pidiéndole su parecer sobre aquella enigmática clase de historia, y las
dos ese mismo día se pusieron de acuerdo decidiendo que al término del curso y,
durante las vacaciones harían un viaje a México.
Mientras Anna caminaba hacia la
parada del autobús, sintió una tremenda ansiedad, era como si su prioridad
desde ese momento fuera el de descubrir ese mundo mágico que dio a entender a medias el profesor y, que se
escondía entre los Mayas.
Llegó el mes de Julio, cuando
Anna llama a su amiga para que fuera preparando el equipaje, pero su amiga no podía acompañarla, un
imprevisto se lo impidió, pero este inconveniente no hace que Anna desista del
viaje, porque dos días después se encontraba en el aeropuerto y sentada en la
clase turística de un avión de líneas regulares, lo único que le molestó de
aquel viaje fue el observar que desde su asiento no iba a poder divisar desde
el aire el inmenso mar que le acompañaría en aquella travesía, pues la
ventanilla se hallaba justo encima de una de las alas del avión
impidiéndole cualquier visibilidad desde las alturas.
Una vez hubo despegado el vuelo, Anna abre su blog de notas
donde había escrito la ruta a seguir, en unos momentos su mente se perdió
dentro de un mundo extraño, que la
transportó a un lugar donde solo existe la lucha entre el bien y el mal, el
amor y el egoísmo, y que ante estas dos perspectivas sólo daban cabida a que
surgieran enfrentamientos feroces, por una parte, se encontraba la humanidad,
por la otra, el ataque despiadado hábilmente manipulado por las armas tecnológicas
que son usadas sin piedad contra la
sociedad civil, diezmando al mismo tiempo el alma de la naturaleza que es la
que nos prevé de nuestro alimento.
Anna de pronto abre los ojos
desmesuradamente, sabía que no lo había soñado, fue su mente la que le había
jugado una mala pasada, las manos le temblaban al recordar lo sucedido en su
cabeza, entonces mira a su alrededor para cerciorarse de que estaba despierta,
y entonces descubrió que a su lado se encontraba sentado un hombre bajito y
menudo que la miraba preocupado por el aspecto que presentaba su mirada,
entonces el hombre se atrevió a decirle, mientras intentaba calmarla con sus
palabras, no se inquiete, seguro que sólo ha tenido uno de esos pálpitos que se
suelen tener cuando se vuela por primera vez a México. Anna lo mira
desconfiada, el hombre sigue hablando, no se preocupe por lo que acaba de
sentir, señorita, mientras le informa
que por aquellas tierras existe una
profecía llamada de los Jaguares, en la cual se dice que siempre se debe seguir las señales que nos
manda el destino, y quizás lo que había percibido era una de las claves en la
cual podía haber sido elegida para demostrar a la humanidad de una vez por
todas la verdad sobre lo que hicieron los españoles cuando pisaron el Nuevo
Mundo.
Anna mira al hombre incrédula,
enseguida cierra los ojos, no entendía lo que le decía aquel hombre que parecía haber
salido de la nada, ante este pensamiento, Anna cree que el aire que respiraba se estaba haciendo insoportable, y quiso
achacárselo al nerviosismo, solo por el
hecho de saber qué se encontraba en soledad, el hombre al verla sofocada le
ofrece un abanico, que poco después le devuelve
la calma a su cuerpo.
La verdad es que después de oír a
aquel hombre no es que se sintiera optimista, sobre todo porque en esos
momentos era inminente el aterrizaje, algo que siempre le producía pánico,
entonces pensó que antes que el avión
tomara tierra debía buscar el significado de aquello que recibió en su
subconsciente que consideró como un
toque de atención con respecto a lo que
iba a encontrarse en ese viaje, entonces buscó, hojas de la historia que sabía
se encontraban entre los pliegues de su memoria.
Poco después se oye el toque de
atención, para ser escuchada la voz del comandante
de la nave que anunciaba la llegada al aeropuerto de Texococo situado a unos 15
k de la ciudad de México, el silencio se hizo patente mientras los motores con
su intensa revolución ensordecía a los pasajeros.
Alguien antes de bajar dijo, éste
debe ser el nuevo aeropuerto.
Cuando Anna se encontraba pasando
por la terminal pudo comprobar que no estaba terminado del todo, viéndose una
falta de interés por doquier, hasta en los mismos empleados y en la ciudadanía,
esto le sorprendió.
A la salida del aeropuerto, Anna
pide un taxi, para que la lleve a la cuidad de Tenochtitlan, mientras con la
mano en alto esperaba que parara alguno, recordó la verdadera historia de lo
que hicieron los españoles a su llegada al llamado Nuevo Mundo, se estremece al
pensar cómo algunos historiadores llamados ilustres podían haber fabricado una
historia donde cuentan con total desfachatez, que los españoles entraron en
este territorio con total impunidad, y,
que no fueron conquistadores si no bandidos exterminadores. Y así de esta
manera brutal y rastrera de unos cuantos indocumentados que odiaban España
hicieron una mancha al buen nombre de estos valientes que supieron
con su sacrificio engrandecer esta Nación.
Unos de los pasajeros al verla en
apuros por no tener transporte se ofrece llevarla al centro de la ciudad, una
vez que se encontró en la ciudad, sintió cómo la acogida que tuvo fue agradable
por parte de los viandantes nativos que la miraban con agrado, el taxi parecía
resistirse, no aparecía ninguno por ninguna parte, Anna se sienta en un banco, y entonces
comienza a recordar lo que leyó en uno de los libros antiguos que guardaba su
abuela en un baúl que se encontraba en el desván, y cerrando los ojos se vio al
igual que Hernán Cortés debió encontrarse cuando éste pisó la ciudad por
primera vez y, que al verla tan impresionante bella, de su boca salieron estas
palabras, unas palabras que ninguno de esos llamados historiadores de pacotilla
fueron capaces de describirlas, pues sus palabras fueron.

