martes, 6 de abril de 2021

La historia de un español 1º parte.





LA HISTORIA DE UN ESPAÑOL

 

 

AGUSTIN DE BETANCUR EL INGENIERO DEL ZAR.

 

Si en la novela “Miguel Strogoff” de Julio Verne fue este personaje el que prestó unos impagables servicios al zar Nicolás II,  no mucho menores fueron los que un ingeniero español, Agustín de Betancourt, prestó al zar Pedro el Grande en la construcción de San Petersburgo y otras muchas obras de ingeniería civil en la Rusia de principios del XVIII.

 

La transición del siglo XVIII al XIX fue un tiempo en el que el hombre abrió su mente a las máquinas. Un reducido grupo de científicos e inventores ideaban y construían los ingenios que moverían el mundo. Agustín de Betancourt fue un ingeniero  nacido en el Puerto de la Cruz (Tenerife), que creó máquinas, viajó por los países más avanzados para importar su recién nacida tecnología y terminó sus días en Rusia trabajando para el zar.

 

 En la primavera de 1701 el zar Pedro I se hallaba en condiciones de emprender de nuevo la guerra y  se lanzó contra las provincias suecas del Báltico, donde Carlos XII de Suecia  había dejado unas escasas guarniciones.  Pedro pudo lograr algunas victorias y consolarse de la derrota sufrida en Narva.  Ya en 1702, los rusos se apoderaron de la fortaleza de Noteborg, cerca de la desembocadura del Neva en el lago Ladoga y, al año siguiente, de otra plaza fuerte, Nyenskans, en la misma desembocadura del río. Apenas Pedro llegó al litoral del golfo de Finlandia fundó, en una pequeña isla del Neva, la ciudad de San Petersburgo, el primer puerto ruso sobre el Báltico y, casi inmediatamente, comenzó la tarea de construir una flota en aquel lugar.

 

San Petersburgo debía ser su nueva capital, aunque la comarca no fuese más que  una región pantanosa de clima insalubre. Su construcción  exigió enormes sacrificios tanto en dinero como en hombres; se reclutaron a la fuerza campesinos y obreros procedentes de todas partes del  imperio para el establecimiento humano de la nueva capital que el zar pretendía erigir tomando por modelo la ciudad de Amsterdam. En su diseño y construcción  intervendrá de forma determinante el ingeniero canario Agustín de Betancourt.

 

Unos años antes, el padre de Pedro, el zar Alejo I,  había invitado a Betancourt al país, donde dejó una importante huella en el ámbito de la tecnología. En aquella ocasión su estancia se prolongó seis meses, pues regresó a París, donde estaba afincado entonces. Poco tiempo después volvió a Rusia reclamado por Pedro I para su proyecto de  San Petersburgo y  permaneció al servicio de los zares el resto de su vida.

 

Rusia en la época de Pedro el Grande

La modernización a cualquier precio era la máxima de la política interior y exterior de Pedro I con su mirada puesta en Europa occidental, su cultura y sus costumbres. En la ejecución de sus proyectos reformistas, tomó algunas medidas de seriedad dudosa y más que discutible como la prohibición del uso de la barba y la imposición de la manera europea de vestir. No dejó, con todo, de aplicar ideas de mayor alcance, como la de abrir un camino hacia el Báltico (una especie de lago sueco desde la firma del tratado de Westfalia). Con tal objetivo inició la Guerra del Norte contra Suecia (1700), pero los suecos vencen en Narva e invaden  Rusia, amenazando Moscú. En la Batalla de Poltava (1709)  Pedro reacciona, logra batir a las tropas de Carlos XII y ocupa las provincias suecas del Báltico -Livonia, Ungria, Carelia y Estonia-.

 

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