martes, 9 de junio de 2020

Conspiración desde las sombras

A veces, no llego a entender cómo puede haber personas que puedan llegar a decir que se “aburren”, me pongo a pensar y, deduzco que quizás soy una de esas personas que pertenecen a ese grupo “raro” que creen que el día debía tener unas cuantas horas más para poder decir al anochecer, hoy ha sido un gran día, pues he tenido el tiempo suficiente para hacer todo lo que me propuse hacer.
Como he dicho anteriormente, soy una de esas currantes, que no saben cómo parar en el trabajo; es ya el anochecer cuando me asomo a la ventana de mi despacho y veo que el cielo se mostraba triste, de color plomizo, al contemplarlo, siento la sensación que empieza a pesarme la soledad como si fuera un mazo partiendo mis pensamientos, mientras tanto, indolente  me dejo abrazar con fuerzas por la desgana y la pereza, que por primera vez dejo que me domine, entonces decido echarme en el sofá, necesitaba descansar, cierro los ojos, pero inmediatamente, se interrumpe mi efímero descanso, encima de la mesa de mi despacho se encontraba una revista  que parecía haber sido puesta para que yo la viera, esta anomalía  hizo que abriera los  ojos y, aguzara  mi curiosidad, tanto que me llevó a cogerla para ojearla, y en una de las páginas que abrí al azar, leo el artículo  que allí se exponía era algo…que  me quedó sorprendida.
¿Quién podía haber puesto esa revista encima de mi mesa y justo a mi alcance?
¿Habría tenido algo que ver  la magia? Porque si no recuerdo bien, solo la limpiadora y yo tenemos una llave.
Pasaron unos minutos de apasionante lectura, cuando detengo mi mirada ante un  artículo en el cual se habla de sociedades secretas y, otras teorías  conspiratorias, claro que estas sociedades  no son nada nuevo, pero me hicieron pensar.
¿Cómo podemos consentir, que en la actualidad, con una técnica tan avanzada puedan sigan vigentes estas sociedades opresoras?
¿Seguirán ostentando el mismo poder del que tuvieron antaño?
Esta pregunta se quedó  grabada  en mi  cabeza, no podía pensar.
 Y, si todos los que formamos la  ciudadanía del mundo, por un casual, y por  encontrarnos inmerso en el quehacer cotidiano podemos sentirnos despreocupados de  cualquier conflicto que no sea nuestra propia supervivencia, por lo tanto cualquier cosa que no nos atañe directamente, se nos muestra lejos de nuestro alcance, pero puede que nos llegue a suceder que de pronto, un día cualquiera y, sin saber  de dónde nos viene, de repente nos llegue  una información que nos puede quedar inmersos en el estupor al enterarnos que estamos siendo regidos en las sombras por poderes malignos que se esconden en la clandestinidad y, que a nuestras espaldas estamos siendo manipulados con  oscuras confabulaciones, haciendo  con las leyes según les venga en ganas, para que nosotros las acatemos, y que con nuestra complacencia nos puedan llevar a todos y sin que los ejecutores apenas se despeines, a involucrarnos en terribles guerras, pero sólo cuando ellos lo decidan.
 Estos pensamientos me martilleaban en la cabeza que, por supuesto no tenían  respuestas para mí, pero no obstante hizo que me pusiera  en alerta, a pesar de estar segura que quizás ahora y en estos tiempos nadie se atreviera a  hacer algo tan horrendo al respecto, pero una vez pensado esto, me invadieron las dudas.
Lo penoso es que todos estos que gobiernan no solo gobiernan las naciones sino también nuestras vidas, y lo hacen de forma y manera, que no son otra cosa que manipuladores de la humanidad, seres ocultos, pues nunca se llega a saber de quién es la mano férrea que mueve esos hilos.
 Por esa razón, algunos al ostentar el poder de gobernar, se creen con el derecho de gobernar también incluyen nuestras vidas privadas, y saben hacerlo con la destreza de serpientes escurridizas, pues saben muy bien cómo enredarnos para caer en esas trampas que suelen  poner para despistar y, de este modo dejar que no nos enteremos de lo que hacen pues lo hacen con un aire de  desapercibidos, pero sólo para nosotros  los “dé a pie”.
Pero toda esta manipulación se cierne cuando entre ellos deciden la fecha de sus reuniones, que si llegáramos a saber lo que deciden nos echaríamos  a temblar, siendo para ellos    el momento decisivo de  decidir, qué hacer, con nosotros, los que nos encontramos en este mundo llamado tierra.
 Siempre por supuesto  con el beneplácito nuestro, que son nuestros votos ciegos. 
Una vez conseguido sus propósitos exponen entre ellos sus puntos de vista según les convenga a cada uno y el momento. Pues una vez se suben al carro del poder se creen  que son los seres más importantes,  los únicos que pueden debatir cómo y cuándo debe cambiar el mundo.
 En estas deliberaciones, también se tienen en cuenta los acontecimientos mundiales, como el petróleo, el gas, armamentos, piedras preciosas, que sacan de las entrañas de la tierra africana, mientras los habitantes  de estos continentes,  las poblaciones enteras se muere de hambre.
 Paseo por el despacho, conecto mi pequeño transistor, quería escuchar música, necesitaba alejar de mí esos pensamientos que me estaban alterando y, entonces oigo la noticia que el dirigente Norcoreano, no descartaba la posibilidad de tirar algún que otro cohete, como si fuera un niño  que le apetece jugar a las guerras, como si las  naciones formaran parte del cajón de sus juguetes.
 Y, aquí nosotros los ciudadanos del mundo aguantando mientras  los llamados  poderoso juegan también con los misiles cuando parecen estar aburridos, es tan demencial como si el mundo le perteneciera y, nosotros como siempre, mientras tanto  desconociendo nuestro futuro, sin saber que nos encontramos en las manos de estos cómplices del poder que pueden decidir sobre nuestra vida, muerte, o futuro.
 Pienso que al estar tan poseídos de su poder, los miembros de  estas sociedades al tratarse de un grupo variopinto,  tal vez cada uno de ellos se oculte tras los visos mitológicos de la magia; pues hace ya bastantes años y,  en una de esas reuniones secretas, decidieron, así por las buenas  fundar los Estados Unidos de América.
La lectura de aquella revista en su avance parecía prometer, entonces me olvidé  del reloj  al mismo tiempo en que mis párpados no se relajaban, por lo tanto el sueño cómo casi cada noche también  me abandonó.
Creo que me quedé un rato dormida, y entonces soñé, con un pequeño hombre gordo y espalda  sebosa, sus ojos estrechos, que con su rechoncho pie pisaba la barriga de un hombre que yacía en el suelo, su mofletuda cara sonreía, a su lado otro hombre alto con pinta de Adonis pero sin cerebro, también había otro con una rara mirada que parecía endemoniada  pero que no se dejó ver. Entonces desperté asustada, porque recordé que el último  hombre lo había visto antes en algún sitio pero no recordaba dónde



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