Anna funcionaria disfrutaba de esos días llamados moscosos. Después de haber
conducido durante tres horas por primera vez se encontraba cansada, los
sesenta kilómetros que quedaban para llegar a su destino le parecieron eternos.
Sin motivo aparente, el coche se
para en medio de una escarpada sierra, Anna manipula la llave de contacto, pero
sólo consigue ahogar el motor produciendo un desagradable ruido que le hace
exasperarse, más tarde y más calmada intenta
ponerlo en marcha pisando el embrague, que al no conseguir su objetivo,
sale del coche.
Al bajar mira a su alrededor y,
al contemplar la panorámica que se encontraba ante ella, enseguida supo que se
encontraba perdida. Y, abandonando el coche comenzó a caminar sin rumbo, de vez
en cuando se paraba para contemplar al horizonte, una vez creyó divisar cómo a
lo lejos se distinguía un minúsculo punto luminoso que al oscilar con la brisa
le hacía perder la percepción de la realidad.
Ya empezaba a aparecer el
inminente ocaso del día que se hizo acompañar por un cielo encapotado donde el
sol vergonzoso se escondió, quizás para
evitar el silbante viento que empezaba a reinar por aquellos parajes,
pues se entretenía sin piedad enredándose en sus cabellos que le quitaban la visión,
cómo si se tratara de un juego maligno
que le cegaba los ojos.
Acelera sus pasos, produciéndole
un gran esfuerzo el caminar por aquella
penumbra sembrada de zarzales punzantes que le hizo pensar que jamás
saldría de aquella pesadilla.
Sin saber el motivo supo que algo
le impulsó a encaminar sus pasos hacía aquel punto de luz que divisó al bajar
del coche, se encontraba muy cansada
cuando sus pasos le llevan cerca de una casa que parecía abandonada, su aspecto
era tosco, antes de llamar duda y decide
mirar clandestinamente por una de las ventanas por donde supuso podía
haber salido aquella luz, que aunque tenue se podía distinguir en medio de la
oscuridad, entonces se asoma por una de las ventanas, descubriendo que esa luz era
producida por una lámpara de petróleo, este detalle le produjo cierta
desconfianza, y decide para ver mejor
qué escondía aquella casa y saber de qué se trataba, se sube a una piedra
que encontró justo debajo de la
ventana, allí, había una estancia tan pequeña que no le pareció una habitación
convencional, no obstante en aquello que parecía un cubículo se encontraban reunidos
pegados unos a otros unos cuantos hombres, que por su vehemencia al hablar parecían
debatir algo que debía ser muy importante para ellos, las voces eran tan
discordantes que al parecer no lograban ponerse de acuerdo, por sus movimientos
de brazos parecían culparse unos a otros de algo que a Anna no le pareció fuera
muy claro, sólo supo que ante esta contemplación parecían gallos de pelea, sacando
la conclusión de que allí, solo se defendía el individualismo con el fin de
lograr cada uno sus propósitos.
Se asomó por otra de las ventanas
que parecía ser la continuidad de aquel cubículo, cuando recorrió la vista pudo ver que en una mesa se encontraban unos
cuantos ceniceros a rebosar de colillas,
pero a pesar del humo que allí reinaba no era lo suficiente como para invadir
la habitación, entonces dedujo de que aquel
humo no provenía de las colillas mal apagadas, si no que parecía salir de sus bocas, entonces descubrió que entre
aquellos hombres se encontraba una mujer que parecía ser la que los dirigía
aquel cotarro, pues entre todos se distinguía no sólo por el mero hecho de ser
mujer, si no porque cada vez que aquellos hombres abrían la boca ella con una
superioridad desmedida y escalofriante les hacía callar, al dirigirse a ellos parecía que con sus palabras exigía que sólo a
ella se le debía tener lealtad, la
avaricia que se desprendía de cada palabra que se escapaba de su boca eran
sentencias. A Anna este espectáculo le hizo pensar que se encontraba contemplando
uno de esos antros dónde el actor es una
cantante mediocre que sin remordimientos desafina las notas de la canción,
haciendo que con sus gritos de garganta estrangulada, camuflaba su precaria
actuación utilizando una especie de neblina desagradable que al esparcirse por
el escenario produce asfixia al que la aspira con intensidad hasta llegar a trastornar
los sentidos.
Entre tanto alboroto se hace oír
el timbre de un teléfono móvil, todos callan, parecían esperar una noticia importante,
uno de ellos coge el teléfono, segundos después de soltar el teléfono encima de
la mesa este individuo y después de
haber escuchado el mensaje, dejó caer su cuerpo en una silla, todos impacientes
se acercan para preguntar, pero ese hombre no respondió a ninguna de las
preguntas, estaba “muerto”.
Un silencio se apoderó de la
habitación, tan sólo comparable a la noticia de una derrota.
Alguien, dice en voz alta, hasta
aquí he llegado, me voy, no contéis conmigo,
por ahora no me interesan los escándalos.
Pero la mujer dando un paso al
frente se antepone en su camino, que con voz atronadora dice—de aquí no se
mueve nadie—Ya buscaremos entre todos
una nueva estrategia que sea fiable para que nuestros planes se hagan
realidad. Debéis confiar en mí.
Anna le intriga saber quiénes
podían ser los miembros de aquel grupo que parecían estar debatiendo algo que
les incumbía de manera importante, pero Anna no les veía las caras, al parecer
eran hábiles en saber escaquear sus rostros.
De nuevo suena el teléfono, todos
se miran, pero ninguno se atreve a tocarlo, el zumbido del timbre avisador se
hace cada vez más insistente, uno de ellos haciéndose el valiente se atreve a
cogerlo, y en el instante en que se lo acerca a la oreja, cae al suelo como si
fuera un fardo de paja mojada.
El nerviosismo se apodera de los
allí presentes ya sólo quedaban cuatro con la mujer, uno de ellos sugiere
quemar los documentos que tenían en su poder que los implicaba en una trama que
habían urdido para conseguir enriquecerse aunque utilizando el soborno y la
extorsión.
En lo único que parecían ponerse
de acuerdo era al parecer en encender una fogata en medio de la habitación, uno
de ellos acerca a la fogata una carpeta llena de documentos, uno de los documentos se resbala
de la carpeta cayendo cerca de la
ventana donde se encontraba Anna, que al caer tan cerca Anna pudo leer el
enunciado, agudiza aún más la vista, no podía creer lo que aquel documento guardaba,
esta lectura le hizo temblar.
Anna creía encontrarse ante una trama que se asemejaba
a un espectáculo bochornoso, solo pudo pensar que aquel grupo parecía haberse convertido en unos segundos en unos primates .

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