A veces, no llego a entender cómo
puede haber personas que puedan llegar a decir que se “aburren”, me pongo a
pensar y, deduzco que quizás soy una de esas personas que pertenecen a ese
grupo “raro” que creen que el día debía tener unas cuantas horas más para poder
decir al anochecer, hoy ha sido un gran día, pues he tenido el tiempo
suficiente para hacer todo lo que me propuse hacer.
Como he dicho anteriormente, soy
una de esas currantes, que no saben cómo parar en el trabajo; es ya el
anochecer cuando me asomo a la ventana de mi despacho y veo que el cielo se
mostraba triste, de color plomizo, al contemplarlo, siento la sensación que
empieza a pesarme la soledad como si fuera un mazo partiendo mis pensamientos,
mientras tanto, indolente me dejo
abrazar con fuerzas por la desgana y la pereza, que por primera vez dejo que me
domine, entonces decido echarme en el sofá, necesitaba descansar, cierro los
ojos, pero inmediatamente, se interrumpe mi efímero descanso, encima de la mesa
de mi despacho se encontraba una revista que parecía haber sido puesta para que yo la
viera, esta anomalía hizo que abriera
los ojos y, aguzara mi curiosidad, tanto que me llevó a cogerla para ojearla, y en una de las páginas que abrí al azar, leo el artículo que allí se exponía era algo…que me quedó sorprendida.
¿Quién podía haber puesto esa
revista encima de mi mesa y justo a mi alcance?
¿Habría tenido algo que ver la magia? Porque si no recuerdo bien, solo la
limpiadora y yo tenemos una llave.
Pasaron unos minutos de apasionante
lectura, cuando detengo mi mirada ante un
artículo en el cual se habla de sociedades secretas y, otras
teorías conspiratorias, claro que estas
sociedades no son nada nuevo, pero me
hicieron pensar.
¿Cómo podemos consentir, que en la
actualidad, con una técnica tan avanzada puedan sigan vigentes estas sociedades
opresoras?
¿Seguirán ostentando el mismo poder
del que tuvieron antaño?
Esta pregunta se quedó grabada
en mi cabeza, no podía pensar.
Y, si todos los que formamos la ciudadanía del mundo, por un casual, y
por encontrarnos inmerso en el quehacer
cotidiano podemos sentirnos despreocupados de cualquier conflicto que no sea nuestra propia
supervivencia, por lo tanto cualquier cosa que no nos atañe directamente, se nos muestra lejos de nuestro alcance,
pero puede que nos llegue a suceder que de pronto, un día cualquiera y, sin saber de dónde nos viene, de repente nos llegue una información que nos puede quedar inmersos en el estupor al enterarnos que estamos siendo regidos en las
sombras por poderes malignos que se esconden en la clandestinidad y, que a nuestras espaldas estamos siendo manipulados
con oscuras confabulaciones, haciendo con las leyes según les venga en ganas, para que nosotros las acatemos, y que con nuestra complacencia nos puedan llevar a todos y sin que los
ejecutores apenas se despeines, a involucrarnos en terribles guerras, pero sólo cuando ellos lo decidan.
Estos pensamientos me martilleaban en la
cabeza que, por supuesto no tenían respuestas para mí, pero no obstante hizo que me pusiera en
alerta, a pesar de estar segura que quizás ahora y en estos tiempos nadie se
atreviera a hacer algo tan horrendo al respecto, pero
una vez pensado esto, me invadieron las dudas.
Lo penoso es que todos estos que
gobiernan no solo gobiernan las naciones sino también nuestras vidas, y lo
hacen de forma y manera, que no son otra cosa que manipuladores de la humanidad,
seres ocultos, pues nunca se llega a saber de quién es la mano férrea que mueve
esos hilos.
Por esa razón, algunos al ostentar el poder de
gobernar, se creen con el derecho de gobernar también incluyen nuestras vidas privadas,
y saben hacerlo con la destreza de serpientes escurridizas, pues saben muy bien
cómo enredarnos para caer en esas trampas que suelen poner para despistar y, de este modo dejar que
no nos enteremos de lo que hacen pues lo hacen con un aire de desapercibidos, pero sólo para nosotros los “dé a pie”.
Pero toda esta manipulación se cierne cuando
entre ellos deciden la fecha de sus reuniones, que si llegáramos a saber lo que
deciden nos echaríamos a temblar, siendo
para ellos el momento decisivo de decidir, qué hacer, con nosotros, los que nos
encontramos en este mundo llamado tierra.
Siempre por supuesto con el beneplácito nuestro, que son nuestros votos ciegos.
Una vez conseguido sus propósitos exponen
entre ellos sus puntos de vista según les convenga a cada uno y el momento.
Pues una vez se suben al carro del poder se creen que son los seres más importantes, los únicos que pueden debatir cómo y cuándo
debe cambiar el mundo.
En estas deliberaciones, también se tienen en
cuenta los acontecimientos mundiales, como el petróleo, el gas, armamentos, piedras
preciosas, que sacan de las entrañas de la tierra africana, mientras los
habitantes de estos continentes, las poblaciones enteras se muere de hambre.
Paseo por el despacho, conecto mi pequeño
transistor, quería escuchar música, necesitaba alejar de mí esos pensamientos
que me estaban alterando y, entonces oigo la noticia que el dirigente
Norcoreano, no descartaba la posibilidad de tirar algún que otro cohete, como
si fuera un niño que le apetece jugar a
las guerras, como si las naciones
formaran parte del cajón de sus juguetes.
Y, aquí nosotros los ciudadanos del mundo
aguantando mientras los llamados poderoso juegan también con los misiles cuando
parecen estar aburridos, es tan demencial como si el mundo le perteneciera y,
nosotros como siempre, mientras tanto desconociendo nuestro futuro, sin saber que
nos encontramos en las manos de estos cómplices del poder que pueden decidir
sobre nuestra vida, muerte, o futuro.
Pienso que al estar tan poseídos de su poder,
los miembros de estas sociedades al
tratarse de un grupo variopinto, tal vez
cada uno de ellos se oculte tras los visos mitológicos de la magia; pues hace
ya bastantes años y, en una de esas
reuniones secretas, decidieron, así por las buenas fundar los Estados Unidos de América.
La lectura de aquella revista en su
avance parecía prometer, entonces me olvidé
del reloj al mismo tiempo en que
mis párpados no se relajaban, por lo tanto el sueño cómo casi cada noche
también me abandonó.
Creo
que me quedé un rato dormida, y entonces soñé, con un pequeño hombre gordo y
espalda sebosa, sus ojos estrechos, que
con su rechoncho pie pisaba la barriga de un hombre que yacía en el suelo, su
mofletuda cara sonreía, a su lado otro hombre alto con pinta de Adonis pero sin
cerebro, también había otro con una rara mirada que parecía endemoniada pero que no se dejó ver. Entonces desperté
asustada, porque recordé que el último hombre lo había visto antes en algún sitio pero
no recordaba dónde

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