sábado, 12 de febrero de 2022

Dos amigas !ª parte


DOS AMIGAS

 

 

 

Las gafas ahumadas de Anna trataban de atenuar la luz, mientras arrugaba los ojos para calmar la tensión ocular que la cegaba, esto hacía que se sintiese incomoda, pero aquel día necesitaba dar un paseo que la despejara; al pasar por el parque, mira el jardín y cierra los ojos, y en su interior le pareció contemplar el bello reloj de sol que le hizo recordar su tierra gaditana.

 Se encontraba sentada en uno de los bancos del parque del Retiro madrileño cuando oyó que la llama su amiga Sonia; y se cuitaron después de no verse en dos meses, se dieron un abrazo, y comenzaron por hablar de mil cosas sin importancia, de pronto, Anna cambia la expresión de su cara, al contemplar atónita cómo  las flores del jardín que se encontraban frente a ella,  las que minutos antes estaban lozanas, una, a una, y ante sus ojos se iban marchitando, los tallos con desgana empezaban a despojarse de su bella vestimenta ante sus ojos, su amiga, parecía no percibir lo que ella estaba viendo; los que por allí paseaban  al igual que su amiga  ignoraban lo que estaba pasando en el jardín.

Por lo tanto Sonia ajena a lo que a Anna le estaba sucediendo, sigue hablando, pero  al ver tan callada a Anna y a la vez distraída la mira preocupada, entonces se sorprende al ver cómo su cara tenía una mueca extraña que delataba lo que ocupaba sus pensamientos, por la cual dedujo no podía presagiar nada bueno.

Anna le dice Sonia sacudiéndole los brazos--¿te sucede algo?

Anna responde con una mueca, donde simulaba una tenue sonrisa. Pues parecía estar  sumergida en un estado de hipnotismo preocupante, pues miraba con insistencia las agujas de aquel reloj de flores que parecía que sus minuteros se había vuelto loco, en unos segundos, algo insólito sucedió, pues una nube oscura y espesa cubrió el sol.

 Entonces fue cuando Sonia pudo ver cómo aquel parque empezaba a llenarse con una ingente muchedumbre que invadían el parque para mirar esa parte del jardín  de manera especial. Sonia no supo entender cómo en un momento pudo acudir aquel despliegue de gente que parecían sentir admiración hacia aquellas flores que para ella, al contrario de su amiga, le pareció que carecían de olor y color que es que suele suceder en primavera en todos los jardines.

 Entonces ¿Qué era lo que aquella gente miraba con tanto interés?

 Cuando Sonia miró de nuevo a Anna, un terrible escalofrío recorrió su cuerpo, Anna se encontraba con los ojos abiertos de tal manera que parecía que el globo ocular se le iba a salir de las órbitas de un momento a otro.

 Preocupada Sonia, la zarandea de nuevo el cuerpo esperando que reaccionara; pero, cuando Anna abre la boca, para decirle a su amiga ¡Sí! me encuentro en este estado  porque creo, que si el mundo sigue así...

 ¿Cómo qué quieres decir? 

Que tengo el presentimiento que muy pronto nos pasará como a estas flores que nos marchitaremos en plena primavera.

 Sonia intranquila dirige inmediatamente su mirada hacia el jardín, se levanta del banco, pero una vez puesta en pie la gente le impide ver lo que estaba sucediendo, se dirige hacia el tumulto, y después de hacerse un hueco para poder ver lo que allí estaba pasando, al fin logra acercarse al jardín, entonces ve a un hombre tendido inerte con la cara nívea en el jardín, que al mirarlo con detenimiento ve que su cuerpo exhibía una  extraña figura, al encontrarse casi oculto entre los pétalos de las flores marchitas y  cómo los tallos de las flores cubrían el lecho del jardín. Horrorizada, aparta sus ojos de aquella visión, se dirige hacia donde se encontraba su amiga, y sienta de nuevo junto a ella, mientras tanto las piernas  le temblaban.

Anna no la ve llegar pues parecía seguir hipnotizada; y cuando decide hablar, parece hacerlo en susurros cómo si estuviera hablando para sí; pero ante la insistencia de Sonia, Anna decide levantar la voz, lo hace emocionada, entonces le dice a su amiga, si seguimos así, dentro de poco, quizás mucho antes de lo que creemos, los seres humanos que no posean fortuna tendrán que emigrar por necesidad hacia algún planeta desconocido, Sonia no puede creer lo que está oyendo, y --Anna siguió- se está comprobando que en éste mundo tan sólo, van a poder vivir los codiciosos y poderosos, que, al no estar contentos con ser los dueños de casi todo lo material, y disfrutar de privilegios, también maquinan haciendo cábalas para cómo arrebatarnos con gran cinismo, lo único que tiene el ser humano, la dignidad por el trabajo. Y todo por la voracidad que existe en las clases políticas de todo el mundo.

Sonia, se acercándose más a ella la zarandea casi con violencia; esto hace que Anna vuelva a la realidad, que al mirar a su amiga le pareció, haber despertado de un mal sueño.

Sonia, con los nervios a flor de piel, abraza a su amiga, mientras  a su mente le viene la figura de aquel hombre tendido en el jardín, a dos pasos de ellas, exhibiendo su cara pálida cómo si la sangre de sus venas se hubiera vaporizado. Entonces vio cómo una extraña mujer vestida de gris se acercaba al hombre, y que ante él se quedó quieta mirándolo de manera especial, ésta mirada parecía adivinar el motivo de su muerte. Anna, mientras tanto, seguía sentada en el banco. Sonia cuando volvió la mirada hacia Anna pudo ver cómo lloraba lágrimas abundantes que parecían brotar de unos  ojos que parecían ser de otro mundo. Pues entre sollozos  decía, yo, no deseo volar por el espacio.

Pero Anna ¿Qué estás diciendo? Sólo has tenido una pesadilla.

¿Tú crees?,--dijo más serena--porque yo estoy segura que si esta situación que están provocando los dignatarios del mundo por la lucha del poder, es solo para conseguir ser los únicos beneficiados de todo lo que da la tierra, esta puede llegar a ser inhabitable.

¿Pero de qué hablas? Sabes muy bien que  hablo de los políticos en general, que si siguen llevando así las Naciones, a estas situación que ellos mismos provocan por su desmedida ambición, solo ellos nos podrá llevar a un caos.

 Bueno por el momento no te preocupes, ya se arreglara de forma que todos podamos vivir en paz—dijo Sonia muy alarmada.

No, esto es muy serio  contestó Anna.

 Sonia,-- para tranquilizarle-- esto tiene que tener un final, dijo con voz agónica.

¿Pero cómo puedes pensar que el mundo se puede acabar por una crisis que es sólo un accidente mercantil? Creo, que lees demasiados periódicos sensacionalistas-- Le dice Sonia.

 Piénsalo, repetía Anna, ignorando por completo qué era lo que podía pasar.

Anna como si alguien le estuviera dictando lo que tenía que decir, con los ojos casi cerrados comenzó un relato que a Sonia se le crispo el cabello.

 Si la tierra, dejara de funcionar  y parase la productividad, ellos, los poderosos, serían los primeros en viajar por el espacio hasta encontrar un planeta dónde pudieran volver a empezar de nuevo; que quizás no les resultara tan complicado pues al no haber porvenir alguno en este nuestro Planeta se llevarían  de aquí la mano de obra.
 Pero entonces todo se quedaría igual,--replicó Sonia--
Con una salvedad, interrumpió Anna para decir, suponiendo que algunos de estos  asalariados aceptaran irse con ellos. Pero, ¿y si una vez allí alguno de ellos no tuvieran la capacidad de adaptarse al clima? Puede ser que la atmósfera, y-- lo digo con total seguridad- sea hostil para nosotros los terrícolas. Entonces ¿Qué crees tú que pasaría?.
 Sonia cada vez estaba más asustada.
Seguirá.



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