No sé si soy algo así
como un ejemplo a seguir, o en realidad parezco un perro verde manifestándome
con una petulancia desfasada que hasta
me parece mal sonante.
Sí estoy cómo cada españolita, confinada, encarcelada, a
veces agobiada, pero ha llegado el momento de expresar lo que siento de todo
este maremágnum en el que nos encontramos inmersos, sé que es una situación, no
especial, sino muy muy especial tanto que inesperadamente ha roto nuestros sueños, pero también ha
despertado esperanzas perdidas que demuestra que el ser humano puede ser un
cúmulo de emociones y sentimientos que a veces llegan a ser extremos porque sin
apenas darnos cuenta, despierta unas ilusiones que, al ser mezcladas con la
imaginación, hace desechar el pesimismo y la miseria que esta situación
nos puede llevar.
Pero mi mente insiste en que sea positiva llevándome hacia la
distracción, que sin saber, nos aporta
emociones y ganas de seguir
adelante, pues el deseo, es algo que parece irracional, pero si lo deseas
ardientemente, es algo que está
comprobado científicamente, si te lo
propones puedes con tu mente atraer la felicidad, pues son pensamientos que se
anteceden a lo que está ahí, y que está por llegar.
Yo dentro de mi casa me siento privilegiada, y tan solo por
poseer un balcón, que desde el cual puedo mirar el mundo en otra dimensión,
extenso y prometedor, en su contemplación puedo imaginar la estela que van
dejando los aviones repleto de pasajeros deseosos de llegar a un destino
ansiado, a veces y cuando en la noche miro las estrellas, sé que brillan con
mayor fulgor que nunca, pues sé que nos están iluminando con su guiño de
cómplice un nuevo camino tan brillante como el de ellas mismas.
La calle desierta y huérfana de niños que corren
desenfrenadamente tras la pelota, no la quiero, porque me hace sentir que me
encuentro dentro del apocalipsis, por eso, ese sentimiento lo desecho de
inmediato, pues ya se sabe que el ser humano tiene capacidad suficiente para
recuperase en cero, segundos, por lo tanto quise ver, que las calles se
encontraban llenas de paseantes, de amigos charlando en una esquina.
Al día siguiente al despertar y abrir la ventana respiro el
nuevo día ese día que debemos construir entre todos los hombres de bien,
derrochándonos amor, derrotando la ambición, así podremos construir una mejor
sociedad que la que nos ha robado esa cosa que no sabemos quién es porque no
tiene rostro, para poder hacerle frente y derrotarlo.
Pero si todos arrimamos el hombro sabremos salir airosos de
esta pandemia que se nos ha manifestado con varias caras, a cual más siniestra, pero, no creéis que nuestra...
España merece ser feliz.

