Una vez calmado y después de que
aquel hombre ventilara la estancia, se dispuso a pasear por aquel salón, las
piedras que aunque nos parezca son inanimadas, saben cómo ocultar por mucho
tiempo la impronta de los hombres, sobre todo si estos llegaron a ser salvajes,
sanguinarios o aventureros, quedando impregnado el flujo en las paredes de aquellos que en su día la
habitaron, tal vez estos hombres creyeran que con su poder eran libres de hacer
su voluntad ¿Pero cómo? ¿A qué precio? ¿Matando?
Pero, parece ser que, para ellos lo más importante era el ser inmortales siendo su único deseo el de quedar en la historia como
leyendas vivas, teniendo como sello el imperecedero refugio de sus castillos donde saben que pueden guarecerse
porque con ellos, esas piedras siguen teniendo su identidad a pesar de los siglos, pero, algo oculto deben tener que nadie los quiere habitar,
porque se sabe de antemano que guardan muchas energías, predominando las negativas, a
veces estas piedras con su comportamiento pétreo parece que deseen destruirse y desmoronarse, para formar parte del olvido, pero no pueden, tienen tanta fuerza acumulada que los que allí dejaron gravados los anhelos de sus almas, no quieren sentirse derrotados, pero aún
y a pesar de desearlo algunos de estos ya espectros, prefieren mantener sus almas de piedra y acero en reposo
hasta que llegue el momento de la lucha para resarcirse de los errores
cometidos, por eso, muchos de ellos siguen en pie vigilando con celo los abominables actos que
hicieron sus dueños en los tiempos que
se creyeron poderosos, para que éstos no se repitan.
Armando comenzó a sospechar, de
la amabilidad de su anfitrión, pues empezó a creer que las piedras comenzaron a
hablar por la boca de aquel hombre, en un momento de confusión dudó dónde se
encontraba, pues de nuevo comenzaron a caminar por un largo y estrecho corredor
claustrofóbico que no parecía tener fin.
Aquel corredor sentía que lo
asfixiaba, pero sus ansias de llegar eran mucho más fuertes
De repente se abre una puerta,
tras ella, un suntuoso despacho con paredes cubiertas con madera de Sequoía, la madera más cara del mundo,
allí, sorprendido ve que también había un retrato suyo, esta vez
su pecho lucía una banda de mandatario, la cabeza alta, la mirada
altiva, a sus pies un pequeño recipiente de cristal abierto por donde se podía
apreciar que derramaba un líquido de color verde bilis, que manchaba una
calavera.
Por la expresión de su rostro, se
podía apreciar que nada podría haberle suscitado mayor impacto, que aquella
foto, le hizo sumirse en un total
desconcierto.
Era él, el que gobernaba, de
pronto aparecieron muchos otros retratos de los que anteriormente le
precedieron y, en otra de las paredes se encontraban pintados los rostros confusos de los que deseaban gobernar, Armando, recapacita,
tenía que impedir a cualquier precio, que aquellos futuros gobernante fueran
del país que fueran y, de cualquier
ideología que fueran, pudieran pensar que los pueblos no son tan ignorantes cómo ellos
creen, no pudiendo llamarles con desprecio los “Parias” pues pude llegar a ser que con
esta prepotencia, puede que a algunos,
en cualquier momento sus fechorías les explote en la cara, pues, al ser
carentes de ética, no piensan en nada
más que en su posición de privilegios que ellos mismos se adquirieron.
Pero olvidan algo muy esencial
que un día nos tenemos que ir, y debemos pensar si atrás quedamos gloria o
destrucción, porque por mucho que algunos quieran distorsionar los hechos de la
historia, olvidan de que vivimos rodeados
de plantas todas ellas de muy diversos tipos, sin olvidar, que todas estas plantas poseen unas cualidades
en común que es que producen “Polen” por lo tanto y a lo largo de los años ése
”Polen” se va almacenando cómo sedimentos en las paredes, por lo tanto ante
estos depósitos naturales se puede llegar a saber hasta qué clase de individuos
hemos llegado a ser, por consiguiente también se puede llegar a saber cuál fue
nuestro hábitat.
Cuidado con lo que hacemos.
Por esa razón, las piedras nos
pueden hablar con contundencia de todos aquellos políticos que sólo piensan en
mandar en un futuro, que piensen primero en cómo hacer que un pueblo sea feliz
bajo su dirección, sobre todo no privarles del el privilegio del trabajo. Porque
tarde o temprano aunque con mentiras distorsionen la historia a su antojo sus
incondicionales seguidores, todas las fechorías que hagan con los pueblos en
vez de glorias recibirán un reconocimiento
vergonzante que llegarán hasta las
generaciones venideras.
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