viernes, 6 de noviembre de 2020

En honor a mi padre

Siempre tuve un especial interés por Garrovillas de Alconetar, quizás este interés me vino de cuando era pequeña, cuando un día y por casualidad, oí decir a mi padre  que había nacido en este lugar, pero nunca se me ocurrió preguntar  el motivo que tuvo la familia para que se trasladaran a vivir a la capital siendo Garrovillas un pueblo cargado de historia.

Pero ahora entiendo el señorío que emanaba de mi padre, pues todo aquel que lo conocía  le llamaba con respeto Señor Víctor.

Cuando más tarde supe la historia de este pueblo señorial, pues en muchas de sus fachadas se prodigan los blasones, y dónde también los Templarios tuvieron su morada, y supe  que esta zona de Cáceres se sufrió  una hambruna  producida por una devastadora sequía que afectó  a todos de manera desastrosa.

Una parte de esta población tuvo que emigrar; la familia de mi padre fue una de la que sufrió este revés, y optó por ubicarse en la capital, quizás nunca se mencionó  este hecho por haber pasado por esta penosa situación hasta que se adaptaran a esa nueva vida que les tocó vivir.

Y más tarde para mí sucedió algo inconcebible, pues la casualidad me llevó a conocer la tierra de mis ancestros, pues mis hijas me invitaron a conocer la Hospedería que había abierto sus puertas, aquel domingo nos encaminamos a Garrovillas para pasar una velada en familia. Recuerdo que aún no se habían realizado las reformas actuales.

Aquel día entraba por primera vez en aquella fortaleza—palacio, yo me dirigí hacia las amplias escaleras, anchas de granito, majestuosas, que conducen al piso noble, y recuerdo que cuando me encontraba subiendo las escaleras, algo se encendió en mi alma, pues me resultó difícil creer que aquel escenario me era familiar, mis hijas me observaban desde abajo, cuando vieron mi reacción y, bajé las escaleras brincando, y yo al mirarlas vi en sus miradas una mirada de complicidad, pues ellas habían sentido la misma sensación que yo.

Me atrevo a contar esta parte privada de mi historia, porque  acaba de llegar a mis manos  algo que para muchos puede llegar a ser insólito.

Empezaré por contar que hay intención por parte de La Junta extremeña el restaurar el convento de San Antonio de Padua, pero aquí  creo  que viene lo insólito, pues por el momento  esta  restauración  de una de las maravillas arquitectónicas de nuestro querido Garrovillas, se ha suspendido, porque según se dice, han aparecido dentro del convento “cosas raras”.

¿A qué se refieren como cosas “raras” acaso les aterra  saber que la muerte no existe, porque no desaparecemos? Por lo tanto estos seres que se supone se encuentran habitando estas ruinas y lugar de oración, estos SERES puede que no soporten  como su hábitat, una joya valiosa que se consienta dejar morir,  con  ese desprecio absoluto a todo lo bello, pues esas paredes medio derruidas, que no se olvide que aún respiran historia, una historia que nos pertenece a todos porque es necesario saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.

Quizás es un rompecabezas que nos presenta la historia, al ser como siempre estos inmuebles pactos de la especulación al saber que se encuentran enterrados en estos lugares de culto, algunos de los personajes que en otros tiempos dieron esplendor a estos lugares.

El misterio, a lo desconocido, no suele gozar de credibilidad, sin embargo, no olvidemos que existen razones para creer  que hay enigmas que pueden llegar a tener visos de ser reales, aunque muchos de ellos se nos presenten  enmarañados  por las nieblas del olvido.

Y yo digo que Garrovillas de Alconetar es una joya que solo le falta quitarle el polvo para poder contemplar su pasado glorioso, y no hay que olvidar que aún tiene vida.




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