Durante el
vuelo, piensa en el diseño, que había creado y en la muestra que le llevaba a
su jefe, mira en el bolso y aquella muestra extraordinaria hecha en oro blanco
aún la llevaba consigo, y piensa que
estaba creada con tanta imaginación que no pocas señoras darían lo que fuera
por lucirla, guarda la joya en un departamento del bolso secreto, saca el
dibujo del boceto para contemplarlo, se regocija ante aquella joya que una vez realizada le dio resultado
deseado; para ella el resultado fue extraordinario, esta contemplación le excitó como
creadora, pero también pensó que había perdido la oportunidad de saber el impacto que
podía haber tenido aquel diseño en el escaparate de la joyería.
Anna por unos
momentos centra su atención en lo vivido en la joyería, ¿Por qué aquel joyero le encargó ese diseño de tan dificultosa realización?
¿Para qué mujer sería?
Ya se
encontraba en Kuala Lumpur, cuando
recoge su escueto equipaje de la cinta transportadora, mira en todas las
direcciones, desconociendo el motivo. Cuando sale del aeropuerto de Klia pide
un taxi para que la llevara al hotel Majestic, que según le dijeron se
encontraba a tan sólo 15Km del aeropuerto. Después de rodar dos kilómetros
aproximadamente, el taxi se para, Anna pregunta qué sucede, el taxista no
parece escuchar su pregunta, el hombre ante los aterrados ojos de Anna comenzó
a bailar rodeando el coche cómo si se tratara de un ritual, Anna intenta salir, pero las puertas parecían
estar atascadas, mira desesperada a todas partes, pero nadie para ante sus
gritos, entonces se da cuenta de que la ventanilla del conductos se encontraba
abierta, con la agilidad de un atleta, salta por cima del sillón hasta ponerse ante el volante, intenta ponerlo
en marcha, mientras, el taxista, no dejaba de danzar. Anna se baja y llama al
primer taxi que ve pasar por allí, con la respiración agitada --le dijo—lléveme
a toda prisa al hotel Majestic, cuando entra en él Hallel del hotel, se olvida
de lo que acababa de vivir pues se queda admirada, era una estancia amplía, a su derecha se encontraba un bar salón decorado con un lujo indescriptible, miró hacia el techo y vio que se encontraba bajo una cúpula dorada cubierta de estrellas que parpadeaban cómo si fuera la noche, bajo unos pequeños
puntos de luz, se encontraba un pianista, que con dulces melodías animaba a los
clientes del hotel.
Cuando llega a
su habitación, ve con extrañeza que todas las ventanas se encontraban abiertas
de par en par, las cortinas blancas, volaban a su antojo cómo su fueran
fantasmas en la hora de recreo, ya sabía que el clima era cálido, pero con la
humedad que da el trópico, no entendía el motivo por el cual se encontraban las
ventanas abiertas, llama a recepción, poco después el director se presenta ante
ella, era un hombre alto excesivamente delgado, parecía nervioso, Anna
enseguida supo el porqué de su nerviosismo, era musulmán, y parecía tener mucha
prisa para llegar a tiempo a la oración. Segundos después pudo oír cómo los
altavoces que parecían estar difuminados por la ciudad, resonaban los
hipnóticos cantos de la adhañan, era la llamada a la oración a los musulmanes.
El director sin
decir palabra sale corriendo hasta llegar al ascensor, entonces pudo ver cómo
otros fieles se precipitaban como él…La voz de una mujer que se encontraba tras
ella le hace reaccionar que al acercarse le dice, ¿Puedo atenderla en algo?,
soy la gobernanta de esta planta. Anna la mira perpleja, entre los musulmanes
no era habitual tener a mujeres trabajando en las plantas de los hoteles. No
obstante se alegra de que sea una mujer, seguro que entendería mejor su
reclamación. Anna le comenta lo de las ventanas que se había encontrado
abiertas. La mujer sin más explicaciones, --le dice—que le siga, conduciéndola
a otra habitación, la mujer desaparece sin más explicaciones pero al asomarse a
la ventana, ve complacida las dos majestuosas torres Petronas símbolo de la
ciudad.
De pronto fija la mirada en la famosa pasarela
que une a los dos colosos, recordaba haberlas visto en una película, mientras
intenta averiguar el título de la película en la que las había visto, de
repente aterrada se fija cómo un hombre
que se encontraba en la pasarela que enlaza a los dos edificios, se encontraba
colgado de la barrera de seguridad, de repente ve cómo cae al vacío, asustada, busca con la
mirada a la gobernanta para comentarle lo que acababa de ver, la llama, con voz
trémula, pero la gobernanta parecía haberse difuminado. Una vez se serena se asoma de
nuevo, mira hacia donde había caído ese hombre, pero allí no había indicios de
que hubiera pasado ninguna tragedia.
Tenía pensado
ir a comer a algún restaurante típico, pero se le había quitado el apetito.
Se sienta
indolente encima de la cama, acababa de presenciar, aunque fuera desde lejos un
suicidio… o tal vez fuera un homicidio…El bolso de viaje se resbala por su
falda, hasta caer al suelo, lo recoge,
por la embocadura asomaba el boceto de aquella joya que con tanta
ilusión dibujó para aquel joyero. Al cerrar el bolso le pareció oír un ruido,
era como si la polvera chocara con algo duro, mete la mano, y encuentra una
piedra pequeña de color negro. ¿Quién le había puesto en el bolso esa piedra?,
la mira intrigada, pero como no parecía tener valor alguno, la guarda en el
bolsillo de la chaqueta, para pensar más tarde que hacer con ella, mira de
nuevo el bolso y entonces ve un folio en blanco, lo coge, se inquieta al pensar
de que alguien podía haber hurgado en su bolso buscando su último diseño,
porque la joya la tenía a buen recaudo, pensó sonriendo. Después de mirar aquel
folio que encontró en su bolso, comprobó que no tenía nada escrito, por lo
tanto le intrigó, lo mira de diferentes
manera, y cuando está a punto de tirarlo a la papelera, ve que hay, unas letras
gravadas en tinta invisible, lo pone a contraluz, lo mira con todo
detenimiento, y entonces lee, E-B-K- L-M-A.
Anna no tiene ni idea de lo pudieran significar aquellas siglas.
Intenta
despreocuparse de ese tema, centrándose en que podía hacer en ese país exótico
y tan lejano de España. Saca el billetero para saber del dinero que disponía, y
perpleja ve que la tarjeta de crédito que le había entregado el comisario para
su uso personal, no tenía límite de gastos, se sienta, todo parecía sacado de
una película de ficción. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué tanta
generosidad? ¿Quién estaba detrás de todo aquello? Pensó en el comisario, tenía
que hablar con él, pero por su seguridad no podía hacerlo se lo tenía
prohibido, Ahora se sentía más perdida que nunca.
Sale a la
calle, necesitaba distraer su mente para poder pensar con claridad. En la calle
Anna pudo pasear por una avenida que configuraban una gran combinación de rascacielos y selva; aquí en esta
ciudad a diferencia de Madrid se podía ir caminando a cualquier parte, allí las
distancias eran cortas si se miden en línea recta, pero para Anna empezaba a
tener un inconveniente, que había mucho sol y demasiada humedad. No entiende
que puede hacer ella allí sola, en una ciudad que está rodeada por las selvas
más antiguas del mundo, mientras camina, se encuentra gente de variadas
culturas y religiones, quizás es por eso es una de las ciudades modernas y más
cosmopolitas del planeta, Anna pensaba que era igual que vivir en una selva
pero rodeada de los mejores y más modernos adelantos tecnológicos para hacer la
vida más placentera.
Se sorprende
ver cómo las mujeres de religión musulmanas a diferencia de otros países
también musulmanes, vestían de colores cubriendo sus cabezas con pañuelos que,
al ser llamativos las hace parecer más exóticas, allí pudo apreciar que las
jóvenes eran las que derrochan más glamur.
Después de caminar un gran trecho, se da
cuenta de que se encontraba en la ciudad más elegante del mundo. Entra en un
centro comercial llamado Estar Hill, una vez dentro le pareció el más grandioso
elegante y sofisticado que jamás había visto. Las malayas salían satisfechas del
establecimiento cargadas de paquetes. Anna decide comprarse ropa adecuada para
aquel clima tropical, cuando se acerca a la caja para pagar después de hacer
sus compras, la encargada de la caja, la mira cómo si hubiera visto un
espectro, Anna sigue con la vista la mano de la cajera que la invita a seguirla
hacia un lado, atónita pudo ver que pulsaba un botón, Anna ante este gesto,
corre despavorida, la habían encontrado.
¿Pero quién sabía que se encontraba en
Malasia?
Poco después
se encuentra en la calle desorientada y sin saber a dónde ir, dos guardas
jurados del centro comercial la siguen, de pronto ve a un chino que vende
bicicletas en un tenderete de la calle, coge una, no se para a elegir, no le
importaba cómo era tan sólo quería salir de aquella situación cuanto antes.
Pedalea sin rumbo fijo hasta quedar exhausta, se adentra alocadamente por una
vereda ignorando que se estaba adentrando en la selva más antigua del mundo, y a
tan solo a 13 kilómetros del centro de la ciudad, sigue pedaleando hasta que
una ingente cantidad de monos que se encontraban por doquier le hacen caer de
la bicicleta, mientras a cada paso que
daba acudían más y más monos.
Cuando Anna intenta montar de nuevo en la bicicleta,
se da cuenta de que la cadena de la bici está rota, entonces empezó a caminar
sin rumbo fijo, cuando ella cree que ha llegado a lo más profundo de la selva,
se encuentra con un santuario Hindú, se relaja, al pensar que sus perseguidores
la habían perdido la pista.
Anna se ve
ante una estatua dorada de unos cuarenta metros de altura, aquel paraje hermoso,
paradójicamente estaba desierto, sólo los gritos de los monos se hacían oír, se
acercan unos cuantos monos a ella intentan quitarle el bolso, ella de un
manotazo intenta alejarlos, pero estos se
enfurecen más e intentan atacarla, Anna no supo por qué lo hizo pero en
su desesperación sacó la piedra negra que llevaba en el bolsillo, ese gesto hizo
que todos los monos desaparecieron cómo si algo tóxico se hubiera esparcido en
el ambiente, en forma de un olor repelente. Un trueno de repente parece rasgar
la montaña haciendo presagiar una gran tormenta, minutos después empezó a caer
algo parecido al diluvio universal.
Anna sube
empapada y sin aliento los 272 escalones que llevan al santuario hindú, allí de
nuevo siente miedo al ver que el recinto se encontraba solitario, no
percibiendo ningún ruido que no fuera su respiración. Una voz ronca, le saca de sus cavilaciones. Tras ella se
encontraba el comisario de policía, que sin más dilación, le pide la piedra.
Anna sale del templo, baja las escaleras
corriendo, el comisario y dos hombres más van tras... 

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