Entra el comisario que con un gesto poco cortes le insinúa que se ponga en pié, entonces y
sin saber cómo se encontró en medio del despacho mirando atónita un retrato
donde ella sonriente se encontraba junto a Javier. De repente siente un frio
helador que le recorre la espalda, mientras los músculos se endurecen quedándola
sin fuerzas. Poco después, entra en escena el inspector de la brigada criminal,
habían registrado su casa, esa foto la tenía guardada en un cajón que nunca se
atrevió a abrir, estaba siendo juzgada por un delito que no había cometido.
El comisario, la mira y dice:
-
La muerte de su amigo, bueno
eso creo que ya lo sabe- dijo con tono de intimidación- ha sido producida por
alcohol que previamente ha sido mezclado con hidrato de cloral.
El inspector de lo criminal prosigue:
-
No me diga que no
entiende nada de química y tampoco de cómo esta mezcla es utilizada en dosis
correctas, como sedante y para vencer el insomnio. Anna cree caer al suelo de
un momento a otro, el mareo hace tambalear su cuerpo.
Cuando se recupera, el inspector le dice ha sido muy
hábil al suministrarle esta ingesta, sobre todo porque fue dentro del coche.
- ¿Qué quería, que pareciese un accidente? Pues ha
de saber que si no hubiera sido licenciada en química, quizás hubiera tenido la suerte de haber salido
impune de este crimen. Creo, que ya sabe de lo que se le acusa.
Anna se pone en pie y contundente dice:
- No sé
porqué se me acusa de este crimen, sé
por ustedes que hay un cadáver que fue en vida muy querido para mí, pero yo no
soy la responsable de su muerte.
Poco después y sin más, es llevada a una celda, allí
en su nueva soledad se prometió averiguar quién había cometido el crimen.
Al día siguiente y cuando iba a ser trasladada a la
cárcel, un giro sorprendente hizo que cambiara la situación de Anna tras muchas
las muchas averiguaciones que se hicieron por el vecindario donde se cometió el
asesinato. Se encontró a un testigo que pudo confirmar haber visto como un
joven alto y muy delgado le hacía beber al conductor del coche por un vaso de
color verde oscuro, luego dijo: “Yo seguí mi camino”.
Estas declaraciones hicieron que Anna poco después
se encontrara libre de sospechas.
Un mes después y con un intervalo de una semana, empezaron a morir habituales
delincuentes en circunstancias parecidas a las que murió Javier, los
inspectores no daban abasto, teniendo que contratar a detectives privados para poder resolver los casos con mayor
rapidez. Pero las voces del pueblo ante estos hechos, llamaron a la persona más buscada por la
policía, cómo el defensor de los más débiles y los ciudadanos se sintieron más
seguros, sobre todo los que salían de su trabajo a altas horas de la noche.
Mientras tanto las calles seguían llenándose de
cadáveres, que eran asesinos y delincuentes, las callejuelas de la ciudad, empezaban
a ser seguras.
La brigada criminal se lamentaba ante lo que estaba
sucediendo, era el caso más enigmático que habían tenido hasta el momento, por
otra parte sabían que quienes fueran les estaban haciendo un favor, al tratarse
sólo de limpiar las calles de maleantes.
Anna como de costumbre cada mañana cogía el
periódico del buzón, al tenerlo en sus manos en su cara se atisbaba una mueca indefinida.
Los titulares decían en negrita:
“LA
POLICÍA, NUNCA SE HABÍA ENFRENTADO A UN CASO TAN ENIGMÁTICO COMO EL QUE ESTABA
PADECIENDO”.
A pesar de las rigurosas autopsias realizadas por
expertos médicos forenses, los cadáveres no mostraban signos de violencia ni de
envenenamientos.
Anna después de haber leído las noticias, cerró los
ojos, necesitaba descansar, pero sonó el teléfono…
-
Sí, he recibido lo
convenido, eres una persona seria, agradezco tu ayuda, algún día responderé a
tu generosidad.
Una vez colgó el teléfono, se puso una copa de vino
tinto, el preferido de Javier.
De repente la sala donde se encuentra Anna se inunda
con la voz cálida de Julio Iglesias, poco después supo que se había bebido la
botella de vino entera…

