jueves, 2 de mayo de 2019

Ambición desmedida 1ª parte

Anna funcionaria disfrutaba de esos días llamados moscosos. Después de haber  conducido durante tres horas por primera vez se encontraba cansada, los sesenta kilómetros que quedaban para llegar a su destino le parecieron eternos.
Sin motivo aparente, el coche se para en medio de una escarpada sierra, Anna manipula la llave de contacto, pero sólo consigue ahogar el motor produciendo un desagradable ruido que le hace exasperarse, más tarde y más calmada intenta  ponerlo en marcha pisando el embrague, que al no conseguir su objetivo, sale del coche.
Al bajar mira a su alrededor y, al contemplar la panorámica que se encontraba ante ella, enseguida supo que se encontraba perdida. Y, abandonando el coche comenzó a caminar sin rumbo, de vez en cuando se paraba para contemplar al horizonte, una vez creyó divisar cómo a lo lejos se distinguía un minúsculo punto luminoso que al oscilar con la brisa le hacía perder la percepción de la realidad.
Ya empezaba a aparecer el inminente ocaso del día que se hizo acompañar por un cielo encapotado donde el sol vergonzoso se escondió, quizás para  evitar el silbante viento que empezaba a reinar por aquellos parajes, pues se entretenía sin piedad enredándose en sus cabellos que le quitaban la visión,  cómo si se tratara de un juego maligno que le cegaba los ojos.
Acelera sus pasos, produciéndole un gran esfuerzo el caminar por aquella  penumbra sembrada de zarzales punzantes que le hizo pensar que jamás saldría de aquella pesadilla.
Sin saber el motivo supo que algo le impulsó a encaminar sus pasos hacía aquel punto de luz que divisó al bajar del coche, se encontraba muy  cansada cuando sus pasos le llevan cerca de una casa que parecía abandonada, su aspecto era tosco, antes de llamar duda y decide  mirar clandestinamente por una de las ventanas por donde supuso podía haber salido aquella luz, que aunque tenue se podía distinguir en medio de la oscuridad, entonces se asoma por una de las ventanas, descubriendo que esa luz era producida por una lámpara de petróleo, este detalle le produjo cierta desconfianza, y decide  para ver mejor qué escondía aquella casa y saber de qué se trataba, se sube  a una piedra  que encontró  justo debajo de la ventana, allí, había una estancia tan pequeña que no le pareció una habitación convencional, no obstante en aquello que parecía un cubículo se encontraban reunidos pegados unos a otros unos cuantos hombres, que por su vehemencia al hablar parecían debatir algo que debía ser muy importante para ellos, las voces eran tan discordantes que al parecer no lograban ponerse de acuerdo, por sus movimientos de brazos parecían culparse unos a otros de algo que a Anna no le pareció fuera muy claro, sólo supo que ante esta contemplación parecían gallos de pelea, sacando la conclusión de que allí, solo se defendía el individualismo con el fin de lograr cada uno sus propósitos.
Se asomó por otra de las ventanas que parecía ser la continuidad de aquel cubículo, cuando recorrió la vista  pudo ver que en una mesa se encontraban unos cuantos ceniceros a rebosar  de colillas, pero a pesar del humo que allí reinaba no era lo suficiente como para invadir la habitación, entonces dedujo de  que aquel humo no provenía de las colillas mal apagadas, si no que parecía salir  de sus bocas, entonces descubrió que entre aquellos hombres se encontraba una mujer que parecía ser la que los dirigía aquel cotarro, pues entre todos se distinguía no sólo por el mero hecho de ser mujer, si no porque cada vez que aquellos hombres abrían la boca ella con una superioridad desmedida y escalofriante les hacía callar,  al dirigirse a ellos  parecía que con sus palabras exigía que sólo a ella se le debía tener lealtad,   la avaricia que se desprendía de cada palabra que se escapaba de su boca eran sentencias. A Anna este espectáculo le hizo pensar que se encontraba contemplando uno de esos  antros dónde el actor es una cantante mediocre que sin remordimientos desafina las notas de la canción, haciendo que con sus gritos de garganta estrangulada, camuflaba su precaria actuación utilizando una especie de neblina desagradable que al esparcirse por el escenario produce asfixia al que la aspira con intensidad hasta llegar  a trastornar  los sentidos.
Entre tanto alboroto se hace oír el timbre de un teléfono móvil, todos callan, parecían esperar una noticia importante, uno de ellos coge el teléfono, segundos después de soltar el teléfono encima de la mesa este individuo  y después de haber escuchado el mensaje, dejó caer su cuerpo en una silla, todos impacientes se acercan para preguntar, pero ese hombre no respondió a ninguna de las preguntas, estaba “muerto”.
Un silencio se apoderó de la habitación, tan sólo comparable a la noticia de una derrota.
Alguien, dice en voz alta, hasta aquí he llegado, me voy, no contéis conmigo,  por ahora no me interesan los escándalos.
Pero la mujer dando un paso al frente se antepone en su camino, que con voz atronadora dice—de aquí no se mueve nadie—Ya buscaremos entre todos  una nueva estrategia que sea fiable para que nuestros planes se hagan realidad. Debéis confiar en mí.
Anna le intriga saber quiénes podían ser los miembros de aquel grupo que parecían estar debatiendo algo que les incumbía de manera importante, pero Anna no les veía las caras, al parecer eran hábiles en saber escaquear sus rostros.
De nuevo suena el teléfono, todos se miran, pero ninguno se atreve a tocarlo, el zumbido del timbre avisador se hace cada vez más insistente, uno de ellos haciéndose el valiente se atreve a cogerlo, y en el instante en que se lo acerca a la oreja, cae al suelo como si fuera un fardo de paja mojada.
El nerviosismo se apodera de los allí presentes ya sólo quedaban cuatro con la mujer, uno de ellos sugiere quemar los documentos que tenían en su poder que los implicaba en una trama que habían urdido para conseguir enriquecerse aunque utilizando el soborno y la extorsión.
En lo único que parecían ponerse de acuerdo era al parecer en encender una fogata en medio de la habitación, uno de ellos acerca a la fogata una carpeta llena de  documentos, uno de los documentos se resbala de la carpeta  cayendo cerca de la ventana donde se encontraba Anna, que al caer tan cerca Anna pudo leer el enunciado, agudiza aún más la vista, no podía creer lo que aquel documento guardaba, esta lectura le hizo temblar.
Anna creía encontrarse ante una trama que se asemejaba a un espectáculo bochornoso, solo pudo pensar que aquel grupo parecía  haberse convertido en unos segundos en unos primates .







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